[ Alfonso Chalumeau de Verneuil ]
Damos lugar en nuestras columnas al siguiente artículo que nos remite el director de la Institución Hamiltoniana y en obsequio suyo, sin que nosotros tengamos nada que ver con las opiniones en él emitidas.
Verdades y desengaños. Lenguas extranjeras
Desde que se ha fundado en esta corte un establecimiento en que la enseñanza descansando en la sólida base de una constante investigación y comparación etimológica, sometiéndose en cuanto al fondo de la doctrina al importante descubrimiento filológico que en todas las lenguas modernas y en la francesa sobre todo, desenreda embrollos, deshace contradicciones y excepciones, y rectifica antiguallas y errores contrarios a los principios eternos de la naturaleza, y adoptando en su forma didáctica el método eminentemente simplificador y abreviador que, aunque recién descubierto, está ya universalmente seguido en todas las naciones civilizadas, y hasta en las escuelas de Van-Diemen y del Canadá, ha producido y produce diariamente resultados en apariencia increíbles, la concurrencia y por consiguiente la prosperidad siempre crecientes de este establecimiento han despertado la envidia, la codicia y la emulación de muchos; y así es que muchos han ido y van abriendo cada día escuelas, en que anuncian la enseñanza de la lengua francesa y otras a precios reducidos y en un espacio de tiempo más o menos limitado. ¡Loor, protección y respeto a los hombres laboriosos que consagran sus vigilias a la instrucción de sus conciudadanos y tratan de adquirirse honradamente por este medio una subsistencia decorosa! ¡Alentados y favorecidos sean sus esfuerzos; pero sea su primer cuidado el de no dedicarse sino a ramos de enseñanza en que puedan corresponder dignamente a la confianza pública! Conviene pues a los intereses del público que sepa que la lengua francesa, la más difícil de todas, así muertas como vivas, no menos por su pronunciación que por su complicada gramática y numerosísimos galicismos, no puede ser enseñada con provecho, a no serlo por un profesor.
1.º Que sea francés de nación, se haya criado y educado en una de las dos provincias llamadas la isla de Francia, su capital París; el Blesois, su capital Blois, u otras dos o tres limítrofes.
2.º Que sea profundamente gramático y aun filólogo; posea perfectamente el sistema de la anterioridad, y esté al nivel de los muchos progresos hechos de 54 años a esta parte por la gramática general, al paso que al corriente de todas las variaciones que ha sufrido hasta el día cada idioma en particular.
3.º Y finalmente, que haya practicado por años la enseñanza, no solo de la lengua francesa, sino también de la latina y la griega en una de las universidades de Francia, sobre todo en la de París.
Sépase por la primera vez que todo español que estudie el francés con cualquier maestro que no llene todos estos requisitos, aprenderá el francés a la española, a la portuguesa, a la italiana, la alemana, o si se quiere a la provenzal, a la languedociana o a la vascongada; pero en el caso de llegar a traducirlo tal cual, jamás le sabrá leer ni hablar. Convénzase el ilustrado y juicioso público de Madrid que ningún español sabrá nunca el francés, ni el inglés, ni el italiano, ni el alemán, ni su propio hermosísimo idioma nativo, al menos según el estado de perfección a que le han llevado los últimos progresos de la filología, sino aplicando a su estudio el sistema de la anterioridad (sin el cual es imposible conocer a fondo ni siquiera la conjugación de ninguno de ellos), y los demás nuevos principios, que patentizando la disparatada falsedad de las rancias teorías rutinarias, han elevado la ciencia gramatical a un grado de simplificación, de claridad, de verdad y de perfección, del que ya probablemente no pasará. Convénzanse los españoles que quieren añadir a sus conocimientos el útil y brillante adorno de las lenguas extranjeras, y sobre todo los padres cuidadosos de la educación de sus hijos, que así en instrucción como en compra de géneros no se da barato sino lo que vale barato. Convénzanse que tres o dos años o 18 meses a 40 o aun a 50, hacen más dinero que cuatro o seis meses a 80; y que aunque así no fuese, los que van a lo barato pierden, además de su poco dinero, su mucho tiempo; y no olviden que si la pérdida de aquel se puede resarcir, no se resarce la de este sino en la gloria.
El que escribe estos renglones, ni se nombra en ellos a sí mismo, ni nombra el colegio, institución o escuela que dirige, ni designa explícitamente el método de enseñanza que le da su nombre; y sin embargo no duda que sus colegas, que los literatos, y aun el público en general le reconozcan así por el estilo de este y sus anuncios anteriores, como por las ideas y verdades que encierran; y le reconozcan o no, cree que las incesantes pruebas de preferencia que le da el público y la gratitud de que le penetran, le imponen el sagrado deber de avisar a este sensato vecindario, y sobre todo a los que suelen dejarse alucinar por los anuncios de un enfático y altísimamente charlatanismo, que todo español que estudie idiomas modernos y principalmente el francés con otros principios que los arreglados a los últimos adelantos de la ciencia, pierde miserablemente su tiempo y su dinero, y de darles a conocer un hecho que por ser notorio no necesita pruebas, y es que de 14 meses a esta parte más de 150 caballeros (entre los cuales se han inscrito cuatro maestros de francés y uno de inglés) que habían estudiado el francés por 6 y 12 meses, y algunos por dos y tres años, y otros que habían viajado y tomado lecciones de francés en la misma Francia, han tenido para saber leer y hablar francés, que acudir, como han acudido, a un establecimiento de esta capital, cuyo director y principal catedrático reúna todas las condiciones arriba mencionadas. Todos aquellos que hayan estudiado por el Chantreaux, el Boninot, el Lhomond, o cualquiera otra de las gramáticas existentes, y guiados por los que las explican sin que reúnan los requisitos que acaban de indicarse, tienen por fuerza que seguir el ejemplo de los 150, o quedar envueltos en el estado de oscuridad en que estos estaban antes de tomar el único camino que los pudo conducir y condujo a la luz.
Acaba de ponerse en venta en la librería de Cuesta la Colección de los trozos que sirven de tipos en la Institución Hamiltoniana. Hablaremos muy en breve de esta publicación.