Filosofía en español 
Filosofía en español


Fr. Gerundio.



Si quis dexerit Fratrem Gerundium esse periodicum pauci peli, vel aliquid huyusmodi, anathema sit.

Si alguno dijere que Frai Gerundio es un periódico así como quiera, le arrimo un capillazo que lo valdo.

CONC. GERUNDIENS. CAN. 1.°


 

 

Pensará algún pobretón
que porque me llamo Frai
seré como muchos que hay,
fusionista o pastelón.

Por cierto que se equivoca
el pobre don Geripundio,
y sobre esto punto en boca
sabrá poner Frai Gerundio,
         de Campazas.

Opina el otro exaltado
que yo soy de su partido,
que soy el más decidido
de cuantos se han exclaustrado.

Yo no diré que se engaña
el simplón de don Abundio,
mas no entiende la cucaña
que ha de guardar Fr. Gerundio
         de Campazas.

Lo que Frai Gerundio hará
será decir cuatro frescas,
al mismo barón de Illescas,
y al mismo rey de Judá.

Voto a crivas que no encuentro
más consonantes en undio……!
pues se hallaba ahora en su centro
el P. don Fr. Gerundio
         de Campazas.



Vaya un modo de afeitar !!!

Han de saber VV. que en una ocasión un cierto sujeto (no hay que pensar ya que era por ahí Santiago el barberillo, que era nada menos que todo un emperador romano) entró en el templo de Apolo a adorar esta divinidad: y advirtió que en el mismo altar estaba su hijo Esculapio, este con barbas grandes como un chivo, y aquel lampiño como un capón, porque así los pintaban la gentilidad. Reparó además el emperador que las tales barbas eran de oro y postizas; “esta es la mía,” dijo para sus ojales…… “pues señor, no es bien visto que el hijo tenga barbas, cuando el padre carece de ellas……” y diciendo y haciendo arrampló con ellas con la frescura del mundo, afeitando de este modo sin navaja ni jabón nada menos que al hijo de su Dios; sin que esto tuviese más resultado que quedar el emperador más rico y el templo más pobre. E assim acrescentan a sua grandeza outros muitos con muitos outros furtos, que cada día facem sem calumnia nas barbas do mundo.



De esta vegada no queda uno.

El español siempre acuerda tarde; pero más vale tarde que nunca, al cabo de esta es imposible que escapen… sobre que es imposible… como chinches van a caer… —Pero ¿quiénes, Padre Adjetivo? —Los facciosos, hombre, los facciosos. —Cómo suena? —Como V. lo oye, Frai Gerundio. —¿Pero es con alguna medida extraordinaria? ¿O se ha descubierto algún brebaje, que han de tener que tragar todos, y caerán como peces con coca? Acaso se habrá hallado el medio de hacer que vaya el tifus (que creo es una peste muy liberal, y si no lo es, se hace que lo sea) y me los añusgue por batallones, o a lo menos por compañías. —No señor, es un remedio más activo todavía. Ya se hará V. cargo que hace tres años está siendo el clamor general; pensemos en acabar la guerra, y nada más; dejémonos ahora de pinturas, y pensemos solo en la guerra, y nada más que en acabar la guerra. Ya se ve, con eso no ha habido cabeza que no se haya ocupado en discurrir como mil diablos se podría poner un término a esta guerra fatal; no sé cómo no nos hemos puesto todos locos, o a lo menos calvos. Pero no hay cosa impenetrable al entendimiento humano; a unos falta una chola entre muchas calaveras: ya Dios lo hace, y vea V., es la cosa más sencilla que V. se podrá figurar; regularmente sucede esto mismo con todos los grandes descubrimientos; los efectos más prodigiosos, estupendos y trascendentales suelen depender de una grandísima friolera, bien que esto no es tan friolera, no… —Quemándome estoy ya para saber quién es el autor, y cual es el remedio. —El autor, creador, inventor, y discurridor, y supongo también el propagador, es el hombrón…… —¿Mendizábal…? —El mismo. —Tirabeque, vete por dulces y botellas a donde esté más cerca, que hoy nos emborrachamos el P. Adjetivo y yo… ese será el secreto de antaño; he? —Quiá, no; cuando dijo aquello del secreto, todavía no había hecho la invención, pero ahora ya cayo… que toquen, que toquen las campanas, que ya tenemos paz, gracias a Dios; qué ganas tenía de comer un bocado de pan con sosiego! ¿Sabe V. lo que podíamos hacer, Frai Gerundio, si queríamos tener un rato divertido? era irnos a las provincias a ver caer los facciosos redondos; como eso ha de suceder, sin que nos incomode el olor de la pólvora… esa es una ventaja… ¿Y qué haremos luego de tanto ejército? Esa es la dificultad que ha encontrado el gran ingenio; pero entiendo que ha pensado ya enviarles a que nos traiga prisioneras las tres potencias del norte. —Vamos; no me tenga V. más tiempo en brasas… qué es? qué es? Será alguna máquina infernal que haga un millón o dos de balas de cañón. —Pues se va V. a quedar hecho un granizo ahora mismo… es suprimir los diezmos… —Tirabeque…… Tirabequeeeeee…… —Señor….? ya iba al medio de la calle… ¿qué quería V.? —Mira, vete corriendo a la alacena del estante, y trae dos pistolas, que me voy a tirar un tiro, y otro voy a pegar al P. Adjetivo… escucha, trae tres, que hace falta otra para un amigo, que se ha empeñado en gerundiar a la España… trae un mortero… —¿El mortero donde migo las sopas? —¿Tambien tú estás para ello? Sobre que no he de dejar hoy títere con cabeza… Pero más bobo soy yo; mejor será echarlo a risa; Tirabeque, no traigas las pistolas, trae las botellas, nos emborracharemos todos…



¿Qué se han hecho los caudales
de los bienes monacales?
y las rentas nacionales
         ¿en qué se emplean?

Qué se hace de los millones,
de tantas contribuciones,
donativos a empellones
         y otras gabelas?

Los Frailes no están pagados,
ni cobran los retirados;
pero hay tantos empleados
         que es un contento,

A las viudas no se paga,
la miseria se propaga,
con que alguno se lo traga,
         y no hay falencia.

Dicen que en el ministerio
está todo el gatuperio,
y que él es el cementerio
         del oro y plata.

Yo digo que en el potaje
entran de todo linaje,
y que es un puro agiotaje
         lo que ellos arman.

Lo que iba a amortización
cantarlo el kirieleison,
porque mejor poco airón
         jamás se ha visto.

Ahora por tesorería
se paga la frailería:
a Dios, a Dios, paga mía!
         ya no te aguardo.

Pues a lo que va a parar,
a la hacienda militar
también se le puede echar
         el recordéris.

Que son los interventores,
comisarios y factores
una casta de señores
         que Dios me libre.

Y no son menos polillas
los jefes de partidillas
que los pueblos y las villas
         van recorriendo.

Piden doscientas raciones
ni para catorce pelones,
y si un poco te repones,
         anda la espada.

De este modo yo no dudo
que esté el soldado desnudo,
y haya oficial bigotudo
         con cintos de onzas.

Para muchos es cucaña
el que siga en nuestra España
el embrollo y la patraña,
         y dure la guerra.

Y dicen, y con razón,
si se acaba la facción,
¿quién sufre tanto ladrón
         como ha de haber?

Y entre tanto una gavilla
va haciendo su pacotilla
apropiando cuanto pilla,
         ¿y esto no es robo?

Así se nos ve medrar,
y como el cangrejo andar,
que para desesperar
         nada nos falta.



Tira que tira y no pudo arrancarlo.

Es una diversión esto que los lógicos llaman círculo vicioso, y nosotros podemos llamar un juego de prendas; y a fe que hace tiempo que le estamos jugando. Sufrimos un revés cualquiera, y empezamos por ejemplo a echar la culpa a Evans, Evans se la echa a Sarsfield, Sarsfield a los ingleses, los inglese a los españoles, los españoles a los franceses, los franceses a Luis Felipe, Luis Felipe a los radicales, los radicales a los doctrinarios, los doctrinarios al gobierno español, el gobierno español a los estatutistas, los estatutistas a los exaltados, los exaltados al ejército, el ejército al mal temporal, el mal temporal a los zapatos, los zapatos al dinero, el dinero a los soldados, los soldados a los generales, los generales al gobierno, el gobierno a los pasteleros, los pasteleros a Mendizábal, Mendizábal al Mundo, el Mundo al Demonio……, el mozo a la moza, la moza, al viejo, el viejo a la vieja, la vieja al nabo, tira que tira y no pudo arrancarlo. Esto se llama gerundiar por activa y por pasiva.



Caso de conciencia.

¿Le digo? Es que si lo digo, se va a saber. ¿Qué harás, Fr. Gerundio? Si lo dices, se sabe: si no lo dices, revientas. No señor, no estoy en el caso de reventar por nadie; que revienten ellos los muy judíos, sino que no lo hubieran comido: qui manducant et vivit indigne, judicium sum manducat et vivit. No se ría V. señor lector, no se ría V., que no va a encajar tan mal el latinejo. Pues señor, voy allá: que se me sale… que se me escapa… Sobre que no hay más remedio ya que decirlo… pero antes me froto las manos, tomo un polvo, me atuso la peluca, y aun doy lugar a cualquier otro desahoguillo natural que pueda ofrecérseme: en fin, voy allá, que el sigilo no le quebranto, porque no lo sé por confesión.

Se ha hecho a Frai Gerundio la consulta siguiente. Supongamos que una diputación provincial reparte para el anticipo de los 200 millones una cantidad, o indeterminada y arbitraria, o doble de la que corresponde a su provincia: que como es natural, reclaman y se quejan los recargados, que lo son todos, y que la diputación adopta el sencillísimo medio de contentarlos de este modo:

¿Cuánto se ha repartido a V.? —Señor, dos mil reales. —Vaya, pues 320 le cuesta a V. y se le rebajarán los mil. —Y a V.? —A mí cuatro mil. —Pues bien, de V. dos onzas para gratificaciones de escribientes, y pague V. los dos mil, pero esta gracia no quisiéramos que se supiera, porque si no todos son compromisos. —Que se presenta un amigo solicitando alguna rebaja, y se marcha exento de todo pago, y aun logra igual gracia para un recomendado. —Que se echan trescientos mil rs. a los curatos de uno o dos arciprestazgos, cantidad imposible de satisfacer, porque excede el valor de los curatos, pero que la reducción a la mitad se contrata en cincuenta mil de guantes para los generosos señores que han dispensado la merced: que se comisiona un sujeto… en fin, P. Frai Gerundio, que se comercia vil y escandalosamente con el cargo más honroso de la sociedad: ¿Qué pena merecería esta tal Diputación, Padre nuestro?

Parece que Fr. Gerundio se ha abstenido de resolver esta consulta, porque cree que el caso es puramente hipotético, y de aquellos que llamamos de suposito non suponente, sin embargo ha llegado no sé qué olorcillo de realidad a sus narices, que le hacen exclamar con dolor: “Padres de la patria! no os durmáis os ruego: mirad que pasan cosas, que no caben en la manga ancha de Frai Gerundio!!!

NOTA. Para evitar todo género de maligna interpretación, protesto solemnemente, que el caso de la consulta que antecede, no puede, ni ha sido mi ánimo aplicarle a la Diputación provincial de León, cuya pureza, integridad, desinterés y rectitud podrán ser igualadas, pero no excedidas. Bien lo sabe la provincia; y los beneficios que ha recibido de tan justificada corporación, son el mejor testimonio de las virtudes de todos sus individuos.



Dominica in albis.

¿Pues no es desgracia no poder conseguir que haya juicio en León? El caso es que yo se le ofrecí a mis lectores para el domingo, fiado en la palabra que el señor presidente del juzgado dio al tribunal y al público con toda solemnidad, y estando al parecer en su juicio. Pero si no le hubo, si nos quedamos dominica in albis, no es culpa de Frai Gerundio: traslado al señor presidente, quien podrá responder si le tiene él, o se le ha perdido, o qué se ha hecho. Lo cierto es que el público fue atrozmente chasqueado (chascaruent mancipata capelo), pues habiendo acudido al sitio y hora señalada, no encontró en él mas que recuerdos de la palabra del presidente (ne recorderis peccata mea, Domine), y multitud de engañados por haberse fiado en ella (maledictus homo qui confidit in homine, dice, si no me engaño, el Eclesiástico). Yo tuve la fortuna (Fraile había de ser para no ser afortunado: oh fortunatam natam me consule Roman) de no ser de los de los petardeados, merced a cuatro deditos de papel con más barbas que Dios ha permitido nacer en mi divino rostro; en los cuales cuatro deditos de papel capuchino participaba el susodicho juez presidente a los jueces de hecho, que habiendo admitido lisa y llanamente (en la papeleta lo que faltaba de lisura sobrada de llaneza) la apelación del señor Martilla a la audiencia territorial sobre la providencia del jurado de haber prorrogado la calificación del escrito de Luna para el domingo, se sirviesen suspender la asistencia al sitio señalado para ese día. ¿Armisticio tenemos? dijo al verlo Frai Gerundio. ¿Suspensión de hostilidades quiere el señor Mantilla? Y empezó a masticar y a rascarse el cerquillo. Bien que el temporal (tempora  si fuerint nubila) no está para continuar las operaciones: el ejército las ha suspendido, y no es cosa que las guerrillas trunquen el plan de campaña. Benditas sean las madres que tan listos hijos paren: beatus venter qui te portavit. El resultado es que ahora se puede decir con razón que ni en España, ni en Europa, nec in toto orbe terrarum habrá habido un juicio de jurado más estrafalario y más loco que este. Lo que le resta al tal juicio, ya que se ha ido a Valladolid, es meterse en Orates, y entonces…… que VV. descansen, señores, que el juicio está ocupando el lugar que le corresponde.



Teresa, vete a la m…

Como Santa Teresa tenía tanta confianza con Dios, máxime en aquellos momentos de éxtasis o arrobamiento en que se ponía a conversar con él mano a mano, cuéntase que un día que le cogió de buen humor, y como suele decirse, para hacer gracias, no quiso la Santa perder la ocasión de pedirle algunas para los españoles. —Señor, no permitáis que falte la fe católica en los dominios de España. —Concedido, Teresa. —Haced porque no cunda en ella el espíritu de cisma y herejía, que ha arruinado otros pueblos. — Concedido, Teresa. —Fertilizad, Señor, sus campos, y fecundad su suelo, para que tengan abundantes y pingües cosechas. —Concedido, Teresa. — Proteged la suerte de sus armas contra los enemigos de mi patria cuando la persigan con injustas guerras. —Concedido, Teresa. —Proveedla de ingenios idóneos para las ciencias, y dotadles de sabiduría. —Concedido, Teresa. —Dadla, Señor, un gobierno moderado y justo…… —Concedido, Teresa, —Haced, Dios mío, que los españoles tengan unión, cordura y docilidad para dejarse gobernar, y que se fijen de una vez en la forma de gobierno que les parezca más justo y equitativo, sin dividirse en bandos y partidos… —TERESA, VETE A LA M…… que ya me tienen gerundiado en este punto, y me canso de lidiar con ellos sin adelantar un paso…… —En esto volvió la Santa de su éxtasis, y así se quedó la cosa.



Trocado se han las cosas de manera
que nos parece fábula la historia:
antes pavos, y magras y ternera:
y ahora nabos, patatas o zanahoria.

El P. Circumloquio. Frai Gerundio, esto va malo; los estómagos flaquean; dentro de el vientre hay una guerra intestina, que parece se quieren tragar las tripas unas a otras; ay mi refectorio!!! ay mi chocolatera!!! —No se aflija usted, P. Circumloquio, no se aflija usted, que la Providencia divina es muy grande; cuando a V. le falte que comer, no dejará Dios de enviarle una paloma con algún piñón en el pico, con que V. pueda alimentarse, ayudado de la gracia, un mes o dos, como hacia con nuestros predecesores en tiempos más felices que estos. —Ay, Frai Gerundio de mi vida, qué paloma ni qué piñón, ni qué gracia, ni qué niño muerto: la paloma mía había de ser el lego Frai Bartolo, y el piñón un pavo, un jamón, o una ternera, o cualquier friolera así, y la gracia aquel rico moje, con que él sabía sazonar las cosas, que no parecía sino que tenía don de Dios para eso: ay Bartolo mio! qué tiempos aquellos! entonces sí que había religión! aquellos sí que eran bienes positivos! qué tajadas aquellas, Frai Gerundio! ay! si parece fábula la historia!!! y diga V. ¿durará mucho esto? —Lo que se puede sospechar es que no durará setecientos años, como duró nuestro gobierno. —¡Setecientos años…!! Dios mío! y hemos de seguir comiendo nabos…? —Mire usted, P. Circumloquio, setecientos años puede que no les dure el gobierno actual, porque gobiernos de tanta duración solo los saben establecer los frailes; pero más años de los que nosotros hemos de vivir puede ser que sí. Y por lo que hace a comer, acuérdese V. hijo mío, que San Juan Bautista se alimentaba de langostas, y los apóstoles se mantenían muy bien con pan y aceitunas. Acuérdese, usted, P. Circumloquio, de aquellas elegantes y sublimes palabras, de aquel latín Ciceroniano con que S. Vicente Ferrer censuraba ya la opulencia de nuestros antecesores. Unde evixeremt, decía el santo, tot capones, gallinæ, faysani, et salsæ de diversis maneris, quæ jam sunt in mensa prælatorum? Dicatur trufactive quod illæ olivæ erant gravidæ, et pepererunt capones et alia prædicta. —Por Dios, Fr. Gerundio, no me venga V. con latines cuando el estómago padece hambre castellana; deme V. esos capones que dice, asados o guisados castellanamente o aunque sea a medio pasar, y cómase V. los latines, y buen provecho le hagan. —Ah, Padre Circumloquio! qué poco entiende V. de historia eclesiástica!



Fr. Gerundio apostrofa lacónicamente a varias naciones.

A la Francia. ¿Es juego de niños? Quedemos en una cosa.

A la Inglaterra. Muy generosa te muestras. ¿Lo haces por sacar raja? Cuánto es lo último? iremos echando nuestras cuentas.

A Portugal. Tente tiesa; que por donde va la madre ha de ir la hija: partus sequitur ventrem, dice Plinio el mozo.

A Polonia. Si hubiera sido ahora…!

A Bélgica. Firme: ya no te muerde ese valentón, y nos vienes bien ahí.

A Prusia. Un pasito más, y nos das la vida.

A las otras potenciotas. Lástima es que no os tragara la tierra, indignas!!



De los pescados el mero,
de las carnes el carnero,
de las aves la perdiz,
de las damas la Beatriz,
de los Frailes Frai Gerundio,
de los ministros… ninguno

Es decir, que ninguno consuena con Frai Gerundio, y eso ya me lo temía yo. A ver de otro modo:

Frai Gerundio siente el hambre;
de los ministros ninguno

Parece que disuena algo al oído. A ver ahora:

Frai Gerundio es, buen patriota
de los ministros ninguno

Tampoco sale, como que no cae bien. A ver así:

Frai Gerundio guarda el ayuno,
de los ministros ninguno.

Algo le sobra al primer pie; pero lo de uno, y uno, ya va saliendo: vamos otro rempujoncillo.

Frai Gerundio es… ahora me vienen dos adjetivos… oportuno, importuno.

De los ministros… otros dos vienen aquí… ningunoalguno…… A ver como los casamos:

Frai Gerundio es oportuno,
de los ministros… ninguno;
Frai Gerundio es importuno,
los ministros todos ellos…

Jesús que borracho, lo que fui a decir!! Vaya, no estoy hoy para la poesía: pues dejarlo para otro día: Toma… ahora me salen consonantes sin querer: es loca esta musa, así Dios me salve.



Pepitoria.

En Oñate, parece que se han hecho rogativas públicas porque Dios conserve el ministerio Mendizábal, pues dicen que mientras dure, no temen que ninguna potencia extranjera auxilie el gobierno de la Reina. ¡Yaya unas noticias que tienen esos Oñateros! Sin embargo, Fr. Gerundio al oírlo se ha pegado un cachetito en la calva, y ha tenido un rato de meditación. Por último, se encogió de hombros, y dijo… Orate, fratres.

Modas

Hacer la guerra al Ministerio, sea el que sea: citar a Francia e Inglaterra, aunque se hable de nabos; robar y hacerse el tonto; no casarse: estirar la perilla: ofrecer y no cumplir (esta moda es la más antigua, y la que promete durar más); entre escritores, soltar el guante y recogerle; que equivale a desollarse mutuamente; voltear las campanas por acciones que nada han significado; meterse a periodista.



Se suscribe en las administraciones de correos a 18 rs. por trimestre y 16 para los exclaustrados, franco de porte,

León: imprenta de D. Cándido Paramio.