Filosofía en español 
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De la doctrina homeopática del Doctor Samuel Hahnemann

Artículo primero

La doctrina terapéutica, cuyos principios vamos a exponer, apenas es conocida fuera de Alemania. Su autor, después de haber dado algunos fragmentos de ella en el Diario de Medicina práctica de Hufeland desde 1796, publicó su conjunto en una obra titulada Órgano de la Medicina racional impresa en Dresde en 1810 y traducida posteriormente en francés, en inglés y en italiano. De la obra original se hicieron otras dos ediciones en 1819 y 1824 con el título de Órgano del arte de curar. Las traducciones fueron acogidas con mucha frialdad y extendieron muy poco el conocimiento de la nueva doctrina, aunque fueron anunciadas por algunos periódicos. Las opiniones de Hahnemann ocuparon poco a sus compatriotas por espacio de diez años; porque en vez de anunciarles una terapéutica fundada en las causas morbíficas, como todas las que han dominado desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, propone, saliéndose fuera de las vías de la ciencia, despreciar completamente la averiguación de dichas causas y dar a sus trabajos una dirección del todo opuesta a la que se sigue desde la caída de la escuela empírica. No es de extrañar la especie de desdén con que la mayor parte de los médicos de Alemania recibió una doctrina que rehúsa toda importancia a los conocimientos fisiológicos y casi a la experiencia de los siglos. ¿Quién ignora que todas las escuelas, a saber, las de Themison, Galeno, Van-Helmont, Stahl, Boerhaave, Brown y Broussais, respetaron a lo menos las riquezas transmitidas por Hipócrates y demás grandes observadores y se aprovecharon de ellas, y que les son comunes un gran número de hechos sobre que apoyan sus doctrinas? Hahnemann (si puede colocarse su nombre al lado de los que acabamos de citar) no ha dado una nueva teoría de los hechos observados antes de él, ni la ha apoyado con los que le halla proporcionado su propia experiencia, sino que ha dicho a los médicos: Cesad de estudiar el arte de curar en las obras de los grandes maestros y siguiendo las sendas que os han trazado: son inútiles todos vuestros esfuerzos para profundizar la naturaleza de las enfermedades; contentaos con el conocimiento de sus síntomas. Este lenguaje y las pretensiones atrevidas del que lo producía indispusieron al público médico; y en lugar de buscar en una doctrina enteramente sintomática, pero al mismo tiempo experimental, el tributo que podía ofrecer a la ciencia, se la juzgó y condenó en su totalidad. Sin embargo, algunas persecuciones que tuvo que sufrir Hahnemann, quizás también el conocimiento de la imperfección de las doctrinas médicas reinantes y la esperanza de encontrar la verdad por la senda trazada nuevamente, ganaron algunos partidarios a su causa. Su sistema homeopático fue el objeto de muchas obras, entre las cuales son de notar el Catecismo homeopático de Hartlaub, el trabajo de G. L. Rau sobre el valor de la Medicina homeopática, y algunas obras de materia médica. Los Dres. Stapf, Mueller y Gooss principiaron en 1822 la publicación de una colección periódica, que cuenta ya seis volúmenes y está destinada a contestar a los ataques dirigidos contra la nueva doctrina, que es en el día objeto de una polémica muy viva en Alemania. Entre las obras de sus adversarios, se notan las del profesor Joerg que refuta la materia médica de Hahnemann, refiriendo los experimentos hechos consigo mismo y con una sociedad de personas que se le han reunido para verificar las aserciones del reformador; el Examen del Dr. Védekind que representa la escuela mecánica en esta lid; el Anti-Órgano de Heinroth; un trabajo del Dr. Th... intitulado Obras de las tinieblas &c. Varios médicos de primer orden (Curcio Sprengel, Hufeland) discuten los nuevos dogmas; y muchos de ellos, al paso que prueban que la doctrina de Hahnemann no constituiría jamás un sistema de Medicina, han hecho conocer que abría nuevas sendas para los trabajos relativos a la terapéutica.

A consecuencia de esto, movidos del interés que todo médico debe poner en los debates científicos que interesan su profesión y deseando cumplir el ofrecimiento que hicimos a nuestros subscriptores, creemos útil dar una idea de los principios fundamentales de la doctrina de Hahnemann, añadiendo algunos ejemplos de su materia médica y observaciones de enfermedades tratadas con arreglo a sus principios, y terminando con un resumen del juicio de los dos célebres profesores Hufeland y Lichtenstaedt, que son los críticos que se han manifestado más imparciales en este punto.

1. Dogmas fundamentales de la doctrina homeopática

Estando siempre ocultas y a cubierto de nuestras investigaciones las mutaciones morbíficas internas que constituyen la causa próxima de las enfermedades o su naturaleza íntima, no pueden proporcionar bases a la terapéutica. Las indicaciones pues se tomarán de las mutaciones perceptibles que resultan de las primeras o sea del conjunto de los síntomas.

El método curativo que haga desaparecer la totalidad de los síntomas habrá aniquilado por esta razón los desórdenes interiores ocultos, porque, siendo aquellos la expresión de estos, la existencia de los unos no puede ser aislada de la de los otros.

Las propiedades activas esenciales de los medicamentos no pueden ser deducidas por analogía de sus calidades físicas ni de su composición química. Las relaciones que existen entre sus modos de acción y las enfermedades no deben apreciarse más que por los efectos qué producen sobre la economía.

Viendo que el uso de los medicamentos contra las enfermedades va seguido con frecuencia y prontitud del restablecimiento de la salud, nos adelantamos a atribuirles este resultado y a determinar según él sus virtudes medicinales. Pero este modo de estudiar las propiedades medicinales de los agentes terapéuticos no puede conducir a un conocimiento completo y positivo, porque a excepción de algunas dolencias producidas por causas miasmáticas invariables, como la sarna, la viruela, la escarlatina, la miliar, la sífilis, &c., todo estado morbífico es un caso individual, particular, y caracterizado, no por la preponderancia de uno o de muchos síntomas, sino por su totalidad. De consiguiente un medio, que se ha encontrado saludable en una enfermedad, no convendrá contra otra cualquiera que se parezca a la primera solamente en algunos síntomas.

Pero no resultando de esta manera de ensayar los medicamentos más que una multitud de casos y curas individuales, que no permiten sacar ninguna inducción analógica, sino con algunas excepciones, es menester buscar por otra vía los principios generales de la terapéutica. Este medio, según Hahnemann, es el ensayo de la acción de los medicamentos sobre el hombre sano. Por este modo de investigación se encuentra que toda substancia medicinal modifica de una manera particular el organismo de la persona que se sujeta al experimento, y produce un conjunto de síntomas morbíficos, una verdadera enfermedad artificial. De esta suerte la acción de un medicamento tiene dos efectos opuestos, el restablecimiento de la salud del hombre enfermo y la alteración de la del hombre sano. Hahnemann concluye de esto que dichas substancias curan en virtud de su facultad de producir alteraciones en los cuerpos sanos.

Cómo no conocemos las enfermedades de una manera positiva más que por sus síntomas, y las propiedades de los medicamentos más que por sus efectos sobre el hombre sano, o sea sus efectos puros, es preciso buscar el principio general del método curativo de las enfermedades en la relación que existe entre los síntomas de estas y los efectos de aquellos. Pero no hay más que tres relaciones posibles entre los unos y los otros, a saber, la oposición, la heterogeneidad y la semejanza. De consiguiente solo puede haber tres métodos terapéuticos, que son:

1.° El método antipático, o el que emplea medicamentos, cuyos efectos puros son opuestos a los síntomas de la enfermedad que se ha de combatir:

2.° El método alopático, o el que se vale de medicamentos, cuyos efectos específicos son tan solo diferentes de los síntomas de la afección natural:

3.° El método homeopático, o el que recurre a las substancias medicinales que determinan en el cuerpo síntomas semejantes a los de la enfermedad.

La experiencia es la que debe decidir sobre el valor respectivo de estos tres métodos de curación. He aquí lo que de ella ha sacado Hahnemann.

El método antipático parece al principio neutralizar y curar la enfermedad natural; pero luego que ha cesado de obrar el medicamento, no solamente vuelven a comparecer sus síntomas, sino también adquieren más intensidad, porque el organismo ejerce su reacción contra todo influjo extraño y tiende a oponerle un estado precisamente contrario al que dicho influjo producía en él. Por lo mismo el método curativo antipático solamente es paliativo y no puede curar una afección grave, sobre todo si es crónica.

El método alopático presenta tres casos. 1.° Si los efectos del medicamento son menos intensos que los síntomas naturales, la enfermedad quedará la misma. 2.° Si su energía es igual o superior a la de estos últimos, la enfermedad quedará suspendida mientras dure su aplicación, después de cesada esta reaparecerá, a menos que hubiese concluido su curso natural en dicho tiempo. 3.° Si en fin se continúa por mucho tiempo contra las enfermedades crónicas el uso de medicamentos alopáticos que obren con energía, puede dar lugar a la complicación de dos estados morbosos, el uno natural y el otro producido por dichos medicamentos. El método, de que se trata, es a veces paliativo y jamás curativo.

El método homeopático es el único, cuya eficacia sea entera y constante. Hahnemann ha reconocido esta superioridad por la experiencia, y he aquí como trata de explicarla. Cuando los efectos específicos de un medicamento son perfectamente semejantes a la enfermedad natural, obran sobre los órganos afectados de está; pero como dos enfermedades semejantes no puedan existir simultáneamente en un mismo punto, y sean las afecciones determinadas artificialmente más intensas que las naturales, estas ceden y son reemplazadas por las primeras que no tardan en disiparse. El movimiento de reacción, que hemos dicho ser tan contrario al método antipático, es saludable en este caso, porque obrando el medicamento homeopático sobre el organismo de la misma manera que la enfermedad, este obrará una reacción en sentido opuesto, esto es en favor de la salud.

De todo lo que precede resulta que, siendo el método homeopático preferible a los otros dos, se encuentra en él el principio fundamental de la curación, cuyo principio se exprimirá de esta manera: una enfermedad debe ser combatida con remedios capaces de determinar en el hombre sano la manifestación de un conjunto de síntomas tan semejante como sea posible a la totalidad de los que la caracterizan. Hahnemann confiesa que la semejanza nunca es perfecta.

Este método exige que las dosis de los medicamentos sean muchísimo más cortas que las que se acostumbran emplear; y la razón de esto es que los remedios, que deben obrar homeopáticamente, atacan partes que se hallan ya afectadas por la enfermedad natural y no necesitan mucha fuerza para sobrepujar esta última. Una dosis más elevada produciría accidentes muy graves.

No debe administrarse jamás sino una sola substancia medicamentosa; sin esto sería imposible combinar la relación de los síntomas determinados por el medicamento con los de la enfermedad. Toda mezcla de muchos medicamentos es inadmisible, porque no podría conocerse con certeza de qué manera estos diversos ingredientes se modifican recíprocamente.

Los remedios homeopáticos deben buscarse en las substancias medicinales tan puras como sea posible, y dotadas de toda su energía natural; y nunca se tomarán bastantes precauciones para que reúnan todas estas calidades y sean tomadas por el enfermo a la dosis que se juzgue conveniente.

2. Ejemplos de la materia médica de Hahnemann

Belladona. (Atropa belladona). Zumo exprimido recientemente de las hojas espesado al sol, o mezclado con partes iguales de alcohol. La duración de la acción de este medicamento es a lo menos de once días. Pocas substancias tienen un efecto tan prolongado y determinan tantas alternativas de estados opuestos. Parece convenir sobre todo en las enfermedades de los niños. Esto es lo que al parecer confirman las afecciones morales determinadas por la belladona en el hombre sano, afecciones muy análogas a las de los niños. A la verdad, entre los efectos puros de la belladona se encuentran la exaltación de la sensibilidad, el eretismo del sistema vascular, las congestiones y flegmasias cerebrales que caracterizan la vida de los niños.

Conjunto de síntomas. Dolores opresivos que se hacen sentir sobre todo en uno de los lados de la cabeza. – Atontamiento. – Presbiopia. – Ambliopia. – Ceguera. – Contracción momentánea de las pupilas, seguida– de una dilatación considerable. – Latidos en los oídos. – Inflamación de las amígdalas. – Dificultad de tragar. – Rojez de la piel. – Vértigos. – Convulsiones de las extremidades. – Ansiedad. – Agitación. – Delirio furioso. – Ganas de morder. – Boca pastosa por la mañana. – Sabor agrio en el pan. – Irritaciones. – Ganas de vomitar. – Cólico espasmódico. – Tenesmo. – Dolores lancinantes en los testículos, que se ponen retraídos. – Catarro, tos con romadizo. – Sed ardiente. – Disgusto del trabajo y del movimiento. – Insomnio por ansiedad. – Timidez. – Tristeza. –  Propensión a llorar. – Alienación mental, durante la cual el individuo está agitado de terrores imaginarios.

Antídotos. El tártaro emético disuelto, en dosis elevada, para producir el vómito. – El café, para facilitar el vómito, hacer cesar las constricciones espasmódicas de la laringe y restablecer la irritabilidad. – La pulsatila, cuando hay calofríos, cefalalgia, morosidad y dilatación de las pupilas. – Vino generoso para combatir la somnolencia.

Nuez vómica. (Semilla del Strychnos nux vómica). Tintura. La nuez vómica es del número de las substancias, cuyos efectos puros tienen más analogía con las enfermedades más comunes en nuestros climas. Solo conviene a los sujetos ardientes, inclinados a la cólera y que tienen ordinariamente la cara colorada; raras veces produce buen efecto en los que son lentos, suaves y calmosos. Es eficaz en muchas enfermedades crónicas causadas pon el abuso del café o del vino, por los excesos de los trabajos intelectuales y en muchas enfermedades epidémicas: sus efectos duran quince días. Los síntomas producidos por una sola toma de este medicamento se manifiestan por muchos días consecutivos a las mismas horas: de ahí su uso en ciertas enfermedades periódicas.

Conjunto de síntomas. Cabeza como en estado de borrachera. – Cefalea profunda occipital. – Vértigos. – Dolores de los tegumentos de la cabeza, exasperados tocándolos. – Sopor, sobre todo por la mañana. – Delirio, sueños espantosos. – Prurito y calor en los ojos sin inflamación. – Ángulos de los ojos excoriados o ulcerados. – Excoriación de los labios. – Ceguera pasajera. – Zumbidos de los oídos. – Odontalgia y vacilación de los dientes. – Calor y rojez fugaces de las mejillas al menor esfuerzo. – Sudores por la mañana. – Ansiedad, respiración laboriosa, tos. – Cosquilleo desagradable en la faringe. –Vomituriciones líquidas. – Anorexia. – Sabor de los alimentos natural, aunque el gusto esté depravado y amargo. – Salivación. – Constricción en el estómago. – Cardialgia. – Vómito, cólica ventosa por la tarde después de comer, sobre todo después de haber bebido. – Diarrea mucosa o flemosa con prurito en el ano. – Tenesmo. – Prurito en el canal de la uretra y en el escroto. – Dolor orinando. – Erección del pene por la mañana al despertar. – Señales de una hernia que principia. – Prurito en la piel. – Calofríos después de haber bebido. – Espasmos, temblores. – Adormecimiento de las manos y pies. – Paso vacilante. – Lasitud, mayor por la mañana que por la noche. – Dolores reumáticos. – Tristeza. – Abatimiento. – Rendimiento.– Irresolución. – Exaltación de la sensibilidad.

Antídotos. El vino. – El café, si hay cefalea y anorexia. – La coca de levante, si hay parálisis. – La digital, si la sensibilidad es exaltada, y hay opresión de pecho. – El alcanfor es el mejor antídoto para los perros emponzoñados por la nuez vómica.

Opio. (Jugo del Papaver orientale). Tintura. El opio jamás debe emplearse contra el dolor. Ciertas constipaciones habituales y porfiadas, el coma con ronquera y boca entreabierta, acompañado de un calor ardiente y de un sudor copioso, encuentran en esta substancia un remedio homeopático muy eficaz.

Conjunto de síntomas. Delirio alegre, furioso. – Insensibilidad sorda y permanente de las extremidades y de los intestinos. – Constipación. – Retención de orina por insensibilidad de la vejiga. – Pulso duro y lleno. – Piel caliente y cubierta de sudor, particularmente por la mañana. – Propensión a desabrocharse. – Agitación dolorosa durante el sueño. – Congestión de sangre hacia la cabeza. – Sequedad de la lengua. – Coma. – Sueño, ronquera. – Ojos y boca entreabiertos. – Insensibilidad moral e intelectual. – Alegría mezclada de tristeza. – Magnanimidad. – Intrepidez. – Timidez y rendimiento (efectos secundarios).

Antídotos. La tintura de hipecacuana. – El alcanfor. – El café fuerte.

Mercurio. En general los metales se distinguen de los medicamentos sacados de los reinos vegetal y animal, en que sus efectos primitivos no desaparecen repentinamente para dar lugar a los secundarios, sino que se disipan poco a poco. La mayor parte de los efectos del mercurio son primitivos. Cuanto más se continúa su uso, tanto tiran más a volverse crónicos. De aquí resulta la inocuidad de una curación mercurial de corto tiempo y el peligro de una de larga duración. Los efectos antisifilíticos de este metal son tanto más puros y marcados cuanto son menos fuertes los ácidos a que está unido.

Síntomas del mercurio soluble de Hahnemann. Cefalea profunda. – Zumbido de los oídos. – Ulceración de la cara interna del labio inferior y de las mejillas. – Tumefacción de las glándulas del cuello y de la oreja. – Tumores inflamatorios en la nariz. – Hinchazón dolorosa de la encía con ulceración. – Aftas. –Salivación fétida. – Ulceración de las amígdalas. –Dolor pungitivo en el acto de tragar. – Gusto pútrido en las fauces. – Disgusto de la comida. – Sabor de mercurio insoportable. – Borborigmos. –  Cólicos. – Constipación. – Cursos poco abundantes, mucosos, acres, que corroen el ano. – Deposiciones sanguinolentas. – Dolor ardiente en el ano. – Orinas turbias y sedimentosas desde su evacuación. – Hinchazón del prepucio; prurito, calor, ulceración del glande o de la vagina; gonorrea, leucorrea. – Gonorrea bastarda. – Sentimiento de calor alternando con esperezo. – Tegumentos poco sensibles al tacto.

Antídotos. El sulfuro de potasa. – El opio. – La quina. – El ácido nítrico: según los síntomas mercuriales predominantes.

Acónito. (Aconitum napellus). Zumo exprimido recientemente de las hojas, espesado al sol o mezclado con partes iguales de alcohol.  La acción del acónito no dura más de veinte y cuatro horas; por consiguiente, este remedio es aplicable a las enfermedades agudas. Es tanto más eficaz, cuanto los síntomas morales de la enfermedad coinciden mejor con las alteraciones mentales que él produce.

Conjunto de síntomas. Debilidad de memoria. – Falta de fijeza en las ideas. – Sensación de plenitud en la parte frontal de la cabeza. – Cefalalgia, latidos en la frente hacia las sienes. – Dolores reumáticos en la nuca. – Temor de la luz. – Dolor y hormigueo en las mejillas. – Dolor lancinante en la punta de la lengua. – Anorexia. – Tensión y peso en el estómago y en los hipocondrios. – Cólica ventosa. – Vomituriciones sin materia. – Hálito fétido. – Epistaxis. – Opresión de pecho. – Dolor y hormigueo en el pecho. – Dolor y postración en el cóccix y lomos. – Recto y ano doloridos. – Hormigueo en los dedos. – Sudor fresco en la palma de la mano. – Somnolencia. – Bostezos. – Palpitaciones. – Calor de la cara alternando con esperezo. –Sudor ácido de todo el cuerpo. – Ansiedad considerable, temores. – El menor ruido es insoportable. – Irascibilidad extrema.

Antídotos. Los ácidos vegetales. – Algunas veces el opio, la árnica o el vino.

Valeriana. (Valeriana mínima L.) Tintura.

Conjunto de síntomas. Cefalalgia frontal y orbitaria, sin sudor. – Cabeza cargada. – Vértigos. – Enturbiamiento de la vista. – Prurito en los ojos. – Odontalgia. – Exaltación de la visión, de la audición y del tacto. – Vomituriciones. – Espasmos abdominales. – Vientre tenso. – Diarrea. – Disuria. – Orinas copiosas. – Dolores a lo largo de las extremidades. – Un poco de frío seguido de calor permanente con sudores fugaces y turbación de los sentidos. – Temores. – Tristeza. – Asma espasmódico. – Exaltación del sistema nervioso. – Dolores vagos en todo el cuerpo. – Dolor permanente en los talones.

Antídotos. El café. – El alcanfor.

Quina. (Cinchona officinalis, Cinchona regia) Tintura. – Hahnemann hizo en sí mismo los primeros ensayos de esta substancia en el año 1790. Según él, la cuadrillonésima parte de un grano es una dosis demasiado fuerte en las enfermedades. La duración de sus efectos es de algunos días, si la dosis es pequeña; de algunas semanas, si la dosis es elevada. Este medicamento solo conviene a un corto número de enfermedades.

Conjunto de síntomas. Cefalea. – Vértigos. – Presión epigástrica. – Cardialgia. – Disgusto de los alimentos, aunque el gusto es natural. – Vómito. – Cólico. – Diarrea (la constipación es un efecto secundario). – Eructos amargos. – Ventosidades fétidas. – Vientre entumecido. – Borborigmos. –Orinas turbias. – Calor en la región umbilical. – Propensión a los calofríos. – Congestión hacia la cabeza. – Frente caliente, extremidades frías. – Esperezo y calor sin sed. – Turgescencia de las venas. – Pulso pequeño, frecuente. – Sudor copioso. – Tumefacción del hígado y del bazo. – Ictericia. – Hidropesía. – Lasitud. – Adormecimiento de las extremidades. – Somnolencia de día. – Bostezos. – Expiración silbando. – Embarazo en la laringe. – Accesos de sofocación, como si la tráquea estuviese llena de moco. – Estornudos. – Romadizo. – Ardor para los placeres del amor. – Sueños espantosos. – Ronquidos. – Sueño con frecuencia interrumpido. – Palpitaciones. – Ansiedad. – Lipotimia. – Delirio ligero. – Humor triste. – Morosidad. – Quejidos. – Lentitud en las ideas.

Antídotos. La hipecacuana. – La árnica. – La belladona. – El eléboro blanco: según las circunstancias.

Alcanfor. Solución alcohólica. El alcanfor es el antídoto de muchas substancias vegetales. A este efecto, debe darse en cortas doses cada cuatro minutos. Sobre todo conviene en ciertas erisipelas.

Conjunto de síntomas. Calor ardiente desde la boca hasta el estómago. – Eructos. – Cefalalgia. – Pulsaciones en la frente y en las sienes. – Vértigos. – Dolores lancinantes pasajeros en el celebro, y que se dirigen hacia los ojos. – Calor fugaz en el pulmón. – Pulso acelerado y pequeño. – Incomodidad general. – Sequedad de la lengua. – Sed. – Calor y rojez de la cara. – Congestiones de sangre hacia la cabeza. – Somnolencia. – Exaltación de la visión que hace que todos los objetos parezcan claros y brillantes. – Propensión a los calofríos. – Tegumentos dolorosos al tacto. – Movimiento de las extremidades difícil. – Pupilas contraídas. – Salivación. – Eructaciones. – Iscuria. – Falta de aptitud para los trabajos del espíritu.

Antídoto. El opio.