Filosofía en español 
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Idea de Nación

[ 730 ]

Nación étnica y sus especies: Naciones periféricas / Naciones integradas / Naciones históricas

Segundo género de Nación [727]. Lo esencial para el concepto étnico de nación es que él se haya de-terminado preferentemente desde la plataforma de una sociedad política, desde una “república”, de ahí el carácter oblicuo de la nación étnica [729]. Y nos remite a un terreno que no es zoológico, sino antropológico, cultural-institucional.

La nación étnica tiene tres especies principales, según las relaciones que la nación étnica mantenga con la sociedad política que actúa como plataforma:

Naciones étnicas periféricas. Mantienen relaciones “extrapolíticas” respecto a la sociedad política que actúa como plataforma. Esta especie engloba a las acepciones más primitivas de este género, a saber, aquellos casos en los cuales las naciones son vistas desde el Estado, como grupos sociales (étnicos) que permanecen en los bordes de la sociedad política de referencia, sin integrarse propiamente en ella, como partes formales suyas (aunque pueda suministrar efectivos, a título de soldados o de esclavos).

Por ejemplo, en los clásicos latinos (César, Cicerón, Varrón, Quintiliano…), el término natio significa ordinariamente nación étnica en este sentido. Cicerón: “Las otras naciones pueden perder la servidumbre; la libertad es propia del pueblo romano”. Varrón: “Son muchas las naciones que habitan los diversos lugares de Europa”. Quintiliano: “Todas las naciones pueden ser llevadas a la esclavitud o servidumbre, nuestra ciudad no”. Son las “naciones” que describe César (helvecios, eduos, belgas…); las naciones contra las que se dirige Arnobio (siglo IV) en su Adversus nationes (que San Jerónimo cita como Adversus gentes), es decir, las naciones que por no haberse integrado en el Imperio permanecen en un estado lamentable de paganismo bárbaro. Una variante muy significativa de esta Nación étnica se constituirá cuando se amplíe la acepción oblicua originaria a su inflexión sustantiva o refleja, lo que tiene lugar sobre todo, en un contexto geográfico (natio, genus, hominum qui non aliunde venerunt sed ibi[dem] nati sunt).

Naciones étnicas integradas en una sociedad política (Reino, Imperio, Estado). Esta especie engloba aquellos casos en los cuales las naciones, aun manteniéndose a una escala antropológica, aparecen ya como partes integradas, o en proceso de integración, de una sociedad política, que desempeña el papel de plataforma, manteniendo con ella “relaciones intrapolíticas”. Es una acepción de nación muy frecuente en la Edad Media y Moderna europea.

Por ejemplo: en los mercados europeos importantes (Brujas o Medina del Campo) se llamaban “naciones” a los agrupamientos de mercaderes, según su condición de origen (que servía para indicar la “denominación de origen” –diríamos hoy– de las mercancías). En los Colegios Mayores de Salamanca de los siglos XVI, XVII y XVIII agrupaban a los estudiantes, clasificados según naciones, por el origen (nación asturiana, nación burgalesa…): las naciones carecían en este contexto de todo significado político. Eran sencillamente grupos de presión que actuaban como bandas, “mafias”, o partidos en el reparto de becas o de otras prebendas (vid., Luis Sala Balust, Visitas y reformas de los Colegios Mayores de Salamanca en el reinado de Carlos III, Universidad de Valladolid, 1958). La nación de los godos, tal como aparece en San Isidoro, designa una parte de la Monarquía que aparece integrada en ella, incluso como parte dirigente, pero junto con otras estirpes hispano-romanas o judías. En sus Cartas Persas, Montesquieu, hablando de España, se refiere claramente a naciones que existen dentro de ella, y que sin duda solo pueden tener un significado étnico, incluso grupal biológico: “Han hecho [los españoles] inmensos descubrimientos en el Nuevo Mundo, y no conocen todavía su propio continente; en sus ríos hay puentes que no se han descubierto aún, y en sus montañas, naciones que les son desconocidas”. [¿Los habitantes de las Batuecas? ¿Los habitantes de Babia?]. Lo que ocurre en las plazas mercantiles o en las universidades, ocurre también en el ejército: entre las tropas que intervienen en la toma de Almería por el emperador Alfonso VII figuran, junto a otros, soldados de la “nación asturiana”. “Nación” aquí (Poema de Almería) no implicaba una mayor connotación política (pese a las pretensiones de algunos “nacionalistas asturianos de nuestros días”) de la que podía estar implicada en la expresión “colegiales de San Bartolomé de nación burgalesa” (= oriundos de Burgos). El mismo concepto de nación que ofreció Stalin (antes de haber alcanzado el primer puesto en la plataforma política de la Unión Soviética) puede interpretarse como concepto unívoco circunscrito al modo o especie de la nación étnica integrada.

Nación histórica. Es la especie más moderna del género “nación étnica”. La Nación histórica no es todavía formalmente una Nación política [731], principalmente porque la Nación no es utilizada aún como sujeto de la soberanía (que se atribuye al Monarca o a un Pueblo que recibe el poder de Dios y se lo entrega al Príncipe). Es una nación percibida aún como nación étnico-cultural, en realidad como una sociedad humana resultante histórico de la confluencia de diversas naciones étnicas o pueblos, que ha logrado configurar una unidad o koinonía social, cultural, un idioma, unas costumbres e instituciones bien definidas, al menos ante las terceras sociedades políticas, reinos o imperios que la contemplan (en el caso, por ejemplo, de la “Nación española” [740] desde Europa o desde América); y alcanzará su madurez cuando el concepto oblicuo se amplíe para tomar la forma sustantiva o refleja. Cabe hablar, por tanto, de “relaciones interpolíticas”, puesto que entran en juego varias sociedades políticas.

Las “Naciones históricas”, aunque puedan superponerse en extensión a la que es propia de determinadas Ideas políticas, no constituyen aún un concepto político. Siguen siendo un concepto étnico-cultural, solo que referido a una sociedad que aparece circunscrita en el marco de una sociedad política (de un Reino, por ejemplo), pero sin por ello referirse a su formalidad legal, sino precisamente a lo que se mantiene con abstracción de esa formalidad. Por eso, el término “Nación” en su acepción de “Nación histórica”, podría aproximarse a lo que en nuestros días pretende significarse con la expresión “sociedad civil”, en cuanto contradistinta de la “sociedad política” [553-608], en cuyo ámbito aquella se desenvuelve. La Nación histórica va asociada, en general, a la “Patria”, como lugar en el cual la Nación vive: se trata, por tanto, de una acepción “geográfica” de Nación. A ella se refieren, sin duda, las palabras de Ricote a Sancho Panza: “doquiera que estamos, lloramos por España; que en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural.” En España la constatamos a mediados del siglo XVI, y se mantiene viva durante los siglos XVII y XVIII. Esta es la acepción de Nación que actúa también en la obra de Adam Smith, Riqueza de las Naciones (Wealth of Nations, 1776), cuando todavía el sintagma “economía política” tiene mucho de oxímoron.

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