Filosofía en español 
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Bioética

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Bioética como sistema doctrinal /
Bioética materialista

La Bioética, como sistema doctrinal, requiere principios materiales que, a su vez, sólo se dan en función de sus consecuencias prácticas. Pero un sistema de principios se opone a otros. Por tanto, es imposible una doctrina bioética imparcial (respecto de cualquier género de principios). Una Bioética, como doctrina, es necesariamente partidista, es decir, tiene que tomar partido entre unos sistemas de principios frente a otros. Partidismo no es dogmatismo, si tomar partido equivale a debatir con otros partidos y otras ideologías en un proceso dialéctico (racional) prácticamente inacabable.

Entre los principios más importantes de la Bioética materialista se encuentra el principio de autodeterminación del sujeto corpóreo personal [512] y el principio de grupalidad [518], que limita la visión individualista propia de los bioéticos liberales que se acogen al “principio de autonomía”, y que consideramos como simple traslación metafórica al individuo de la “autonomía” propia de determinadas sociedades políticas en relación con otras sociedades de su entorno.

La Bioética materialista no parte, por tanto, de un principio de “individualidad autónoma” absoluta (que lleva al extremo las tradiciones luterano-kantianas y la metafísica de la “libertad creadora”), moderado ad hoc por un postulado de solidaridad, como virtud que habría que sobreañadir a los supuestos sujetos autónomos. La Bioética materialista parte de la concepción de la autodeterminación individual en cuanto característica ontológica de la persona libre. La autodeterminación es el proceso mediante el cual la persona libre se despliega como un momento dado en la co-determinación de esa persona [519, 532] por las que constituyen los grupos de personas a los que ellas pertenecen: la autodeterminación es, según esto, un resultado de la misma co-determinación, en tanto es solamente a su través como tiene lugar la constitución de ciertas líneas de causalidad operatoria individuales, capaces de cerrarse sobre sí mismas (aunque de modo abstracto) en torno a las alternativas indeterminadas de posibilidades de acción que los propios grupos van abriendo a los individuos en el curso de la historia, a fin de que tales alternativas sean determinables por la acción personal individual (“contando con esa acción individual”); una acción individual que suele manifestarse subjetivamente (en el terreno de la elección en el mercado, en el de la elección democrática de magistrados, en el de la creación de leyes, en la elección de profesiones, etc.) como “elección libre”.

La Bioética materialista presupone a la ética como referida precisamente a los sujetos corpóreos operatorios, en tanto desarrollan sus actividades “autodeterminables” junto con los otros sujetos constitutivos de los grupos. Grupos que se suponen organizados por la mediación de las normas morales, muchas veces en conflicto con las normas éticas [479]. A su vez, las normas morales de los diversos grupos no siempre mantienen entre sí relaciones de compatibilidad, en el ámbito de la vida humana, y aún de la vida en general, considerada en el proceso del despliegue mutuo de sus partes, especialmente de aquellas que tienen que ver con la vida heterótrofa.

La Bioética materialista se desarrolla a partir del reconocimiento de ciertos principios éticos originarios (relacionados con la conservación de la fortaleza del sujeto corpóreo individual, ya sea considerado en sí mismo, firmeza, ya sea en sus relaciones con los demás, generosidad), pero también del reconocimiento de la fuerza de obligar irrenunciable (con la que en todo caso la bioética tiene que contar) de las normas morales de los grupos a los cuales pertenecen los sujetos individuales. Las normas jurídicas, o análogas, cuya fuerza de obligar también ha de tener en cuenta la bioética (y no sólo a título de lege data, sino también a título de lege ferenda), suelen desempeñar la función de mediadores entre los conflictos de las normas éticas y las normas morales, así como de los conflictos que se susciten entre las normas morales entre sí.

Una Bioética que no mantenga constantemente la actitud crítico filosófica (y criticar significa discernir, clasificar, establecer las relaciones entre las conclusiones y los principios, y viceversa, etc.) está llamada necesariamente a convertirse en instrumento ideológico de unos grupos, en un proceso del cual, a veces, ni siquiera son conscientes los mismos cultivadores de la bioética. {QB / → BS25b}

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