El Capital
El Capital es el título de la obra principal de Carlos Marx; obra genial e inmortal que produjo una completa revolución en las concepciones sobre la sociedad humana y puso al socialismo sobre carriles científicos. “El Capital es la obra económico-política más grande de nuestro siglo” (Lenin). Marx llamaba a El Capital la obra de su vida: la comenzó a mediados de la década del 40 y continuó trabajando en ella hasta su muerte. El primer tomo de El Capital se publicó en 1867; los tomos siguientes, se publicaron después de la muerte de Marx, preparados y editados por Federico Engels: el segundo en 1885, el tercero en 1894. La primera traducción rusa del primer tomo de El Capital comenzada por G. Lopatin y terminada por F. Danielson, se publicó en 1872. Marx hizo un análisis cabal del modo capitalista de producción como formación económico-social: descubrió la ley que rige su nacimiento, su desarrollo y su muerte. El Capital representa “un modelo de análisis científico, según el método materialista, de una sola --y la más complicada-- formación social, un modelo reconocido por todos y que nadie ha sobrepasado” (Lenin). La economía política burguesa, hasta en sus mejores representantes, concebía el régimen capitalista como la forma “natural”, eterna de la sociedad. En cambio, con El Capital, Marx fundamentó, de manera irrefutable, y desarrolló la tesis --ya defendida por él antes en otros trabajos--, de que el régimen capitalista de las relaciones sociales constituye una forma transitoria, histórica, de la producción social; forma que, regida por una ley natural, aparece en una determinada fase del desarrollo de la humanidad, pero que de acuerdo con esta misma ley debe perecer en el fuego de la revolución proletaria, cediendo su lugar a formas nuevas, más progresistas, de la vida social. Los críticos del capitalismo, los socialistas utópicos, soñaban con libertar a la humanidad del yugo capitalista inventando no pocas veces esquemas y remedios geniales, pero fantásticos. Esperaban llevar a cabo estos esquemas convenciendo de su justicia y conveniencia a la humanidad y, en primer lugar, a las clases dominantes. Con El Capital, por el contrario, Marx “puso término a la concepción sobre la sociedad como un agregado mecánico de individuos que nació y cambia casualmente, que admite todos los cambios por la voluntad de las autoridades (o, lo que es igual, por la voluntad de la sociedad y del gobierno), y por vez primera situó la sociología sobre una base científica, fijando el concepto de formación económico-social como un conjunto de determinadas relaciones de producción y poniendo de manifiesto que el desarrollo de tales formaciones es un proceso histórico-natural” (Lenin). Descubrió la ley económica del movimiento de la sociedad capitalista y demostró que el comunismo es una fase futura completamente inevitable en el desarrollo de la humanidad; que su aparición es preparada por toda la historia de la humanidad, por las leyes internas del desarrollo del propio capitalismo. Marx mostró los factores materiales y las fuerzas sociales que conducen a la muerte del régimen capitalista. Demostró que el modo capitalista de producción es, en ciertos marcos y en una determinada etapa histórica, un modo progresista, por cuanto las relaciones capitalistas estimulaban el desarrollo de las fuerzas productivas y, además, un desarrollo mucho más rápido que el de las formaciones sociales que habían precedido al capitalismo. Sin embargo, este crecimiento de las fuerzas productivas es alcanzado, en primer lugar, al precio de un derroche voraz de la fuerza productiva principal: la fuerza de trabajo del proletariado, así como de las fuerzas de la Naturaleza; en segundo lugar, tal crecimiento tiene un carácter unilateral y se realiza muy desigualmente, deteniendo el desarrollo de una serie de ramas de la producción; en tercer lugar, ese crecimiento de las fuerzas productivas viene a ser mortal para el capitalismo, puesto que paulatinamente va entrando en contradicción irreconciliable con las relaciones de la propiedad privada, se hace incompatible con ellas y comienza a exigir el paso a otras relaciones sociales más progresistas. El capitalismo se convierte cada vez más en una traba para las fuerzas productivas en desarrollo. El crecimiento de las fuerzas productivas de la sociedad capitalista se efectúa a base de la socialización del trabajo. Bajo el capitalismo, esta socialización se expresa ante todo, en que a medida que se desarrolla la distribución del trabajo dentro de la sociedad, el trabajo de cada individuo se convierte cada vez en mayor medida, en una parte pequeña y no independiente del trabajo de toda la sociedad; y también en el hecho de que la producción capitalista bajo la presión de sus leyes internas, se centraliza, se concentra en empresas cada vez más grandes. El crecimiento y desarrollo bajo el capitalismo de las formas colectivas de trabajo y, principalmente, la aplicación cada día creciente de las máquinas, conduce al desplazamiento de los pequeños capitalistas. Los capitalistas más grandes se apoderan de la mayor parte de la producción social. Esta socialización del trabajo, específicamente capitalista, está vinculada, no con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción, sino con su ulterior afianzamiento. Como resultado de este proceso crece y se acentúa progresivamente la contradicción fundamental de la sociedad capitalista: la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus frutos (lo que, dicho sea de paso, se expresa en las crisis de superproducción). Al mismo tiempo, se agudizan todas las demás contradicciones dentro de la sociedad capitalista, dentro de esta “última forma antagónica de proceso social de producción” (Marx). En su teoría de la plusvalía, Marx pone al descubierto la esencia de la explotación capitalista de los obreros asalariados, que son los auténticos creadores de toda la riqueza de la sociedad burguesa. Lenin dijo quo esta teoría “es la piedra angular de la teoría económica de Marx”. Al crear su teoría de la plusvalía, Marx descubrió el fundamento de la existencia de las clases capitalistas, poniendo de relieve la propia esencia de la explotación capitalista que tan esforzadamente trata de ocultar la economía burguesa. El obrero trabaja para el capitalista vendiéndole su fuerza de trabajo al precio de los medios de vida que necesita para reponer dicha fuerza. Pero el obrero crea un valor mucho mayor. De toda la diferencia entre el valor del producto creado por el obrero y el valor de su fuerza de trabajo, la clase capitalista se apropia en forma de plusvalía, que constituye la base de todas las formas del ingreso capitalista: ganancias, intereses, rentas, impuestos. Frente al proletariado, la clase capitalista actúa como un explotador colectivo, como una sola clase, cuya existencia se nutre de la apropiación de la plusvalía. La carrera del capital detrás de la plusvalía conduce al aumento constante de las normas de explotación del trabajo bajo el capitalismo. Marx pinta con los más vivos colores la lucha del capital por aumentar su cuota en el producto creado por los obreros. La prolongación inaudita de la jornada, el ahorro bárbaro en cuanto a las condiciones de seguridad del trabajo, que produce miles y miles de víctimas, el exterminio en masa de niños, la destrucción de la fuerza de trabajo, la mutilación física de millones de obreros, tales son los medios a los que recurre el capital para satisfacer su “avidez lobuna de plustrabajo”. Incluso la aplicación de máquinas, el desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad capitalista, no es para el capital un medio para aliviar el trabajo de los obreros asalariados, sino un medio para aumentar el porcentaje de la plusvalía, un medio para poder apropiarse de una mayor plusvalía. A medida que se desarrolla el capitalismo crece también la explotación y empeora la situación de la clase obrera. En la sociedad capitalista, el crecimiento de las relaciones capitalistas y la aplicación de las máquinas conducen al paro forzoso y a crear una reserva del ejército de trabajo, reserva compuesta por la fuerza de trabajo sobrante que, al presionar constantemente sobre el mercado, permite al capitalista rebajar los salarios a un nivel inferior al valor de la fuerza de trabajo. El obrero gana menos, tanto relativa como absolutamente. “La acumulación de riqueza en un polo es al mismo tiempo la acumulación de miseria, de suplicio de trabajo, de esclavitud, de ignorancia, de embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, es decir, en la clase que crea su propio producto como capital” (Marx). El desarrollo del capitalismo no ofrece a la clase obrera ninguna posibilidad de mejorar su situación en los marcos de ese régimen. Por eso, precisamente, el proletariado es la clase cuyos intereses están directamente enfrentados, para destruirlos, a los fundamentos del régimen capitalista. Asimismo, “al aumentar la dependencia de los obreros respecto al capital, el régimen capitalista crea una gran potencia del trabajo unido” (Lenin). En el curso de la concentración y de la centralización de la producción capitalista se efectúa un constante aumento del número de los asalariados a expensas de los pequeños propietarios y, particularmente, de los campesinos, a quienes el capitalismo arruina más y más. El proletariado aumenta. Los obreros se concentran en masas cada vez más cohesionadas dentro de los muros de las grandes empresas capitalistas. Así, en el curso de su desarrollo, el propio capitalismo engendra la fuerza social a cuyas manos habrá de perecer. Al conquistar el Poder mediante la revolución, el proletariado establece su dictadura y expropia a los expropiadores. Marx señaló también la situación desesperante, bajo las condiciones del capitalismo, de la masa de los pequeños propietarios y, particularmente, de los pequeños campesinos, todos cruelmente explotados por el capital. El capitalismo lleva a la masa fundamental de los pequeños propietarios a la ruina inevitable y a su conversión en proletarios. “Marx, este marxista de principios, el más grande de todos los marxistas, aconsejó firmemente al partido de los comunistas no perder de vista a los campesinos, conquistarlos al lado del proletariado y procurarse su apoyo en la futura revolución proletaria” (Stalin). Las leyes descubiertas por Marx, que rigen el nacimiento, el desarrollo y la muerte de la sociedad capitalista, no significan ni mucho menos, que la historia sea independiente de la lucha de clases y que al margen de ésta conduzca a la humanidad al comunismo. La ley fundamental que rige el desarrollo del capitalismo, como el de toda sociedad dividida en clases, es el aumento y la agudización de sus contradicciones, el crecimiento y la acentuación de la lucha de clases. El conocimiento de las leyes del desarrollo del capitalismo permite al proletariado encaminar su lucha contra el régimen capitalista por el cauce necesario, conocer a sus enemigos, hallar sus aliados y marchar confiadamente hacia la victoria, hacia el establecimiento de su dictadura. El Capital da una cabal fundamentación de la necesidad histórica de la dictadura del proletariado y de lo inevitable de su triunfo como resultado de la revolución socialista victoriosa. La doctrina de Marx ha dado al proletariado de todo el mundo la comprensión de su propio papel histórico, señalándole las vías y los métodos de lucha contra el capitalismo y de la victoria sobre él. El Capital de Marx no es sólo una obra de economía. Es también la obra más grande de historia y de filosofía, en la que de manera desarrollada se da una fundamentación de la teoría marxista del materialismo histórico, ante todo, en su aplicación a la investigación universal de una determinada formación económico-social: el capitalismo. El Capital es también un modelo insuperable de análisis y de aplicación de la dialéctica materialista al estudio de la sociedad humana. La dialéctica de la sociedad burguesa es para Marx, “sólo un caso particular de dialéctica” (Lenin). En plena consonancia con la realidad efectiva, Marx examina en El Capital el modo social de producción como la base de toda la vida social; lo analiza, no como un modo eterno e inmutable, sino como un modo que históricamente nace, se desarrolla y prepara necesariamente las condiciones de su muerte. El Capital reúne en sí la calidad científica más profunda con la más grande firmeza militante. El Capital lleva como subtítulo “Crítica de la Economía Política”, que corresponde plenamente a su contenido teórico. A la vez que la investigación de las leyes que rigen el capitalismo, El Capital hace también la crítica científica de la economía política burguesa. Desde la aparición de esta gigantesca obra, en la que se demuestra científicamente la inevitabilidad de la bancarrota del capitalismo y su sustitución revolucionaria por la sociedad socialista, la ciencia burguesa lleva hasta nuestros días una lucha intransigente contra El Capital, desfigurándolo calumniosamente. La crítica implacable de las teorías enemigas del comunismo y el desarrollo ulterior de la doctrina de Marx y de las ideas de su inmortal obra --El Capital--, hallaron su auténtica encarnación creadora en las obras geniales de Lenin y de Stalin.
Diccionario filosófico marxista · 1946:32-36
El Capital
Principal trabajo de C. Marx, obra genial e imperecedera, que realizó una completa revolución en los conceptos sobre la sociedad humana y colocó el socialismo sobre los rieles de la ciencia. El Capital es la gran obra político-económica de nuestro siglo” (Lenin). Marx llamaba El Capital, como la obra de su vida. El trabajo para El Capital fue empezado por Marx a mediados del año 40 y continuado hasta su misma muerte. El primer tomo de El Capital se publicó en el año 1867. Los tomos siguientes se publicaron ya después de la muerte de Marx, siendo preparados y editados por Engels: el segundo tomo en 1885; el tercero en 1894. La primera traducción rusa del tomo primero de El Capital, hecha por Danielson, apareció en 1872. El Capital es un análisis de las leyes del desarrollo económico del capitalismo. El propósito de El Capital es, según las palabras de Marx, “descubrir las leyes del desarrollo económico de la sociedad moderna”.
El Capital de Marx no es sólo un trabajo económico; es también, una grandiosa obra histórica y filosófica. Se da en él, una fundamentación desarrollada de la teoría marxista del materialismo histórico, aplicado, ante todo, a la investigación general de una determinada formación económico-social: el capitalismo. El Capital es, asimismo, un modelo insuperado para la elaboración y aplicación de la dialéctica materialista al estudio de la sociedad humana. “...La dialéctica de la sociedad burguesa, en Marx, es sólo un caso particular de la dialéctica” (Lenin).
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:29
El Capital
Obra principal de Carlos Marx, obra inmortal que trastornó totalmente las nociones sobre la sociedad humana y proporcionó una base científica al socialismo. El Capital es “la obra de economía política más prodigiosa de nuestro siglo” (Lenin, Carlos Marx y Federico Engels, Ed. rusa). Marx decía que El Capital era la obra de su vida. Comenzó a escribirla durante la década del cuarenta y trabajó en ella hasta su muerte. El primer libro apareció en 1867. “Es cierto”, decía Marx, “que es la bomba más temible que haya sido lanzada jamás a la cabeza de los burgueses (incluyendo a los terratenientes)” (Marx/Engels, Obras, Ed. alem.). Los libros siguientes fueron publicados después de la muerte de Marx bajo la dirección de Engels: el libro segundo en 1885 y el libro tercero en 1894. La primera traducción de El Capital fue hecha en ruso. La traducción del libro primero, comenzada por G. Lopatin y terminada por N. Danielson, apareció en 1872. El libro primero está consagrado al análisis del proceso de la producción del capital; el segundo, a la circulación, y el tercero, al análisis de la producción capitalista en su conjunto. Marx analiza a fondo el modo capitalista de producción, considerado como una formación económica y social determinada, y revela las leyes del nacimiento, del desarrollo y de la desaparición de esta formación. El Capital es un “modelo de análisis científico, según el método materialista, de una sola –y la más complicada– formación social; un modelo reconocido por todos y que nadie ha superado” (Lenin, Obras escogidas, t. I, p. 97, Ed. esp., Moscú, 1948).
Aun en los trabajos de los mejores sabios burgueses, el régimen capitalista es considerado como una forma “eterna”, “natural” de la sociedad. Marx demostró en forma irrefutable que las relaciones capitalistas constituyen una forma histórica, transitoria de la producción social. Esta forma surgió con la necesidad de una ley natural en una etapa determinada del desarrollo social, y en forma no menos ineluctable, debe desaparecer en el fuego de la revolución proletaria, debe ceder el lugar a formas sociales nuevas más progresivas. Los socialistas utópicos, críticos del capitalismo que elaboraban proyectos fantásticos para liberar a la humanidad del yugo capitalista, esperaban realizarlos persuadiendo a los hombres, y ante todo a las clases dominantes, del carácter legítimo y racional de esos proyectos. Marx “ha puesto fin al modo de concebir la sociedad como un agregado mecánico de individuos sujeto a toda clase de cambios por voluntad de las autoridades (o, lo mismo da, por voluntad de la sociedad y de los gobiernos), agregado que surge y cambia casualmente, y ha colocado por primera vez la sociología sobre una base científica, al formular el concepto de la formación económico-social, como conjunto de determinadas relaciones de producción, al establecer que el desarrollo de estas formaciones constituye un proceso histórico-natural”. (Ibid., pp. 96 y 97).
Marx descubrió la ley económica del movimiento de la sociedad capitalista y mostró que el comunismo constituye la etapa futura e inevitable del desarrollo social, cuyo advenimiento es preparado por toda la historia de la humanidad, por las leyes internas de la evolución del capitalismo mismo. Marx puso en evidencia los factores materiales, las fuerzas sociales que arrastran al capitalismo a su perdición. Demostró que dentro de ciertos límites y en una etapa histórica dada, el modo capitalista de producción es un modo progresista, puesto que las relaciones de producción capitalistas, que se hallan en esta etapa plenamente adaptadas al nivel de las fuerzas productivas, estimulan el impulso de estas últimas, en forma mucho más rápida que en las formaciones sociales anteriores. Sin embargo, este crecimiento se obtiene, en primer lugar, al precio de un derroche desconsiderado de la principal fuerza productiva, la fuerza de trabajo del proletariado, y de las riquezas de la naturaleza; en segundo lugar, posee un carácter unilateral, se realiza con muchas desigualdades, frena el progreso de diversas ramas de la producción; en tercer lugar, sucede que este crecimiento es mortal para el capitalismo, pues entra en contradicción irreductible con las relaciones de propiedad privada, y exige relaciones sociales nuevas, más progresivas. El capitalismo se transforma pues, en una traba cada vez mayor para las fuerzas productivas en desarrollo. A consecuencia del impulso de las fuerzas productivas de la sociedad capitalista, la producción reviste un carácter social. Esta socialización del trabajo bajo el capitalismo se traduce ante todo de la manera siguiente: a medida que se desarrolla la división del trabajo dentro de la sociedad, la función de cada individuo se convierte en una porción cada vez menos independiente del trabajo de toda la sociedad. Esta socialización se manifiesta también en el hecho de que la producción capitalista, en virtud de sus propias leyes, se concentra en empresas gigantescas. El desarrollo de formas cooperativas del trabajo bajo el capitalismo, y sobre todo, el empleo cada vez más considerable de máquinas, desplazan a los pequeños capitalistas. Los grandes capitalistas acaparan una parte cada vez mayor de la producción social. Esta socialización de la producción es específicamente capitalista. Lejos de promover la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, contribuye a su consolidación. Resulta de ahí una acentuación siempre creciente de la contradicción fundamental de la sociedad capitalista, entre el carácter social de producción y la forma privada, capitalista, de apropiación de los resultados de la producción (lo que se manifiesta en particular bajo la forma de crisis de superproducción). Al mismo tiempo, se agravan todas las demás contradicciones de la sociedad capitalista.
La teoría de la plusvalía, elaborada por Marx, revela la esencia de la explotación capitalista de los obreros asalariados, verdaderos creadores de todas las riquezas de la sociedad burguesa, y constituye, como dice Lenin, la piedra angular de la doctrina económica marxista. Marx puso así al desnudo la base de existencia de las clases capitalistas que la economía política burguesa se esfuerza en disfrazar. El obrero trabaja para el capitalista vendiéndole su fuerza de trabajo pagada bajo forma de salario, por regla general, por debajo de su valor. Ahora bien, el obrero crea un valor mucho más grande. La clase capitalista se apropia bajo la forma de plusvalía de toda la diferencia entre el valor de la mercancía producida por el obrero y el salario de este último, y esta diferencia constituye la fuente de todos los ingresos capitalistas: beneficios, intereses, renta, impuestos. La clase capitalista, cuya existencia se funda en la apropiación de la plusvalía, se opone en su conjunto al proletariado, y es su explotador colectivo. La carrera en pos de la plusvalía conduce a la elevación continua del grado de explotación del trabajo. El aumento de la jornada de trabajo, la explotación feroz del trabajo de las mujeres y de los niños, la destrucción de la fuerza de trabajo, la mutilación física de millones de obreros: tales son los medios del capital para satisfacer su sed insaciable de sobretrabajo.
El empleo de máquinas y el desarrollo de las fuerzas productivas son para el capital un medio de elevar la cuota de la plusvalía y no de economizar trabajo. A medida que el capitalismo evoluciona, la explotación de la clase obrera aumenta y su situación no hace más que empeorar. La extensión de las relaciones capitalistas y el empleo de máquinas engendran la desocupación, un ejército de reserva industrial. Este excedente de mano de obra ejerce una presión continua sobre el mercado de trabajo y permite a los capitalistas reducir los salarios y fijarlos a una tasa inferior al valor de la fuerza de trabajo. De allí la pauperización relativa y absoluta del obrero. “...lo que en un polo es acumulación de riquezas es, en el polo contrario, es decir, en la clase que crea su propio producto como capital, acumulación de miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo y de ignorancia y degradación moral” (Marx, El Capital, Lib. I, vol. 2). El desarrollo del capitalismo no ofrece a la clase obrera ningún medio de mejorar su situación en el marco del régimen capitalista. Por eso los intereses del proletariado se oponen diametralmente a las propias bases del régimen capitalista y exigen su destrucción. Ahora bien, “al aumentar la dependencia de los obreros respecto al capital, el régimen capitalista crea la gran potencia del trabajo asociado” (Lenin, Obras escogidas, t. I, p. 68, Ed. esp., Moscú, 1948). A causa de la concentración y de la centralización de la producción capitalista, la cantidad de proletarios asalariados crece sin cesar a expensas de los pequeños propietarios y sobre todo, de los campesinos arruinados por el capitalismo. El proletariado aumenta en cantidad y en fuerza. Los obreros se concentran en masas cada vez mayores y compactas en las vastas empresas capitalistas. Así es como el capitalismo en el transcurso de su evolución engendra la fuerza social destinada a destruirlo. El proletariado revolucionario toma el poder, establece su dictadura y expropia a los expropiadores.
Marx mostró de igual modo la situación sin salida a que son llevadas las masas de pequeños propietarios y, en particular, los pequeños campesinos explotados ferozmente por el capital. El capitalismo aporta la ruina ineluctable al grueso de las masas de pequeños propietarios transformándolos en proletarios. “Marx, el marxista más firme de todos los marxistas en el terreno de los principios, aconsejaba insistentemente al partido comunista que no dejase de tener en cuenta al campesinado, que lo conquistara para el proletariado y que se asegurase su apoyo en la próxima revolución proletaria” (Stalin, Obras, t. V, p. 364, Ed. esp., Moscú, 1953). La ley del nacimiento, de la evolución y de la desaparición de la sociedad capitalista, descubierta por Marx, no significa en modo alguno que la historia conducirá a la humanidad ineluctablemente al comunismo sin recurrir a la lucha de clases. La ley del desarrollo del capitalismo, como de toda sociedad antagónica en general, implica la acentuación de sus contradicciones, la agravación de la lucha de clases. El conocimiento de las leyes objetivas de la evolución del capitalismo, permite al proletariado orientar su lucha contra el régimen capitalista por la vía revolucionaria, discernir sus enemigos, encontrar sus aliados y avanzar con seguridad hacia la victoria, hacia la instauración de su dictadura. El Capital pone de manifiesto claramente la necesidad de la dictadura del proletariado (ver) y su victoria inevitable a consecuencia de la revolución socialista triunfante. La doctrina de Marx permitió al proletariado mundial tomar conciencia de su papel histórico, conocer y aplicar los métodos de lucha victoriosa contra el capitalismo.
El Capital de Marx no es únicamente una obra de economía política, sino que es también una gran obra de historia y filosofía. Constituye una exposición magistral de los principios del materialismo histórico (ver) aplicados antes que nada al estudio profundo de una formación económica y social determinada, el capitalismo. El Capital es igualmente, un modelo incomparable de elaboración y aplicación de la dialéctica (ver) materialista al estudio de la sociedad humana. Lenin subrayó el alcance filosófico de El Capital: “El Capital es la aplicación de la lógica, de la dialéctica y de la teoría del conocimiento del materialismo a una ciencia determinada” (Cuadernos filosóficos, Ed. rusa). El Capital, reflejo fiel del mundo real, considera el modo capitalista de producción no como un hecho inmutable y eterno, sino como un fenómeno que nace y evoluciona históricamente y engendra las condiciones de su hundimiento. Al mostrar que las contradicciones correspondientes al modo capitalista de producción constituyen la fuente de su devenir, Marx analiza cómo esas contradicciones se acentúan y se agudizan, cómo, a través de todo su desarrollo, el capitalismo crea las premisas objetivas de su substitución revolucionaria por el socialismo. Al examinar la formación social capitalista, Marx elabora la teoría del conocimiento marxista. El carácter rigurosamente científico de El Capital se une al espíritu de partido intransigente hacia todos los enemigos del proletariado. El subtítulo de El Capital, “Crítica de la economía política”, corresponde perfectamente al contenido teórico de esta obra. El análisis de las leyes del capitalismo es inseparable de la crítica científica de la economía política burguesa.
Desde que El Capital apareció hasta nuestros días, los teóricos burgueses y los lacayos reformistas del capitalismo, han sostenido una lucha encarnizada contra esta obra desfigurándola y difamándola. Pero toda la experiencia histórica de la humanidad, y en particular, toda la historia de la lucha de clases desde la aparición de este libro, confirman plenamente las ideas geniales de El Capital.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:56-60
El Capital
Principal trabajo de Marx; con él, Marx descubre las leyes del modo capitalista de producción y coloca el socialismo sobre una base científica. Marx llamaba a El Capital la obra de su vida. Empezó a trabajar en ella a mediados de la década de 1840 y continuó hasta la muerte. El primer tomo apareció en 1867; los siguientes, que vieron la luz después de fallecido Marx, fueron preparados para la imprenta por Engels: el segundo tomo, apareció en 1885 y el tercero, en 1894. La primera traducción de El Capital fue la rusa (1872). El primer tomo está dedicado al análisis del proceso de la producción del capital; el segundo, al proceso de la circulación; el tercero, al análisis de la producción capitalista tomada en su conjunto. El cuarto tomo (“Teorías de la plusvalía”) está consagrado a la historia y a la crítica de lasteorías económicas. Marx hizo un análisis exhaustivo del capitalismo como formación económico-social, descubrió las leyes del origen, desarrollo y desaparición de la formación indicada. El Capital, grandiosa investigación económica, posee al mismo tiempo una enorme significación filosófica. Es un “modelo de análisis científico, según el método materialista, de una sola –y la más complicada– formación social; un modelo reconocido por todos y que nadie ha superado” (Lenin, t. I, pág. 125 “Obras escogidas en dos tomos”. Ed. Lenguas Extranjeras, Moscú, 1948, t. I. p. 97). En esta obra, la dialéctica materialista no sólo encontró una aplicación brillantísima, sino que, además, está elaborada en todas las direcciones fundamentales como método de investigación de la realidad objetiva, como lógica y como teoría del conocimiento. Marx puso de manifiesto que el capitalismo es un fenómeno en desarrollo, un modo de producción históricamente transitorio, cuyos cambios cuantitativos preparan las premisas de su transformación radical, cualitativa, para saltar al nuevo modo de producción, el socialista. El análisis que del capitalismo hace Marx se efectúa por entero bajo el signo del descubrimiento de las contradicciones que se dan en el movimiento y desarrollo de dicha formación social, desde las primeras manifestaciones de la producción de mercancias hasta su punto culminante, cuando, con todo el rigor de un hecho sujeto a ley, llega el momento en que se produce la “expropiación de los expropiadores”. Marx examina con todo detalle y profundidad los estadios por los que pasan estas contradicciones en su incremento, los cambios de su contenido y de los procedimientos de solución, y formula una de las leyes más importantes y generales del desarrollo de las formaciones económico-sociales: “El desarrollo de las contradicciones de una forma histórica de producción constituye el único camino histórico que conduce a su disolución y reestructuración (t. XXXIII, pág. 499). El Capital también es una realización concreta del análisis materialista dialéctico de los conceptos y de otras formas del pensamiento con las cuales se reproduce la realidad objetiva en toda su complejidad y multilateralidad. Los conceptos económicos con que opera Marx son flexibles, movibles, dialécticamente contradictorios, reflejan la variabilidad y el carácter contradictorio de las verdaderas relaciones sociales. El método de ascensión de lo abstracto a lo concreto (Abstracto y concreto), elaborado y aplicado por Marx en El Capital, es de singular importancia. El movimiento de los conceptos, la lógica de su desarrollo y de sus transformaciones refleja la historia de la producción de mercancías, el desarrollo histórico del proceso de la producción. Marx mostró, sin embargo, que el nexo entre lo histórico y lo lógico no es simple, no es rectilíneo. Como quiera que el modo capitalista de producción subordina y modifica las formas económicas existentes en el pasado (como, por ejemplo, los capitales comercial y monetario, la renta, &c.), la lógica del análisis exige que se parta de la forma básica y decisiva, que es el capital industrial. Esto, según expresión de Marx, constituye la luz que alumbra todo lo demás y sólo gracias a ella es posible comprender las relaciones existentes. De ahí que Marx en varios casos tome con plena conciencia, en calidad de iniciales, categorías que históricamente han surgido más tarde respecto a otras categorías que Marx examina en segundo lugar (por ejemplo, el capital comercial, el bancario y la renta se investigan después que el capital industrial). Gracias a una rigurosa metodología científica, Marx supo mostrar cómo la Plusvalía –la teoría de la plusvalía constituye la piedra sillar de la economía política marxista– encuentra su expresión concreta en todos los fenómenos y procesos de la producción capitalista. El Capital es un modelo clásico de estudio materialista e histórico de la sociedad y del devenir social. Lenin indicaba que gracias a El Capital el materialismo histórico había dejado de ser una hipótesis para convertise en una teoría científicamente demostrada. En El Capital se encuentran formulados todos los principios y conceptos fundamentales del materialismo histórico. Marx investiga el desarrollo del capitalismo como un proceso histórico-natural sobre la base del desarrollo de las fuerzas productivas, fuente decisiva, en última instancia, de todas las transformaciones sociales. Muestra la dialéctica de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, su unidad y sus contradicciones, la conversión gradual, pero inevitable, de las relaciones de producción de la sociedad burguesa en factor que encadena el libre desarrollo de la producción y exige que las relaciones burguesas de producción sean sustituidas por las socialistas. Los modernos ideólogos del capitalismo intentan demostrar que El Capital ya ha envejecido y que sus ideas fundamentales no son aplicables a la sociedad burguesa del siglo XX. En realidad, esta obra de Marx, que ha encontrado su desarrollo en la teoría de Lenin sobre el imperialismo sigue siendo hoy una poderosa arma de la clase obrera en la lucha por su liberación del yugo del capitalismo, un monumento inmortal de la ciencia inmarcesible y de la fuerza revolucionaria del marxismo.
Diccionario filosófico · 1965:132-133
El Capital
Obra fundamental de Marx, “la más grande obra de economía política de nuestro siglo” (V. I. Lenin, t. 2, p. 11), que proporciona un profundo análisis científico de las leyes económicas del movimiento del capitalismo, la demostración de su inminente hundimiento y de la victoria de la formación comunista. Por eso, El Capital constituye la fundamentación básica de la concepción comunista del mundo. Marx llamó El Capital la obra de su vida; dedicó 40 años de infatigable trabajo a crear la economía política científica. Importantes hitos en este camino fueron las obras de los años 50, en particular, “Los manuscritos económicos de los años 1857-1859” y “Contribución a la crítica de la economía política” (1859), en las que se sientan las bases de la teoría de la plusvalía, se elaboran en detalle los principios metodológicos de la investigación y crítica de la economía política burguesa y se formulan los principios fundamentales del materialismo histórico, así como los trabajos de los años 60 (un extenso manuscrito de los años 1861-63), en los que se fundamenta la estructura de El Capital y se estudia escrupulosamente la historia de las teorías económicas. En 1867 apareció el I tomo de El Capital preparado por el propio Marx; los siguientes tomos fueron editados por Engels ya después del fallecimiento de Marx (el II, en 1885; el III, en 1894), y sólo a comienzos del siglo 20 Kautsky publicó el IV tomo de El Capital –“Teorías de la plusvalía”–, pero con sustanciales abreviaciones y con alteraciones arbitrarias en el texto. La edición completa científica del IV tomo de El Capital fue efectuada por primera vez en la URSS en 1955-61. La importancia de El Capital no se agota con su contenido económico, pues esta obra constituye el desarrollo de la teoría marxista en su conjunto, en la unidad de sus tres partes integrantes: la filosofía –el materialismo dialéctico e histórico–, la economía política y el comunismo científico. En esta obra, precisamente, se expresaron con mayor plenitud los dos descubrimientos principales de Marx: la teoría de la plusvalía y la comprensión materialista de la historia. El primero de ellos puso de relieve el secreto de la explotación y fundamentó la tesis acerca de la misión histórica del proletariado como sepulturero del capitalismo y arquitecto de una sociedad nueva, socialista, lo cual desempeñó un papel decisivo en la transformación del socialismo, de utopía, en ciencia. La concepción materialista de la historia, que se convirtió gracias a El Capital de una hipótesis, en teoría rigurosamente demostrada, constituyó el fundamento teórico-metodológico de la teoría del comunismo científico. El método materialista de investigación, aplicado en El Capital, se distingue sustancialmente de la metodología de los pensadores premarxistas. La fundamentación de la tesis acerca de la actividad laboral como modo de formación y existencia de las relaciones sociales de los individuos y, con ello, de los individuos mismos y de su conciencia, permitió comprender la sociedad como un organismo que se automueve y autodesarrolla con arreglo a las leyes objetivas, y cuya actividad vital incluye la producción de las ideas, las representaciones y la conciencia. Por eso, la conciencia, en su relación con el ser, no se estudia en El Capital de modo naturalista, es decir, en forma de la relación de la conciencia ya preparada con el mundo exterior, sino desde posiciones socio-históricas, cuando el conocimiento de los objetos y los métodos de su obtención se enfocan como resultado del proceso de asimilación práctica del mundo exterior. Precisamente en ello, se expresa el contenido del principio, desarrollado en El Capital, de la correspondencia del pensamiento con la realidad, principio según el cual las formas de actividad mental y de comprensión teórica del objeto constituyen también las leyes del desarrollo de este último. El contenido de estas formas lo pone de manifiesto la dialéctica, que enfoca el conocimiento como aspecto de la actividad práctica del hombre, en el curso de la cual se elaboran las categorías universales, que revelan la esencia del desarrollo tanto de las cosas como de las ideas. Por eso, la dialéctica, al reproducir la lógica objetiva del movimiento del mundo real, constituye a la vez la forma del pensamiento teórico (lógica) y el modo de comprensión de la realidad (teoría del conocimiento). El método materialista dialéctico de investigación encontró en El Capital un desarrollo multifacético; poniéndose de manifiesto el contenido de las principales categorías filosóficas y fundamentándose el método de su combinación –mediante el ascenso de lo abstracto a lo concreto (lo abstracto y lo concreto)– en un sistema que permita reproducir teóricamente el fenómeno en desarrollo (lo histórico y lo lógico). Se muestra el papel de las contradicciones en el desarrollo de todo sistema íntegro y en su conocimiento. El Capital pertrecha el conocimiento científico contemporáneo con la metodología y la lógica de la investigación, demostrando que para resolver los problemas candentes de la actualidad se necesita una profunda cultura filosófica. El Capital sigue siendo hasta la fecha un poderoso instrumento de la clase obrera en la lucha por su liberación y una manifestación de la imperecedera fuerza científica y revolucionaria del marxismo.
Diccionario de filosofía · 1984:55-56