Economía y política
El marxismo examina la economía y la política en su interacción y desarrollo, como un todo indisoluble. “No se puede separar la política de la economía. No podemos apartarnos de la economía de la misma manera que no podemos apartarnos de la política. Para mayor facilidad del estudio, la gente suele separar, metodológicamente, los problemas económicos de los políticos; pero esto se hace sólo metodológicamente, artificialmente, sólo para mayor comodidad del estudio. En la vida, por el contrario, en la práctica, la política y la economía son inseparables. Existen juntas y actúan conjuntamente” (Stalin). Cada régimen social está determinado por un definido modo de producción de los bienes materiales (ver) que le es inherente. El modo de producción comprende tanto las fuerzas productivas de la sociedad, como las relaciones de producción de los hombres, formando en conjunto la estructura económica de la sociedad, la economía. El régimen económico de la sociedad condiciona la superestructura política e ideológica. Pero la política, a su vez, tiene una enorme importancia en el desarrollo del propio régimen económico. Sin el derrocamiento del régimen político anticuado no es posible el desarrollo ulterior de las fuerzas productivas, de los fundamentos económicos de la sociedad. Por eso, el problema fundamental de toda revolución es el problema del Poder político. “La política es la expresión concentrada de la economía..., la política no puede dejar de tener la primacía sobre la economía” (Lenin). En la política y en la lucha política hallan su expresión máxima los antagonismos de clase, la irreconciliabilidad de los intereses de los explotados y de los explotadores, de los oprimidos y de los opresores. El problema central de la política, de la lucha política, es el problema del Poder. Al terreno de la política pertenecen todos los problemas del gobierno y de la organización del Estado, de la dirección de la lucha de clases, &c. En el terreno de la política entran también los problemas de las relaciones mutuas entre los pueblos y los Estados, la política exterior, determinada por los intereses de la clase gobernante. La política del Partido Comunista y del Gobierno Soviético en la U.R.S.S. está basada sobre la previsión científica del rumbo del desarrollo de ese país. Este desarrollo tiene lugar, no espontáneamente, no automáticamente, sino de acuerdo a un plan, es orientado por el plan económico nacional del Estado en los intereses de la construcción comunista y se realiza en medio de una lucha enconada contra todos los elementos que desde el punto de vista de clase son hostiles a la sociedad socialista.
Diccionario filosófico marxista · 1946:85-86
Economía y política
Son consideradas por el marxismo, en su interdependencia y desarrollo, como un todo indisoluble. “No se puede separar la economía de la política. Nosotros no podemos alejarnos de la economía, como no podemos alejarnos de la política. Para comodidad de estudio, la gente, de ordinario y por razones de método, separa las cuestiones de la economía y las cuestiones de la política. Pero eso sólo se hace artificialmente, por razones de método y comodidad de estudio. Por el contrario, en la vida, en la práctica, la política y la economía son inseparables: existen juntas y juntas actúan”. (Stalin). Cada régimen social se determina por un dado modo de producción de materiales que le es inherente. El modo de producción abarca tanto las fuerzas productivas de la sociedad, como las relaciones de producción entre los hombres, formando, en conjunto, la estructura económica de la sociedad: la economía. El régimen económico de la sociedad condicionadas las superestructuras políticas e ideológicas. “...La política es la expresión concentrada de la economía... La política no puede tener primacía sobre la economía”. (Lenin).
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:28-29
Economía y política
Estas dos categorías son enfocadas por el marxismo en su devenir y su acción recíproca como un todo indisoluble. La estructura económica de la sociedad, su base, determina la superestructura política e ideológica. Como reflejo directo del régimen económico en una época histórica dada, la política está totalmente subordinada a los intereses de la clase que domina económicamente. Así, la política burguesa tiene por objeto, en el interior del país, consolidar el régimen capitalista, asegurar la libre explotación de los obreros por los capitalistas, mantener sujetas a las clases explotadas. De igual modo, en política exterior, la burguesía reaccionaria defiende intereses que fluyen totalmente de su situación económica y realiza una política de esclavitud y de explotación de las colonias, de conquista de territorios extranjeros, una política de guerra, con el objeto de ampliar las esferas de influencia, de apoderarse de nuevos mercados, de fuentes de materias primas, &c.
Contrariamente a esto, la política del Estado Socialista expresa relaciones económicas diferentes, relaciones económicas socialistas. Y tiene por objeto asegurar el florecimiento de las relaciones sociales de producción, vale decir, de relaciones de colaboración y de ayuda mutua fraternales, y de satisfacer al máximo las necesidades crecientes, materiales y espirituales, de los trabajadores. La política exterior del Estado Socialista está dirigida contra el desencadenamiento de nuevas guerras, por la coexistencia pacífica de los Estados, porque para desarrollarse, la economía socialista no tiene necesidad de conquistas territoriales, ni tiene necesidad de esclavizar pueblos.
Aunque producto y expresión de un régimen económico determinado, la política ejerce a su vez, una acción notable sobre la economía. “La política es la expresión concentrada de la economía... La política no puede dejar de prevalecer sobre la economía” (Lenin, Obras, Ed. rusa). Estas palabras de Lenin, que ponen de manifiesto el papel inmenso de la política, no significan que primeramente surgió la política y luego la economía, que la política sería el dato primario y la economía el secundario. No es la política la que ha engendrado los monopolios capitalistas, sino que éstos, que son el producto de todo el desarrollo anterior del modo capitalista de producción, determinan la política correspondiente de los estados burgueses en la época del imperialismo, vale decir, la política imperialista. La política prevalece sobre la economía porque sin poseer el poder político, ninguna clase podría mantener su dominación económica. “Los intereses más esenciales, ‘decisivos’ de las clases pueden ser satisfechos únicamente por transformaciones políticas radicales en general; en particular, el interés económico fundamental del proletariado puede ser satisfecho únicamente por medio de una revolución política que substituya la dictadura de la burguesía por la dictadura del proletariado” (Lenin, “¿Qué hacer?”, en Obras escogidas, t. I, Nota al pie en pp. 222 y 223, Ed. esp., Moscú, 1948). Eso significa que la lucha política es la expresión extrema del antagonismo de las clases, de la oposición irreductible de los intereses de los explotadores y de los explotados, de los opresores y de los oprimidos. Por lo tanto, la cuestión esencial de toda revolución es la del poder político.
La política engendrada por la base económica ayuda a ésta a consolidarse y desarrollarse. Así, la economía capitalista actual agoniza desde hace mucho tiempo y traba el progreso de las fuerzas productivas. Pero si no ha desaparecido, es porque la burguesía retiene el poder político que protege al régimen económico burgués. La política del Estado Soviético, del Partido Comunista, es de una importancia primordial para el florecimiento de la economía socialista. En régimen socialista, el papel de la política en el progreso y auge de la economía se hace mucho mayor, dado que la propiedad privada de los medios de producción ha sido reemplazada por la propiedad colectiva. Lejos de ser espontánea y sometida a la ley de la anarquía propia del régimen capitalista, ese progreso es planificado conforme a una ley económica objetiva, la ley del desarrollo armonioso (proporcional) de la economía nacional (ver). De ahí surge una función nueva del Estado Soviético, la función de organización económica y de trabajo cultural y educativo que el Estado burgués no realiza ni puede realizar. El crecimiento del papel de la política no significa que la política determina arbitrariamente el desarrollo de la economía socialista. La fuerza de la política estatal soviética y del Partido Comunista reside en el conocimiento y en la aplicación de las leyes económicas objetivas del socialismo. El Partido y el Estado orientan todo el desarrollo de la economía y de la cultura por el camino del comunismo. He ahí por qué, la política del Partido Comunista es la fuerza vital del régimen soviético. Así, resulta indispensable inspirarse en la política del Partido Comunista en todos los dominios (economía, cultura, literatura, arte, &c.), pues esta política expresa las necesidades vitales del pueblo soviético, la necesidad objetiva del desarrollo social en la época actual.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:147-148
Economía y política
(su interacción.) La política es una importantísima parte de la superestructura, es un reflejo del régimen económico dominante en una sociedad dada. En la política encuentran su expresión concentrada los intereses de tal o cual clase. La política, reflejo de la economía, ejerce a su vez una influencia enorme sobre la economía. Como quiera que sin poder político una clase dada no afirma o no mantiene su dominio económico, la política tiene primacía sobre la economía. La acertada política del partido marxista-leninista constituye una condición necesaria del éxito en la construcción del socialismo. Dada esta condición, es decir, cuando se ha elaborado y se aplica una política acertada, el centro de gravedad en la edificación de una sociedad nueva se desplaza a la organización de la econonomía; se sitúan en el primer plano las cuestiones de cálculo y control, las que conciernen a gobierno de la producción. En los bosquejos de su artículo “Las tareas inmediatas del Poder Soviético”, Lenin escribió: “La tarea de dirigir el Estado, situada ahora en un primer plano ante el Estado Soviético, ofrece además la particularidad de que ahora –y, sin duda, por primera vez en la historia de los pueblos civilizados– se trata de tal dirección en que no es la política la que adquiere un significado predominante, sino la economía”. En la sociedad socialista, el desarrollo de la economía no ocurre de manera espontánea, como bajo el capitalismo, sino de manenera planificada, y se basa en la utilizacion consciente de las leyes económicas. De ahí las nuevas funciones de organización en el terreno de la economía, las nuevas tareas culturales y educativas del Estado socialista. La importancia de tales funciones crece sin cesar en el transcurso de la edificación de una sociedad nueva, comunista.
Diccionario filosófico · 1965:130
Economía y política
La economía son las relaciones de producción, es decir, las relaciones que se contraen los individuos en los procesos de producción, intercambio, distribución y consumo de los bienes materiales. Las relaciones económicas determinan las demás relaciones sociales, constituyendo su base. La política forma parte de la superestructura que se eleva sobre la base económica (Base y superestructura). Surge al formarse las clases, existe en la sociedad clasista y desaparece al desaparecer las clases y las diferencias entre ellas. La política expresa en forma concentrada la economía y se determina en definitiva por esta última, pero, al mismo tiempo, ejerce una inmensa influencia inversa sobre ella. La lucha política consiste en combatir principalmente por los intereses económicos de clase fundamentales. El Estado es el medio principal, más importante, de lucha política, que permite afianzar y mantener la firme dominación económica de una clase. Sin conquistar y mantener el poder estatal es imposible la sólida dominación económica de la clase. En este sentido, la política tiene prioridad ante la economía. La economía y la política y su correlación no quedan invariables. En el curso de toda su existencia, la política experimenta en definitiva la influencia determinante de la economía y conserva la unidad con ella, por una parte, mientras que, por la otra, el desarrollo de las clases y de su antagonismo conduce a que la política se aísle cada vez más de la economía, adquiera una independencia relativa cada vez mayor y aumente su acción inversa sobre la economía. La política adquiere su mayor independencia relativa de la economía en el contexto del capitalismo, cuando crece gigantescamente el carácter social de la producción, lo cual constituye una premisa material de la supresión del dominio de la clase de los capitalistas; se hace necesario intensificar en medida considerable la lucha política de la clase obrera; se amplía bruscamente la intervención del Estado en la economía y el papel de los resortes políticos de influencia sobre la misma. Ahora bien, la dominación de la propiedad privada limita sustancialmente las posibilidades de la acción política sobre la economía. La política desempeña un papel excepcional y diferente en principio de su papel bajo el capitalismo en la transformación socialista de la sociedad. A diferencia de la economía de las formaciones antagónicas, la del socialismo, en primer lugar, no surge ni se desarrolla de modo espontáneo, sino en virtud de la actividad consciente de los trabajadores encabezados por la clase obrera; en segundo lugar, el surgimiento y desarrollo de la propiedad social exige también la dirección única de la economía a escala de toda la sociedad. En el período de transición del capitalismo al socialismo, cuando se debe luchar contra las clases antagónicas, y en el contexto del socialismo, cuando se conservan aún las diferencias de clase, la gestión de la economía reviste todavía un carácter político y se realiza por el Estado socialista. El perfeccionamiento de la dirección estatal de la economía en la URSS es una importante tarea que resuelve el Partido Comunista de la Unión Soviética durante todo el curso de desarrollo de la sociedad socialista en el país.
Diccionario de filosofía · 1984:128-129