Obras completas de Platón | Madrid 1871-1872 |
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Obras completas de Platón, tomo 8, Medina y Navarro, Madrid 1872, págs. 1-49.
–Al fin, después de muchas dificultades y de un rodeo de palabras bastante largo, hemos fijado, mi querido Glaucon, la diferencia entre los verdaderos filósofos y los que no lo son.
–Quizá no era fácil conseguir por otro medio el objeto.
–No lo creo yo así. A mi parecer, hubiéramos podido llevar en este punto la evidencia más allá aún, si sólo de esta cuestión hubiéramos tenido que tratar, y si no tuviéramos que recorrer otras muchas para saber en qué difiere la condición del hombre justo de la del hombre malo.
–Después de esto, ¿qué es lo que nos falta por examinar?
–Lo que sigue inmediatamente. Puesto que los verdaderos filósofos son aquellos, cuyo espíritu puede alcanzar el conocimiento de lo que existe siempre de una manera inmutable, y que todos los demás que giran sin cesar en torno de mil objetos siempre mudables, serán todo menos filósofos, es preciso ver a quiénes hemos de escoger para gobernar nuestro Estado.
–¿Y cuál será el mejor camino que para ello debamos tomar?
–Designar para magistrados a los que nos parezcan más a propósito para mantener las leyes y las instituciones en todo su vigor.
–Muy bien.
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