Filosofía en español 
Filosofía en español

cubierta del libro Anselmo Herranz Establés

Compendio de Historia de la Filosofía

Luis Gili, Barcelona 1908, 1915, 1921 y 1933

El presbítero español Anselmo Herranz (Campillo de Dueñas, Guadalajara, 1864-1935), catedrático del Seminario de Gerona y, desde 1915, canónigo magistral de la Catedral de Gerona, vio publicada en 1908, por el editor Luis Gili, Librería Católica Internacional de Barcelona, la primera edición de su Compendio de Historia de la Filosofía, que, en palabras del prólogo de la segunda edición, corregida y aumentada en 1915, está «calcado principalmente sobre la Historia de la Filosofía del sabio dominico, el cardenal P. Ceferino González.» Este Compendio conoció una tercera edición en 1921 y otra cuarta en 1933. Adviértase como el editor, en el lomo y cubierta de la versión en media tela (se reproduce el aspecto de un ejemplar de la segunda edición), prefiere rotular Historia de la Filosofía al libro cuya portada reza Compendio de Historia de la Filosofía.

1908 Compendio de Historia de la Filosofía, por el Dr. D. Anselmo Herranz y Establés, Pbro., Catedrático de Filosofía en el Seminario de Gerona. Librería Católica Internacional Luis Gili, Balmes 83, Barcelona 1908, 366 págs. (Página 4: Censura del Obispado de Gerona; páginas 5-8: Prólogo; página 366: «Imprímase. Barcelona, 13 de Agosto de 1908. El Vicario General, †Ricardo, Obispo de Eudoxia. Por mandado de Su Señoría, Lic. José Mª de Ros, Pbro. Scrio. Can.»)

1915 Compendio de Historia de la Filosofía, por Dr. D. Anselmo Herranz y Establés, Pbro., catedrático de filosofía en el Seminario de Gerona. Segunda edición, corregida y aumentada. Con las debidas licencias. Luis Gili, Editor (Librería Católica Internacional, Clarís 82), Barcelona 1915, 375 págs. (Páginas 5-7: Prólogo de la segunda edición; página 376: «Nihil obstat. El censor, P. Ignacio Casanovas, S. J., Barcelona, 7 de octubre de 1914. Imprímase. El Vicario capitular, José Palmarola. Por mandado de Su Sria., Dr. Francisco Muñoz, Arcipreste, Secretario.»)

1921 Compendio de Historia de la Filosofía, por el M. Iltre. Sr. Dr. D. Anselmo Herranz y Establés, Pbro., catedrático de filosofía en el Seminario y hoy Canónigo magistral de la Catedral de Gerona. Tercera edición. Con las debidas licencias. Luis Gili, Editor (Librería Católica Internacional, Córcega 415), Barcelona 1921, 353 págs. (Página 4: «Nihil obstat. El censor, P. Ignacio Casanovas, S. J., Barcelona, 9 de mayo de 1921. Imprímase. El Vicario General, Francisco de P. Parés. Por mandado de Su Sría., Lic. Salvador Carreras, Pbro., Scrio. Canc.»; páginas 5-7: Prólogo de la tercera edición;)

1933 Compendio de Historia de la Filosofía, por el M. Iltre. Sr. Dr. D. Anselmo Herranz y Establés, Pbro., catedrático de filosofía en el Seminario y hoy Canónigo magistral de la Catedral de Gerona. Cuarta edición. Con las debidas licencias. Luis Gili, Editor (Librería Católica Internacional, Córcega 415), Barcelona 1933, 353 págs. (Página 4: «Nihil obstat. El censor, Dr. Cipriano Montserrat Roig, Pbro., Barcelona, 7 de noviembre de 1932. Imprímase. †Manuel, Obispo de Barcelona. Por mandado de Su Excia. Rvma., Dr. Ramón Baucells Serra, Canciller-Secretario.»)

Cuando apareció la cuarta edición el autor ya no vivía en Gerona y estaba enfermo, por lo que poco o nada modificó respecto de la tercera (de hecho se repite en la cuarta el prólogo de la tercera). En el prólogo de la tercera edición el autor reconoce mínimos cambios respecto de la segunda, que sí conoció más variaciones respecto de la primera.

Una novedad de la segunda edición respecto de la primera fue la introducción de un «Índice de escuelas filosóficas, sus autores y su pensamiento por orden de su aparición en la historia», como apreció laudatoriamente, por ejemplo, J. M., crítico de Revista Montserratina (julio 1916, 115:334): «Sale, además, enriquecido con dos índices muy completos, uno de escuelas filosóficas, que es una novedad original y muy útil, y otro de autores, que facilitarán el estudio de la Historia.»

Comparando la segunda y la cuarta edición encontramos algunas variantes curiosas: por ejemplo, en el capítulo preliminar de generalidades sobre la «Historia de la Filosofía», el inicio de la escolástica se adelanta desde Roscelino (1050-1120) hasta Escoto Erígena (810-877), novedad que ya figura en la tercera edición de 1921. Aunque los mayores retoques aparecen en el último capítulo, donde trata de la filosofía en España durante el siglo XIX. Al preparar la tercera edición, la de 1921, no debió parecerle ni prudente ni oportuno entrar en mayores detalles respecto del siglo XX (después del triunfo de la Revolución de Octubre, por ejemplo, hubiera sido obligado incorporar al menos el marxismo, si no ya el leninismo, a las escuelas filosóficas), pero la propia presión de su entorno clerical le impelía a mejorar la obra incorporando autores recientes. Así se quejaba, por ejemplo, Armando Castroviejo, profesor de la Universidad de Santiago, en Revista Católica de Cuestiones Sociales (febrero 1915, 243:136): «…si bien por mi parte observo que faltan –entre los filósofos modernos españoles– algunos cuya significación bien merecía una breve nota, y que además al citar a otros se hace de modo incompleto o equivocado.» La concesión a estas presiones fue la incorporación, a la tercera edición, de veinte líneas dedicadas a Ángel Amor Ruibal, como «broche de oro». Este canónigo doctoral de Santiago (recuérdese que Anselmo Herranz era canónigo magistral de Gerona), había publicado el primer tomo de Los problemas fundamentales de la filosofía y del dogma en 1914, por lo que resulta forzada su presencia en un capítulo sobre «La Filosofía en España durante el siglo XIX». Que, reeditado sin más en 1933, resulta aún más sorprendente, pues aceptando que se rompa el límite cronológico para señalar algunos nombres hodiernos, resulta ya sectario no mencionar, por ejemplo, a Unamuno y a Ortega.

Edición digital del Compendio de Historia de la Filosofía (segunda edición)

Censura del Obispado de Gerona

El rico legado de las generaciones que nos han precedido, formado por el trabajo intelectual de los talentos más eminentes que han ilustrado la humanidad en los diversos pueblos y edades, bien merece ser inventariado; primero para conocerlo en su integridad y luego para usufructuarlo en parte, según el mérito y bondad de las concepciones científicas que lo forman. Porque no es todo oro de ley este gran legado, sino que hay en él mucha moneda falsa o averiada, que con recto criterio conviene señalar y discernir de la verdadera. Este criterio no puede fundarse, a lo menos en absoluto, en la misma Filosofía, porque en este caso tendríamos a la razón juzgándose a sí misma, sino que debe inspirarse en la luz superior de la Revelación, para aquilatar en su justa estima los gigantescos esfuerzos de la razón humana para alcanzar la verdad, descubrir sus grandes conquistas, sus grandes caídas y las lamentables desviaciones que han esterilizado la actividad de inteligencias privilegiadas.

En este criterio ortodoxo está inspirado el COMPENDIO DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA del Dr. Herranz, escrito para uso de los seminarios, donde llenará un vacío ha mucho tiempo sentido; con el mérito particular, que no puedo menos de hacer constar aquí, de haber estudiado y detallado el ilustrado catedrático de este seminario con verdadero cariño y no poco trabajo, dentro de los límites que permite un compendio, el movimiento científico moderno.

Este es mi juicio, que someto al superior de Su Señoría Ilustrísima. = Gerona, 15 de Junio de 1908. = Antonio María Oms.

(Tomado de la primera edición, Luis Gili, Barcelona 1908, página 4.)

Prólogo

Este COMPENDIO DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ha nacido de una verdadera necesidad y se ha ido formando, poco a poco, de una manera tan natural como espontánea. Obligado desde hace muchos años a explicar esta asignatura, y careciendo de un libro de texto, que no existe en España para los seminarios; llevado del natural deseo de hacerla posible y agradable a mis discípulos, he ido leyendo y compendiando la historia escrita por la docta, gallarda y muy acreditada pluma del gran filósofo dominico el cardenal P. Ceferino González, la Historia de la Filosofía en el siglo XIX, publicada en el año de 1903 por el joven e ilustrado sacerdote D. Alberto Gómez; lo mucho y muy bueno que sobre nuestros filósofos y sus obras se encuentra en las admirables del insigne crítico don Marcelino Menéndez Pelayo; lo que en libros nuevos y revistas científicas españolas he visto escrito sobre las modernas escuelas filosóficas, como la de Lovaina, y, reunido todo en resumen y reducido a método, ha resultado hecho y formado mi COMPENDIO.

Eso sólo me propuse hacer, sin pujos ni pretensiones de invención original, y así quiero que conste al salir mi COMPENDIO a la vista del público, pues, como no soy tan necio que pretenda imitar al grajo de la fábula, adornándome con plumas ajenas, para que después me las arranquen, sin mezcla alguna de piedad, los censores a pellizcos, no requiero ni reclamo otro mérito para mi libro que el que se merezca en lo que es y como mero trabajo de selección y concisión de ideas, desleídas en muchos tomos de infinidad de páginas. Aun así y todo, si está bien hecho, tiene ya su dificultad y su mérito especial, que no todos están en disposición de apreciar, pero que juzgarán en lo que vale los doctos que gustan de la precisión y de la claridad en obras dedicadas a la enseñanza. A eso sí que he aspirado con verdadero empeño: a que mi COMPENDIO resultase una verdadera obra de texto de historia de la Filosofía, en la que la brevedad no dañase a la integridad del asunto, hermanándose la claridad con la concisión, sin que, a lo menos por esta vez, resultase verdadero el Brevis esse laboro obscurus fio, del gran poeta y preceptista Venusino. No sé si la realidad habrá correspondido a mis deseos, mas lo que sí aseguro, que me ha costado, y no poco, el pretenderlo y el querer encerrar y dibujar con cuatro pinceladas, las más precisas, las más características, esas grandes concepciones del pensamiento de los sabios, muchas veces erróneas, mas no, por falsas, menos admirables, que nos ofrece de trecho en trecho la historia de la Filosofía. Lo he hecho, no obstante, con gusto por el gran provecho que de mi trabajo puede resultar a mis discípulos, que se asustaban a la sola vista de los cuatro voluminosos tomos de la Historia del P. González, que, cual en la mayor parte de los seminarios de España, estaba designada como obra de texto. Además, como esa historia, casi única y la mejor que poseemos, amén de excesivamente voluminosa va resultando ya incompleta, pues su última edición del 86 del siglo anterior cuenta ya veintitrés años, he juzgado preciso adicionarla y completarla con la exposición de las manifestaciones del pensamiento filosófico contemporáneo, las más interesantes por su novedad y las que los aspirantes al sacerdocio conviene que conozcan más a fondo. De esta manera aprenderán, en resumen, pero de una manera completa, la marcha del pensamiento humano a través de los siglos, y si mañana desean o necesitan hacer un estudio más serio y más extenso de esta amena e instructiva rama de las ciencias filosóficas, sabrán orientarse y consultar las obras clásicas, que son fuente inagotable de información abundante, sana, completa y minuciosa. De esas obras escaseamos nosotros, que en eso, como en todo, andamos muy atrasados; pero las poseen en gran número y de gran mérito los franceses, y sobre todo los alemanes, apasionados por esa clase de estudios.

Haga Dios que no resulte estéril y de ningún provecho este largo, aunque no enojoso, viaje que me he visto obligado a seguir en pos de la verdad y el error, cuya lucha eterna y cuyo desarrollo progresivo en la sucesión de los tiempos y en los pueblos todos de la humanidad, forman la trama y el objeto tan agradable como provechoso de la historia de la Filosofía.

(Tomado de la primera edición, Luis Gili, Barcelona 1908, páginas 5-8.)

Prólogo de la segunda edición

Ya confesé paladinamente en el prólogo de la primera edición de mi Compendio, que lo presentaba al público sin pujos ni pretensiones de invención original, como mero trabajo de concisión y selección de ideas desleídas en muchos tomos de infinidad de páginas de obras y revistas antiguas y nuevas y calcado principalmente sobre la Historia de la Filosofía del sabio dominico, el cardenal P. Ceferino González. Ya añadí allí también que mi único y verdadero empeño no era otro que el hacer de mi Compendio una obra de texto de historia de la Filosofía, breve, pero completa, en la que la brevedad no dañase a la integridad del asunto, y en la que la claridad de tal manera se hermanase con la concisión, que, a lo menos por esta vez, resultase falso el brevis esse laboro obscurus fio del inmortal preceptista Venusino. Por lo visto he conseguido mi objeto, y yo me alegro por el bien de la enseñanza en nuestros centros docentes eclesiásticos, que carecían de una obra de texto de historia filosófica en la cual, como dijo muy bien mi ilustre censor y querido amigo el señor Penitenciario de Gerona, se estudiase y detallase, dentro de los límites que permite un Compendio, el movimiento filosófico moderno. A dar condiciones modernas a mi libro dirigí todos mis afanes, con tanto interés como cariño, pues entiendo que, si es útil y provechoso a nuestros jóvenes conocer a fondo el pensamiento filosófico antiguo, lo es mucho más el ponerles en contacto con la realidad actual y comunicarles ilustración moderna, haciéndoles vivir y respirar la filosofía que forma la atmósfera intelectual del mundo del día, y que, brotando de las poderosas inteligencias de nuestros sabios, va a oxigenar o a envenenar, a llenar de luz y vida de verdad, o a entenebrecer con obscuridades de error el entendimiento de los hombres. Esa filosofía es preciso conocerla muy a fondo, y de ahí la extensión e importancia que se concede en mi Compendio a la filosofía contemporánea, que es error imperdonable y de lamentables consecuencias para la ciencia cristiana cerrar los ojos y empeñarse en combatir a los enemigos científicos de la época actual con cañones mohosos y medioevales, con razones y métodos ridículos de puro viejos y resobados.

Sumamente agradecido a la crítica por el entusiasta recibimiento que se ha dignado dispensar a mi obra, y atendiendo de buen grado algunas prudentes indicaciones, que críticos de varias nacionalidades y de indiscutible autoridad científica han tenido a bien hacerme, les he dado cabida en esta edición, procurando perfeccionar mi Compendio todo lo posible. A eso obedecen las pequeñas modificaciones y adiciones que notarán mis lectores y sobre todo mis compañeros de profesorado. Lo que no admito, porque no es justo, es que se me critique por no dar más amplitud a ciertas teorías filosóficas de algunos pensadores contemporáneos, pues mi libro tiene su finalidad propia, que es ser obra de texto y no una obra de consulta y de información completa y abundante, Como decía ya en mi primera edición, quien aspire o necesite hacer un estudio más serio o minucioso de esta rama tan amena e instructiva de las ciencias filosóficas, acuda a las obras clásicas de los grandes maestros y en ellas podrá saciar sus anhelos de una mayor y más copiosa erudición, que aquí sólo se le puede y se le debe ofrecer como en germen y capullo. Mi libro es un Compendio destinado a enseñar, en resumen y por modo completo, pero compendioso, la marcha y evolución del pensamiento filosófico a través de los siglos, y no se le ha de exigir más de lo que quiere ser. Sus condiciones, además de la integridad substancial y del orden metódico en la exposición y encadenamiento de las doctrinas que han ido apareciendo, han de ser la claridad y concisión, sobre todo al exponer las grandiosas concepciones racionales, verdaderas o erróneas, del pensar de los sabios eminentes que han formado escuela y han brillado con luz propia a su paso por los cielos de la ciencia. Lo muy dificultoso que se hace el lograr reunir todas esas cualidades en un compendio de historia de rama del saber tan vasta, abstracta y profunda como es la filosofía, lo sabrán apreciar los doctos que se dedican a la enseñanza, y por experiencia propia lo sabe muy bien quien, confiando en Dios y guiado por nobilísimo anhelo, se ha atrevido a pretenderlo, y en eso sólo consistirá el mérito especial de mi obra, si, como dicen, y yo me alegro de que así sea, no he andado del todo desacertado al escribirla. Si no otra cosa, habré conseguido que nuestros jóvenes estudien la Historia de la Filosofía en un autor español y que piensa y siente en español; que ya es hora de que nos vayamos emancipando de esa tutela científica extranjera tan vilipendiosa, que deforma nuestro carácter y que, con mengua de nuestra dignidad, nos hace vivir espiritualmente como forasteros en nuestra propia casa.

(Tomado de la segunda edición, Luis Gili, Barcelona 1915, páginas 5-7.)

Prólogo de la tercera edición

Al publicar por primera vez mi Compendio bien lejos estaba yo de creer, por más que en hacerlo útil, substancioso y agradable había puesto mis cinco sentidos, que le esperase una tan cariñosa y entusiasta acogida. Tres son, a mi ver, las causas que han contribuido a ello. Es la primera y principal la oportunidad. Mi libro había llegado a tiempo, pues faltaba en nuestros centros eclesiásticos una obra de texto de Historia de la Filosofía en la cual, por modo compendioso pero completo, se estudiase esa rama tan deleitosa e instructiva del saber humano y, sobre todo, el movimiento filosófico moderno, que faltaba ya en la Historia monumental del cardenal González que me sirvió de base. Por eso precisamente lo escribí, obligado por la necesidad que yo mismo sentía en mi cátedra, y me alegro de haber acertado por el bien de la enseñanza eclesiástica. La segunda razón es el que mi obra haya resultado lo que en realidad quería y debía ser, es decir, un compendio, ni tan lato que parezca obra de consulta, ni tan breve que resulte incompleto y defectuoso. Mi experiencia de muchos años de profesor me hizo acertar en el justo medio. Sus condiciones de obra didáctica, además de la integridad substancial y del orden metódico en la exposición y encadenamiento de las doctrinas que han ido apareciendo a través de los siglos, habían de ser la claridad y la concisión, máxime al exponer las grandiosas concepciones racionales, verdaderas o erróneas, del pensar de los sabios eminentes que han formado escuela y han brillado con luz propia a su paso por los cielos de la ciencia. Lo muy dificultoso que se hace el lograr esas cualidades en un compendio de historia de rama del saber tan vasta, abstracta y profunda como es la filosofía, lo sabrán apreciar los doctos que se dedican a la enseñanza y lo sabe muy bien quien, confiado en Dios, pretendió que su compendio fuese una verdadera obra de texto, breve y completa, en la que nada faltase ni redundase, y en la que la concisión se hermanase con la claridad. La tercera razón de la buena acogida que ha tenido mi Compendio es el gran empeño que puse en que resultase un libro moderno, y eso hasta en la parte material y de presentación. A dar condiciones modernas a mi obra dirigí todos mis afanes, pues entiendo que si es útil y provechoso a nuestros jóvenes conocer a fondo el pensamiento filosófico antiguo, lo es mucho más el comunicarles ilustración moderna y el hacerles vivir y respirar la filosofía que forma la atmósfera intelectual del mundo del día, filosofía que todos vivimos, y la llamada hoy a dar luz y vida de verdad o a entenebrecer con obscuridades de error el entendimiento de los hombres. Esa filosofía es la que halaga, interesa y apasiona por modo muy especial a las inteligencias juveniles, y ésa es la que hay que conocer y dominar por completo, que es error imperdonable y de muy lamentables consecuencias para la ciencia cristiana, cerrar los ojos a la realidad, desconocer o despreciar los enemigos que hoy tiene, las teorías nuevas y los argumentos con los que ahora se combate a la verdad, o empeñarse en rebatirlos y desacreditarlos con razones o métodos ridículos de puro viejos y resobados por carecer de sana ilustración moderna, e ignorar los progresos científicos de la época actual, sobre todo en las ciencias físico-naturales. De ahí la importancia y la extensión que se le concede en mi Compendio a la filosofía contemporánea.

Ésas son las razones de la lisonjera aceptación que ha tenido mi Compendio, cuya tercera edición tengo el gusto de ofrecer a mis lectores. En ella encontrarán ya muy pocas innovaciones. Dos o tres filósofos que me habían pasado por alto y que era de justicia dar a conocer, y alguna pequeña e insignificante corrección y adición.

Quedo sumamente agradecido a la crítica por sus favores, y con parte de ella, me congratulo de que mi obra sirva de texto en los Seminarios españoles, que, como decía en mi edición anterior, ya es hora de que nos vayamos emancipando de esa tutela científica extranjera tan vilipendiosa, que deforma nuestro carácter y que, con mengua de nuestra dignidad, nos hace vivir como forasteros en nuestra propia casa. Laus Deo.

(Tomado de la tercera edición, Luis Gili, Barcelona 1921, páginas 5-7.)

Una dedicatoria a Tomás Carreras Artau

Dedicatoria a Tomás Carreras Artau

Nuestro ejemplar de la primera edición, Barcelona 1908, es el que dedicó el autor, sin fecha, al gerundense Tomás Carreras Artau (1879-1954; no fue alumno del Seminario de Gerona, pero eran vecinos, pues la casa familiar –su padre, Tomás Carreras, era propietario de la Tipografía Carreras, impresor habitual entonces del obispado geronés– estaba en un edificio levantado en la plazoleta de la entrada del Seminario). Y la dedicatoria la hace a Tomás Carreras Artau en su calidad de distinguido abogado, y no en la de catedrático o filósofo (como es bien sabido, desde 1912 ejerció como catedrático de Ética en la Universidad de Barcelona):

A mi querido amigo el distinguido abogado
de Barcelona Don Tomás Carreras y Artau
le dedica con cariño su 'Compendio', El autor.

Algunas menciones a este libro

«Compendio de la Historia de la Filosofía. Nuestro distinguido amigo el docto catedrático de Filosofía de nuestro Seminario Conciliar, acaba de publicar un Compendio de la Historia de la Filosofía, de cuyo excelente trabajo nos ocuparemos muy pronto en la sección correspondiente. Mientras tanto le damos nuestra cordial enhorabuena.» (La Regeneración. Revista semanal de acción católica, Gerona, 12 septiembre 1908, año III, nº 112, pág. 575.)

«Compendio de la Historia de la Filosofía. […] P. Arnáiz.» (Marcelino Arnáiz Hortihuela OSA, en La Ciudad de Dios, El Escorial 1908, vol. 77, pág. 168.)

«Bibliografía. Compendio de la Historia de la Filosofía, por el Rdo. Dr. D. Anselmo Herranz, Pbro. Catedrático de Filosofía en el Seminario Conciliar de Gerona. Con el fin de satisfacer una como pasión de la generación presente ávida de devorar libros y mas libros y de conquistarse un nombre glorioso entre los intelectuales parecen escritos muchos de los libros que a montones salen de las casas editoriales: injusticia manifiesta sería comprender el libro y nombre del Dr. Herranz en el número de aquellos, porque a las primeras páginas que se leen del libro se observa en seguida el único deseo de subvenir a una necesidad palpable en los estudios filosóficos, y de colaborar a la formación filosófica de los jóvenes aficionados al estudio.
El Dr. Herranz ha compendiado con mucho acierto y con esperanzas de excelente resultado cuanto digno de notarse se ha dicho, verdades y errores, desde los primeros días de la ciencia filosófica hasta el presente, y con criterio netamente católico separa el oro de la escoria.
Hacía en verdad mucha falta un libro de tal naturaleza; hacía falta un libro que con claridad, concisión y buen método guiara a los jóvenes por el mundo de la filosofía, y esta falta la suple el Dr. Herranz con su Compendio, que además está escrito con hermoso estilo y editado con buen gusto por la Librería Católica internacional de don Luis Gili, de Barcelona; forma un volumen en 8.º de 366 páginas y se vende al precio de 4 pesetas.
Escrita ya esta ligera nota bibliográfica nos enteramos de la que redactada por el sabio agustino P. Arnáiz publica la excelente revista La Ciudad de Dios, la cual transcribimos para que no se nos pueda tildar de apasionados a favor del autor: “Este compendio de Historia de la Filosofía llega en ocasión oportuna. Para atender a las necesidades de la enseñanza, era necesario optar hasta aquí, entre la demasiado extensa del Cardenal González, y muy costosa, que también esto hay que tenerlo en cuenta, y el compendio sumarísimo que nos dejó Balmes, a no echar mano de alguna extranjera, que tienen el defecto gravísimo de pasar por alto lo concerniente a España. Aquellas dos tienen además el inconveniente de informar poco, y este poco en juicios nada exactos, acerca de la historia del pensamiento en el siglo XIX, que después de todo, es la que más de cerca nos interesa. El autor ha llenado estas lagunas, dando a la historia de la filosofía española el lugar que en justicia le corresponde, y a la filosofía contemporánea una extensión que ocupa casi la mitad de las páginas del libro. Sin pretensión de ningún género, con el fin único de ser útil a la enseñanza (y esto bien merece que se haga constar, ya que tantos libros de texto andan rodando por esos mundos, en que cada Profesor ha tratado de poner en ellos cuanto sabe, y más de lo que sabe), el señor Herranz ha hecho un modelo de libro didáctico: claro, conciso, metódico, algo así como amplio programa razonado repleto de datos, que podrán servir de base a las explicaciones del Profesor. El criterio es netamente católico, y además moderado y amplio, sin desnaturalizar, como acontece con frecuencia, las ideas que no son del autor o le son contrarias, los juicios generalmente exactos. Sería fácil señalar omisiones, algunas de importancia, sobre todo en la filosofía contemporánea, pero no creo que haya derecho a ser tan exigente en un tratado elemental, como en obras de mayor empeño”.» (La Regeneración. Revista semanal de acción católica, Gerona, 3 octubre 1908, año III, nº 115, págs. 620-621.)

«Notas bibliográficas. I. Historia de la Filosofía. Anselmo Herranz, Compendio de Historia de la Filosofía. Un volumen de 366 páginas. Barcelona, Luis Gili, 1908, 4 pesetas. Confiesa el autor que no ha hecho ni pretendido hacer labor original, habiéndose limitado a resumir y extractar la Historia de la Filosofía, del P. Ceferino González y la Historia de la Filosofía en el siglo XIX, del Sr. Gómez Izquierdo. El objeto perseguido por el autor ha sido, según dice, “el de facilitar el estudio de esta asignatura a los alumnos de los Seminarios, que se asustan a la sola vista de los cuatro volúmenes que forman la Historia de la Filosofía del Cardenal González”. El resumen nos parece, en general, bien hecho y sin daño de la claridad. El autor se muestra asaz parco al historiar el pensamiento filosófico de nuestros días, que, a nuestro juicio, es acreedor a más amplios desenvolvimientos, toda vez que la filosofía contemporánea es la que ahora vivimos y la que, por ende, más interesa y debe interesar a todos. G.G.C.» (Genaro González Carreño, Cultura española, noviembre 1908, nº 12, pág. 221.)

«Compendio de la Historia de la Filosofía, por el Dr. D. Anselmo Herranz y Establés, Pbro., catedrático de Filosofía en el Seminario de Gerona. Barcelona, Luis Gili, 1908. Un vol. en 8º de 366 págs. Este Compendio, dice el A. en el prólogo, ha nacido de una verdadera necesidda; y a la verdad muy pocas son las obras que sobre el mismo punto tenemos publicadas en España para uso de los seminarios y centros católicos. Así no es de extrañar que el A. haya reducido el Compendio a las más principales ideas para ayudar a la memoria del cursante exponiendo ante su mente como en un cuadro sinóptico las escuelas que han orientado o desorientado al espíritu humano en busca de la verdad. Es obra recomendable por tal concepto, y es de aplaudir el trabajo del A. en cuanto contribuye a dar una recta dirección a los discípulos. R.C.» (Revista Montserratina, 8 enero 1909, año III, nº 1, pág. 30.)

«El catedrático en el Seminario de Gerona, Dr. D. Anselmo Herranz, publica la segunda edición corregida y aumentada de su Compendio de Historia de la Filosofía. En el prólogo expresa que su empeño ha sido hacer una obra de texto de Historia de la Filosofía, breve, pero completa, en la que la brevedad no dañase a la integridad del asunto, y en la que la claridad de tal manera se hermanase con la concisión, que, a lo menos por esta vez, resultase falso el brevis esse laboro abscurus fio del inmortal preceptista Venusino. La aceptación que ha merecido el libro a la crítica y el uso que del mismo se hace en la enseñanza pueden satisfacer al autor, si bien por mi parte observo que faltan –entre los filósofos modernos españoles– algunos cuya significación bien merecía una breve nota, y que además al citar a otros se hace de modo incompleto o equivocado. Así el Castro a que se refiere en la página 343 debe ser Sánchez de Castro (Manuel), autor no de un libro sobre La Belleza sino sobre La Gracia, y el Alvarez Morau (autor pseudónimo) no encaja como filósofo, no obstante haber recopilado las enseñanzas balmesianas en orden a la política. Hago estas indicaciones, sin ánimo de menoscabar el mérito del compendio sino con el pensamiento de estimular al autor, que tan laborioso se muestra, a mejorar más y más su trabajo hasta convertirlo, sin traspasar los límites de compendio, en el Manual obligado para cuantos deseen con seguridad y prontitud orientarse acerca de la representación de los filósofos notables o dignos de cita por su influjo en la Filosofía o la vida pública.» (Amando Castroviejo, profesor en la Universidad de Santiago, «Sección bibliográfica», Revista Católica de Cuestiones Sociales, febrero de 1915, nº 243, pág. 136.)

«Compendio de la Historia de la Filosofía, por el Dr. D. Anselmo Herranz y Establés, Presbítero, Catedrático de Filosofía en el Seminario de Gerona. Segunda edición corregida y aumentada. Un volumen en 8º, de 356 páginas en media tela, pesetas 4. Luis Gili. Barcelona. No necesita recomendación este libro universalmente alabado por todos los críticos, adoptado de texto en la mayor parte de los Seminarios y Colegios de Religiosos, y del cual se ha dicho que “aventaja a todos los que han aparecido en España por ser pequeño y a la vez completo, claro en la exposición, didáctico en la forma, en la interpretación atinado, de criterio sólido, ordenado en el método, oportuno en la aparición y en el precio reducido”. No se puede decir más en elogio de un libro, y así se comprende que a los pocos años haya aparecido la segunda edición. En ella, aspirando a perfeccionar su Compendio todo lo posible, el Dr. Herranz, sin aumentar el precio, ha introducido en su libro mejoras que lo hacen del todo un texto clásico en su género. Lo ha adicionado y completado añadiendo o tratando con alguna más extensión ciertas escuelas modernas y casi del día. Sale, además, enriquecido con dos índices muy completos, uno de escuelas filosóficas, que es una novedad original y muy útil, y otro de autores, que facilitarán el estudio de la Historia. Otra innovación muy notable se introduce en la presente edición, que pedagógicamente la avalora, y que gustará indudablemente a maestros y discípulos. El libro tiene dos tipos de letra, separando y distinguiendo por ese medio lo que es más esencial de lo que es más accesorio, lo que es estrictamente necesario de lo que es de mera ilustración en el estudio de la asignatura. J.M.» (Revista Montserratina, julio 1916, año X, nº 115, pág. 334.)

1915 Anselmo Herranz, Compendio de Historia de la Filosofía (segunda edición)

1933 Variantes de la cuarta edición de Anselmo Herranz, Compendio de Historia de la Filosofía: Preliminares · Cap. XX

Anselmo Herranz Establés Pbro 1864-1935

gbs