Filosofía en español 
Filosofía en español

cubierta del libro Aristóteles

La Política

Traducción de Pedro Simón Abril refundida por Jesús Gil y Calpe. Prometeo, Valencia [1925], 205 páginas

Aristóteles, La Política. Traducción directa del griego por Pedro Simón Abril, refundida por J. Gil y Calpe, del Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Prometeo, Germanías 33, Valencia [1925] (Published in Spain). Colección Libros célebres españoles y extranjeros (Clásicos griegos). Director literario: Vicente Blasco Ibáñez. 205 páginas + 1 hoja de anuncio de Editorial Prometeo. Cubierta firmada por Federico Mellado. En la contracubierta: «Editorial Prometeo. Llorca y Cª S. L. Apartado 130, Valencia.»

Aunque en esta edición no figura fecha alguna de edición, puede datarse con seguridad en 1925, atendiendo a la relación de obras publicadas por la editorial Prometeo que figuran tanto en la última hoja como en la contracubierta. Basta fijarse en la bibliografía citada del director literario e impulsor de la editorial Prometeo, el famoso escritor Vicente Blasco Ibañez (1867-1928): en la publicidad interior figura anunciada «La vuelta al mundo de un novelista (2 tomos) 10 ptas.» y en la contracubierta «La vuelta al mundo de un novelista (3 tomos) 15 ptas.»; como La vuelta... fue publicada por Prometeo entre 1924 y 1925, cabe hacer esta edición de la Política coetánea del tomo tercero de La vuelta... A mayor abundamiento, entre la relación de obras de Vicente Blasco Ibañez no figura A los pies de Venus, que apareció en 1926.

Jesús Gil y Calpe (1878-1937), del Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, autor en 1924 de «El cervantismo en Valencia. Artículos y notas» (en Gregorio Mayans, Vida de Cervantes, Prometeo, Valencia [1924]; tirada aparte: Prometeo, Valencia [1924], 28 págs.), «refunde» el texto traducido de la lengua griega a la española por Pedro Simón Abril (1530-1595), publicada en Zaragoza 1584: «Nuestra misión se ha reducido a la síntesis de algunos párrafos pleonásticos y dar alguna mayor claridad a la elocución», asegura al final de la introducción por él firmada (páginas 5-9), que transcribimos íntegramente a continuación:

Jesús Gil y Calpe

Aristóteles y su obra

Uno de los filósofos que más influencia han ejercido en el progreso de la humanidad ha sido el ilustre fundador de la escuela peripatética y maestro del famosísimo Alejandro el Magno.

Nació Aristóteles en Estagira (Macedonia) el año 384 antes de J. C. Fue hijo de Nicómaco, médico distinguido, amigo de Amintas III, rey de Macedonia. A los diez y siete años se trasladó a Atenas, y siguió por espacio de cuatro lustros las lecciones de Platón. Después de la muerte de su maestro, abandonó Atenas, ofendido de no haber sido nombrado su sucesor, y se retiró a Misia, al lado de Hermias, soberano de Atarné, y casó con la hermana de éste, llamada Pitias. Más tarde fue a Mitilene, en la isla de Lesbos. Allí recibió de Filipo una carta, en la que este príncipe le rogaba se encargase de la educación de su hijo Alejandro, diciéndole que él se felicitaba menos de haber tenido un hijo, que de que este hijo hubiese nacido en tiempo de Aristóteles. Después de haber pasado mucho tiempo en la corte de Macedonia, [6] siguió a su discípulo en sus primeras expediciones al Asia, aprovechando para los progresos de la historia natural los tesoros y las conquistas del rey; en seguida se volvió a fijar en Atenas, por el año 331, y fundó en un paseo próximo a la ciudad, llamado el Liceo, una nueva escuela, que tomó el nombre del citado paseo, se la designa también con el calificativo de Peripatética (del vocablo griego peripatos, paseo). A la muerte de Alejandro (323), Aristóteles fue el blanco de la calumnia y de los ataques de los envidiosos, viéndose acusado de impiedad; salió de Atenas sin aguardar el juicio, queriendo, según decía, evitar a los atenienses, ya manchados con la muerte de Sócrates, un nuevo atentado contra la Filosofía. Fue a establecerse a Calcis, en Eubea, donde murió poco después, en 322, a la edad de sesenta y dos años, esparciéndose, sobre el género de su muerte, las noticias más contradictorias, incluso la de que se suicidó.

Aristóteles es el genio más vasto de la antigüedad; abrazó todas las ciencias conocidas de su tiempo y creó también otras muchas. Sus escritos forman una especie de enciclopedia; durante muchos siglos fijaron éstos el límite del saber humano y gozaron de una prerrogativa absoluta. A nuestros días ha llegado únicamente la tercera parte de su ímproba labor, y muchas de sus obras se encuentran incompletas y alteradas; las principales son: el Organon, reunión de varios tratados de Lógica, la Retórica, la Poética, dos Tratados de Ética o de Moral, la Política, la Economía, la Historia de los animales, la Física, los Tratados del Cielo, de la Generación y de la Corrupción, de los Meteoros, del Mundo, los Problemas, el Tratado del Alma y la Metafísica o filosofía primera.

El mérito principal de Aristóteles estriba en haber [7] dado a la ciencia una base más sólida, cosa que no habían hecho sus predecesores, y conceder más a la experiencia, sin desconocer la fuerza de la razón; así es que él ha rechazado la doctrina de lo ideal, que había profesado Platón, y ha concentrado toda la realidad en los objetos individuales. Según su opinión, los puntos de vista desde los cuales se pueden mirar estos objetos se reducen a los siguientes: los elementos de que una cosa está compuesta, su naturaleza íntima o su esencia, su causa y el término o fin a que se dirige, de lo que procede la distinción de los cuatro principios: la materia, la forma, la causa eficiente y el principio final, principios que deben encontrarse en todas partes y que la Filosofía tiene por objeto determinar. Aristóteles aplica aquella teoría a todos los ramos de la ciencia. En Psicología, trata de clasificar las facultades del alma, y considera a ésta como el poder oculto que produce y sostiene la organización. En Lógica, revisa las diferentes formas del razonamiento deductivo o silogismo, del que presenta un código completo. En Teodicea, funda la demostración de la existencia divina en la continuación del movimiento, y presenta a Dios como el término del mundo o como el centro a que todos aspiran. En el Arte, hace consistir lo bello en la imitación de la naturaleza; en Moral, la virtud en el equilibrio de las pasiones y en un justo medio entre los excesos; en Política, propone como objeto a la sociedad la utilidad.

Trabajos tan vastos, en que la riqueza de los detalles compite con la armonía del conjunto, bastarían para justificar la admiración que ha causado en todos tiempos el genio de Aristóteles, aun cuando no se conociese su Historia natural y sus investigaciones sobre la Anatomía comparada, que, según el parecer de Cuvier, no [8] han sido sobrepujadas. Es justo añadir, sin embargo, que Aristóteles tuvo la mal fundada pretensión de deducirlo todo por el razonamiento de un pequeño número de principios arriesgados; que una parte de su Lógica y de su Metafísica se funda en vanas sutilezas; que en su Física se limita con frecuencia a explicaciones puramente verbales, y que por esta cansa ha tenido y aún tiene algunos contradictores de sus teorías.

No obstante, la Escolástica recogía en los tiempos medioevales la savia aristotélica y le infundió nueva vida con las doctrinas del cristianismo, poniendo a la Grecia –según donosa frase del eximio Menéndez y Pelayo– en gracia de Dios.

Bibliografía

Las obras de Aristóteles no fueron reunidas y publicadas en vida del filósofo, sino mucho más tarde. Ocultas u oscurecidas durante dos siglos, dícese que hasta los tiempos de Sila no se vieron juntas, en cuya época lo hizo Apelicón de Teos, siendo también revisadas por Andrónico de Rodas.

En los tiempos modernos no se conoció por mucho tiempo más que el Organon; y se debe a los árabes y a los griegos emigrados de Constantinopla el conocimiento y propagación en Europa de sus obras. La primera edición completa de las obras de Aristóteles se publicó en Venecia, por Aldo Manucio (1495-98, 5 tomos, en folio); entre las ediciones posteriores, las más estimadas son: las [9] de Francisco Sylburge (Francfort, 1585-86), en griego; de Guillermo Duval (París, 1619 y 1654, en folio), grecolatina; de Becker, greco-latina, publicada por la Academia de Berlín, 1830 y siguientes.

Hay, además, una multitud de ediciones de obras separadas. Las traducciones principales de las obras sueltas son: la de la Moral y de la Política, por Thurot; de la Retórica, por Casandre y por Gros; de la Poética, por Dacier, Batteux y Ordóñez; la Historia de los animales, por Camus; la Política y las Éticas, por Simón Abril, &c., &c.

Los comentadores y escoliastas de Aristóteles forman legión, y entre ellos citaremos a Amonio, Alejandro de Afrodisia, Simplicio, Olimpiodoro y Boecio, entre los antiguos; en la edad media, Averroes, Avicena, Avenpacio, Alberto el Grande y Santo Tomás. Nuestro ilustre compatriota el cordobés Juan Ginés de Sepúlveda es uno de los más notables comentadores de Aristóteles en la edad moderna.

Entra las varias ediciones de las obras de Aristóteles vertidas en lengua castellana, hemos dado la preferencia para insertarla en nuestra Biblioteca a la que publicó en Zaragoza, en 1584, el docto humanista y catedrático de Retórica de aquella Universidad, Pedro Simón Abril, no sólo por la fidelidad de la traducción, sino por el encanto de su prosa, tan castiza como agradable.

Nuestra misión se ha reducido a la síntesis de algunos párrafos pleonásticos y dar alguna mayor claridad a la elocución.

J. Gil y Calpe