Filosofía en español 
Filosofía en español


Tomo primero

Censura
del Rmo. P. M. Fr. Antonio Sarmiento, Maestro General de su Religión, Abad que ha sido del Insigne, y Real Monasterio de S. Julián de Samos, Definidor mayor y General de la Congregación de S. Benito de España, e Inglaterra, Teólogo de S. M. en la Real Junta de la Concepción, y Examinador Sinodal del Arzobispado de Toledo &c.

Con singular atención he visto el primer Tomo del Teatro Crítico universal, por remisión y mandato de nuestro Rmo. P.M. Fr. Josef de Barnuevo, dignísimo General de la Congregación de S. Benito de España, Inglaterra &c. Su Autor es el M. R. P. M. Fr. Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, Maestro General de la misma Congregación, Abad que fue del Monasterio de S. Vicente de Oviedo, Graduado de aquella Universidad, Catedrático de Santo Tomás, y de Escritura, y actualmente de Vísperas de Teología &c.

Desde mi tierna edad fue objeto de mi admiración el Autor, y fue creciendo la admiración al paso que fue creciendo la edad. Pudiera yo desconfiar del alto concepto que siempre hice de sus peregrinas cualidades, atribuyéndole en parte a oculto influjo de mi cariño (siendo cierto, que muchas veces los dictámenes se forman en la oficina de los afectos), a no haber observado en cuantos le trataron el mismo concepto. A todos les oí celebrar como prodigio (y con razón) el ver, que sobre las prendas de excelente Teólogo, sutilísimo Metafísico, consumado Filósofo, admirable Escriturario, y Orador elocuentísimo, que tantas veces manifestó en los públicos teatros, apenas hay Facultad alguna forastera a su vasta comprehensión. En todas habita como doméstico, discurriendo en todo como peregrino. El que la primera vez le oye hablar en cualquiera materia, juzga que a aquella sola dio todo su estudio. En sus mismas conversaciones familiares parece que sucesivamente van hablando muchas librerías, aunque tan al [LXIII] compás de la modestia, que jamás se mete en el País de la erudición por propio arbitrio. Nunca respira este órgano sonoro, sino a proporción que mueve los registros, o toca las teclas ajena mano. Se aleja tanto de lo jactancioso, que pasa más allá de lo modesto: por cuya razón ponen muchos a su genio la tacha de encogido; y no negaré yo que en su circunspección tiene gran parte su natural rubor: pensión ordinaria de los sublimes ingenios, que siendo naturaleza, parece virtud. A extensión tan prodigiosa de noticias junta un ingenio sutil, que nada tiene de quisquilloso: un juicio sólido, sin las asperezas de rígido: una facundia dulce, sin el menor resabio de afectada. En fin, yo no hallo elogio más apropiado a este sujeto, que el que dio Sidonio Apolinar a otro semejante: Ob omnia faelicitatis, naturaeque dona monstrabilis (Sidon. Apolin. lib. 3. epist. 7). Sujeto espectable por todos aquellos dones naturales, que pueden constituir un espíritu ilustre.

Hasta aquí del Autor. ¿Qué diré de la Obra? Sidonio Apolinar, que me dio la definición del Autor, me da en otra parte la descripción del libro. Habla de uno, que había compuesto su amigo Claudiano (no es el Poeta, sino Claudiano Mamerto, Autor Católico), y exclama así: O liber multifariam pollens! O eloquium non exilis, sed subtilis ingenii! Quod nec per scaturigines hyperbolicas intumescit, nec per tapinomata depressa extenuatur. Ad hoc unica, singularisque doctrina, & in diversa rerum assertione monstrabilis, cui moris est de singulis artibus cum singulis artificibus philosophari. (Idem lib. 4. epist. 3).

En esta cláusula hallo dicho cuanto del Teatro Crítico universal tenía yo que decir. Es éste un libro, ya por la generalidad admirable de sus noticias, ya por la variedad hermosa de sus materias, de muchos modos especioso: O liber multifariam pollens! El estilo es noble, castizo, delicado, igualmente distante de la bajeza de expresiones humildes, igualmente distante de la bajeza de expresiones humildes, que de la pueril, y ridícula afectación de pomposas voces sonantes: Quod nec per se scaturigines hyperbolicas [LXIV] intumescit, nec per tapinomata depressa tenuatur. Lo que más celebro en el estilo es aquel corriente natural, y sin tropiezo, conque se encuentra dicho, y dicho con el modo más hermoso, todo cuanto quiere. No va a buscar la pluma las frases; ellas parece que vienen a buscar la pluma. Y no es menos admirable aquella claridad en explicarse, conque hace perceptibles, aun de los más rudos, las materias más sublimes, y delicadas. Lo más espinoso de la Filosofía, lo más elevado de la Teología, sin perder nada de la majestad propia, se proporcionan en su pluma a la inteligencia más humilde. No es dudable que la claridad en explicar es reflejo preciso de la claridad en concebir; y que los espíritus grandes, así como son inteligencias para penetrar las verdades, son también astros, que para que puedan penetrarlas los demás, bañan de luz los objetos. Esto es tener estilo propio de ingenios sutiles: Eloquium non exilis, sed subtilis ingenii.

Pero aún resta lo más admirable del libro, que es aquel complejo de doctrina a un tiempo singular y universal: Ad hoc unica, singularisque doctrina, & in diversarum rerum assertione monstrabilis. Es singular, porque desviándose en todas las materias de los errores vulgares, camina por sendas ignoradas del común de los hombres. Es universal por la multitud de asuntos tan diferentes. Las gentes congregadas en Jerusalén se admiraban de oír hablar a los Apóstoles en las lenguas de todos los Reinos. Yo me admiro de oír a un hombre sólo hablar los idiomas propios de todas las Facultades: Cui moris est de singulis artibus cum singulis artificibus philosophari. En esta Obra muestra que la Teología Dogmática y Escolástica, la Filosofía antigua y moderna, la Historia sagrada y profana, la Medicina, la Astronomía, la Música, le son tan familiares, como si solitariamente se hubiese dedicado a cada una de estas profesiones; porque aunque no en todas habla de intento, en los rasgos, que suelta con seguro magisterio, se ve que goza sobre todas un absoluto dominio. [LXV] No escribe con mano tímida, como el que extemporáneamente mendiga las noticias de los libros; sino con aquella confianza, de quien bizárramente expende una breve porción de sus propios mentales tesoros. Esta estupenda universalidad se hará más visible en los Tomos siguientes; porque, según las noticias que me ha fiado el Autor de su vasto proyecto en la prosecución del Teatro Crítico, no habrá género alguno de literatura donde no entre la mano.

Y ciñéndome al oficio de Censor, digo, que este libro es dignísimo de la prensa, por no contener cosa que disuene de la armonía de nuestra santa Fe, y buenas costumbres; antes bien mucho que instruya, y edifique. Este es mi sentir, salvo &c. S. Martín de Madrid 2 de Julio de 1726.

Mro. Fr. Antonio Sarmiento.


{Feijoo, Teatro crítico universal, tomo primero (1726). Texto según la edición de Madrid 1778 (por D. Joaquín Ibarra, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo primero (nueva impresión, en la cual van puestas las adiciones del Suplemento en sus lugares), páginas LXII-LXV.}