Filosofía en español 
Filosofía en español


Tomo quinto Carta XX

Responde el Autor a una objeción, que se le hizo contra la peregrina Historia del Hombre de Liérganes, que refiere en el Tomo VI del Teatro Crítico, Disc. VIII, y cuya realidad autoriza más en la Adición a aquel Discurso, en el Suplemento del Teatro

1. Muy señor mío: Recibí la de Vmd. de 12 del mes pasado, en que me dice, que una especie, que leyó en las Memorias de Trevoux, art. 34 del año de 49, le hace algo dudosa la Historia del Hombre de Liérganes, que referí en el Tomo VI del Teatro Crítico, sin embargo de los testimonios, que allí, y en el Suplemento del Teatro, entre las Adiciones a aquel Tomo, produje en prueba de la verdad de dicha Historia. La especie, que ocasiona la perplejidad de Vmd. es como se sigue.

2. Con ocasión de un Libro anómimo, impreso en Holanda, que en el lugar citado arriba censuran los Autores de las Memorias, se lee allí mismo, que el Autor Anómimo refiere un caso en todas las circunstancias esenciales perfectamente semejante al que yo escribí del Hombre de Liérganes. Esto es, que de un Bajel mercantil Holandés, que navegaba por la Costa de aquel Estado, se descubrió sobre las aguas un Hombre marino (así se nombra en la Relación), el cual acercándose, saltó en el Bajel: que hablaba la Lengua Holandesa: en ella pidió una pipa con tabaco de hoja, para gozar su humo: dijo que había ocho años, que vivía en el mar; y habiéndose detenido un rato en el Navío, volvió a arrojarse al agua. [334] Refiere asimismo el Autor Anómimo, que esta Historia fue certificada por el Capitán, y todo el equipaje del Navío. Sin embargo, los Diaristas la desprecian, como ridícula, e indigna de toda fe.

3. Estos Diaristas, añade Vmd. en su Carta, son unos buenos Críticos, y tal reputación obtienen en la República Literaria: el caso del hombre Marino de Holanda es tan parecido al del hombre de Liérganes, como un huevo a otro huevo: luego reputándose aquel fabuloso, tal se debe reputar éste también.

4. Respondo que concedo todo, a excepción de la consecuencia. Los Diaristas de Trevoux dieron por fabulosa la Historia del hombre Marino Holandés. Yo también la daría por fabulosa, no teniendo más prueba de su verdad, que la que ellos tuvieron. Yo doy por verdadera la Historia del hombre de Liérganes. También creo darían los Diaristas por verdadera la del Marino Holandés, si tuviesen para su apoyo los testimonios, que yo tengo para la del de Liérganes. Es verdad, que en la Relación se dice, que la Historia del Marino Holandés fue certificada por el Capitán, y todo el equipaje del Navío. ¿Pero quién nos da noticia de tal certificación? Solo el Autor Anónimo del Libro censurado, a quien la cualidad de Anónimo enteramente desautoriza para ser creido; pues ignorando todos que sujeto es, puede mentir cuanto quiera, sin riesgo alguno.

5. Añado, que dicho Autor Anónimo, sea su merced quien se fuere, es uno de los más desatinados Novelistas, que hasta ahora han tomado la pluma en la mano; pues en nombre de un Filósofo Indiano, que él llama Telliamed, y de quien solo él tiene noticia, articula cien monstruosidades, v. gr. pone la materia eterna a parte ante; refiere la Creación del Mundo enteramente opuesta a al Historia del Génesis; sienta, que los primeros hombres salieron del mar. Para esto podía hacerle algo al caso el Marino Holandés, aunque impropiamente se llama Hombre Marino, pues según la Relación, en la tierra nació, y se educó. Y la misma extracción del mar atribuye a los primeros individuos de todas las especies de brutos.

6. Pero graciosamente quiero conceder al Capitán, y Equipaje del Navío, hayan dado la pretendida certificación. ¿Qué comparación puede tener, para el efecto de persuadir una cosa tan extraordinaria, la testificación de la chusma de un Navío Mercantil, agregado a ella su Capitán, con la de los muchos sujetos de muy superior clase, y carácter, que yo he citado en la Historia del hombre de Liérganes? A que se puede añadir, que los sujetos, que yo cité, estaban muy disgregados, y disgregados me informaron; al contrario, los del Navío Holandés, apiñados en un pequeño vaso. Esta es una circunstancia de gran consideración para la comprobación de un hecho, especialmente si tiene algo de extraordinario, porque los cohabitantes en un determinado sitio, donde a todas horas conversan, fácilmente pueden por este, o aquel motivo convenirse en acreditar la patraña, que uno de ellos inventa, y aún el ser la cosa extraordinaria suele servir de excitativo para fingir la cosa, y propagar la mentira. Ni es menester muchas veces más motivo para ello, que darle el nombre de humorada.

7. Creo basta lo dicho para dejar a Vmd. satisfecho sobre la objeción, o reparo, que me propone. Si Vmd. gustare de ver tratado con más extensión el punto, verdaderamente crítico, de que calidad, y cantidad, y qué pruebas son necesarias para hacer creíble cualquiera hecho, según los grados que tenga de verosímil, o inverosímil, de ordinario, o extraordinario, puede para ello recurrir a lo que en orden a esta materia escribí en el Discurso primero del Tomo V del Teatro Crítico, cuyo título es Regla Matemática de la Fe humana. Deseo a Vmd. la más cabal salud, y larga vida. Oviedo, y Octubre 29 de 1758.


{Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, tomo quinto (1760). Texto según la edición de Madrid 1777 (en la Imprenta Real de la Gazeta, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo quinto (nueva impresión), páginas 333-335.}