Filosofía en español 
Filosofía en español

“Hispanofobia” hispanófobo hispanófobos hispanofobismo

Siglo xix

1861 «Pero sí es cierto, contestamos nosotros, que un periódico mejicano, La sombra de Hidalgo, habla en estos términos de los españoles: “¡Malditos!… Es necesario arrojarlos de nuestro suelo… [… ] ¡Malditos! (continúa el periódico hispanófobo). Deben ser arrojados de nuestro suelo para siempre…”» (El Contemporáneo, Madrid, miércoles 10 de abril de 1861, pág. 3.)

«Anúnciase la próxima aparición de una novela original del hispanófobo Sr. Teixeira de Vasconcellos. “La escena de esta obra, dice un periódico portugués, pasa en Coimbra, el más ingenioso y admirable de los incidentes lo traslada a Hamburgo y viene a terminar en la cima de un pico de la Sierra de la Estrella.”» (La Correspondencia de España, Madrid, 31 mayo 1861, pág. 2.)

«Ya nos ha revelado al fin el Sr. Teixeira de Vasconcellos el secreto de algunas faltillas de cortesía que creímos hallar en sus correspondencias. En una carta suya que publica A revoluçao de setembro dice el famoso hispanófobo que hacen muy mal los iberistas españoles en tomar al pie de la letra las frases de cortesía y benevolencia internacional escritas o pronunciadas por los portugueses.» (La Correspondencia de España, Madrid, 2 junio 1861, pág.32.)

1864 «El Siecle, que desde su aparición en el estadio de la prensa política, no habló acaso una sola voz de España sin malevolencia o inexactitud, se ocupa ahora en términos insultantes de la ocupación de las islas Chinchas y bloqueo del Callao por la escuadra española. Estos hechos, cuya causa ignora a buen seguro el periódico atacado de hispanofobia, le mueven a decir que nuestro país se ha puesto decididamente el yelmo de Mambrino, lanzándose a toda suerte de insensatas aventuras.» (“Correo extranjero”, La Corona. Periódico liberal, Barcelona, viernes 3 junio 1864, pág. 2.)

«Algunos pondrán nuestras afirmaciones en duda, otros creerán que estamos tan poseídos de la hispano-fobia, que el espíritu de partido nos lleva hasta la exageración. La exposición de hechos actuales, patentes y que ningún hombre honrado será capaz de negar, echará al suelo esa duda y esa sospecha de exageración. Nuestro lenguaje, ciertamente, no dejará de parecer duro a muchos, pero téngase presente que cuando se trata de los intereses de la Patria, el primer deber de todo buen ciudadano es decir la verdad clara y desnuda: el que no lo hace es un Traidor.» (Un Cubano, “A los Iniciadores del ‘Comité de las Antillas’ en Madrid”, [Julián M. Casamena, New York.] Publicaciones de la Sociedad Democrática de los Amigos de América, número 1, Nueva-York, diciembre de 1864, pág. 15.)

1866 «A pesar de esto, nuestros buques destruyen tres de los suyos en Abtao y en Puerto-Oscuro; ¡tienen los chilenos, según sus propios partes, en ambos encuentros, más de 100 muertos y heridos!... Y sin embargo haciendo lo blanco negro osan enviar a la prensa de Lima y de Londres, únicas que aguantan tanta hispanofobia, partes escandalosamente falsos, y llega su mentira al punto de hacer que el pobre dictador del Perú decrete una medalla de honor a favor de los marinos que hubo en Abtao, haciendo a los vencidos vencedores.» (“El bombardeo de Valparaiso”, El Pensamiento Español, Madrid, lunes 21 mayo 1866, pág. 1.)

«No dudo que nuestros buques habrán tenido averías; las balas de los cañones de los fuertes del Callao no eran de pasta de arroz, y nuestra marina lo sabía; pero espero que Mr. Malespino y sus compañeros de hispanofobia, mordidos seguramente por algún chileno o peruano, no han de tener la satisfacción de ver cumplidos sus deseos, y que esa escuadra batida, destrozada, ha de darles aún algunos malos ratos, mandada por el mismo señor Méndez Nuñez que tantos les ha dado ya.» (La Iberia, Madrid, sábado 9 junio 1866, pág. 2.)

1868 «No es extraño que estas y otras diversas razones influyesen en la reciente invasión de viajeros que han puesto de moda en Inglaterra los libros sobre España, con la particularidad de que ya no sólo nos retratan a la pluma escritores, sino que tenemos la alta honra de ser objeto de predilección de las medias azules, que así llaman a las mujeres que despuntan de literatas. […] Si de las manos de lady Dunbar y de misses Herbert, salimos bien librados con cortas excepciones, como después veremos, tuvimos la desgracia de no congeniar con la señorita Eyre; que es verdaderamente cosa de sentir entre los que nos preciamos de galanes e hidalgos con las doncellas. La descripción y pintura que de nosotros hace, no es así como quiera, resultado de un juicio desfavorable al comparar la civilización de su patria con la nuestra, sino de un odio profundo, implacable; de una especie de manía que pudiéramos llamar hispanofobia, y que culmina y se resuelve en repetir a cada paso que no hay en España un sólo caballero.» (Nicolás Díaz de Benjumea, “Viajeros ingleses en España”, El Museo Universal, Madrid, 19 septiembre 1868, pág. 299.)

1874 «Ciertos patrioteros de mal gusto, que con sus razonamientos i peroratas nos hacen creernos a veces en pleno gobierno de Sambruno, en que era creencia universal que los godos tenían cola, han venido fomentando un exajerado i ya risible espíritu de hispano-fobia; espíritu que, si no tuviera cierto olor a barbarie, tendría a lo menos el inconveniente de ser un anacronismo i de ser un curioso odio a nuestros propios abuelos o quizás padres, odio a la sangre que circula por nuestras venas; porque suponemos que no haya nadie ya en Chile que tome a lo serio aquella inspiración del doctor Vera i Pintado “Con su sangre el altivo araucano / Nos legó por herencia el valor”… Es mui probable que el mismo poeta no hubiera soportado que alguien lo entroncase con una pareja de araucanos. Nuestro horror a España nos ha llevado demasiado lejos. Se nos ha hecho creer desde la niñez que en España no hai nada bueno i que es malo todo lo que es de ella o de ella nos viene. Se nos ha enseñado a aborrecerla i a despreciarla, i tanto, que buen trabajo nos ha costado a algunos reconciliarnos con ella, reconocer lo bueno que tiene i apreciarla en lo que vale. Doctor condecorado con el título de miembro correspondiente de la Academia Española hai en Chile que ha escrito un libro con honores de tratado de literatura destinado al aprendizaje de alumnos que hablan i escriben en castellano. Ese mismo doctor ha sido maestro de literatura; pero lo que ha escrito i lo que ha enseñado será todo menos literatura castellana; antes que eso, es francesa, latina, inglesa, alemana, italiana o lo que se quiera. El correspondiente de la Academia Española o no conoce o desprecia la literatura española, es quizás de los que padecen de hispano-fobia. Puede que mas tarde nos de la gana de exhibir la hoja de servicios i méritos que al tal le han valido la distinción que le ha hecho la Academia Española. Será curiosa. El anti-españolismo de que al comenzar hablábamos, ayudado por la inundación de libros franceses que nos aqueja i por cierto espíritu de novelería, nos ha llevado, en materia de lenguaje, a una gran diverjencia con España i con los demás pueblos de oríjen español. A tal punto hemos llegado, que bien se nos podría preguntar si persistimos en decir que el idioma de Chile es el castellano. Por nuestra parte, ya hemos oído a más de uno, a quien se hacía observaciones sobre lenguaje, responder en definitiva: “No importa; así decimos en chileno.” Pero no creemos que la jente literata e ilustrada esté con ellos.» (Jorje Smith –Santiago, julio 21 de 1874–, “Lijeras observaciones relativas al lenguaje i a la literatura de Chile”, La Estrella de Chile, Santiago, agosto 2 de 1874, pág. 677.)

1879 «Sea como fuere; ya que a voces habló el senador Oroño delante de muchas personas, dando así doble motivo para hacer pasar por secreto a voces las revelaciones que hizo, yo, aunque se enfaden el dicho señor Oroño y el señor Presidente, voy a referir los cargos que el primero de estos señores dirigió al tristemente célebre Sarmiento, aquel insensato hispanófobo que nunca abre la boca más que para insultar groseramente a la nación que descubrió, pobló y civilizó el Nuevo Mundo.» (“Una sesión en el Senado de Buenos Aires”, Don Circunstancias, dirigido por J. M. Villergas, La Habana, domingo 8 junio 1879, pág. 182.)

1885 «Uno de los cánones de la capciosa política británica ha sido siempre contribuir a nuestra impotencia e impedir a toda costa nuestro engrandecimiento: conviene que no olvidemos ni un momento el santo y seña de estos implacables hispanófobos, de estos modernos adoradores de la fe púnica, que tan inicuamente se alzaron con Gibraltar durante nuestra guerra de Sucesión. Así como, en época lejana, Amilcar Barca hizo jurar a su hijo Aníbal, ante los dioses, odio eterno a los romanos; los españoles, descubriéndonos ante el enlutado mapa ibérico, hagamos también jurar a la tierna juventud, que se levanta, noble y perenne repulsión a la codiciosa Inglaterra, mientras no veamos ondear de nuevo la oriflama de la patria sobre los profanados muros de aquel histórico peñón.» (Juan Seguí Rodríguez, “¡Trafalgar!”, El Liberal, diario democrático de Menorca, Mahón, miércoles 21 octubre 1885, págs. 1-2.)

1889 «En un pueblo de la república de Méjico ha sido asesinado D. Federico de la Vega, periodista español muy conocido por su hispanofobia.» (El Día, Madrid, sábado 16 febrero 1889, pág. 3. | El Imparcial, Madrid, sábado 16 febrero 1889, pág. 2)

1891 «Habrá que pensar en todo caso en un nuevo tratado, bien meditado en sus inconvenientes y en sus ventajas. Si nos aplican los franceses la tarifa mínima, por lo menos, o un trato más bajo que esta tarifa habremos de corresponder aplicándole la tarifa especial; en otro caso les daríamos el trato que se mereciera. Y así, Mr. Griffe comprenderá que su hispanofobia se produce a destiempo, por que firme España en su corrección no quiere más que defender sus intereses que no ha de sacrificar a Francia ni a ninguna otra nación, y que más han de perder con tan rabiosa intransigencia sus conciudadanos que nosotros, por los mayores medios de defensa de que podemos disponer en este punto concreto de dar salida a los sobrantes y por las mejores circunstancias en que nos encontramos, desligados de toda clase de compromisos políticos que podrían sernos funestos.» (“El Tratado con Francia”, La Vanguardia, Barcelona, miércoles 30 diciembre 1891, pág. 5.)

1892 «Pero me observarán los americanos hispanófobos que las notas de Colón se refieren al archipiélago de las Bahamas y de las Antillas, mientras los testimonios de la indígena cultura que hubiera dejado atrás la civilización española, se hallan por doquier en los dos continentes, y con especialidad, en la parte de los dos continentes civilizadas por los sendos colosales imperios de aztecas e incas, en el hemisferio boreal aquéllos y éstos en el hemisferio austral.» «Mas habrán los hispanófobos de perdonarme si les digo que todo cuanto leo en sus autores más acreditados como Squier, Nadaillac, Río, Winner, Charnay y respecto de los edificios mayas y toltecas y aztecas y peruanos me recuerda cuanto he leído en mis sabios amigos Layard y Oppert y Maspero tantas veces respecto de los edificios asiáticos.» (Emilio Castelar, “América en el Descubrimiento y en el Centenario”, El Centenario. Revista Ilustrada, Madrid 1892, págs. 112 y 113-114.)

1893 «La nota discordante. Con este título publica Las Novedades de Nueva York lo siguiente: “En medio del concierto de alabanzas que en estos días memorables ha recibido aquí todo lo español, vienen a herir desagradablemente el tímpano las exuberancias inconvenientes de ciertos caballeros durante un banquete anoche celebrado en el Hotel Imperial en obsequio de algunos oficiales del buque de guerra argentino Nueve de Julio. Dábase la fiesta por iniciativa de cierta Sociedad que impropiamente se apellida literaria, ya que no pierden sus miembros, o algunos de ellos, la ocasión de echar públicamente su cuarto a espadas en asuntos de política. Después de todo, podía esperarse que algunas personas significadas por su hispanofobia diesen rienda, en el calor de la improvisación de Moet o Roederer, a la obligada sarta acerca de la ‘tiranía española’, los ‘pueblos tristes’, &c., como si Cuba –que era el país de que se trataba– no tuviese tantas libertades, prosperidad e ilustración bajo España cual el más adelantado de los países. Lo que debe extrañarse es que el cónsul de una nación amiga de España, que debía interpretar mejor sus deberes y recordar lo que le sucedió a su antecesor Martí, se permitiera verter conceptos deprimentes para España, que nada le ha hecho al orador en cuestión y que tiene derecho a esperar más consideraciones por parte de ese funcionario. Si los conceptos que al Sr. Röhl atribuye el Herald son exactos, ha dado motivos sobrados para que su Gobierno le pida explicaciones y le exija para lo futuro la discreción que de él debe esperarse.”» (La Iberia, Madrid, martes 23 mayo 1893, pág. 2.)

1895 «La prueba evidente de que un buen producto mal acondicionado y peor presentado empieza por desmerecer a los ojos del consumidor y acaba por desacreditarse totalmente, la tenemos en el hecho indiscutible de que los mismos artículos que no se venden con el sello de origen español sean muy solicitados con las marcas de otras procedencias. Descartada la hispanofobia, inaplicable a estos asuntos, hay que convenir en que todavía no sabemos hacer valer las riquezas naturales de nuestro suelo, riquezas que otros aprovechan con una habilidad y una astucia que nosotros desconocemos. Que así es, lo prueban los siguientes datos estadísticos: la República Argentina en 1893 importó de Europa 3.417.107 kg. de aceite de oliva, representando un valor de 4.783.660 pesetas, de procedencia en su mayor parte francesa e italiana, pues de España importó solamente 278.764 kg., con el valor de 310.375 pesetas.» (Revista de Geografía Comercial, Madrid, octubre-diciembre 1895, nº 146-48, págs. 284-285.)

1896 «Para el que conozca el modo como aquí se hacen los negocios o business, no es el rumor increíble, ni debe extrañar la actitud de ciertos periódicos en esta cuestión si es cierto lo que de público se dice, esto es, que el director del Sun, cuya hispanofobia tiene carácter rábico, posee un baúl lleno de bonos de la última república trashumante.» (Arturo Cuyas, “Desde Nueva York”, El Imparcial, Madrid, lunes 27 enero 1896 | El Liberal Navarro, Pamplona, miércoles 29 enero 1896, pág. 1.)

«El Senado de los Estados Unidos ha rechazado el dictamen de la comisión mixta relativo al reconocimiento de la beligerancia a los insurrectos cubanos, acordando remitirlo nuevamente a dicha comisión interparlamentaria. No es esto una solución definitivamente favorable a España, pero si un aplazamiento significativo que puede aumentar nuestras esperanzas de arreglo satisfactorio. Decimos aplazamiento significativo, porque revela que, a pesar de los trabajos de los laborantes y de la hispanofobia de algunos senadores, el proyecto no ha podido prosperar por ahora.» (La Dinastía, Barcelona, miércoles 25 marzo 1896.)

«Desacuerdos. Dice una carta que de Buenos Aires publica un colega barcelonés, que La Dolores, aplaudida ópera del maestro Bretón, está haciendo las delicias de los argentinos de buen gusto, y cada representación es un éxito, que si no produce dinero a sus autores, porque la falta de tratado de propiedad literaria impide que se paguen derechos de representación, en cambio les da fama y renombre, que bien lo necesitan los artistas españoles aporreados sin ton ni son por los hispanófobos.» (El Cantábrico, Santander, martes 31 marzo 1896.)

«De el Diario del Comercio: “Las Novedades de Nueva York publica el siguiente relato de un curioso suceso ocurrido en Tampa: ‘Desesperados los hispanófobos –dice– con los sucesivos fracasos de sus ídolos en Cuba, y para consolarse de ellos, maquinaron el medio de derrotar al tirano español allí mismo, y en presencia de las regocijadas masas. Y, al efecto, prepararon una riña de gallos, a los que pusieron por nombre, respectivamente, Weyler y Máximo Gómez.”» (La Lucha, Gerona, miércoles 1 abril 1896, pág. 3.)

«Doscientos cuarenta y cuatro / hijos de la gran república / de los Estados Unidos, / y senadores que nunca / atienden lo que es honrado / […] / de sus codicias inmundas / esos doscientos cuarenta / y cuatro… –Dios los confunda!– / senadores hispanófobos / e hijos de la gran república.» (Felipe Pérez y González, “¡244!”, La realidad. Semanario joco-serio, Palma de Mallorca, 11 abril 1896, pág. 3.)

«El descubrimiento de Oceanía por los portugueses. Apuntes históricos, por Luis Vidart. Este folleto comprende tres partes. En una contiende el Sr. Vidart con el Sr. Luciano Cordeiro, secretario perpetuo de la Sociedad de Geografía de Lisboa, hombre singularísimo por lo furibundo de su hispanofobia, llevada al extremo de negar, no sólo la unidad histórica, sino también la unidad geográfica, de la península. Este Sr. Cordeiro teme al iberismo de tal modo, que le ve hasta en los trabajos históricos del Sr. Vidart, y sólo porque éste quiere probar que los portugueses, al descubrir la India , descubrieron también Oceanía. Pero ni el señor Vidart, ni nosotros, ni nadie , ha de sacar a este señor de sus errores.» (La Ilustración española y americana, Madrid, 15 abril 1896, pág. 232.)

«Por eso fue reconocida por las potencias europeas incluso España, dato que hoy sacan a relucir los senadores hispanófobos sin tener en cuenta la diferencia que existe entre la constitución de la nación española y la formación de la nación americana. […] En 1875 siendo el general Grand presidente de los Estados Unidos, intentóse en el Senado aplicar dicha doctrina en beneficio de los insurrectos cubanos; pero el buen sentido del general Grand fue bastante para hacer fracasar el proyecto de los émulos de Sherman, Morgan, Call y demás senadores hispanófobos.» (Eudaldo Tarruella, “La doctrina de Monroe. II. Su aplicación”, La Lucha, Gerona, sábado 18 abril 1896, pág. 1.)

«¡Por mi gallo! | El diario Las Novedades, / de Nueva York, cuenta un “rasgo” / de esa fiera hispanofobia / que hace en los yankees estragos. // En Tampa, algunos quisieron / proporcionarse un buen rato, / y “dejar vencida” a España / en una riña… de gallos.» (Felipe Pérez y González, “Paréntesis literarios”, La Opinión, Santa Cruz de Tenerife, sábado 25 abril 1896, pág. 1.)

«Por último, completan el libro del monje escorialense los apuntes sintéticos y brillantes que dedica al estudio de la literatura hispanoamericana. Aprecianse allí fácilmente los rumbos y las tendencias que desde la emancipación tomaron las musas de aquellos noveles estados; cómo subió primero encrespada y gigante la ola de odios contra España; cómo el furor de algunos ingenios hispanófobos, al renegar de las tradiciones paternas, les hizo incurrir en ridículas apoteosis de las edades precolombinas; y como pasada la luna de miel de la independencia y del gobierno propios, reaccionó el gusto de los escritores en sentimientos de mayor cordialidad hacia la antigua metrópoli, que si dejó de serlo en el gobierno mantuvo siempre el cetro de su soberanía en la vida intelectual de los emancipados hijos.» (Prudencio Rovira, “El Padre Blanco y su nueva obra de literatura”, La Correspondencia de España, Madrid, domingo 5 julio 1896, pág. 1.)

1897 «La enseñanza en Cuba. La Correspondencia Militar se ocupa nuevamente del hecho ya denunciado por la prensa de que entre los libros de texto usados en Cuba para la juventud escolar haya algunos inspirados en sentimientos antiespañoles. “Ahí tenemos –dice– dándose en las escuelas como texto de lectura los libros de Mantilla y de Guiteras, en los cuales predominan trozos políticos, lectura muy apropiada a los niños, y trozos selectos de autores hispano-americanos, o mejor aún de hispanófobos. En esos trozos se destroza a España, se critica su colonización y se hace la apología de la independencia de los pueblos de América que pertenecieron a su corona.”» (La Rioja, Logroño, martes 23 marzo 1897, pág. 1.)

«Lo de Barroeta. [Santiago Barroeta Schneidnagel] Trata el Heraldo de Madrid como se merece el proceder de un Sr. Barroeta que, después de haberse presentado como intransigente defensor de la causa española en Cuba, está difamando a su patria en los periódicos de Nueva York y en el libelo que ha publicado. Dicho sujeto está procesado por los Tribunales militares, a consecuencia de los fraudes descubiertos en Santa Clara. […] Sobre este asunto leemos en Las Novedades, de Nueva York: “Mas, dejando a un lado la culpabilidad o inocencia de ese señor, quedan escuetos dos hechos: que es un prófugo de la justicia española, y que, según él mismo no trata de ocultar, tiene una inquina irreconciliable al capitán general de Cuba. […] De todas suertes, conste una vez más que esas especies que atacan, no sólo la personalidad del general en jefe en Cuba, sino al ejército todo, son tan monstruosas y absurdas, que no habrá persona de sentido común que las crea. Estábale reservado a un llamado ‘español sin condiciones’ (sí, sin condiciones de español), el venir a este foco de laborantismo y de hispanofobia a propalarlas. Verdad es que nada puede extrañarnos, dados los antecedentes de la accidentada historia de este novelador, harto conocido en Cuba, donde, si desempeñó cargos de cierta importancia, fue sólo para demostrar su capacidad para el mal.”» (La Época, Madrid, jueves 17 junio 1897, págs. 2-3.)

«El asunto Barroeta. Un español llamado Barroeta –que ha desempeñado en Cuba cargos públicos, y que ha huido a los Estados Unidos para eludir las responsabilidades contraídas como defraudador– ha publicado un libelo infame, disparatado y burdo, contra la administración y el ejército de España en la isla. Varios periódicos filibusteros han reproducido trozos de ese folleto. Las Novedades, de Nueva York, juzgando dicho libelo, dice: “Mas dejando a un lado la culpabilidad o inocencia de ese señor […] Tanta es la similitud del romance que hoy criticamos con los de la prensa insurrecta y la que le es afín en este país, que hay periodos enteros que recordamos haber leído en las producciones del Sun, el World y tal cual otro periódico hispanófobo. Diríase que el libelo ha sido redactado en el núm. 56 New Street, de donde se originan casi todas las invenciones contra España. Y ¿quién nos dice que no lo ha sido? […] Estábale reservado a un llamado ‘español sin condiciones’ (sí, sin condiciones de español), el venir a este foco de laborantismo y de hispanofobia a propalarlas.”» (La Unión Católica, Madrid, viernes 18 junio 1897, pág. 2.)

1898 «Nueva York 13. La prensa jingoísta o sanguinaria, como llaman aquí a los periódicos hispanófobos, extreman hoy sus ataques contra España.» (La Correspondencia de España, Madrid, domingo 13 marzo 1898, pág. 3.)

«Masson, uno de los senadores hispanófobos, ha expresado su creencia de que la guerra es inminente, pero que será breve, porque en su sentir los españoles solo pelean allí donde pueden asesinar a mansalva.» (La Opinión, Tarragona, jueves 17 marzo 1898, pág. 3.)

«Un nuevo telegrama de Washington dice que Mr. Snusemann, muy conocido entre los elementos hispanófobos, presentó una proposición a la Cámara pidiendo lo siguiente: Que se otorgue a España un plazo de cuarenta y ocho horas para reconocer la independencia de Cuba.» (Diario del Comercio, Tarragona, miércoles 23 marzo 1898, pág. 3.)

«La indignación verdadera o simulada que en aquellos patriotas hispanófobos ha producido el Memorandum del gobierno español, está de todo punto injustificada.» (Las Provincias, Valencia, domingo 3 abril 1898, pág. 1.)

«Verdad es que como los tales periódicos y los senadores hispanófobos están realizando la inicua labor de lanzar al pueblo norteamericano a una guerra injusta, todo con fines del más inmoral mercantilismo, les conviene engañarlo pintándole la empresa como facilísima de realizar.» (“Engreimiento de los yankees”, El Eco de Navarra, Pamplona, viernes 22 abril 1898, pág. 1.)

«Publicase en esta capital un periódico semanal que ve la luz los domingos y se titula El Momio. Aunque se llama independiente, es cosa sabida que está al servicio y defensa del autonomismo puro, y que refleja el sentir del elemento radical, pero tan radical, que se hace sospechoso a todo buen patriota. Hallase dirigido por la canallocracia de los perdonavidas. Se tira en la imprenta de El País, y es la válvula de escape de la más deletérea hispanofobia. Tiene la avilantez de llamarse festivo, cuando cada columna de tan especial periódico es una picota de honras ajenas y difamaciones. Nada respeta, ni la inviolabilidad del domicilio, ni los sacrosantos dogmas de nuestra religión, ni las órdenes religiosas. Libelo de odios africanos, háse convertido en sentina de todos los rencores y despechos y en vertedero de laborancias. Dicho infamatorio libelo también ha sido multado, y La Unión, con su caridad inagotable, ha abierto una suscripción para El Momio. ¡La Unión, periódico titulado órgano oficial de un partido vejado y calumniado por El Momio, sólo por ser defensor de los sentimientos españoles! La pasión política más exacerbada no es capaz de conducir a mayores obcecaciones, desplantes, y, permítaseme la frase, a tan mayúsculo rebajamiento y mezquina indignidad. Por eso he calificado de contubernio, pero contubernio nefando y generador de tristes consecuencias, la unión de violenta campaña, hecha por incondicionales y puros, contra la situación imperante.» (Manuel Monfort, “Desde Puerto Rico” –San Juan de Puerto Rico 11 de Abril–, La Unión Católica, Madrid, jueves 28 abril 1898, pág. 3.)

«A mi llegada a New York, el senador Morgan, cuya hispanofobia revistió siempre un carácter de verdadera obsesión, me dijo: estamos segurísimos de que el Gabinete de Madrid no se decidirá nunca a reconocer voluntariamente la independencia de la isla, como no le obligue a ello la fuerza de nuestras armas. No habrá por lo tanto más remedio que ir a la guerra.» (Juan Buscón, “Busca, buscando”, La Vanguardia, Barcelona, viernes 6 mayo 1898, pág. 1.)

«A mi llegada a Nueva York, el senador Morgan, cuya hispanofobia revistió siempre un carácter de verdadera obsesión, me dijo: estamos segurísimos de que el gabinete de Madrid no se decidirá nunca a reconocer voluntariamente la independencia de la isla, como no le obligue a ello la fuerza de nuestras armas. No habrá, por lo tanto, más remedio que ir a la guerra.» (“Antecedentes sobre la guerra con los Estados Unidos”, Diario de Córdoba, jueves 12 mayo 1898, pág. 1.)

«En las grandes ciudades del Norte de América abundan los profesores franceses de música, pintura, baile, equitación, esgrima. A todos ellos se les obliga a hacer profesión de hispanofobia: condición sine qua non para conservar sus discípulos.» (Juan Buscón, “Busca, buscando”, La Vanguardia, Barcelona, jueves 12 mayo 1898, pág. 1.)

«Corre parejas con esos papeles norteamericanos, el periódico londinense Daily Chronicle, que siempre se ha distinguido por su hispanofobia, y hoy dice con la mayor frescura que los voluntarios de Cuba aprovecharán la primera ocasión para desertar, como lo han hecho los soldados indígenas de Filipinas.» (Reyer, “Los infundios del Herald, el Daily Chronicle y compañía”, La Correspondencia de España, Madrid, miércoles 22 junio 1898, pág. 3.)

1899 «(4) La historia del hispanofobismo en Francia ha sido expuesta en gran parte por Morel-Fatio en su citado libro. Arranca del siglo XV, procediendo de la rivalidad política de ambas naciones, y de Francia se transmitió a Alemania (V. la nota crítica citada de Farinelli en mi Revista crítica, pág. 3). En el siglo XVII alcanzó un gran desarrollo, merced a la publicación de algunos libros de polémica que señalan un episodio interesante de la lucha por la preponderancia política en Europa. Al grupo de estos libros pertenecen, como hispanófobos, el de Bessiano Arroyo, el de Jacobo Cassano, el anónimo de las Vindiciae gallicae y otros anteriores, y como hispanófilos el Marte francés de Alejandro Patricio Armacano, el de Andrés Hoyo, el del Arcediano de Amberes Francisco Zypeo (Amberes, 1640), el de Juan Jacobo Chiflecio (Bruselas, 1645), y el curiosísimo Árbitro entre el Marte francés y las Vindicias gálicas, respuesta por la Verdad, por la Patria y por los Reyes, que publicó en Pamplona, en 1646, Hernando de Ayora Valmisoto. El interés principal del Árbitro estriba en que resume con bastantes datos las polémicas anteriores y que pone claramente de relieve los motivos de la hispanofobia francesa y el origen de muchas de las leyendas que maliciosamente se esparcían contra España.» «La hispanofobia arreció en el último tercio del siglo XVIII. Tuvo su representación en Francia con la Histoire philosophique, de Raynal (3), el Viaje de Fígaro, del falso Marqués de Langle (4), y el artículo de Masson publicado en la Enciclopedia metódica (5) en respuesta a los siguientes epígrafes: “¿Qué se debe a España? ¿Qué ha hecho en favor de Europa en dos, en cuatro ni en diez siglos?”, artículo copiado en gran parte de De Limiers…» (Rafael Altamira, “Psicología del pueblo español”, La España Moderna, Madrid, marzo 1899, nº 123, pág. 27, nota 4; pág. 28.)

gbs