Filosofía en español 
Filosofía en español

“Españolista” “Antiespañolista”

Pese a la inmutable y aséptica definición que desde 1936 ofrece la rae del adjetivo españolista («dado o afecto al españolismo»), dicho vocablo ha adquirido diversos sentidos según las circunstancias en que ha sido empleado desde sus primeros usos, uno de los cuales sea acaso el que se le dio en el contexto del naciente México del primer tercio del siglo XIX. Es ahí donde hemos hallado su primer empleo, en unas cartas que aluden a las oscuras maniobras del ministro norteamericano y destacado miembro de la masonería, Joel Roberts Poinsett. Este plenipotenciario norteamericano fue una figura clave en el proceso de anexión de Tejas a los Estados Unidos de América, realizado, en principio, gracias a la presión ejercida sobre ese territorio mexicano por parte del creciente número de colonos y contrabandistas norteamericanos. Poinsett, difundió la especie según la cual, desde España, después del fracaso de Tampico, se preparaba otra ofensiva para atacar a la nación mexicana, territorio que en el propio documento los gobernantes mexicanos denominan «la América española». Las acciones de Poinsett iban encaminadas a desligar totalmente las nuevas repúblicas americanas, mediante su unión en una Federación Americana liderada por su país, de las naciones europeas. El ministro yanqui, entusiasmado por las doctrinas de Monroe, pretendía que tal Federación fuera liderada por los Estados Unidos del Norte de América, visionario propósito para el que la caída de Lucas Alamán supuso la eliminación de un firme obstáculo. Sus deseos, empero, nunca llegaron a cumplirse, debiendo regresar a los Estados Unidos el 3 de enero de 1930 tras cinco años en los cuales cabe destacar la constitución, en México y en torno a su figura, de una red de logias yorkinas.

1830 «No es posible, dicen esplicarse con mas amargura ni con mayor desprecio de los mexicanos, que lo ha hecho aquí Mr. Poinsset (sic): no puede ocultar sus deseos de venganza, su desprecio por el gobierno, que califica de monarquista, de españolista; y sus anuncios de terribles convulsiones han dado aquí de esa república una idea muy desventajosa» (EE., Registro Oficial del Gobierno de los Estados-Unidos Mexicanos. Año 1º. Jueves 4 de marzo de 1830. Núm. 43, Imprenta del Águila. México.)

En 1832, el término «españolista» continúa girando en torno a los procesos de independencia de las naciones hispanas. Manuel Montúfar Alfaro (1809-1857) lo emplea para dar cuenta de cómo Guatemala, aun continuando fiel a España, estaba obligada a tomar el mismo camino que el resto de territorios hispanos, el de la emancipación. Máxime siendo limítrofe con el México que acababa de redactar el Plan de Iguala (1821) al que finalmente se adhirió la antigua capitanía guatemalteca, de la mano de Gabino Gaínza y por medio de votaciones locales, hasta la caída de Iturbide en 1823.

1832 «Gainza no tomó medidas para preservar el reino de una insurrección: tenía recursos y podía contar con todos los jefes de las provincias, tanto como con el partido españolista, a cuya cabeza estaba Valle; pero cierto de que era imposible que Guatemala se conservase bajo la dependencia española siendo Méjico independiente, no oponía sino débiles diques al torrente de la opinión: se manifestaba como un agente de España, disputaba los derechos de los americanos a la independencia; pero sus relaciones más íntimas eran con los independientes, y no tomaba medidas para contrariar sus proyectos.» ([Manuel Montúfar], Memorias para la historia de la revolución de Centro-América, por un guatemalteco, Jalapa 1832, pág. 4.)

A la pluma del militar y político liberal colombiano José Hilario López Valdés (1798-1869), debemos un nuevo uso del término, incluido en el primer tomo de sus Memorias. Su empleo se produce al aludir al clérigo que se ocupó de él durante la jornada previa a la ejecución de su condena a muerte, decretada por las tropas realistas. Librado de este trance sufrido a la edad de 18, su perdón le procuró la ocasión de participar en decisivos episodios de la independencia de la Nueva Granada que llegaría a presidir, iniciando con su mandato, profundas reformas de desigual resultado.

1857 «Mi director espiritual, que era españolista, pero moderado, me dijo: esto es verdad; pero los que son enterrados en las iglesias gozan de muchas indulgencias que pueden servirle a usted de sufragios para su alma.» (José Hilario López, Memorias del general José Hilario López, antiguo presidente de la Nueva Granada, escritas por él mismo, París 1857, tomo I, pág. 58.)

Tras estas referencias americanas, las siguientes referencias halladas, nos llevan a España, a una España que está a punto de perder los últimos restos del Imperio, para comenzar a sufrir diversos conflictos políticos internos que arrancan a finales del XIX. El término «españolista» toma nuevos sentidos ligados a movimientos secesionistas de las provincias de ultramar… y del interior del propio territorio peninsular. Antes de la emancipación de las islas de las Antillas y de Filipinas, en relación con estas últimas, encontramos una utilización referida a lo sucedido en la colonia denominada Barcelona. En una noticia de La Época se da cuenta de unos documentos incautados durante un registro, de los que se dice:

1889 «Puedo añadir que todos los folletos han sido enviados y proceden de Filipinas. Tres de ellos tienen autorización eclesiástica y van contra la masonería; otros tres son contestaciones, y hay uno, escrito en verso tágalo, que es en extremo españolista, de igual modo que los demás folletos» («Ecos del Día». La Época, Madrid, domingo 15 de diciembre de 1889, pág. 1.)

A partir de 1894, «españolista» se ciñe sobre todo a la política española peninsular, y sirve para designar a aquellos que se oponen a los pujantes movimientos secesionistas que comienzan a operar en las provincias vascongadas y en Cataluña. En las primeras, cobra gran vigor el llamado bizkairratismo, ideología reaccionaria y de fuertes contenidos racialistas a cuya cabeza se situará, tras su adoctrinamiento en tierras catalanas, Sabino Arana, fundador del PNV y creador de toda una cosmogonía vasca que, impregnada de un fuerte contenido católico, prestó gran atención al vascuence –al que se le dotó de una ortografía contradistinta a la española–, abarca aspectos de todo tipo, entre los que se incluye la bandera del partido que ahora preside las instituciones políticas vascas. A las acciones de los bizkaitarras se opusieron diversos grupos, fundados en torno a principios opuestos a los sectarios de Arana, quien los clasifica de este modo:

1894 «Pero esperad cuatro días y veréis a los socialistas celebrar, si tienen humor, la ridícula fiesta obrera del 1.° de mayo, y al día siguiente los españolistas liberales atronarán vuestros oídos con músicas y cohetes y repiques y cañonazos, para recordaros el 2 de mayo de 1874, en que se levantó el sitio carlista de Bilbao, y los españolistas católicos en memoria de 1808, en que Madrid quedó libre de los franceses. Del socialismo ¿qué vamos a hablar? Predicado por tres o cuatro maketos, hijos de un pais que no ha conocido jamás ni libertad, ni igualdad, ni fraternidad, ni equilibrio económico, y siendo en si considerado un sistema radicalmente opuesto a nuestras antiguas y sabias leyes, no ha encontrado eco en Bizkaya, y no es cosa de darle una importancia de que carece.» (Sabino Arana Goiri, «Glorias y fiestas bastardas», Bizkaitarra, núm. 9, extraordinario, viernes 27 abril 1894.)

1895 «El 2 de Febrero se estrenó la zarzuela del Sr. Azkue intitulada Vizcay’tik Bizkai’ra, obra netamente bizkaina. Su resonancia fue grande. El espíritu bizkaino se agitó en el seno de los partidos españolistas.» «La parte sana del carlismo en Bizkaya, el pueblo que está afiliado a ese partido españolista, va poco a poco comprendiendo su error y conociendo a su Patria.» («Ir por lana y salir trasquilado», Bizkaitarra, nº 23, Bilbao 24 de marzo de 1895.)

«Art. 60. La aptitud para pertenecer a la Sociedad, se determina por las condiciones siguientes: 1º. Profesar la doctrina política explanada en el capítulo II, con exclusión de toda otra que sea anticatólica, españolista ó personal. Son políticas anticatólicas todas las liberales: la anarquista, la socialista, la republicana en todas sus formas y la monárquica en sus distintos grados; el liberalismo radical, el moderado y el catolicismo liberal. Las políticas españolistas actuales son todas las liberales y, además las siguientes: la carlista o tradicionalista monárquica, la integrista o tradicionalista católica, la euskolerriaca o regionalista moderna exclusivista, la regionalista moderna ecléctica, la unionista católica unitarista y la unionista-católica regionalista.» («Los del bizkaitarra. El euskaldun batzokija», La Época, Madrid, martes 24 septiembre 1895, pág. 1.)

El mismo año en el que su autor se suicida en las gélidas aguas del finlandés río Dvina, aparece el término en la novela de Ángel Ganivet, Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (Sucesores de Rivadeneyra, Madrid 1898):

«Pío Cid gravemente. —Jaime ha empezado muy pronto a estudiar idiomas, y el que menos conoce es el suyo propio; lo habla como un extranjero.
—Dicen que esta es la mejor edad para estudiarlos…
—Sí, es la mejor, a condición de que al estudiar los idiomas extranjeros no se olvide el propio, y de que con las palabras extranjeras no entre también el espíritu extranjero.
—Usted es españolista rígido por lo que se ve.
—Soy español nada más, y no me asusto de que abramos las puertas de par en par a todas las ideas, vengan de donde vengan. Lo que no me parece bien es que perdamos nuestra personalidad y seamos imitadores serviles…»

Movimientos paralelos a los del País Vasco se desplegaban en Cataluña al finalizar el siglo XIX. Al españolismo oponen un catalanismo que, en principio, no sería secesionista. Sin embargo, las tesis racistas están presentes en el discurso del catalanismo, que encuentra en el río Ebro una barrera natural entre arios y semíticos. En el origen de la efervescencia catalanista, se sitúan los postulados y objetivos recogidos en las Bases para la Constitución Regional Catalana, conocidas como Bases de Manresa, documento que se puede considerar fundacional del nacionalismo catalán cuya aprobación se produce los días 27 y 28 de marzo de 1892. Inspiradas por Prat de la Riba apostaban por una España monárquica y federalista. Se proponía un poder judicial propio y la proclamación del catalán como única lengua oficial de Cataluña, de obligado conocimiento para quienes optaran a ejercer la función pública en tal región.

Arturo Campión, con firma en Pamplona el 5 de Mayo de 1899, lo emplea en La regeneración y la verdad, inserto en el libro de Emilia Pardo Bazán La España de ayer y la de hoy:

1899 «El segundo es la exacerbación del sentimiento del propio valer; la apoteosis del orgullo españolista; la popularización del convencimiento de que es el pueblo español el más valeroso y heroico de la tierra, e invencible, por tanto, en las guerras defensivas.» (La España de ayer y la de hoy, Imprenta de Agustín Avrial, Madrid, páginas 13-30.)

«El grupo españolista se dirigió a la redacción del Noticiero, apedreado el otro día por los catalanistas, vitorearon al periódico y al propietario de dicho periódico y director de esta Agencia, felicitándole por su campaña y excitándole para que siga en ella.» (El Lábaro: diario independiente, Año III, número 767, Salamanca 17 de octubre de 1899.)

1900 «El meeting empieza a las tres y media de la tarde, bajo la presidencia del Sr. Reuyé. El presidente, después de felicitar a los diputados catalanes, dice que no se declara españolista, porque vivirá y morirá catalanista, lo cual no es ser separatista ni anexionista. Pide autoridades dignas del pueblo catalán. Después cede la presidencia al Sr. Folguera, presidente de la Unión catalanista. Este señor se felicita de la solemnidad que reviste el meeting. El Sr. Mallofre, director de la Nació Catalana, ataca duramente a los diputados enemigos de Cataluña. Pide que Cataluña sea sólo para los catalanes. Mencheta, por teléfono.» («El “meeting” de Lérida», El País, Madrid, lunes 19 de febrero de 1900, pág. 1.)

También emplea el término el poeta Juan Maragall, en una recensión de El alma castellana, de Azorín:

«Aquí hay algo vivo gobernado por algo muerto, porque lo muerto pesa más que lo vivo y va arrastrándolo en su caída a la tumba. Y siendo ésta la España actual, ¿quién puede ser españolista de esta España, los vivos o los muertos?» (31 de julio de 1900.)

Con menor beligerancia, el término «españolista» es también empleado en contextos menos políticos:

1901 «El Sr. Menéndez Pelayo fué cegado en este punto por su fervor españolista. En Heterodoxos, tomo II, resuelve que Báñez creó la premonición para oponerse a Molina.» (Fr. Luis G. Alonso Getino, «Indagaciones críticas para la historia de la Teología», Revista Ibero-Americana de Ciencias Eclesiásticas, Madrid 1901, Tomo II, pág. 563, nota.)

José Domingo Corbató, El españolismo de Aparisi Guijarro (Discurso pronunciado en París el 24 de Marzo de 1900 en el Salón de la Sociedad Agriculteurs de France por José Domingo Corbató), Tip. Moderna, Valencia [1901], 60 págs.

1902 «El Universo hace notar la reacción católica y españolista que se observa en Cuba.» (S., «Revista de periódicos», Revista Ibero-Americana de Ciencias Eclesiásticas, Madrid, abril de 1902, tomo suplementario del III, pág. 30.)

En junio de 1902 Sabino Arana, desde prisión, propone, en un artículo titulado publicado sin firma en el semanario nacionalista La Patria, –que tras su cierre en 1903 se transformará en Patria–, un giro en la política nacionalista vasca, cuyo objetivo será la búsqueda del mayor nivel de autonomía posible dentro del llamado «Estado español». Se trata del controvertido «giro españolista» de Sabino Arana. En una carta escrita el lunes 23 de junio y dirigida a su hermano Luis, le lanza la siguiente exhortación: «…hay que hacerse españolistas.» Poco después, en una entrevista, responderá a la pregunta: «¿Es exacto que el actual partido nacionalista acataría la legalidad, tomando la forma de un partido vasco, y en qué momento y en qué acto realizaría ese pensamiento?», en los siguientes términos:

«Hasta ahora, también el partido nacionalista ha acatado prácticamente en todos sus actos la legalidad española. Trocándose de nacionalista en españolista, la acataría y reconocería aun en su fin.» «Nada conseguiríamos: ni apareceríamos ante el pueblo lo bastante nacionalistas para poder hacer propaganda de nuestras ideas, ni ante la autoridad española lo bastante españolistas para evitar sus golpes. El pueblo no nos creería ni comprendería, porque nos oiría privadamente una cosa, y en público la contraria; el gobierno sabría, por su parte, que éramos los mismos de antes con diferente nombre.» («Nuestro voto», La Patria, nº 36, lunes 29 de junio de 1902.)

Sin embargo, en una carta de fecha 25 de junio que Arana escribe a La Patria, matiza su evolución españolista como mero subterfugio de supervivencia para el PNV:

«Pero ni españolista ó partidario de la unidad del estado español, comprendiéndose en él al pueblo vasco, me he declarado ante nadie, ni pienso por ahora hacerlo más después: antes al contrario, como habrá visto quien lea bien, en mis declaraciones publicadas por la prensa, tengo el propósito, si llega a realizarse la reforma doctrinal del partido nacionalista, de no ingresar en el nuevo.» («Comunicado», La Patria, nº 36, lunes 29 de junio de 1902.)

«Por tanto, según el pensamiento de referencia, el partido vasco nacionalista dejaría de serlo, para transformarse en vasco españolista. De aquí cómo habría renunciado a su fin, para aspirar a otro sustancialmente diverso. Sólo el sujeto, el conjunto de personas que constituyen el partido, permanecería; el objeto, la idea política, habría sido reemplazada por otra de naturaleza opuesta: porque vasco nacionalista y vasco españolista no se puede ser a un tiempo».(«Aclaraciones», La Patria, lunes 6 de julio de 1902. Carta escrita el día 4 de julio de 1902.)

A principios de agosto de 1902 el artículo «El Nuevo Partido» busca adhesiones para un partido vasco españolista. Aunque no está firmado, se supone que fue escrito por Eduardo de Arriaga. La intención de fundar la Liga de Vascos Españolistas parece ya madura en el otoño::

«…acudan todos a alistarse en las filas de este partido, nuevo por su existencia, pero mucho más antiguo por su origen histórico-político que cuantos partidos españolistas han seguido hasta ahora los vascos; acudan todos a prestar con decisión y fe su concurso a esta magna empresa de levantar de su postración a la nación vasca, dentro del estado español, ya que sea forzoso desistir de resucitar de su muerte a los estados vascos.» («El nuevo Partido. Adhesión. Programa. Organización. Plan de ordenación. La asamblea», La Patria, nº 53, lunes 26 de octubre de 1902.)

De estos trascendentales asuntos, se hará eco la prensa nacional:

«El nuevo partido vasco-españolista, próximo a nacer del vasco-nacionalista, reconocerá la unidad política del Estado español y la Constitución española. Podrán pertenecer al nuevo partido monárquicos y republicanos, y «afirmará los derechos españolistas, renunciando a la personalidad política del pueblo vasco.» («Informaciones», La Época, Madrid, martes 16 de diciembre de 1902, pág. 2.)

«El nuevo partido vasco-españolista, próximo a nacer del vasco-nacionalista, reconocerá la unidad política del Estado español y la Constitución española. Podrán pertenecer al nuevo partido monárquicos y republicanos, y «afirmará los derechos españolistas, renunciando a la personalidad política del pueblo vasco.» («Partido Vasco Españolista», por teléfono, El Liberal, Madrid, martes 16 de diciembre de 1902, pág. 2.)

«Sábese que en Bilbao están muy adelantados los trabajos para la constitución del partido vasco españolista. De él podrán formar parte monárquicos y republicanos. Se admite la unidad política de la Patria y la Constitución vigente. La gente política de esta Corte comenta favorablemente la constitución de dicho partido.» («Nuevo partido», La Dinastía, Barcelona, miércoles 17 de diciembre de 1902, pág. 2.)

Sobre este giro, tratará en extenso Felipe de Zabala, en artículos como «De actualidad, El Nuevo Partido Vasco-Españolista», (El Nervión, 8 de diciembre de 1902) y otras importantes personalidades del nacionalismo vasco como José de Arrindiaga, Joala, quien se preguntaba si Arana se había vuelto loco en carta dirigida en 1903 a Engracio de Aranzadi, publicada después en el periódico Euzkadi el 23 de julio de 1922. El proyecto, sin embargo, perdería vigor, y hoy se explica, desde las posiciones peneuvistas como una simple maniobra realizada por causa del debilitado estado en que se encontraba el partido de Euskadi y las Leyes Viejas.

A veces el españolismo se identificará con la causa monárquica, acaso por la alianza política que se estableció entre catalanismo y republicanismo, con el objetivo de eliminar dicha institución, como paso previo a alcanzar ulteriores objetivos políticos.

1904 «El Sr. Roig y Bergadá ha dicho: «El recibimiento dispensado al Rey ha sido grande, entusiasta, y representa la reincorporación moral de Cataluña al sentir de la Patria entera. La recepción ha sido, sobre todo y ante todo, una fiesta españolista. Barcelona ha aprovechado la ocasión para protestar contra el influjo que han ejercido catalanistas y republicanos, que no se ha traducido en buenas medidas administrativas en el Municipio.» («Opiniones sobre el viaje». La Época, Madrid, viernes 8 de abril de 1904, pág. 2.)

José de Arriandiaga y Larrinaga, Respuesta a un Españolista, Talleres Tip. de la Casa editorial J. de Elizalde, 1904, 146 págs.

«El autor de los folletos es el médico de Mundaca D. José Orandiaga, que firma con el pseudónimo de Ioals. El título del folleto es A un españolista. El Juzgado trasladóse a Mundacas y procedió a la detención de Orandiaga, que ingresó anoche en la cárcel de Larrinaga.» («Los “bizkaitarras”. Folleto antipatriótico» La Época, Madrid, viernes 18 de noviembre de 1904, pág. 2.)

«Precisamente lo contrario es lo cierto! porque si no se comprende que sea un buen españolista quien no ame a su religión, a su provincia, a su pueblo, hasta a su calle, no se comprende tampoco que el buen regionalista, que el verdadero descentralizador, el autonomista entusiasta, sea enemigo de España y busque su ruina y su aniquilamiento.» (Benigno, «Liberalismo y separatismo», El Siglo Futuro. Diario católico, Madrid, sábado 8 de diciembre de 1904, pág. 1.)

En 1905 ya conviven los términos «españolista» y «antiespañolista». Su uso se debe al médico y senador vitalicio Ángel Pulido. El filosefardí da cuenta de los enfrentamientos internos que vive esta comunidad en torno a sus relaciones con España (que el doctor había de fortalecer en 1910, bajo el patronato de Alfonso XIII, con la Unión-Hispano-Hebrea):

1905 «Estando ya declarada la guerra y hechos los primeros disparos, los dos partidos se habían formado, los dos tan convencidos como porfiados: Los españolistas y los antiespañolistas.» (Ángel Pulido Fernández, Españoles sin Patria y la raza sefardí, Establecimiento Tipográfico de E. Teodoro, Amparo, 102, y Ronda de Valencia, 8. Madrid))

«…bien que para cervanto jilear un rato y epatar a cualquier cotarro cafetil antiespañolista basta y sobra con traer a cuento a Amádis de Gaula y Pérsiles y Segismundo (histórico), gritará que huelga todo lo que no sea cervantismo puro, sin mezcla del algodón que los pobretes que no vamos para genios buscamos y solemos hallar entre el polvo de los archivos.» (Edición crítica por Francisco Rodríguez Marín de Rinconete y Cortadillo, novela de Miguel de Cervantes Saavedra. Obra honrada con el premio, en certamen público extraordinario, por votación unánime de la Real Academia Española é impresa á sus expensas. Tipografía de Francisco de P. Díaz, Sevilla, 1905).

Eugenio Sellés Dasí & Antonio García Pérez, Hojas sueltas de un Catecismo Españolista, Viuda e hijos de J. Peláez, 1905, 47 págs.

1906 «Sin más, aprovecha esta ocasión para ofrecerse de usted atento y seguro servidor, este españolista que le admira.» (Carlos de Xérica y Egaña, en «Cartas», al Sr. D. Ramon Nocedal, con membrete: Zarauz 7 de enero de 1906, El Siglo Futuro. Diario católico, Madrid, jueves 11 de enero de 1906, pág. 1.)

«Preciso es deslindar campos y purificar las ideas: si el regionalismo ha de ser en lo sucesivo una fuerza positiva, ha de convertirse en aspiración nacional, ha de purificarse de errores históricos, ha de ser españolista, librándose del carácter exclusivo, local, que lo reduce a fuerza meramente negativa.» («El regionalismo republicano», El País. Madrid, viernes 9 de febrero de 1906, pág. 1.)

1907 «Manifestó que las Cortes se componían de una sola cámara; que los diputados tenían carácter nacional, respondiendo a la tendencia españolista de que se ha hablado en anteriores lecciones; que debían prestar juramento, y se rodeaban de garantías contra el Rey, ya haciendo que éste tuviese que contar con las Cortes, ya impidiendo que pudiera ejercer presión sobre aquéllos; que las Cortes…» (J. B. «Ateneo. Historia contemporánea». La Época, Madrid, lunes 8 de abril de 1907, pág. 5.)

«La Rambla está llena de grupos en los que se comenta vivamente el resultado de las elecciones. Entre los antisolidarios hay mucha agitación. He oído de muchos monárquicos lamentarse de la situación a que se han visto hoy. Si se adherían a la tendencia francamente españolista, tenían que votar a los antisolidarios republicanos; si se inclinaran a la solidaridad, favorecían al famoso conglomerado, contrario también a la actual monarquía…» («En Barcelona». El Imparcial, Madrid, lunes 22 de abril de 1907, pág. 2.)

«Hoy ha sido obsequiado con un banquete el nuevo presidente de la Diputación de Vizcaya, D. Luis Salazar, por distinguidas personalidades, que querían demostrarle su estimación por la simpática nota españolista que dio en su discurso al tomar posesión del cargo. Entre los comensales había bastantes jefes del ejército» (Tuero. «El nuevo presidente». El Imparcial, Madrid, sábado 27 de abril de 1907, pág. 1.)

«Los separatistas de la solidaridad protestaron ayer, al inaugurarse la Exposición de Bellas Artes, porque en la Memoria leída había frases de sabor españolista. Se dice que la Memoria será, por tal motivo, desaprobada por la comisión organizadora de la Exposición.» («Lo de la exposición de Bellas Artes». El Imparcial, Madrid, lunes 29 de abril de 1907, pág. 1.)

«Los separatistas de la Solidaridad, protestaron ayer al inaugurarse la Exposición de Bellas Artes de Barcelona, porque en la Memoria leída había frases de sabor españolista. Se dice que la Memoria será, por tal motivo, desaprobada por la comisión organizadora de la Exposición. Parécenos que este caso está pidiendo a voces la aplicación de la ley de Jurisdicciones, tan odiada por muchos, y que, si de algo peca, es de excesivamente blanda con los repugnantes enemigos de la Patria.» («La Solidaridad». La Correspondencia Militar, Madrid, lunes 29 de abril de 1907, pág. 1.)

«Asegúrase que se practican con buen resultado gestiones para que se dé la nota españolista en los Juegos florales que se celebrarán el próximo domingo.» («Desde Barcelona». El Heraldo de Madrid, Madrid, miércoles 8 de mayo de 1907, pág. 1.)

«Con motivo de la coronación de la Virgen de la Misericordia, el Ayuntamiento de Canet de Mar, antisolidario, españolista, organizó para el 10 del actual una función religiosa, cuya presidencia había ofrecido al Rey, y en la que habían de tomar parte numerosos elementos separatistas que proyectaban dar al acto una significación y un alcance que en modo alguno eran los que le correspondían.» («Separatistas chasqueados». La Correspondencia Militar, Madrid, jueves 21 de noviembre de 1907, pág. 1.)

1908 «…acudamos a los Sres. Prat de la Riva y Cambó, alma de la solidaridad. El primero, hace algún tiempo, declaraba que no era, por ahora, separatista, porque lo impedían las conveniencias, pero no era españolista.» («Basta de hipocresías». El Imparcial, Madrid, martes 14 de enero de 1908, pág. 1.)

«En algún novelucho del profesor Mock, en cambio, un gallardo joven flamenco que se enamora de una señorita españolista, y esta media vuelta a la izquierda es lo mismo que la media vuelta a la derecha, sólo que es todo lo contrario.».(Marcial. «Los segadores, comedia dramática en tres actos, original de D. Luis Armiñán». El Siglo Futuro. Madrid, jueves 30 de enero de 1908, pág. 2.)

«Hechos y ¡palabras repercuten en el corazón y en el entendimiento de este fervoroso españolista, natural, bueno es recordarlo, de Cataluña.» (R. C. «Carlos Malagarriga. Prosa muerta», El País. Madrid, sábado 7 de marzo de 1908, pág. 1.)

«Son los mismos diarios del desastre colonial; del ataque sistemático anticatalán; del derrotado leurroxismo, considerado como símbolo españolista; de la apología del Gobierno liberal, manifiesto enemigo de Cataluña, y de cien equivocaciones y caídas que aumenta por días la ridiculez de sus informaciones equivocadas y de sus infundados juicios.» («El viaje del Rey a Barcelona. El fracaso de una campaña periodística». La Época, Madrid, lunes 13 de marzo de 1908, pág. 2.)

«Llega a nosotros La Voz de España del 5 de marzo, y en este número se ratifica cuanto dijo el españolista colega.» («Nuestros cónsules», El País. Madrid, sábado 18 de abril de 1908, pág. 1.)

«No cupieron en el cerebro del sabio catedrático del Instituto barcelonés D. Hermenegildo Ginés de los Ríos, al desempeñar la primera tenencia de Alcaldía, esas estrecheces de criterio, esas particularistas reformas. Su espíritu fué siempre amplio, generoso, genuinamente españolista, al par que eminentemente catalán.» (Juan Caballero, «El presupuesto de cultura». El Día. Madrid, viernes 31 de julio de 1908, pág. 2)

1909 «Nótese con qué persistencia registra un día y otro día todas las manifestaciones, aún las más tímidas, aquellas más tenues, de este resurgimiento españolista de Galicia, de Valencia, de Extremadura, de la propia Castilla, y con qué fraternal cariño, hace suyo y convierte –perdóneseme este rasgo de orgullo- en propia substancia este patriótico aliento, este clamor de vida que va doquiera creciendo y difundiéndose.» (B. Santos Vall, «Ecos de Cataluña», Cap. IV «Política de expansión», Nuestro Tiempo, Madrid, enero-marzo de 1909, pág. 70.)

«La actitud del Sr. Sol y Ortega y sus declaraciones, han satisfecho a toda la opinión verdaderamente liberal y genuinamente españolista.» («En campaña. Las declaraciones de Sol y Ortega», El País, Madrid, domingo 17 de enero de 1909, pág. 1.)

«El semanario carlista Tradición Vasca arremete hoy contra los bizkaitarras por la campaña de éstos contra el franciscano Baestel, que en sus sermones de la villa de Lequeitio da la nota españolista.» (El corresponsal, El Heraldo de Madrid, Madrid, domingo 4 de abril de 1909, pág. 4.)

«Nos es simpático el Sr. Cano. No es neo, antes ha fustigado virulentamente y ha «asaeteado» a los «Justos» de esa calaña. Es liberal. Es hombre de nobles sentimientos: ama la patria, es fervoroso españolista, ama a los pobres, a los caídos, a los derrotados, a los náufragos de la sociedad…» (R. «“La Pasionaria” en la academia», El País, Madrid, lunes 12 abril 1909, pág. 1.)

«Faltaba darle otra orientación, y al fin surgió, de quien debía surgir, de elementos neutros, para no despertar recelos que desplegaron la bandera sin más colores que los de Valencia españolista. Cobijándonos a todos y fundiéndonos en un ideal común de paz y progreso.» (J. Fillol Sanz, «”Carnet” de exposición. Que conste», El Heraldo de Madrid, Madrid, lunes 31 mayo 1909, pág. 1.)

En 1910 encontramos un sentido más amplio del término «españolista». Este vendrá dado por referirse a la cultura hispana. El contexto será el ciclo que el Ateneo de París dedicará a lo hispano. Por esta institución francesa desfilaron los más brillantes literatos españoles e hispanoamericanos del momento, así como representantes de otras disciplinas artísticas:

1910 «Acción españolista» (La Correspondencia Militar, Madrid, jueves 24 de febrero de 2010, pág. 3.)

La defensa del españolismo se escoró a menudo hacia la esfera cultural, mediante la exaltación de personajes históricos. Tal es el caso de un certamen literario celebrado en septiembre de ese mismo año en Tarragona. El concurso homenajeaba a Jaime El Conquistador, proclamándose vencedor el poeta mallorquín D. Lorenzo Ribé Campuis, cuya obra era españolista, en contraposición con las iniciativas catalanistas que se situaban en el origen de tal certamen. En un sentido parecido encontramos a Miguel S. Oliver, quien exalta el españolismo de Antonio Capmany:

«Al mismo tiempo fué españolista furioso y mereció el sobrenombre de «dictador del idioma castellano» por la intransigencia con la que lo defendió contra los neologistas, os afrancesados y los traductores jornaleros» (Miguel S. Oliver, «De Barcelona- Crónicas fugaces», La Ilustración Artística, Barcelona, lunes 10 de octubre de 1910, pág. 650.)

El españolismo de principios de siglo, no fue, ni mucho menos unívoco, como prueba el artículo del filólogo zaragozano Julio Cejador sobre los juicios que, en torno al españolismo de Joaquín Costa, había difundido Ramiro de Maeztu, sustanciada en una supuesta deriva europeísta del regeneracionista oscense; o el uso de Mariano de Cavia en referencia a políticos franceses:

1911 «…había estudiado y tan á fondo conocía: fué un españolista que abogó por la españolización de España.» «…Costa fué, pues, españolista, y quiso la españolización, tomando de Europa lo necesario como materia médica, pero estudiando la España tradicional para sabérselo aplicar.» (Julio Cejador, «Costa rectificado», Heraldo de Madrid, Madrid, viernes 10 marzo 1911, pág. 1.)

«Como se ve, Mr. Rouvier era un españolista. Aunque solamente lo fuera de zarzuela…» (Mariano de Cavia, El Imparcial, Madrid, viernes 9 de junio de 1911, pág. 3.)

En paralelo, la identificación entre españolismo y la evangelización llevada a cabo por los españoles en el Nuevo Mundo, sigue vigente en las publicaciones católicas. Comenzada la segunda década del siglo XX, se percibe, al menos desde algunos medios, cierta decadencia del catalanismo:

1912 «Pero no han pasado en vano unos cuantos años, en los que se ha operado en el pueblo catalán una intensa reacción españolista. Hoy nos acordamos de las viejas jornadas separatistas…» (Arturo Mori, «Los que fueron», El País, Madrid, lunes 16 de septiembre de 1912, pág. 2.)

Si bien se sugiere la identificación entre la derecha política y el españolismo. Así lo podemos advertir en el artículo firmado por José Deleito y Piñuela –quien empleó con relativa frecuencia tal concepto– al abordar la crítica de la obra en torno a la Leyenda Negra, realizada por Julián Juderías:

1914 «La posición españolista de Juderías en este asunto le lleva a coincidir muchas veces con las derechas, no obstante las salvedades y reparos que cuida de hacer constantemente para mantener su independencia. Ello nace por derivación natural de la esencia del asunto.» (José Deleito y Piñuela, «La Leyenda Negra y la verdad histórica», La Lectura, Núm. 165, Madrid, septiembre de 1914.)

A los sentidos apuntados, hemos de sumar el que, envuelto en aromas krausistas, añade el maestro salmantino, Juan Caballero Rodríguez, quien, partiendo de una Unión Ibérica, propondrá un aumento de escala, siempre guiado por métodos pacifistas, que alcance al total de la Humanidad. Los ideales propios de la Institución Libre de Enseñanza, con la que colaboró activamente, envuelven sus escritos. Veamos uno de sus textos, publicado en la revista fundada por Francisco Ferrer Guardia:

1915 «Yo por tales razones soy españolista, mirando con simpatía: una Unión Ibérica, primero; Latina, después, y Universal más tarde.» (Juan Caballero Rodríguez, «D. Francisco Giner de los Ríos», La Escuela Moderna, Núm. 287, julio de 1915, pág. 483.)

En un sentido muy diferente al pretendido por Poinsett, hallamos una noticia que da cuenta de los intentos de fortalecer los vínculos entre Iberoamérica y España:

1918 «Manuel González Prada (n. 1844), peruano, carácter de acero, librepensador, revolucionario, antiespañolista furibundo, en todo extremado, piedra de escándalo en el Perú por sus doctrinas y manera de propagarlas…» (Julio Cejador y Frauca, Historia de la lengua y literatura castellana, comprendidos los autores hispano-americanos, Volumen VIII, Madrid 1918.)

1919 «Aumenta extraordinariamente el número de adictos a la idea de crear en todo el Brasil una Liga patriótica española, centralizada en Río de Janeiro. Uno de sus propósitos es el de intensificar las relaciones entre España y Brasil, y hacen una labor españolista que contrarresta lo que se viene haciendo por determinados elementos.» («La Liga patriótica española», La Ilustración española y americana, núm. 31, Madrid 22 de agosto de 1919, pág. 495.)

«Campaña antiespañolista. La censura postal. Lisboa 10. La «Gaceta de Ferrocarriles» apoya la oposición que se hace en España a la proyectada línea de Dax a Algeciras…» (El País, Madrid, sábado 12 de abril de 1919, pág. 2.)

«Hablaron después los Sres. Sanz de Buigas, Morera y Bofill que expresaron su confianza en el triunfo de los regionalistas. El Sr. Morera dijo que si es españolismo lo que representa la Unión Monárquica, él se siente antiespañolista.» (Barangó-Solís, «Mitin de propaganda catalanista», El Imparcial, Madrid, viernes 30 de mayo de 1919, pág. 2.)

1920 «El Municipio ha aprobado una moción del concejal don Manuel Martínez, protestando contra la manifestación antiespañolista demostrada en los juegos Florales de Barcelona.» («Información de provincias. En Almería» El Siglo Futuro, Madrid, miércoles 12 de mayo de 1920, pág. 2.)

1922 «Póngase en el regionalismo todo el virus antiespañolista que se quiera; supóngase que ha habido –alguna vez las ha habido, en efecto– campañas violentas contra el sentimiento de la unidad nacional…» («No lo entendemos», La Época, Madrid, sábado 18 marzo 1922, pág. 1.)

«…que no están inspiradas, como erróneamente se propala, en un ideal antiespañolista, sino en el ideal anticapitalista imperante, que cristaliza actualmente en todo el mundo…» («Los españoles en Méjico», El Siglo Futuro, Madrid, miércoles 5 de junio de 1922, pág. 2).

«Claro que la campaña antiespañolista que algunos periódicos franceses llevan a cabo no es para ignorarla. Más de una vez hemos opuesto nosotros la repulsa que correspondía a especies de tendenciosa intención.» («Ecos del día», La Época, Madrid, jueves 17 de agosto de 1922, pág. 1.)

1923 «Pero las afinidades profundas de Costa con el decadentismo, la anarquía y la crítica antiespañolista son nulas. Costa, más que un innovador, era un moralizador de la política. El pensamiento era en él poco importante.» (M. A., «Hechos y comentarios», España, Madrid 20 de octubre de 1923, Año IX, Núm. 392, pág. 2.)

«Al tramarse la burda maniobra que, tomando como triste punto de partida una falsa persecución de Gaona, tenia por objeto hacer labor antiespañolísta en Méjico, Refulgente Alvarez, espontáneamente, escribió a los periódicos de su país, advirtiéndoles de lo que se trataba y elogiando calurosamente la hospitalidad española para con todos los artistas extranjeros.» («Refulgente Alvarez», The Times, Madrid, domingo 28 de octubre de 1923, pág. 3.)

1924 «La Sociedad de Estudios Vascos formulará una protesta contra la afirmación hecha por el corresponsal de ABC en Bilbao, el cual dijo que la Diputación de Vizcaya ha negado una subvención a dicha Sociedad por antiespañolista. Se entablará la correspondiente querella por injurias.» («Querella por injurias», La Voz, Madrid 1 de abril de 1924, pág. 2.)

«El Rey contestó al discurso del alcalde afirmando que abrigaba la convicción de que Cataluña no sentía desvío alguno hacia otras regiones, y que si alguna manifestación antiespañolista se había registrado, era debida a que los pueblos habían sido engañados.» («Un discurso del Rey», El Sol, Madrid, martes 8 de julio de 1924, pág. 3.)

«La Liga de Acción Monárquica de Bilbao protesta contra la campaña antiespañolista.» (La Época, Madrid, lunes 15 de diciembre de 1924, pág. 4.)

A partir de 1924, el término «antiespañolista» prácticamente desaparece temporalmente de los periódicos. Existe un salto en prensa, un vacío que coincide casi plenamente con la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera, muy severa con los movimientos anarquistas y separatistas que la precedieron y aun propiciaron. Tras la dimisión de Primo de Rivera el vocablo reaparece con fuerza, adquiriendo un renovado vigor durante la II República. El resurgir de los nacionalismos fraccionarios y la reacción de sus antagonistas, propicia un nuevo y vigoroso empleo de la dupla españolista/antiespañolista al final de la década.

1925 «¿Cómo ha podido decirse jamás que el señor Lugones era poco españolista? Incomprensión de sus acusadores. ¡Si es más español que la inmensa mayoría de los españoles! Español por la concordancia filosófica de la idea con la realidad. Merece la ciudadanía honoraria de la España presente.» (Luis Araquistain, «Lo explicable y lo inexplicable del Sr. Lugones», El Sol, Madrid, jueves 18 de abril de 1925, pág. 1).

«La juventud ansía el españolismo. Por la sociología y la experiencia, somos algo franceses; pero… clásicamente españolistas por una sed honda de idealismo.» («Huésped ilustre. El catedrático don Mario Sáenz», El Sol, Madrid, viernes 24 de abril de 1925, pág. 1.)

«Si algún defecto tenía su españolismo era su exceso: en ese trabajo –de 1917– censura el afán europeísta de algunos españoles. Creo que más tarde rectificó esta opinión; pero de todos modos esa superabundancia españolista le llevó a la ingente tarea de querer organizar un nuevo hispanoamericanismo.» (Luis Araquistain, «Edwin Elmore», El Sol, Madrid, jueves 19 de noviembre de 1925, pág. 1.)

1926 Esbozo españolista del doctor Juan José Remos Rubio. (Aurelio Baig Baños. S.n., 1926. 15 págs..)

1930 «No más tarde de ayer reiterábamos nuestra opinión al censurar que en las esferas gubernamentales haya quien estime como necesaria la atracción del Sr. Cambó, no obstante su significación antiespañolista, desoyendo, en cambio, nuestros leales consejos para que se fomente y estimule la institución de un vigoroso frente monárquico,..» («Aproximación necesaria y compatible», El Imparcial, Madrid, domingo 9 de marzo de 1930, pág. 1.)

«Don Mario García Kohly, avecindado en Madrid desde el 13, y desde hace varios embajador de Cuba en España. Muy bienquisto en nuestras altas esferas, incluso en la intelectual, ha publicado un libro: «Grandes hombres de Cuba», “A B C”, en su sección bibliográfica, dedicó un comentario adverso, porque el crítico encargado de juzgarla encontró la obra inspirada en un sentimiento antiespañolista e impertinente, sobre todo en un diplomático, por la exaltación que hace en ella de las seis figuras más destacadas de la independencia de Cuba.» (Juan G. Olmedilla, «El embajador de Cuba en España se ratifica en su hispanofilia de siempre», El Heraldo de Madrid, 31 de julio de 1930, pág. 1.)

En la década de los 30 resurgirá el término españolista –no ocurre lo mismo con el temporalmente desaparecido vocablo antiespañolista–. Lo encontramos empleado en una sesión del Congreso de los Diputados celebrada el día 22 de octubre de 1931, en el contexto de los debates que en torno a la cuestión de las lenguas vernáculas se desarrollaban en la recién nacida II República Española. El diario de sesiones del Congreso así lo refleja:

«El Sr. Presidente del Gobierno (Azaña): «Y yo digo; Sr. Maura, que el error más grave, si no se tratara de S.S. diría que la pifia más grave (Rumores), que se puede cometer en esta materia, es contraponer el criterio de S.S., en nombre del españolismo, al criterio de los Diputados catalanes o de los partidarios de las autonomías o de los demás partidos políticos que tienen un criterio opuesto a S.S., pero que no dejan de ser españoles ni españolistas por ser autonomistas y catalanes. (Muy bien.)
Este es el error fundamental. Su señoría es muy dueño de apreciar la situación como le plazca, pero ni S.S ni nadie tiene derecho a decir que es más españolista que los demás si éstos no comparten el criterio que su señoría acaba de defender.»
El Sr. Maura: Españolista me ha llamado S. S. Indudablemente, S.S. tiene una habilidad dialéctica extraordinaria; pero no se atiene a la realidad, porque yo no he hablado en nombre del españolismo, sino en nombre de la autonomía más perfecta y acabada, que es como han hablado los señores de la minoría socialista.
[…] ¿Es eso ser españolista? ¿Es eso levantar la bandera españolista? No, Sr. Azaña; eso –permítame S. S. que se lo diga– es discutir con no muy buena fe.»

1933 «…aunque jamás se haya producido entre nosotros un tipo de hombre que se parezca a Franklin, y eso que se han escrito veinte o treinta Vidas de su admirador Sarmiento, que producirán nuevos Sarmientos en todos nuestros pueblos, porque Sarmiento, con su soberbia, su ingenio, su energía, su autodidactismo y hasta su antiespañolismo, es un ejemplar neto y castizo de la raza; pero, [118] en cambio, las personas de su intimidad a quienes trata Sarmiento en sus Recuerdos de Provincia…» (Ramiro de Maeztu, «La Hispanidad en crisis», Acción Española, Madrid, 1 de enero de 1933, páginas 113-122.)

El nuevo auge de los términos que venimos estudiando, cobran un nuevo impuso durante la Guerra Civil, en relación con su uso por parte de los grupos que ideológicamente suelen identificarse con uno de los dos bandos políticos clasificados con relación a otro par: izquierdas/derechas. Hecha la salvedad de aquellas facciones ideológicas en las que pesa más la intención secesionista, tanto izquierdas como derechas se disputarán la posesión del verdadero españolismo.

1937 «Los falangistas hacen una política destinada a atraerse a las capas indigentes de la población, a base de predicar un imperialismo españolista.» (Argos. «Empezamos a ponernos de acuerdo con Hitler: al “führer”, a él tampoco le gustan los carlistas». La Voz, Madrid, miércoles 27 enero 1937, pág. 1.)

«Pero dejando de un lado el aspecto español o, mejor, españolista de la cuestión, que se encierra a mi juicio, en este claro dilema: o escribimos sin olvidar al pueblo, o sólo escribiremos tonterías…» (Antonio Machado, «Sobre la defensa y la difusión de la cultura» Discurso pronunciado en Valencia en la sesión de clausura del Congreso Internacional de Escritores. Hora de España, Valencia, agosto de 1937, pág. 16.)

Terminada la Guerra Civil, contra lo que se pudiera pensar, el vocablo «españolista» no es muy común durante el franquismo. En 1951, la conexión español-realista está en plena vigencia al menos por parte de un sector de historiadores. Este es el caso de Ciriaco Pérez Bustamante, catedrático de Historia General de España en las Universidades de La Laguna, Santiago, Sevilla, Valladolid y Madrid:

1951 «Un Congreso general instalado en Caracas proclamó la independencia de los Estados Unidos de Venezuela (5 de julio de 1811), promulgó una Constitución federal inspirada en la norteamericana y, ante la resistencia del partido españolista y de las tropas leales que mandaba el capitán de fragata don Domingo Monteverde, se disolvió, quedando como dictador y generalísimo de las fuerzas de mar y tierra Francisco de Miranda (1812).» (Ciriaco Pérez Bustamante, Historia del Imperio Español, Ediciones Atlas, Madrid, 1951).

1954 «A las 17,30 de la tarde pronunció una brillante conferencia el doctor en Derecho don Ignacio Arenillas, tratando el tema Sentido romántico de la exaltación españolista en Donoso Cortés.» («Extensión cultural». Boletín Dirección General de Archivos y Bibliotecas, Madrid, miércoles 1 de septiembre de 1954, pág. 38)

1956 A mediados del siglo XX, la referencia a Menéndez Pelayo parecía inevitable. De este modo, el gran historiador queda caracterizado como «españolista» en trabajos como el artículo del director honorario de la biblioteca del C.S.I.C., Benito Sánchez Alonso: «Epistolario de Ramón Menéndez Pelayo con bibliotecarios y bibliófilos», incluido en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Quinta época, Tomo LXII, Núms. 1,2,3. Madrid 1956). En este artículo, se citan otros, como el debido a la pluma de Leandro de la Vega, titulado «El sentido españolista de Menéndez Pelayo», publicado en el Diario de Burgos el 28 de febrero de 1956.

En ese mismo año, hallamos la reaparición del término en México, por medio de José Vasconcelos, quien en su obra Breve Historia de México, dice:

«En todo caso, ¿quién era más sombrío, Alamán españolista o Juárez, que no pudiendo ser indigenista por que no existe lo indio tuvo que convertirse en testaferro de protestantes y masones yankees.»

La celebrada transición democrática española, será el escenario ideal para que resurja el empleo ideológico de los vocablos reseñados. A principios del siglo XXI, el auge revisionista que lleva aparejada la memoria histórica, contribuirá a exhumar interesantes materiales que se ponen en conexión con el contexto político existente en la actualidad:

1980 «[…] gente toda ella que estaba detrás de José Antonio, al que habían promocionado por la sencilla razón de que, a pesar de sus defectos, José Antonio era encantador. Esta gente le hizo presiente de los kostkas, de los luises y, más tarde, de las Juventudes Vasco-Navarras, una cosa españolista y católico-amarilla.» (Eugenio Ibarzábal, «Lezo de Urreiztieta, un aberriano». Muga, Nº 4, marzo 1980, págs. 15-16.)

1981 José del Río Rodríguez, El 14 de abril y su reafirmación españolista: conferencia pronunciada el 14 de abril de 1981… en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, Agrupación de Madrid de Acción Republicana Democrática Española, 1981. 20 págs.

1988 Bernardo Moreno Carrillo, Don Juan Valera y Francia: semblanza crítica de un españolista francófilo, Editorial de la Universidad Complutense, Madrid 1988, 797 págs.

1990 El Españolista: revista quincenal independiente editada por y para españolistas. (Universo Editorial. Madrid.)

1999 «Para Txillardegi, en cambio, todo vasco españolista era un harka, un traidor a la nación, y esa actitud marcó a los que vinieron después.» (Jon Juaristi, Sacra Némesis. Nuevas historias de nacionalistas vascos. Ed. Espasa. Madrid 1999, pág. 174.)

2002 «El primer poblamiento humano de Canarias según la concepción «españolista» de José Pérez de Barradas» (Farrujia de la Rosa, A. José y del Arco Aguilar, Mª del Carmen. Archaia, Vol.2, nº 2, Edita Sociedad Española de Historia de la Arqueología, Madrid 2002, págs. 60-70).

«Me han acusado de españolista y antiespañolista –señaló ayer a este diario–, lo cual demuestra que he sido absolutamente objetivo.» (Juan Carlos Merino, «Álvarez Junco gana el Nacional de Ensayo con Mater dolorosa», La Vanguardia, Barcelona 17 octubre 2002, pág. 46.)

La identificación del españolismo con la reivindicación del uso de lengua española, polarizará el uso de ambos términos en una época de inmersiones lingüísticas orientadas a implantar, por la vía legalista y desde los ámbitos propios de la capa conjuntiva de la sociedad política española, el plurilingüismo. En el Estado de las Autonomías, especialmente en aquellas que cuentan con lengua propia, la elaboración de señas de identidad que pongan el acento en lo que separa, encontrará en el asunto lingüístico un verdadero filón que con entusiasmo explotarán los más furibundos hispanófobos.

2009 «Para añadirle a Torres Mora el tercer tren, que, siguiendo su terminología y su particular concepto de nacionalismo, sería el tren antiespañolista, el del PSOE.» (Edurne Uriarte, «El tren antiespañolista». ABC, Madrid, sábado 28 de marzo de 2009, pág.20).

Pero si, como se puede advertir, las cuestiones lingüísticas sirven para que sobre ellas graviten los adjetivos que estamos analizando, otros contenidos culturales de gran simbolismo, servirán para reavivar la polémica y la polarización ideológica en torno a los mismos. Sirva de ejemplo el intenso debate que suscitó la prohibición de la celebración de corridas de toros que la Generalidad de Cataluña aprobó en su parlamento frente al decidido apoyo de los encierros de toros. Las señas de identidad….

2010 «Es el argumento con que el PP acusa de hipócritas y antiespañolistas a los nacionalistas al defender los encierros mientras vetan las corridas.» (Ferrán Balsells, «'Correbous' en el diván», El País, Madrid, domingo 1de agosto de 2010.)

Por último, el maniqueísmo de la escena política española actual, servirá para que en tono a cambiantes posturas y percepciones en torno a lo que cada uno entienda como actitud españolista, servirá para enconar el enfrentamiento. La derecha española será identificada como españolista frente a una autodenominada izquierda que apuesta decididamente por la España plural. Miméticas maniobras tacticistas llevadas a cabo por la derecha, propiciarán que dentro de ésta, también se reproduzcan este antagonismo.

2011 «Los más críticos fueron los líderes del sector llamado «regionalista», por lo que, de manera casi automática, se situó a Bauzá en la órbita del otro sector con un peso igualmente relevante en el partido, el llamado «españolista.» (Josep Maria Aguiló, «Bauzá, el prudente», ABC, Palma de Mallorca, lunes 6 de junio de 2011.)

IVC