Filosofía en español 
Filosofía en español

Nicomedes Martín Mateos  1806-1890

Nicomedes Martín Mateos 1806-1890

Activista espiritualista y neocartesiano español, correligionario del Partido Progresista, nacido en Béjar en 1806 y fallecido en 1890 en esa industriosa ciudad salmantina. Muy influido por los ideólogos católicos franceses Juan Bautista Bordas-Demoulin (1798-1859) y Francisco Huet (1814-1869), fue uno de los principales responsables de esa propaganda que determinó cierta devoción apasionada por Renato Descartes como filósofo, que había de asentarse en España durante décadas y décadas entre tantos profesores de filosofía católicos avanzados, y otros que, sin querer serlo, sostuvieron moda tan afrancesada como acrítica que consideraba a Cartesio «el padre de la filosofía moderna», el «emancipador del pensamiento», el «retorno del pensamiento sobre sí mismo», el despertador «del largo sueño de la edad media» y otros excesos de ese tenor. Su obra principal fue un manual de filosofía en cuatro volúmenes que tituló de forma bien directa: El espiritualismo. Curso de Filosofía (Mellado, Madrid 1861-1863). Al parecer esta obra ya la tendría dispuesta diez años antes de su publicación, a la espera de un editor, lo que habría movido la publicación del opúsculo Breves consideraciones sobre la reforma de la filosofía (Salamanca 1853, 16 págs. –disponible desde enero de 2004 en internet: filosofia.org/aut/001/1853nmm.htm–), en el que incita al Ministro de Instrucción Pública a tener en cuenta, en la reforma del plan de estudios, la importancia que para la salud pública suponen las posiciones ideológicas que defiende, pues, leemos en la página 10: «cuantos libros sirven hoy de texto en las cátedras de filosofía conducen al panteísmo, al materialismo, o al idealismo, y en nuestra humilde opinión deben ser seriamente examinados,» pues, le recuerda al ministro, dada la poderosa influencia de la filosofía «no es por tanto una ciencia de lujo o de pasatiempo: es indispensable para formar al hombre y al ciudadano; y el hombre y el ciudadano formado por la filosofía de Leibniz y Fenelon, no se asemeja ni en un perfil a los discípulos de Locke, Tracy, Kant y Hegel. La verdadera filosofía es la que engrandece el alma y la inclina al progreso y la perfección: la falsa filosofía es la que le enorgullece y le hace soñar en una independencia quimérica para él y funesta para sus semejantes.» (pág. 11).

En 1851 había respondido a Juan Donoso Cortés, recién publicado su Ensayo sobre el catolicismo, con un librito de 216 páginas en octavo. Las veinte y seis cartas que el Juez cesante –que así se presenta Nicomedes M. Mateos en la portada– dirige al Marqués de Valdegamas, una por cada capítulo de su ensayo, van dedicadas «A mi amigo Don Joaquín Muñoz Bueno» [páginas III-IV], quien le habría enviado dos meses antes el libro de Donoso, pidiéndole una crítica: «A tí que no te asedian los trabajos del foro; tú que te complaces en los estudios filosóficos; debes decirme qué merito tiene, en tu concepto, la obra que te remito. Estudiala y regálame una crítica que en nada dañe a la persona y ninguna consideración guarde a las malas doctrinas». Martín Mateos le hace ese regalo solicitado y al remitirlo advierte a su amigo [respetamos la acentuación]: «Reserválas o publicálas a tu antojo. Son tuyas y puedes disponer lo que mejor te parezca.» En su «Contestación» [página V] el amigo Joaquín Muñoz Bueno acepta el regalo y decide difundirlo: «Puesto que esta contestación es propiedad mía, he creído conveniente publicarla, y el público dirá después si he obrado con acierto.» Pero aunque el autor hubiera regalado las cartas al amigo, que las acepta y dispone su edición, y pareciera que no operase la distinción entre la propiedad material del continente y la propiedad intelectual del contenido, en la página II de la edición impresa, de hecho, figura la consabida advertencia: «Es propiedad del autor, quien perseguirá ante la ley todo ejemplar que no lleve la contraseña que él mismo usa.» Más interés tiene la dedicatoria que Nicomedes dirige a sus amigos del Partido Progresista [páginas VII-X]:

«Dos palabras al Partido Progresista. Mis amigos: en 1848 decía yo en un opúsculo sobre la tolerancia: «Los hombres de nuestra constituyente se vieron cercados por la red de hierro con que el ultramontismo había amarrado la vida pública de España. De intento quiero repetirme: porque la España era el espejo del ultramontismo, y el ultramontismo era el espejo de la España.» Las imágenes de las doctrinas en el mundo son sucesivas, variables y semejantes a las oscilaciones de un cuerpo que poco a poco disminuyen y tocan su límites, el reposo; del mismo modo que las semejanzas de las doctrinas y del mundo van siendo poco a poco menos infieles hasta que tocan su límite, la identidad.
¿Qué podían hacer aquellos ilustres patricios donde la intolerancia se había organizado en un cuerpo oficial titulado, para causar mas espanto al Santo Oficio? No fue poco el hacerle comparecer a la barra, como he dicho, a dar cuenta de sus actos y a saber si era compatible con la nueva era de libertad inaugurada. Poner en tela de juicio a la Inquisición, era igual a remover todo lo pasado, a hacer el proceso de Felipe II, a conmover el Escorial, a concluir con la edad media, abrigada en su último atrincheramiento. La discusión principió en 8 de Diciembre del año XII, y concluyó el 22 de Febrero del año XIII. ¡Qué discusión! Amigos míos, más bien fue un concilio. Los ultramontanos revolvieron la escritura, los padres y los concilios: Los liberales tuvieron que acudir también a los concilios, a los padres y a la escritura. Los liberales sostuvieron que el cristianismo es un sentimiento espiritual que puede revestirse de toda clase de formas, inalterable por tanto en las revoluciones históricas, e imperecedero en los trastornos sociales. Rasgadle la túnica que le desfigura y volverá a brillar como el faro luminoso de la vida. ¿Era esto hipocresía como ha querido decirse? Apelo a vosotros, ilustres Manes de los Torreros, de los Villanuevas, de los Capmany: ¿No es verdad que sinceramente creíais que el sentimiento moral del cristianismo, era en sí tan positivo y necesario, como falso y nocivo el espíritu ultramontano? «Algunos sabios extranjeros, dice la comisión del dictamen de la Inquisición, censurando el artículo 12 de la Constitución de la Monarquía Española, han intentado probar con la sabia y política disposición que contiene, que la religión católica es intolerante civilmente, y antisocial por consecuencia necesaria; pero la religión católica en sí misma prescinde de la autoridad civil, se acomoda y prospera en todos los estados y bajo toda clase de gobiernos...»
¿No es más católico, más universal, que el mundano empeño de hacer de la Iglesia el ideal inmutable del poder absoluto, o convertir a este mismo poder en la encarnación viva del catolicismo? Sí lo era, pero era así mismo romper los engranes de la religión con las ruedas políticas y administrativas, en las que hubiera acaso perecido lo más consolador de la vida; y esto, ¡quien lo dijera! Irritaba a los ultramontanos. La discusión fue reñida: se invocaron como testigos los Manes de tantos judíos y judaizantes que tuvieron que trasladar sus riquezas a otros reinos; los de tantos Arabes que plantearan más de doce mil fábricas de primorosos tejidos; los de tantos sabios que tuvieron que tirar sus plumas, y Carranza, Antonio Nebrija, Fr. Hernando de Talavera, el Brocense, Martín de Cantalapiedra, Fr. Luis de León, y hasta Sta. Teresa de Jesús, comparecieron a deponer... –¿Qué?– que el divorcio de la religión y la filosofía motivado por la intolerancia religiosa, había causado todos sus quebrantos y el atraso de su desdichada patria.
Hoy amigos míos el ultramontanismo y la teocracia se han unido de nuevo para volver a la carga contra el liberalismo. Faltos nuestros adversarios de filosofía, echan mano de la religión para impugnar todos los progresos humanos. La obra del Sr. Marqués de Valdegamas es el reflejo de las doctrinas de los nuevos ultramontanos, de los nuevos opresores del pensamiento. Muchos opinan que este libro no merece impugnación, y yo he creído conveniente que una voz siquiera de nuestro partido dijese y probase al Sr. Marqués: «El verdadero teólogo del siglo XIX, es el partido liberal, porque este partido es hijo del verdadero Catolicismo; y es V. Sr. Marqués, quien le desfigura y rebaja, porque no le ha comprendido.» Si mis amigos políticos creen que estas pocas páginas son de alguna utilidad a los verdaderos principios, nada más consolador para su correligionario y amigo. N. M. M.» (Veinte y seis cartas al Señor Marqués de Valdegamas..., Salamanca 1851, páginas VII-X.)

En 1866 también respondió a Ramón de Campoamor, que el año anterior, en Lo Absoluto, había puesto en su lugar a los apologistas cartesianos del momento:

«Como ya he indicado en el capítulo de la substancia, hace algunos años que se empezó a operar en Francia una reacción a favor del psicologismo, por el filósofo Bordas-Demoulin, en una obra que se titula: «El cartesianismo o renovación de las ciencias». Este cartesianismo recalentado, que no es más que una mezcla de un sensualismo desnaturalizado y de un idealismo echado a perder, tiene sus representantes en la mayor parte de las naciones de Europa, y el apóstol que en España se ha encargado de esta predicación psicológica, el sabio D. Nicomedes Martín Mateos, es uno de los discípulos que más honran la memoria de su maestro, honrando al mismo tiempo a nuestro país, por su buena intención, su talento y su virtud. Mateos ha popularizado en España las teorías de Bordas en una obra que tiene por título El espiritualismo, revelando en esta frase la parte trascendental de las teorías de su escuela. Pero, antes de pasar adelante, quiero preguntar al lector: ¿me será lícito a mí censurar una obra que con tan inmerecida galantería me ha sido dedicada por su autor? Y ¿por qué no? ¿Qué tienen que ver nuestras amistades con nuestras convicciones? Absolutamente nada. Y, además, que cuanto más amigos, más claros. En su obra del espiritualismo el Sr. Mateos presenta la doctrina psicológica, no tengo empacho en confesarlo, como una naturaleza bien inclinada, pero tan endeble y enfermiza que, más que por su nobleza, interesa porque se la ve en el último grado de tisis. La palidez del sistema irradia sobre el alma una amarillez de moribundo, que recuerda más la locura y la muerte que la vida y la razón. A mí, cuando leo en el sistema psicológico que se me quiere hacer centro de la razón y acaso encarnación pura de la razón misma, me parece que el autor y yo somos dos desventurados que estamos en camino de alguna casa de orates. Es cierto que el psicologismo de Bordas, aunque algo enteco, tiene claridad en los principios y no poca elevación en las consecuencias; pero en los sistemas falsos, los filósofos menos malos me parecen los peores.» (Ramón de Campoamor, Lo Absoluto [1865] –Sección segunda: Psicología; capítulo I: El psicologismo; III: Neo-psicologismo de Bordas–, en Obras filosóficas, Fundación Gustavo Bueno, Oviedo 2003, tomo 1, pág. 308.)

«D. Nicomedes Martín Mateos. Como siempre acontece cuando se publica una obra de verdadera importancia, el Ensayo sobre el catolicismo, del marqués de Valdegamas, dio lugar a la apasionada controversia de entusiastas admiradores e intransigentes enemigos. Entre los escritos de este género merece nombrarse por templanza de su forma y su erudición de buena ley, el pequeño libro que lleva por título: Veinte y seis cartas al señor marqués de Valdegamas en contestación a los veinte y seis capítulos de su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (1851), en el cual, su autor D. Nicomedes Martín Mateos, intenta rechazar la acusación lanzada en el Ensayo contra los partidos liberales de falta de conocimientos teológicos. Que las Veinte y seis cartas prueban que el Sr. Mateos conoce los Santos Padres, y le son familiares los escritos de Bossuet, Fenelon y Pascal, es cosa fuera de toda duda; que en este libro se demuestra que nuestros partidos políticos tienen realmente una elaboración interna, [156] religiosa y científica, tampoco la negaremos; faltábale al Sr. Mateos hacer ver lo que nosotros consideramos hasta ahora como un ideal no realizado; que los partidos políticos tienen conciencia plena de la relación de sus ideas con las dos esferas de la vida que les son superiores, la religión y la filosofía. También ha publicado el Sr. Mateos un curso de filosofía titulado: El espiritualismo (1861), apoyándose en las ideas fundamentales de Platón y siguiendo las huellas del malogrado pensador Mr. Bordas Demoulin, cuyas teorías cristiano-progresivas requieren gran pulso y meditación para no perderse en las evoluciones panteístas de la idea que enseñan las escuelas hegelianas.» (Luis Vidart Schuch, La filosofía española, indicaciones bibliográficas, Madrid 1866, págs. 155-156, La filosofía española actual, II –El espiritualismo creyente–.)

«A esto, y poco más, se redujo nuestra cultura filosófica no católica, en el período anterior a la dominación de los krausistas. A su tiempo haremos breve memoria de los impugnadores de Donoso Cortés, entre los cuales descolló el neo-cartesiano Martín Mateos, partidario de Bordas-Demoulin entonces, y convertido a la larga en apologista ortodoxo.» –pág. 360– «De los impugnadores liberales de Donoso, sólo merecen citarse su sucesor en la Academia Española, D. Rafael María Baralt (que hizo en el discurso de entrada crisis de las obras del difunto) y el filósofo espiritualista cartesiano de Béjar, D. Nicomedes Martín Mateos, que imprimió en un folleto Ventiséis cartas al señor Marqués de Valdegamas, en contestación a los veintiséis capítulos de su «Ensayo»... (Valladolid, imp. de Marcos Gallego, 1851). 8.º, X más 216 páginas.» –pág. 411, nota 1– (Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, tomo VI, Edición Nacional, CSIC, Madrid 1948.)

Nicomedes Martín Mateos vivió toda su vida en Bejar, la ciudad donde nació y falleció, y en la que fue uno de sus personajes más activos a lo largo del siglo XIX. Desde Bejar mantuvo firmes relaciones epistolares con Ramón de Campoamor, Juan Donoso Cortés, Julián Sanz del Río y Gumersindo Laverde. Ha escrito José María Hernández Díaz, el mejor conocedor de la biografía del ilustre bejarano, y recopilador y editor de muchos de sus escritos desperdigados en periódicos y revistas:

«En efecto, fue animoso fundador de la Sociedad Económica de Amigos del País de Bejar en dos ocasiones (1834 y 1879); defensor de la escuela primaria como alcalde y como escritor; promotor, profesor y director durante los primeros trece años de la vida de la Escuela Industrial de Béjar, nacida en 1852; erige cátedras de moral para la formación ciudadana de los trabajadores textiles; profesor de matemáticas; fundador de varios ateneos, círculos y sociedades culturales; profesor de filosofía en el Colegio de segunda enseñanza que dirige García Nieto de 1874 a 1883; pronuncia numerosos discursos de inauguración de curso en centros de educación, escribe en la prensa y revistas especializadas sobre problemas que afectan a la educación y la enseñanza. Y todo ello de ninguna forma parece casual ni extraño a su pensamiento, más bien guarda una profunda coherencia.» (José María Hernández Díaz, «El pensamiento pedagógico de Nicomedes Martín Mateos», Actas del VII Seminario de Historia de la Filosofía Española e Iberoamericana (Salamanca, del 24 al 28 de Septiembre de 1990), Salamanca 1992, pág. 246.)

«Algo después, D. Nicomedes Martín Mateos, director del Instituto Industrial de Béjar, publicó su obra El Espiritualismo, Curso de Filosofía (4 tomos, 1861-3), después de haber meditado largos años y realizado ensayos durante veinte, según nos dice, de diferentes sistemas. Explica esta circunstancia el tolerante criterio que aplica a la crítica y cómo desde la Revista de España (t. 71), después de ensalzar la duda, que «cuando llega a ser extrema, es cuando renace la esperanza», se lamenta de que el siglo haya «cometido una gran injusticia separando las ciencias físicas de la filosofía; porque la humanidad no [464] puede pasar sin metafísica, sin ese influjo que dirige la corriente de la historia, sin mezclarse aparentemente con ella. «La esencia del espiritualismo consiste en que las ideas generales son propiedades del espíritu creado y, a la vez, del espíritu increado, y en la incesante comunicación que entre ambos existe, bien lo advierta el hombre o lo ignore» (T. 1º, cap. 6.º, p. 89). Inspirándose en el autor del Discours sur la méthode, justifica la metafísica, en la cual ve el origen de todas las ciencias particulares. Al estudiar las relaciones del Principio con sus determinaciones, en lo cual también se parece al krausismo, establece la teodicea, corona del sistema, pues todo va a parar a la relación del hombre con Dios, y en su Ética se eleva sobre la moral, hija del medio y el tiempo, para rendir culto a esa otra moral, superior a modalidades y contingencias, en la que se manifiesta la voluntad y la bondad divinas.» (Mario Méndez Bejarano, Historia de la Filosofía en España hasta el siglo XX [1927], páginas 463-464, capítulo XVII –El siglo de las luces– §8 –Los eclécticos–.)

«En mayo del mismo año, terció en la misma revista [Revista de Instrucción Pública, en el número de 23 de mayo de 1857, transcrita por Laverde en el apéndice A de los Ensayos críticos, págs. 492-494) Nicomedes Martín Mateos (nacido en 1806, se cumple este año también el centenario de su muerte), espiritualista neocartesiano que había ya publicado veintiséis cartas al Marqués de Valdegamas (Los místicos españoles, Valladolid 1851) rechazando la acusación lanzada por Donoso Cortés contra los partidos liberales de falta de conocimientos teológicos y Breves observaciones sobre la reforma de la filosofía (Salamanca, 1853). El de Béjar (que no había tenido el honor de figurar en la lista de Laverde) contesta la ligera impugnación de Campa y hace un buen diagnóstico del estado de actitud que supone en su amigo: "Dicho señor Laverde es un joven muy dado al estudio de los filósofos españoles: semejante a otros muchos ya saciados del panteísmo alemán, del conceptualismo escocés y del eclecticismo francés, que ha inundado a España, sin más provecho que oscurecer más y más las creencias todas, se dijo a [60] sí mismo: ¿No debiéramos volver la vista a nuestra tradición, estudiar nuestros filósofos y reedificar con materiales propios una obra verdaderamente filosófica?" Martín Mateos combate las consecuencias de la idea de progreso que quiere ver domina a Campa, y responde las preguntas que aquél había dejado sin contestar: "¿Puede el hombre adquirir el conocimiento de la verdad filosófica sin el concurso de la revelación? –Puede, señor de la Campa, y posee un tesoro inestimable de verdades adquiridas con el sudor de su frente, –Y en caso afirmativo, ¿cuáles son estas verdades (...)?, –(...) pudiera el señor de la Campa buscar la respuesta a tal interrogatorio en las obras de Platón, Plotino, San Agustín, Descartes, Bossuet y Fenelon." El párrafo final de la contestación de Martín Mateos permite sospechar que fue movido a escribir por el propio Laverde (que comenzaría así a ensayar una técnica de la que se convertiría en consumado maestro): "La amistad que profeso al señor Laverde Ruiz y el deseo de no distraerle de sus estudios me han movido a reemplazarle en esta polémica..."» (Gustavo Bueno Sánchez, «Gumersindo Laverde y la Historia de la filosofía española», El Basilisco, 2ª época, nº 5, 1990, págs. 59-60.)

«Se cumple este año de 1990 el centenario de la muerte de Nicomedes Martín Mateos (1806-1890), y con ocasión de la efemérides voy a detenerme en su figura y analizar su propuesta filosófica, integrándola en el debate ideológico de su tiempo, señalando su alcance y sus límites, así como su dependencia con Bordas-Demoulin, filósofo espiritualista francés al que siempre consideró su maestro. Muy escasa es la bibliografía existente sobre este autor, y de difícil localización al encontrarse en periódicos y revistas de corta difusión, la mayoría procedente de la ciudad salmantina de Béjar. El libro de Rufino Agero Teixidor, que lleva por título [230] Cartesianismo espiritualista o agustinismo del filósofo Don Nicomedes Martín Mateos, desgraciadamente no va más allá de una biografía laudatoria y encomiástica y de una exposición de su pensamiento carente de todo interés y de cualquier sentido crítico; lo cual es una pena, pues el título prometía mucho. En cambio, la antología de textos breves publicada por José María Hernández Díaz, precedida de una interesante introducción, proporciona una perspectiva más ajustada a la realidad del papel de Martín Mateos en la sociedad y el pensamiento de su época. Nicomedes Martín Mateos nació en Béjar, donde permaneció la mayor parte de su vida ejerciendo como profesor, primero en el Instituto Industrial, para el que fue nombrado catedrático de Matemáticas y del que sería director, y luego en el Instituto de Segunda Enseñanza. Trabó amistad con figuras tan importantes como Julián Sanz del Río, Gumersindo Laverde y Ramón de Campoamor, polemizando con este último y con Donoso Cortés en dos obras de relativo éxito: Veintiséis cartas al Señor Marqués de Valdegamas (1851) y Cartas filosóficas a Don Ramón de Campoamor en contestación a su obra de Lo Absoluto (1866). (...) La obra más importante de Martín Mateos, aquélla donde se expone su ideario filosófico, lleva por título El Espiritualismo. Curso de filosofía (4 tomos, 1861-63). Como su propio nombre indica, es un curso de Filosofía que está dividido en siete partes: Metafísica, Fisiología, Lógica, Retórica, Metodología, Etica y Teodicea. Estas siete partes corresponden en realidad a las cinco en que se subdivide la Filosofía, pues la Retórica y la Metodología son ambas integrantes de la Lógica. Ya en un opúsculo de 1853, Breves consideraciones sobre la reforma de la Filosofía, se encuentra el germen de este voluminoso Curso, según afirma el propio autor en las páginas preliminares del primer tomo de El Espiritualismo.» (Antonio Jiménez García, «El espiritualismo de Nicomedes Martín Mateos», Actas del VII Seminario de Historia de la Filosofía Española e Iberoamericana (Salamanca, del 24 al 28 de Septiembre de 1990), Salamanca 1992, págs. 229-230.)

«Sabido es que el espiritualismo constituye la tendencia filosófica de la época isabelina. También es sabido que bajo la bandera espiritualista se incluyen multitud de pensadores que difieren entre sí y que resulta difícil referirse a ellos como una escuela. Espiritualistas fueron, cada uno con su matiz, Tomás García Luna, Patricio de Azcárate, Isaac Núñez de Arenas, Matías Nieto Serrano, Nicomedes Martín Mateos, Manuel Alonso Martínez... Se pretende aquí exponer las líneas generales del proyecto de uno de los más propiamente filósofos del "grupo" espiritualista, el bejarano Nicomedes Martín Mateos, condensado en su obra El Espiritualismo (1861-1863), ya que hasta la fecha si bien se ha estudiado la filiación de su pensamiento y las polémicas que en su día suscitó su filosofía (Antonio Jiménez) y su pensamiento pedagógico (José María Hernández Díaz), nunca sin embargo se ha realizado un análisis de su obra magna que condensa su proyecto filosófico.» (Roberto Albares Albares, «El proyecto filosófico espiritualista de Nicomedes Martín Mateos (1806-1890)», resumen de la intervención en las V Jornadas de la Asociación de Hispanismo Filosófico, Santander 2001.)

Bibliografía de Nicomedes Martín Mateos

1848 Invitación de la fábrica de Béjar a las demás del Reino sobre la defensa del sistema protector e impugnación del libre comercio, Telesforo Oliva, Salamanca 1848, 43 págs.

La Tolerancia. Opúsculo político dedicado a D. Simón Santos Lein, Imprenta del Siglo, Madrid 1848, 48 págs.

1849 Cuatro palabras a D. Casimiro Roa y Rozas, Imprenta de José Morán, Salamanca 1849, 14 págs.

1851 Veinte y seis cartas al Señor Marqués de Valdegamas, en contestación a los veinte y seis capítulos de su 'Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo', por Don Nicomedes M. Mateos, Juez cesante, Imprenta de D. Gerónimo Marcos Gallego, Valladolid 1851, X+216+[4] págs.

1853 Breves consideraciones sobre la reforma de la filosofía, Imprenta de Juan José Morán y Compañía, Salamanca 1853, 16 págs.

1858 El nuevo ruiseñor de la Fuente Honda, José Atienza, Salamanca 1858, 58 págs.

1860 Sueño político sobre consecuencias de la guerra de Africa, Imprenta de J. Viñas, Madrid 1860, 37 págs.

1861 El Espiritualismo. Curso de Filosofía, Establecimiento tipográfico de Francisco de Paula Mellado, Madrid 1861-1863, 4 tomos.

1866 Cartas filosóficas a Don Ramón de Campoamor en contestación a su obra de 'Lo Absoluto', Imprenta de Téllez y Compañía, Bejar 1866, 117 págs.

1905 ¡Gloria a dos sabios! Meditaciones filosófico-morales acerca de la vida y muerte de Sócrates y Bordas-Demoulin, Felipe Marqués, Madrid 1905, 94 págs. [al ser obra póstuma, se duda si el autor es un nieto suyo de igual nombre, o si éste publicó aquí textos de su abuelo.]

Bibliografía sobre Nicomedes Martín Mateos

1960 Rufino Agero Teixidor, Cartesianismo espiritualista o agustinismo del filósofo Don Nicomedes Martín Mateos, Imprenta S. Urrea, Béjar 1960, 259 págs.

1989 José María Hernández Díaz (edición, prólogo y notas), Don Nicomedes Martín Mateos. Antología de textos breves, Casino Obrero de Bejar y Caja de Ahorros de Salamanca, Béjar 1989, 292 págs. (1. «Don Nicomedes Martín Mateos: el hombre, el filósofo y el educador», págs. 13-39; 2. Estudios breves de don Nicomedes Martín Mateos –18 textos breves, varias cartas y documentos inéditos–, págs. 41-282; 3. Bibliografía de y sobre Nicomedes Martín Mateos, págs. 283-292.)

1992 Antonio Jiménez García, «El espiritualismo de Nicomedes Martín Mateos», Actas del VII Seminario de Historia de la Filosofía Española e Iberoamericana (Salamanca, del 24 al 28 de Septiembre de 1990), Salamanca 1992, págs. 229-244.

José María Hernández Díaz, «El pensamiento pedagógico de Nicomedes Martín Mateos», Actas del VII Seminario de Historia de la Filosofía Española e Iberoamericana (Salamanca, del 24 al 28 de Septiembre de 1990), Salamanca 1992, págs. 245-253.

1994 Joaquín Egozcue Alonso, «Cartas de Martín Mateos a Laverde Ruiz y autobiografía de Martín Mateos (1864-1870)», Cuadernos Salmantinos de Filosofía, nº XXII (1994), págs. 285-322.

2001 Roberto Albares Albares, «El proyecto filosófico espiritualista de Nicomedes Martín Mateos (1806-1890)», en las V Jornadas de la Asociación de Hispanismo Filosófico, Santander 2001.

Sobre Nicomedes Martín Mateos en el Proyecto filosofía en español

1917 Nicomedes Martín Mateos, en EUI 33:503

Textos de Nicomedes Martín Mateos en el Proyecto filosofía en español

1853 Breves consideraciones sobre la reforma de la filosofía

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