Filosofía en español 
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Vicisitudes y Anhelos del Pueblo Español

Cuarta parte ❦ Hacia el resurgimiento

§ II
Acción social de la previsión: A) Los anormales

Los tipos de transición en psiquiatría y criminología.– Absurdo del sistema penal español y de la administración de justicia.– La criminología moderna contra lo estatuido.– Profiloterapia de las anomalías.
 

LOS TIPOS DE TRANSICIÓN EN PSIQUIATRÍA Y CRIMINOLOGÍA.– Es sencillamente un error admitir en las anomalías psicoorgánicas un primer período de formación en el que sea dado afirmar la existencia de la normalidad en descenso, sin intervención de la herencia, próxima o remota, ya que en la mayoría de los casos el psiquiatra experto descubre en el cerebro, la fisonomía, los genitales y otras regiones, los caracteres anatómicos reveladores de una decadencia morbosa, que se exterioriza para los indoctos con el funcionalismo desviado, imperfecto, aberrante, estrambótico de uno o varios sentidos, &c. Los estigmas significan daño organofuncional, tanto más grave para el equilibrio cuanto mayor es la categoría de la parte afectada; y en este extenso capítulo de la Psiquiatría hay muchos datos analíticos ya seriados para formar la generalización correspondiente y servir de norma al conocimiento de las perturbaciones mentales. Habríase de llevar a cabo un enorme trabajo de propaganda, y transcurriría aún mucho tiempo hasta lograr que fuesen comprendidas por la generalidad de las gentes nociones tan fundamentales como, verbigracia, que entre la virtud y el vicio no hay zona media, ni estado neutral, ni período de indiferencia, como no los hay entre la salud y la enfermedad, o, si se prefiere, entre la integridad de las partes vivientes y la falta de lo que daña y destruye, como instrumentos perfectos de un organismo completo.

Para eludir dificultades, no sólo de apreciación, sino de seriación de los fenómenos patológicos, no se plantea escuetamente la transcendental cuestión de si la mentalidad intersocial se puede determinar, y cabe, por tanto, fijar una diferenciación entre la locura y la crápula, cuando hay indicios, próximos o remotos, de herencia anómala y es imposible averiguar los vestigios de ésta. Precisa que el investigador examine cada caso en concreto, único medio de obtener la certidumbre para afirmar que el crapuloso es siempre un apasionado y a veces un loco y que la intemperancia no ha de ser nunca considerada como cordura.

 
ABSURDO DEL SISTEMA PENAL ESPAÑOL Y DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.– Si los Gobiernos, las clases directoras y en general cuantos intervienen en las cuestiones sociales, conociendo los peligros que azotan a los pueblos contemporáneos, trabajasen los datos que la estadística ofrece a quienes se consagran al estudio de la dinámica del delito –que con tanta profundidad analizó el criminólogo italiano Bruno Battaglia–, acaso se convencerían para siempre, por lo menos desde un punto de vista meramente egoísta, del dinero que se derrocha en la Administración de Justicia, Tribunales, Cárceles, Presidios y Colonias penitenciarias, sin obtener el menor resultado positivo para garantizar la seguridad individual, la propiedad, la tranquilidad pública, &c., de que el sistema penal represivo, fundado en principios expiatorios y sin otro móvil que la intimidación erigida en norma, es, además de inútil y caro, contraproducente, porque significa la sistematización de los instintos de venganza. Si los estadistas –me refiero a los que mangonean en los destinos de los pueblos latinos y de España singularmente– tuvieran siquiera un asomo de sentido ético, podrían llevar a cabo una sola prueba que les convencería de que con el actual modo de enjuiciar se engañan a sí mismos y detentan la función tutelar asignada a los poderes constituidos. Basta con pasar la vista por las distintas partidas consignadas en los Presupuestos generales del Estado y en los de las Corporaciones provinciales y locales con objeto de subvenir al pago de distintos servicios, para no abrigar dudas de los despilfarros a que se entregan la mayoría de las naciones con esa organización burocrática, tan costosa como poco eficaz en sus efectos previsores de la inmoralidad y el crimen.

 
LA CRIMINOLOGÍA MODERNA CONTRA LO ESTATUIDO.– No es sólo la ciencia sociológica la que se proclama resueltamente en contra del eterno quiero y no puedo estatista; la más elemental noción del desarrollo de la vitalidad económica de cualquier país, prueba el aserto con elocuencia irrebatible y avasalladora; demuestra palmariamente que los cuantiosos dispendios impuestos a las clases productoras, no tienen otra utilidad que la de dar origen a un nuevo parasitismo: el de los funcionarios de la judicatura, la policía, el cuerpo de penales, &c.

De llevarse a cabo el balance, aunque no fuese más que como lo efectúan los comerciantes, de las ganancias y las pérdidas acumuladas en este respecto del desenvolvimiento mental de las clases sociales –positivo o sano y negativo o patológico– con seguridad causara asombro y pesadumbre la considerable, la enorme suma de energías individuales derrochadas en empresas estériles y baldías para la colectividad, por haber cometido la insigne torpeza de no emplear la analítica antropológica para descubrir en toda ocasión la nosografía de la insensatez, la intemperancia y otros fenómenos morbosos casi inexplorados hasta la fecha.

Por respeto a costumbres inveteradas, por mal entendidos temores a coartar la libertad individual, y por una mentida imposibilidad para declarar algunas formas de locura intermitente, ha dejado de prestarse algunas veces la debida atención a los consejos prudentes de doctos psiquiatrías y alienistas.

En la actualidad se estudia incesantemente en Holanda, los Países escandinavos, Alemania e Inglaterra, y hállase, por fortuna, bastante vulgarizada la Patología de la cerebración, que cuenta con un núcleo de investigadores competentísimos; pero aun en naciones progresivas como Francia, Italia y Bélgica, y sobre todo en España, se oponen a la difusión de la evidencia técnica la resistencia pasiva, la fuerza de la inercia, el predominio de la ignorancia osada y jactanciosa, capaz por sí sola de extraviar la opinión y con ello favorecer la herencia enferma, degradada, cuyos estragos son palmarios ante la observación de cualesquiera de las lacras o vicios que emergen de la defectuosa conformación cerebral, originados por la debilidad orgánica, libremente evolucionada por no haberse empleado en la niñez y la mocedad el método que preconiza la pedagogía correccionalista.

 
PROFILOTERAPIA DE LAS ANOMALÍAS.– En la intemperancia y en la insensatez hay, sin duda, lesión cerebral, pasajera cuando no existe la herencia, definitiva si ésta está más o menos exteriorizada en los sistemas óseo, muscular, circulatorio y nervioso. Se teoriza en dramas y novelas tendenciosas acerca de la monstruosidad de los vicios, dando con ello los autores prueba de civismo, aunque los más se concretan a practicar autopsias y descuidan la tarea profiláctica, la labor afirmativa, constructiva, creadora de nuevos hábitos y normas de la conducta que vengan a substituir a los caducos y ruinosos.

La misión educadora consiste en abrir nuevos cauces al pensamiento hasta modificar el criterio de la opinión, para lo cual ha de estar ésta dirigida por los hombres de ingenio, cultos y refinados, que, actuando en lo íntimo de la conciencia social, realizan una labor importantísima, higienizadora, desde el momento en que ponen en evidencia el vicio, la corrupción, copiándolos del modelo vivo con los mismos caracteres que lo hallan en la realidad actual, y por la sola circunstancia de mostrarle tal cual es intrínsecamente, los hacen repulsivos, contribuyendo así a la obra pedagógica de difundir la verdad en la escena, el grabado y el libro.

La descriptiva biológica con plan de vulgarización de las morbosidades cerebrales, se ha de considerar inagotable al tratar de combatir la locura y la crápula apelando a recursos prácticos, y, sin embargo, es notorio que el caso, en los instantes presentes, ha de reputarse de urgencia profiláctica, atendido el aumento creciente de los efectos de la herencia morbosa y la incurabilidad de ésta. Si fuera admisible la presentación de un nuevo episodio de la lucha entre dioses y titanes en el circuito de las morbosidades psicoorgánicas debidas a concausas mesológicas y sociales, no parecería inverosímil el abrigar una convicción pesimista, inclinada a predecir el triunfo de la herencia enferma y teratológica, y si no la derrota definitiva de la sabiduría, la escasa penetración del estudio técnico en todas las capas sociales, necesitadas de los auxilios inmediatos del higienista sagaz, por lo mismo que todavía carecen de previsión y son víctimas propiciatorias de la pereza hasta rebasar la morosidad de la locura crónica.

Es más que titánico el esfuerzo colectivo de los intelectuales empeñados en la tarea colosal de defensa preventiva del individuo, desde la cuna a la ancianidad, para que no se envicie ni enloquezca, para que su cerebración sea ascendente, para que la personalidad del ciudadano se defina y complete en proporción a las necesidades de la cultura social omnímoda; y, no obstante ser los higienistas un tanto bienquistos en aquello inherente a la salud individual, son desatendidos y postergados torpemente siempre que combaten los errores y las preocupaciones ambientes a título de antropólogos, encargados de evitar la degeneración étnica empleando recursos profilácticos seguros y eficaces para la sociedad. El higienista y el criminólogo son militantes infatigables, que ejercen la misión más augusta en toda organización social progresiva, sin que hagan mella en su temple animoso las diatribas enconadas y las oposiciones arteras, que no les desvían del camino emprendido, el de la realidad, ni les ocasionan más extorsión que la de retardar el avance de la ciencia sociológica aplicada a la sanidad de los pueblos.

Cuanto más se acentúa el realismo de la vida social, mejor se aprecia el nexo que existe entre la cerebración y las demás localizaciones de las energías individuales, a cuyo conjunto se debe el standard of health, es decir, la individualización promedio y tipo de la sanidad, una y múltiple, del individuo y la colectividad.