Filosofía en español 
Filosofía en español


A la Falange de Cazorla

(Cazorla –Jaén–, mayo de 1942.)


Camaradas: Es el vuestro un patriotismo práctico, porque la tarea de resucitar la riqueza forestal de la Patria, que un judío español destruyó alegremente hace cien años, es uno de los frentes en que el Nacional-Sindicalismo combate con mayor firmeza por la grandeza y la prosperidad española.

Estamos cansados de los entusiasmos, que no acaban de salir de las palabras, y de las coincidencias de pensamiento, que no se demuestran en la acción. Si queremos levantar la Patria, debemos tener en cuenta menos a los que dicen que a los que hacen. Se pierde demasiado tiempo en el panegírico de la propia actitud, de la propia conducta y de la propia idea, y no se da, en cambio, la importancia que tienen a los realizadores prácticos de la doctrina cuyo servicio callado es elemento eficaz de la victoria. Y como en la vida es lo que se hace, no lo que se dice pensar, lo que importa, esta labor vuestra os sitúa como falangistas prácticos ante la Patria y ante el Caudillo. Toda la riqueza perdida en esas calvas de nuestros montes, donde otra clase de cultivo no rinde, es consigna de la Falange hacerla renacer, porque «hay que tener valor de dejar que las tierras incultivables vuelvan al bosque y no volver a meter un arado en su pobreza».

La Revolución Nacional-Sindicalista en el campo no tiene nada que ver con el viejo timo marxista de repartir unas tierras estériles a hombres a quienes no se da además elementos para cultivarlas. El Estado ha de delimitar las áreas cultivables y la clase y la forma de cultivo que conviene a cada una, no en vista del interés individual del propietario, sino de las necesidades de la Nación. Porque no es justo tolerar que el individualismo caprichoso de unos pocos condene al hambre a sectores extensos de españoles. Este mando absoluto del Estado en la distribución de los cultivos y en la extensión e intensidad que debe darse a cada uno es la primera condición para llevar a cabo una revolución eficaz en nuestros campos. Hay muchas cosas que hacer; muchas cosas por las que la Falange desde sus trincheras actuales está luchando con una dureza que todavía muchos de vosotros ignoráis. Vamos a la capacitación técnica del campesino, a dotarle de una formación que haga eficaz toda esta labor rectora del Instituto de Colonización, uno de los Organismos mejor concebidos de que ha dispuesto nunca la agricultura española.

Mayor justicia y mayor rendimiento. Vamos a la delimitación de las unidades económicas de cultivo, que rediman de su pobreza de siglos al colono español y al pequeño propietario español, pasando por encima de todo lo que sea necesario. Vamos a la reconstitución de los patrimonios comunales de los municipios, que, como decía Onésimo Redondo, «deben ser considerados como el capital del pobre, y a reparar con ellos la obra devastadora de la desamortización liberal». Vamos a cortar de raíz ese mal de la proletarización campesina a que nos condujo.

En esto, como en todo, camaradas, la labor es difícil, porque hay un viejo enemigo enfrente demasiado poderoso, que sólo lentamente va cediendo a nuestra presión.

Camaradas, trabajadores campesinos: atentos a esta lucha. Ese instinto de rebeldía justa que hay en muchos espíritus hay que hacerlo fuerza viva para la gran Patria, bajo las banderas rojas y negras de la Revolución Nacional-Sindicalista.

En todas partes y con todas las armas se nos combate; pero en todas partes y con todas las armas es nuestra la iniciativa en el ataque, la moral, la razón y la fuerza. Y de todo el sacrificio de la hora presente, de toda la amargura de tanto hogar hambriento, ha de nacer la victoria de la Revolución, como de tantas vidas rotas y de tanto doloroso heroísmo nació la de la guerra.

¡Viva Franco! ¡Arriba España!

 
(Cazorla –Jaén–, mayo de 1942.)