Filosofía en español 
Filosofía en español


En el Instituto Nacional de Previsión

(Madrid, 27 de marzo de 1942.)


Excelencia, excelentísimos señores, camaradas: Porque no hemos entendido nunca las viejas maneras de la política, desdeñamos el habilidoso oportunismo en la propaganda. No es la gratitud la que ha de apretar nuestras filas. Entre nosotros se forma por la resuelta y desinteresada incorporación a la gran empresa de la Patria, sin pesar la incomodidad individual que significa para cada uno, indiferentes a la ventaja y al sacrificio. Por eso, este acto no nos sirve para buscar apoyo en aquellos españoles a quienes favorece. Exclusivamente porque es justo y porque es de interés para la Patria han sido creados el Subsidio Familiar y los Premios a la Natalidad, y únicamente se han llevado a cabo realizaciones en el Frente de la Previsión social por obediencia a las consignas. Aunque nos queda mucho por andar, éste es el camino, y estos avances, que a tantos pasan desapercibidos, son las bases necesarias que han de hacer posible mañana la verdadera, la definitiva victoria. La presencia del Jefe debe ser para todos seguridad de que el mando supremo de la Revolución tiene una visión certera de lo trascendental.

Por eso, la rápida exposición de la situación que vamos a hacer en uno de los sectores de la Previsión Social, la enumeración de los objetivos logrados, tiene exclusivamente la significación de un parte de guerra. Hay en él motivo para el aliento por lo logrado y razón para el coraje y la prisa que es preciso poner en los nuevos avances.

Porque el Movimiento encontró en la Previsión Social mucha fraseología y pocas realidades, demasiada política sin acción, en vez de largas disertaciones comparativas preferimos el lenguaje claro y lacónico de los números.

El Fuero del Trabajo fue la orden de servicio del Mando: la profundidad alcanzada en cada una de sus consignas es la medida de nuestra eficacia. Aquí está: Subsidio de Vejez, dice la orden: «Se incrementarán los Seguros Sociales de Vejez e Invalidez.» En septiembre del 39 se transforma el régimen de Retiro Obrero Obligatorio en el de Subsidio de Vejez. Se eleva la pensión de una a tres pesetas. Se amplían las pensiones a los trabajadores inválidos de más de sesenta años. Volumen de recaudación en 1935: 45.037.067 pesetas. En 1941: 143.657.493 pesetas.

Seguro de Maternidad. Dice el Fuero del Trabajo: «Se incrementará el Seguro Social de Maternidad.» En 1940 se reorganizó la Obra Maternal e Infantil. Hoy está en plena ejecución un plan de dispensarios y clínicas. Las principales poblaciones tienen ya centros de esta clase. Recaudación del Seguro en 1935: 5.080.434 pesetas. En 1941: 7.258.612 pesetas. Están ultimados los planes por el Instituto Nacional de Previsión para extender el Seguro de Maternidad a las mujeres de los trabajadores incluidos en el régimen de Subsidio Familiar, lo que significará ampliarlo a 1.783.000 mujeres.

Seguro de Accidentes. «Se incrementarán los Seguros Sociales de Accidentes y Enfermedades Profesionales.» En 2 de septiembre de 1941 se abordó el problema más difícil de los que plantean las enfermedades profesionales: el de la silicosis; hoy está en servicio un seguro sobre base mutual contra esta enfermedad con retroactividad de efecto. Pensiones pagadas por Seguros de Accidentes del Trabajo en 1936: 6.456.204 pesetas. En 1942: 45.728.160 pesetas.

Subsidio Familiar: «Se establecerá el Subsidio Familiar.» La consigna ha sido cumplida, y en plena guerra España es capaz de realizar lo que ningún otro país había osado emprender. Aquí también hablan mejor las cifras. Número de familias protegidas: 834.495. Empresas afiliadas: 359.521. Trabajadores asegurados: 2.520.087.

Protección a la Nupcialidad. «Se libertará a la mujer casada del taller y de la fábrica.» En 22 de febrero de 1941 se establecen los Préstamos a la Nupcialidad: 2.500 pesetas para los varones, 5.000 pesetas para las mujeres que se comprometan a renunciar a su ocupación laboral una vez casadas. La misma disposición establece los premios a la natalidad de que este acto es una realización.

Esta es, descarnadamente, la verdad. Para algunos hemos ido ya demasiados lejos, para otros no nos hemos movido aún; pero ni los temores de los unos ni el desánimo de los otros pueden torcer nuestra decisión de ir adelante. La Revolución Nacional-Sindicalista no puede ser la obra de un día; como la guerra, más difícilmente que la guerra, hay que ganarla hora a hora con dolor y en combate. Sin cejar un momento en la tenacidad de la brega, sin distinguir entre grandes y pequeñas batallas. Hemos probado que existen ya realidades innegables, a las que no queremos dar proporciones exageradas porque sabemos que estamos todavía en el comienzo de la empresa más difícil y más gloriosa de la Patria. La distancia que nos separa del final no es en la Falange más que un motivo para redoblar el brío de las escuadras. Alerta contra los pesimismos interesados, contra los sembradores del desaliento: son los mismos que dudaban de nuestra victoria en la guerra, de espaldas al riesgo, a la disciplina y a la fe. No necesitamos palabrería vana, sino brazos, inteligencias y voluntades resueltas a vencer. Alerta también contra quienes difunden que la Revolución no tiene más ámbito que el económico y el social. Donde hay una posibilidad de perfección hay una tarea revolucionaria. No entiende la Falange quien la crea capaz de propugnar un positivismo revolucionario. Toda la ingente transformación material que nos aguarda es un medio necesario al servicio de una espiritualidad misionera: el destino en lo universal de la Patria. El acto de hoy es, para quien quiera entender, la demostración más sencilla de esta verdad nacional-sindicalista. Esta ayuda material lograda para irnos pocos es un sacrificio justo impuesto a los demás. No importa la cuantía, importa el hecho en sí. En lo social, representa un avance que mañana será tan profundo como requiera la justicia. Este es el hecho revolucionario en lo material, el medio que sirve a una consigna más alta: la defensa del hogar español. Porque nosotros tenemos una manera reciamente española de entender la familia, unidad natural de convivencia. Sabemos que el viejo sentir del hogar, el cultivo de las virtudes tradicionales en la familia española, es el mejor camino para la formación de los hombres que mañana han de conducir la gran Patria. Y este retorno a lo nuestro, a lo mejor, es la consigna revolucionaria en lo espiritual. Contra todos los disgregacionismos exóticos, contra toda la frívola disipación de los hogares, contra las engañosas zarandajas de civilización de que los pueblos se visten para morir. Así, constante, abierta, abarcando todos los cruceros de la vida, entendemos y amamos la Revolución Nacional-Sindicalista. Así la entendieron y la amaron tantos que comenzaron la lucha con nosotros a las órdenes del Caudillo y que no tenían otra cosa que perder más que la vida y la Patria.

Y hoy como ayer, la fe en una verdad y en un Jefe es el arma decisiva de nuestra victoria.

¡Viva Franco! ¡Arriba España!

 
(Madrid, 27 de marzo de 1942.)