Filosofía en español 
Filosofía en español


A los trabajadores del mar, en Bermeo

(Bermeo, febrero de 1942.)


Nada prometo. Franco hace. Para nosotros, la palabra es sólo un medio de entendemos, un auxiliar de la acción, no una disculpa para lucir el ingenio. Por eso no nos importa repetir aquí los conceptos que hemos expuesto a vuestros compañeros de Ondárroa, sacrificando la diversidad a la exactitud. Hablamos allí de la necesidad de que todos os deis cuenta de una vez de cuál ha sido la razón de la guerra; de que únicamente para dar a la Patria la Revolución que ha de llevarla a la unidad, a la grandeza y a la libertad, y que ha de imponer en lo social, implacablemente, la justicia, cayeron sobre los campos de batalla tantos millares de camaradas nuestros; que ni uno solo de nosotros hubiera sido combatiente en una Cruzada conservadora, para volver a lo de antes. Y para los que todavía dudan, queremos recordar que la intensidad del sacrificio es la mejor medida de la sinceridad de un Movimiento. Que porque no hay nadie tan insensato que intente salvar lo material a costa de la vida, que es en el orden positivo el mayor valor, no se muere por revoluciones amarillas.

Los marineros sois, verdaderamente, practicantes del patriotismo. Vuestro silencioso esfuerzo es savia y riqueza para la Patria, arrancadas al mar con fatiga y con peligro. Por eso también, en lo nacional como en lo sindicalista, estáis en mejor actitud que nadie para entender a la Falange. Hasta en lo que tenemos de respeto a la tradición podéis comprendemos, porque vuestras Hermandades de pescadores y vuestras Cofradías responden al verdadero sentido de lo tradicional.

El Caudillo ha dicho recientemente en Barcelona: «Somos tradicionales en cuanto significa resurgimiento de los valores que nos llevaron al Imperio. Tenemos voluntad de Imperio». Afirmamos que la plenitud histórica de España es el Imperio, como dice nuestro punto III; pero somos revolucionarios en cuanto exigimos la justicia social e imponemos una solidaridad entre todos los españoles y concebimos al Estado como instrumento totalitario al servicio de la Patria. Como la tradición no es para nosotros hacer hoy lo que hicieron hace siglos los forjadores de la grandeza española, sino lo que hubieran hecho en las actuales circunstancias, defendemos que la fidelidad a la tradición conduce precisamente a la Revolución. Este sentido hemos querido llevar al Instituto Social de la Marina en su reciente reorganización. En él encontraréis cauce abierto a vuestras ansiedades, preocupación para vuestro afán y apoyo en la dureza de vuestras vidas trabajadoras. Él tiene la misión de desbrozar el camino que hemos de recorrer hasta la Patria más justa. No es necesario decir más; en este ambiente marinero y abierto, en donde todo lo pequeño se pierde, entristece pensar en la pasión de sangre que padeció el buen pueblo vasco por culpa de unos cuantos ambiciosos capitanes de retaguardia. «El buen pueblo vasco –es frase de José Antonio– que había escrito para España con las “eles” y con las “zetas” de sus grandes nombres las mejores navegaciones del mundo».

¡Viva Franco! ¡Arriba España!

 
(Bermeo, febrero de 1942.)