La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Inocencio María Riesco Le-Grand

Tratado de Embriología Sagrada
Apéndice

De la medicina y su división


Hemos creído indispensable antes de terminar esta obra incluir este apéndice, que contiene aquellas nociones generales, que son necesarias, para poder leer las obras de medicina, los que son profanos a esta ciencia; al mismo tiempo incluimos un pequeño diccionario de palabras técnicas sumamente necesario.

La medicina es una ciencia de observación, y de experiencia, cuyo objeto es conservar la salud, y sanar, o paliar las enfermedades.

La medicina práctica, es la aplicación razonada de los preceptos de la ciencia en el tratamiento de las enfermedades.

Enfermedad, es la lesión de uno o de muchos órganos.

Órganos son las diversas partes constituyentes de los seres organizados.

Llámase patología, a la ciencia que tiene por objeto el conocimiento de las causas, de los síntomas, de los signos, y de la clasificación de las enfermedades; su etimología es griega, de patos afección, enfermedad.

Se la divide en cuatro partes, que son etiología, symtomatología, semiología, y nosología.

A estas cuatro partes se le añade otra parte muy necesaria, llamada terapéutica.

1. Etiología

Se ha dado el nombre de etiología a la parte de la patología, que se ocupa de las causas de las enfermedades. Entiéndese por causa todo lo que contribuye a producir la enfermedad.

Divídense las causas en próximas, remotas, predisponentes, y determinantes. [332]

Causa próxima de una enfermedad es el estado particular de un órgano o de un sistema, de donde se derivan los fenómenos de la enfermedad, v. g. la solución de continuidad de los vasos sanguíneos, es la causa próxima de la hemorragia.

Causas remotas de una enfermedad son las que resultan de la acción de los cuerpos exteriores sobre nuestros órganos, v. g. La impresión del frío, y de la humedad sobre la piel es causa remota del catarro pulmonar.

Causas predisponentes son las que ponen al cuerpo en estado de recibir la enfermedad, acompañan siempre a un estado particular del individuo, v. g. una cabeza abultada, el cuello corto, la robustez, y la vejez son causas predisponentes de apoplejía.

Causas determinantes, son las que hallando al cuerpo dispuesto a contraer la enfermedad la producen, v. g. la indigestión, la embriaguez, la cólera, el miedo grave, una súbita y extraordinaria alegría, son causas determinantes de apoplejía en las personas predispuestas.

En muchísimos casos el concurso de estas dos especies de causas es necesario para producir la enfermedad. Supongamos, dos hombres igualmente expuestos a la impresión del frío húmedo, uno sufre un reuma y otro no; sin embargo los dos estaban bajo la influencia de la misma causa determinante; ¿por qué estos diversos resultados? Porque el primero tenía una predisposición, y el segundo no.

En el mayor número de casos es imposible decir en qué consiste esta predisposición; sin embargo en las enfermedades contagiosas es necesaria esta predisposición.

Las causas determinantes son muchísimas, y se dividen en seis clases clasificadas del modo siguiente.

Circumfusa, es decir cuanto nos rodea, puede ser causa determinante de una enfermedad. El aire muy cálido, o frío, cargado de humedad, o de miasmas deletéreos. El gas ázoe, el gas olido de ázoe o el hidrógeno producen una asfixia lenta. El aire admosferico cargado de vapores animales es muy peligroso, así se observa en los calabozos donde se hallan los presos hacinados. La diferente temperatura, y la electricidad de la admosfera todo puede ser causa determinante de varias afecciones.

Aplicata, es decir todo cuanto se aplica inmediatamente al cuerpo, los vestidos de mucho, o poco abrigo, demasiado ajustados, [333] los baños, los cáusticos, los alkalis, y varias sales metálicas puestas en contacto con nuestras partes destruyen la vida.

Ingesta es decir cosas introducidas en las primeras vías, como alimentos de mala calidad, o mal condimentados, indigestos, los venenos, los vomitivos, o los purgantes tomados inoportunamente

Excreta las excreciones, la retención de las materias fecales, o del orín, la supresión de las reglas, las hemorroides, la supresión de la transpiración, &c.

Gesta, las acciones; v. g. los ejercicios violentos, la vida sedentaria &c.

Percepta, las pasiones, como son la cólera, el miedo y la alegría excesiva.

2. Sintomatología

La sintomatología es aquella parte de la patología que trata de los síntomas de las enfermedades.

Entiéndese por síntoma toda mutación sensible en los cuerpos organizados, producida por la enfermedad.

Se dividen los síntomas en esenciales y accidentales.

Los síntomas esenciales son los que pertenecen de tal suerte a la enfermedad, que ésta no puede existir sin tales síntomas. Estos caracterizan la enfermedad, y la constituyen en especie, tal como la fiebre héctica en la tisis.

Los síntomas accidentales son los que pueden o no, sobrevenir en una enfermedad; mas no la caracterizan, y no forman más que variedades, v. g. la diarrea, e hidropesía en la tisis.

Se debe por lo tanto en toda enfermedad, observarse sus síntomas y los demás incidentes que presenta. Con este estudio, y un buen criterio en el facultativo, pueden conseguirse importantes resultados.

Se entiende por curso de la enfermedad, su invasión, su duración, y su terminación.

La invasión de la enfermedad, es aquel instante en que comienza una enfermedad; lo cual sucede ya de un modo brusco, ya de un modo lento. En el último caso la enfermedad se presenta con síntomas que no pueden apreciarse debidamente, y puede haber funestos resultados si se procede de ligero. Mientras el facultativo [334] observe que la causa no se ha fijado, y que parece que quiere buscar el punto más débil para apoyarse debe ser mero observador, y usar de paliativos.

La duración de las enfermedades, es el tiempo comprendido entre su invasión y su terminación. El cual puede ser fijo como en las fiebres eruptivas, a indeterminado, cuya duración no puede calcularse, sin exponerse a equivocarse.

La terminación de las enfermedades puede también ser brusca, o lenta; en uno y otro caso puede suceder o por recobrar la salud, o por degenerar en otra enfermedad, o por la muerte.

Estudios que deben hacerse al lado del enfermo

Son muchísimos los métodos que aconsejan los autores para estudiar las enfermedades: nosotros adoptaremos el más fácil, y que está al alcance de todos. Consiste en examinar todo el cuerpo de pies a cabeza para notar todas las lesiones, físicas, o vitales que se presenten.

Debe informarse el facultativo de la edad del enfermo, su profesión, sus costumbres, sus enfermedades anteriores, y aun hasta las de los padres. Tendrá en cuenta el día que fue acometido de la enfermedad, las causas que pudieron dar lugar a ella, los síntomas que ha presentado, y los remedios que se han empleado hasta el momento de la visita.

Pasará después el facultativo al examen de los síntomas existentes, observará escrupulosamente la cabeza, la cara, los ojos las orejas, las narices, y la boca. Sobre todo la lengua espejo del estomago, debe observarse con atención. La lengua puede presentarse húmeda o seca, pálida o encendida, ya en toda su extensión, ya en sus bordes, o en su punta; puede también estar cubierta de una capa ligera, o espesa, blanca, parda, amarilla, o negra.

Se preguntará al enfermo si tiene apetito, si nota pastosa o [335] amarga la boca, si tiene mucha o poca sed. Si el enfermo experimenta dificultad en la deglución, si se queja de la garganta, se deprimirá la lengua con el mango de una cuchara para examinar la boca y reconocer las glándulas amígdalas, o del velo del paladar que pueden estar encendidas, e infartadas.

Le examinará en seguida si la respiración es libre, o dificultosa, y ruidosa; si tiene tos, si la expectoración es fácil, si los esputos son serosos, sanguinolentos, o blancos, y espesos; si tiene dolor en alguna parte del pecho; si puede acostarse con igual facilidad de uno, y otro lado.

En el examen del vientre, debe fijar su atención sobre el epigastrio, o hueco del estómago, donde hay tan pronto pesadez o plenitud; como debilidad, calor, o dolor que se aumenta por una presión más o menos fuerte ejercida sobre esta parte. El resto del vientre puede estar duro, o blando; timpanizado y doloroso al tacto sea en toda su extensión, sea en una de sus regiones, como la umbilical, la hipogástrica. Puede tener borborigmos, constipación, o diarrea.

La orina puede ser escasa, o abundante, roja, clara, o turbia; puede por el enfriamiento ofrecer una nubecula que nada en medio del líquido, o un sedimento gris, o latericio, que se adhiere al vaso.

Debe enterarse si hay supresión de las reglas, o de las hemorroides, de un herpe, o úlcera, de cauterio, o vejigatorio.

Se procederá en seguida al examen de la piel, para conocer si está seca, o húmeda, si despide un calor quemante, o si simplemente se nota caliente, o fría. Finalmente se toma el pulso.

Del pulso

El pulso es el resultado de los movimientos de contracción, y dilatación de las arterias.

Para apreciar el pulso con fruto, se hace preciso tomar con una mano la parte anterior, y externa del antebrazo, de manera que el pulpejo del índice, y del dedo medio, se encuentren colocados sobre la parte más superficial de la arteria radial. El antebrazo debe estar en semiflexión, y la mano en un estado medio; entre la pronación, y la supinación. El pulgar del explorador debe estar colocado, sobre la parte externa del radio. [336]

La presencia del facultativo causa generalmente una emoción, que influye más o menos en los movimientos del corazón, y por consiguiente modifica el pulso; por este motivo no debe pulsarse al enfermo hasta el medio de la visita para poder apreciar el pulso como es debido.

En el estado de salud es igual, regular, flexible, y de una fuerza mediana. En la edad adulta el pulso late como unas setenta veces por minuto, en el hombre; setenta y dos a setenta y cinco veces en la mujer. Es más fuerte, y más lleno en el primero, más débil y pequeño en la última. Es más frecuente en los jóvenes, más frecuente aun en la infancia y viene a ser raro en la vejez.

Chomel fija el número de pulsaciones del modo siguiente. En los primeros meses de la vida pulsan las arterias cerca de ciento cuarenta veces por minuto; ciento en el segundo año; ochenta en la pubertad; de sesenta y cinco, a setenta y cinco en los adultos; de cincuenta a sesenta en los viejos &c. pero debe tenerse presente que su frecuencia en las mujeres, en los individuos de temperamento sanguíneo, o nervioso, y de una estatura pequeña es siempre un poco más considerable. Asegura que se han visto personas en quienes las arterias no daban más que treinta y seis a cuarenta pulsaciones por minuto, y aun se citan algunas en quienes solo daban veinte y cinco al paso que en otras llegan hasta ciento.

En el estado de enfermedad el pulso es frecuente o raro; acelerado o lento; duro o blando; grande o pequeño; fuerte o débil; regular o irregular; igual o desigual; intermitente, insensible.

Es frecuente el pulso, cuando las pulsaciones se aproximan, o se separan por intervalos cortos.

Raro cuando las pulsaciones se separan por intervalos largos.

Acelerado cuando la pulsación choca repentinamente contra los dedos, y desaparece al instante.

Lento cuando la dilatación de la arteria, es lenta, y se hace sentir largo tiempo.

Duro, cuando choca rudamente contra el dedo, y hace experimentar, la sensación de una cuerda tirante.

Blando, cuando choca suavemente contra el dedo.

Fuerte, cuando la arteria resiste a la presión. Débil, cuando es fácil de deprimir.

Grande, cuando la arteria aparece de grueso calibre. [337]

Pequeño, cuando aparece de un calibre, más pequeño que de lo ordinario.

Lleno, cupido la artería, aparece con más sangre que la que debe contener.

Regular, cuando las pulsaciones están separadas por intervalos iguales.

Irregular, cuando sucede lo contrario.

Igual, cuando las pulsaciones ofrecen todas la misma fuerza, y la misma dureza.

Desigual, cuando las unas son fuertes, las otras débiles; las unas aceleradas, y las otras lentas.

Intermitente, cuando después de un cierto número de pulsaciones, falta una, de tal suerte que el intervalo de dos pulsaciones, es doble del que debía ser.

Filiforme, cuando la arteria apenas sensible no parece tener más diámetro, que es el de un hilo.

Insensible, cuando apenas se encuentra.

3. Semiología

Aquella parte de la patología que se ocupa de los signos de las enfermedades ha recibido el nombre de semiología.

Signo, de una enfermedad es todo lo que puede hacer conocer una enfermedad, su carácter, y su terminación.

El signo se diferencia del síntoma, en que el síntoma es un fenómeno morboso, considerado en sí mismo; mientras que el signo es un fenómeno precursor, o un concomitante de la enfermedad, considerado en su significación diagnóstica, o pronóstica.

Divídense los signos en diagnósticos y pronósticos. Los signos diagnósticos son los que sirven para conocer la naturaleza, y sitio de la enfermedad.

Los signos prognosticos, son los que pueden hacer conocer la terminación.

Hay otro signo que se llaman pathognomonico, o cierto, que es aquel que indica de una manera cierta y evidente el carácter de la enfermedad. Consiste muchas veces en la reunión de muchos síntomas, por ejemplo una fiebre aguda, un dolor en el costado, una tos seca una dificultad de respirar, el pulso duro, y frecuente, y el rostro [338] encendido son una reunión de sintonías que forman el signo pathognomonico, o característico de una pleuresía. El choque del catéter contra el cálculo vesical es signo pathognomonico de la existencia de una piedra en la vejiga.

Diagnóstico, tomado sustantivamente significa el juicio del médico, cerca del carácter o naturaleza de la enfermedad; pronóstico, significa el juicio del médico acerca de la duración y terminación de la misma enfermedad.

Hay dos métodos para establecer el diagnóstico; primero consiste un examinar los signos conmemorativos, o que preceden a la enfermedad; para pasar en seguida a los signos presentes examinando cada órgano en particular como dejamos indicado; en separar los síntomas accidentales: en reunir los síntomas esenciales, y compararas entre sí para ver si su reunión forma el carácter de una enfermedad, que se ha estudiado u observado.

El segundo método es aquel que se llama, método por exclusión. v es a quien recurrimos siempre que la reunión de sintonías no forma el carácter de una enfermedad conocida; por ejemplo: Un individuo es atacado de una enfermedad crónica, acompañada de tos, de expectoración y de opresión, se dice que es un asma, un catarro crónico, o una tisis, no es un asma por tal razón, no es un catarro por tal otra, es pues una tisis.

Las bases sobre las que el pronostico debe estar fundado son no solamente, el carácter de la enfermedad, sino también la gravedad, e intensidad de los síntomas, la edad, el temperamento, género de vida del enfermo, y sus enfermedades anteriores.

4. Nosología

Nosología es aquella parte de la patología que se ocupa del nombre, del carácter de las analogías, de las diferencias, de las enfermedades, y de su clasificación, o distribución, en clases, órdenes, géneros, y especies.

El nombre de las enfermedades se toma principalmente del órgano afectado, así la pleuresía recibe su denominación de la inflamación de la pleura; se toma también de la causa real, o supuesta; la fiebre biliosa por ejemplo se denomina así, porque se cree producida por una superabundancia de bilis. [339]

Se toma también de cualquier sintonía predominante, como la escarlata, a causa del color de la piel en esta enfermedad; la fiebre adinámica por causa de la postración de fuerzas que presenta.

El carácter de una enfermedad es la exposición de su naturaleza, o la enunciación de los síntomas esenciales que la distinguen de otra.

Las diferencias de las enfermedades pueden reducirse a dos géneros principales. Unos son esenciales, y otros accidentales. Las esenciales se toman de la diferente naturaleza de las enfermedades; teniendo a la vista aquellas diferencias que pueden caracterizar a las enfermedades, distinguirlas unas de las otras; colocarlas en un orden metódico, y hacer una buena clasificación. Las accidentales son las que se refieren al estado del sujeto.

La diferencia de las enfermedades puede tomarse de su origen, de su asiento, de su carácter, de su marcha, y de su duración, de su tipo, de las circunstancias individuales, y de las terminaciones que pueden tomar.

1°. Relativamente a su origen, se dividen las enfermedades en innatas, y adquiridas. Las enfermedades innatas, o congeniales, son las que traemos al nacer y pueden ser hereditarias, y no hereditarias. Son hereditarias cuando han sido trasmitidas de padre a hijo por un virus maléfico, o porque ha recibido de un padre un órgano dispuesto a desarrollar la enfermedad que este padece,

Las enfermedades adquiridas son puramente accidentales. Son muy numerosas, y divididas en cuatro géneros principales esporádicas, endémicas, epidémicas, y contagiosas.

Esporádicas son aquellas enfermedades que estando afectas a ciertas causas particulares en cada individuo, no afectan ordinariamente en una población más que a un pequeño número de personas.

Endémicas son aquellas que estando afectas a causas generales, y continuas, reinan habitualmente en un país, como las paperas en Asturias, las tercianas en León, &c.

Epidémicas son las que afectas a causas generales, más pasajeras, atacan a un gran número de individuos a la vez, en los países donde reinan, tales son las anginas, ciertas optalmias, el cólera-morbo asiático, &c.

Contagiosas, son las que tienen la propiedad de reproducirse en un cuerpo sano por la acción mediata, o inmediata de un cuerpo [340] sano por la ación mediata, o inmediata de un cuerpo enfermo, v. g. la sarna, la viruela, &c. sin embargo la sarna no se comunica sino por el contacto, y la viruela puede comunicarse por los miasmas admosféricos, de aquí es que la sarna no puede ser más que contagiosa, y la viruela es al mismo tiempo contagiosa y epidémica algunas veces.

Las enfermedades contagiosas se diferencian entre si mismas, por relación a la espansibilidad más o menos grande del principio contagioso. Este principio es muy volátil en la viruela, y menos expansivo en la peste; y mucho menos en la sífilis.

2º Por razón de su asiento se dividen las enfermedades en locales, generales; fijas, ambulantes; idiopáticas, sintomáticas, y simpáticas.

Enfermedades locales son las que afectan uno o muchos órganos, pero están limitadas rigurosamente a la parte enferma.

Generadas son las que obrando sobre un órgano, llevan su acción no solamente sobre él, sino sobre uno o muchos órganos distantes.

Fijas, son las que siguen todos sus periodos, en el mismo lugar donde tuvieron principio; como sucede en las úlceras.

Ambulantes por el contrario no siguen sus periodos en un mismo lugar, sino que atacan uno o más órganos diversos, antes de llegar al término, como el reumatismo, la erisipela que proviene de causa externa.

Idiopáticas son aquellas cuya causa próxima, o primera se encuentra en la parte que está afectada.

Sintomáticas son aquellas cuya causa próxima se halla en otra parte que la afectada actualmente; o en otros términos, las que dependen de otra enfermedad de la que son síntoma, tal es la fístula en el ano en la tisis.

Simpáticas son aquellas en las que un órgano sano presenta síntomas morbosos a causa de la simpatía que tiene con el órgano afectado, v. g. el delirio en la pleuresía.

3º Relativamente a su marcha, se dividen las enfermedades en ligeras, graves; benignas malignas; simples, y complicadas.

Llámase ligera una enfermedad, cuando los síntomas que la acompañan, de ninguna manera son peligrosos, ni intensos y están en relación con el estado del enfermo.

Grave cuando los síntomas son intensos, y anuncian una lesión importante en un órgano esencial de la vida. [341]

Benigna, cuando no ofrece ningún síntoma peligroso, y su marcha es regular.

Malignas, o ataxicas, son aquellas que aunque ligeras en la apariencia, no por eso dejan de ser funestas y ofrecen un defecto de relación entre los síntomas, y el estado del enfermo.

Es simple una enfermedad cuando no ofrece más síntomas que los que le son esenciales.

Es complicada cuando está acompañada de síntomas que no le son esenciales, o cuando se une a otra enfermedad.

4° Relativamente a su duración, se dividen las enfermedades en agudas, que son las que corren rápidamente sus periodos, y crónicas, cuando los corren lentamente.

5° Relativamente a su marcha, y a su tipo se las divide en continuas que recorren seguidamente y sin interrupción todos sus periodos; en remitentes cuyos síntomas se contienen, y se reúnen a otros síntomas, y a épocas ya regulares, ya irregulares.

La aparición de estos nuevos, síntomas se llama acceso. Es necesario no confundirle con el recargo, paroxismo o exacerbación, que es un aumento de síntomas.

En fin en intermitentes cuyos síntomas se suprimen de un golpe para reaparecer en seguida con la misma intensidad.

Las intermitentes se dividen en periódicas cuyos síntomas desaparecen, y vuelven en épocas fijas, y en irregulares que cesan y vuelven en épocas indeterminadas.

6° Las enfermedades presentan aun entre ellas una multitud de diferencias relativas, a la edad, al sexo, al temperamento, a las costumbres, a las pasiones, y al clima &c.

5. Terapéutica

La terapéutica es aquella parte de la patología que se ocupa del tratamiento de las enfermedades.

Hay tres especies de tratamientos, preservativo o profiláctico que consiste en alejar las causas que pueden dar lugar a la enfermedad; paliativo que tiene por objeto moderar, los síntomas sin curar la enfermedad; el curativo cuyo objeto es restablecer las propiedades vitales alteradas por la enfermedad.

El tratamiento curativo presenta dos métodos que seguir, a saber, [342] el método expectante, y el método activo. El primero es aquel que no emplea ningún medio capaz de invertir el orden de los síntomas, limitándose a moderar su intensidad. Este método no debe emplearse más que en las enfermedades que tienden a la cura.

El método activo consiste en emplear los medios capaces de invertir el orden de los síntomas. Este método debe seguirse cuando la enfermedad no tiende a su curación; o cuando marchando a la curación, hace esfuerzos impotentes, o en fin en el caso en que la enfermedad tienda a destruir la vida del enfermo como sucede en varias fiebres malignas.

Bajo el aspecto de modus faciendo el tratamiento se divide en tres géneros de métodos a saber; método directo, método indirecto, y método empírico.

El método directo, es aquel por el cual se procura destruir la causa próxima de la enfermedad. Este método no puede ponerse en práctica, cuando se ignora la causa; o cuando la ciencia no ha encontrado específico que la destruya aun cuando sea conocida.

Método indirecto o sintomático es aquel por el cual se combaten los diferentes síntomas. Pueden seguirse dos medios; el primero consiste en combatir a todos los síntomas reunidos o separadamente, sin tener en cuenta la naturaleza, la marcha, o las causas, y la terminación de la enfermedad; el segundo consiste en combatir los síntomas graves, o dudosos, con tal que el tratamiento que se le opone, no esté contraindicado, por la naturaleza, marcha, y tratamiento racional de la enfermedad.

Debe recurrirse a este método en las enfermedades cuya naturaleza, marcha y tratamiento son desconocidos: en las que la reunión de síntomas no constituye una enfermedad conocida; y finalmente en las enfermedades conocidas, pero que ofrecen síntomas alarmantes.

El método empírico consiste en emplear los medios que han sido empleados ya por sí mismo, ya por otros en el tratamiento de las enfermedades de la misma naturaleza, o que tenían más analogía con aquella que se trata. Este método casi siempre es erróneo.

Concluiremos estas generalidades diciendo, que las enfermedades internas pueden reducirse a cinco clases a saber, fiebres, flemasias, hemorragias, neuroses, y lesiones orgánicas. Cada clase se subdivide en órdenes, las órdenes en géneros, los géneros en especies; y las especies en variedades. [343]


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Inocencio María Riesco Le-Grand, Tratado de Embriología Sagrada (1848)
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