Una poderosa fuerza secreta. La Institución Libre de Enseñanza | Editorial Española. San Sebastián 1940 |
La Institución Libre y la Enseñanza. I. Los procedimientos La táctica de la InstituciónAntonio de Gregorio RocasolanoCatedrático de la Universidad de Zaragoza La política desarrollada en España en esta última época ha sido inspirada y a veces dirigida por una Asociación creada en los primeros años de la Restauración, cuyos fundadores denominaron Institución Libre de Enseñanza, que fue dirigida, en principio, por el señor Giner de los Ríos. Su objeto, al decir de sus directores, era realizar en España una labor exclusivamente cultural. Pero la obra que la Institución realizaba era claramente de política partidista, dirigida a desarticular nuestra propia cultura, atacándola en su base religiosa. Desde que se fundó la Institución, fue su deseo acaparar la dirección de los asuntos culturales de España para darles el sentido que su sectarismo deseaba, y como medio más eficaz para lograrlo consiguieron disponer de algunas consignaciones del Presupuesto de la nación, con lo que pudieron nutrir sus filas con servidores rendidos por la codicia o por la pobreza. Pero cuando comenzaron para la Institución los años felices fue a principios del siglo actual, al crearse el Ministerio de Instrucción Pública; en él actuaba con eficacia sobre los encargados por el Estado de regir la enseñanza pública. En los despachos ministeriales, en el Consejo de Instrucción Pública, en todos los organismos oficiales, la influencia de la Institución progresaba cada año, hasta que en la época de la República llegó a ser la entidad que, sin responsabilidad legal de [126] gestión, disponía de todos los resortes de mando de la Enseñanza. Para conseguir sus fines, inspiraron la creación de Centros de enseñanza y sus obras complementarias, donde había de formarse el personal preciso para nutrir todos los escalafones de Instrucción pública mediante oposiciones vergonzosas que hacían con apariencia de legalidad, o mediante concurso convenido; cuando la apariencia legal no era posible, por disposición ministerial, como la que creó la Facultad de Pedagogía en la Universidad de Madrid. De cómo actuaba la Institución Libre en la extensa red que había tendido en España, nos dará idea exacta la indiscreta declaración que hizo públicamente uno de sus más caracterizados directivos; siendo ministro de la República, don Fernando de los Ríos vino a Zaragoza en viaje de propaganda, por el mes de febrero de 1932; de su paso por nuestra inmortal ciudad sólo quedó el recuerdo de un hecho vergonzoso que no quiero citar. Habló en una sala de espectáculos, y de su peroración, recogida taquigráficamente por Heraldo de Aragón (9 febrero 1932), transcribimos el siguiente párrafo del período de su discurso que dedicó a ensalzar la labor de la Institución. Decía así: «Las ilusiones de los discípulos de Giner de los Ríos se injertaron en la organización pedagógica española en el mayor silencio. La Escuela Superior del Magisterio, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, la Escuela de Criminología y hasta la Residencia de Estudiantes, han sido los gérmenes de la nueva España; éstos han sido los gérmenes que han posibilitado el advenimiento de un Régimen nuevo. La simiente está tirada silenciosamente en el surco. La República española recoge los resultados de aquéllos.» ¡Y qué resultados ha recogido la desgraciada [127] segunda República española de los gérmenes sembrados silenciosamente por la Institución Libre de Enseñanza, en un surco abonado copiosamente por el Presupuesto nacional! La indiscreción de don Fernando de los Ríos nos ha hecho saber que la Institución y sus obras filiales han posibilitado la tragedia que hemos vivido. Por declaración pública de uno de los más aventajados directivos de la Institución sabemos que, su labor fue posibilitar el advenimiento de la República, y, mientras tanto, para el vulgo y para los que por propia conveniencia se dejaban engañar, sólo realizaban una labor cultural, aunque en la realidad no hacían más que política, pero baja política de traición y de engaño. Y tales actuaciones hubieran producido males irreparables a nuestra Patria, si no se realiza el Glorioso Levantamiento militar, salvador de España. La Institución, insistiendo en su táctica sutil y peligrosa, completó sus servicios con personas socialmente honorables que manifestaban públicamente convicciones y prácticas profundamente cristianas; estas personas sirven los fines de la Institución, colaboran en sus organizaciones filiales y se aprovechan sin escrúpulo de emolumentos, cargos y representaciones en Congresos científicos, relaciones culturales, etcétera, que la Institución distribuía generosamente, pero a cuenta del Estado, entre sus servidores. En este aspecto, la táctica es ingeniosa, tanto que a muchos simplicísimos les hacía exclamar cándidamente: «La permanencia de don Fulano en la Institución es una garantía de que allí se respetan las ideas religiosas». Mientras tanto, se iba alejando de los centros de enseñanza oficial la idea de Dios. Actualmente, la táctica de la Institución, peligrosa siempre para España, consiste en facilitar que sus servidores, ya que no es posible a sus directivos, se filtren a través de nuestras gloriosas milicias; algunos de [128] ellos ya ostentaban con externa satisfacción la boina roja y las flechas y el yugo; demuestran con ello extraordinarias aptitudes de adaptación al medio; pero no hay que olvidar que son los mismos que hace tres años se ofendían si alguien les tachaba de tradicionalistas, o de fascistas. Tales personajillos, si aparentan un arrepentimiento sincero, se les puede perdonar el mal que hicieron a España, pero a condición de que se retiren a sus casas a cuidar de su familia y de su hacienda, a ejercer como mejor puedan su profesión, sirviendo así a su Patria. Algunos de ellos, los más peligrosos, intentarán escalar altos puestos en el nuevo Estado; pero esto a toda costa debe evitarse para bien de España, porque a través de sus servidores seguiría actuando la Institución silenciosamente, según su táctica, pero eficazmente, según los resultados que obtuvo. Estas personalidades, más o menos destacadas, que con un sedimento internacionalista sirvieron a la antipatria, son bastante conocidas y aún ensalzadas por el vulgo necio, porque los directivos de la Institución, practicando otra de sus habilidades, procuraron para sus compañeros el bombo periodístico no interrumpido, y gracias a esta táctica lograron muchos una falsa reputación de sabios. Cierto que éstos son los sabios de quienes dice Núñez de Arce, como diría un demagogo a un ciego burgués: Si mis labios Aunque no es lógico calificar de sabios a los apóstoles del error, porque si inconscientemente difunden sus errores son unos ignorantes, y si actúan conscientes de su obra son unos desalmados. [129] La táctica de la Institución Libre de Enseñanza aparece muy clara: una política de engaño y de traición que ha tenido realidad porque dispusieron ampliamente del Presupuesto nacional, unida a una labor tenaz para procurarse colaboraciones de personas que decimos respetables y que fueron utilizadas como pabellón que pudiera inspirar confianza a los incautos; una propaganda cuajada de ditirambos a favor de sus amigos, como cimiento irrecusable, para muchos, de reputaciones científicas, y un silencio absoluto para la labor de los no sometidos a su típico caciquismo cortés y suave en apariencia; todo ello impulsado alegre y confiadamente por la colaboración de algunos ministros monárquicos que utilizaban la Institución, como decía don Fernando de los Ríos, para posibilitar el advenimiento de un Régimen nuevo. En pleno siglo XX todo esto ha sido posible, aunque para muchos sea un misterio, porque había tanta viveza de un lado y tanto abandono (digámoslo así) de otro. Para nosotros no hay tal misterio; pero no hay espacio en un capítulo para explicarlo todo. Al describir la táctica de la Institución Libre no hemos hecho un descubrimiento de actualidad; la táctica referida la (conocíamos aun viviendo alejados de Madrid, que ha sido siempre el campo de acción de la Institución Libre; la reconocimos cuando, en 1918, nos fue ofrecida una excelente situación en Madrid, que envolvía íntima relación con la Institución, y que no aceptamos; pero esto no tiene importancia. Lo que importa es que las Logias masónicas no puedan actuar sobre el Ministerio de Instrucción Pública contra la paz y el progreso de España, desde la trinchera de la Institución Libre de Enseñanza. Lo que importa es que los que llevamos en el corazón a [130] España opongamos a la funesta táctica internacionalista de la Institución una labor cultural de honda raíz española, alejada de toda política de partido, puesto nuestro ideal en el servicio de Dios y en la grandeza de la España inmortal.
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Una poderosa fuerza secreta San Sebastián 1940, páginas 125-130 |