Eloy Bullón Fernández (1879-1957)
El alma de los brutos ante los filósofos españoles (1897)
Biblioteca Filosofía en español, Oviedo 2001
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Capítulo VIII

Escuelas materialistas contemporáneas

Sumario. Naturalistas y fisiólogos. – Transformistas y evolucionistas. – El microscopio y la temeridad de las deducciones de quienes lo emplean. – La ciencia positiva moderna y la filosofia medioetánea. – Abandono de los estudios filosóficos. – Cedant arma togae. – Conclusión.

En nuestros días es muy coún entre los naturalistas y fisiólogos conceder a los animales inteligencia. Así lo han hecho, después de Darwin, Perrier, Vogt, Spencer, Milne-Edwards, Cuvier, Flourens y Quatrefages, pero las razones de estos sabios no pueden resistir el ataque de la crítica, ni tienen otro fundamento que los fenómenos maravillosos del instinto de algunos brutos cuya perfección [112] parece argüir en pro de la existencia en los mismos de facultades intelectuales.

Otros materialistas y transformistas del presente y del pasado siglo, como Büchner, Haeckel y Lamarck, con objeto de probar la monstruosa transformación de las plantas en animales y de éstos en hombres, pretenden confundir estos reinos de seres tan esencialmente diversos, alegando en su favor sofismas especiosos y mentidas conquistas de la ciencia. Sin embargo, nada les abonan los maravillosos adelantos de las ciencias físicas y naturales, antes, al contrario, les son de todo punto adversos.

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Es verdad que, a la manera que el telescopio multiplica los astros, ha extendido y extiende el microscopio de día en día los límites de los seres vivientes, descubriendo parásitos y protozoarios de la rnás rudimentaria organización; es verdad que nadie será capaz de determinar los grados que separan y eslabonan esa [113] inmensa cadena de vivientes, que comienza en las algas y acaba en el hombre, que se manifiesta en el invisible microbio, como en el corpulento cetáceo; pero esos grados existen, y esas esenciales diferencias que separan el reino mineral del vegetal y éste del animal nadie puede negarlas. Y es en vano que el impío Haeckel pretenda fundar un nuevo reino que él llama de los protistas, seres intermedios entro las plantas y los brutos; porque esos seres o poseen sensibilidad o no: si lo primero, son animales, y si lo segundo, deben contentarse entre las plantas.

Para resolver todas estas vanas cavilaciones de los modernos naturalistas, nada más útil, ni para nosotros más glorioso, que recordar aquellas luminosas teorías que al examinar la naturaleza de los brutos enseñaron nuestros filósofos. ¡Cuánto tenemos que admirar en aquellos hermosos pensamientos y atinadas reflexiones que hemos visto en el transcurso de esta breve exposición! ¡Qué satisfacción más justa y legítima no debernos sentir al [114] traer a la memoria aquellas polémicas famosas en que tomaban parte los Suárez, Vallés, Gómez Pereira, Palacios y Feijóo, luciendo todos su agudo y penetrante ingenio y su nada vulgar talento filosófico!

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Los que con tanto empeño indagan, relatan y amplifican las bélicas hazañas de nuestros mayores, bien podrían consagrar su estudio a esas luchas más pacíficas y no menos gloriosas de nuestros sabios, y por cierto que no poco encontrarían que enaltecer y alabar. ¿Acaso sólo conquistar un castillo, asaltar un fuerte y batirse con valor ha de ser digno de memoria, y en cambio han de quedar sepultados en el olvido los brillantes pensamientos de nuestros antepasados? ¿Por ventura no fueron siempre más dignas de alabanza las ciencias que las armas, las gloriosas lides del espíritu que las cruentas guerras de los cuerpos? ¿Acaso no reportó siempre a la sociedad ventajas más nobles y provechosas el saber que [115] el batallar? Cedant arma togae! dijo un día el orador romano ante el vencedor de Pompeyo, engreído con sus triunfos. Cedant arma togae! podemos repetir nosotros, seguros de que el fallo de los inteligentes y el testimonio de la historia no desmentirán la memorable frase de Cicerón.

Dijimos al principio de esta sumarísima reseña que la doctrina de los filósofos españoles acerca de los brutos constituye una de las páginas más brillantes de nuestra historia científica, y creemos no haber exagerado en este juicio; porque ¿qué novedad, qué atrevimiento y qué ingeniosas soluciones no se descubren en algunas de las luminosas teorías que acabames de exponer? En Españay por filósofos españoles se han ensoñado los sistemas más varios y más atrevidos acerca de los animales: desde el que con Gómez Pereira les niega la sensibilidad, hasta el de los que con Vallés y Feijóo les conceden la razón; desde el que con Isaac Cardoso, Piquer y Forner hacen su alma material, hasta el de los que con Tophail y Prisciliano la llaman espiritual, o con [116] Eximeno, Balmes y Cuevas no ven absurdo alguno en hacerla imperecedera. En España y por filósofos españoles se ha defendido, antes de Descartes, que los brutos son meras máquinas, privadas de sentidos, y antes de los impugnadores del filósofo francés, se ha impugnado en España tan absurda teoría por Palacios, Suárez y Vallés.

Fin


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Eloy Bullón Fernández | El alma de los brutos
Madrid 1897, páginas 111-116