Anselmo Herranz · 1864-1935 | Compendio de Historia de la Filosofía · índice |
Compendio de Historia de la Filosofía ❧ Barcelona 1915 · segunda edición · páginas 5-7
Prólogo de la segunda edición
Ya confesé paladinamente en el prólogo de la primera edición de mi Compendio, que lo presentaba al público sin pujos ni pretensiones de invención original, como mero trabajo de concisión y selección de ideas desleídas en muchos tomos de infinidad de páginas de obras y revistas antiguas y nuevas y calcado principalmente sobre la Historia de la Filosofía del sabio dominico, el cardenal P. Ceferino González. Ya añadí allí también que mi único y verdadero empeño no era otro que el hacer de mi Compendio una obra de texto de historia de la Filosofía, breve, pero completa, en la que la brevedad no dañase a la integridad del asunto, y en la que la claridad de tal manera se hermanase con la concisión, que, a lo menos por esta vez, resultase falso el brevis esse laboro obscurus fio del inmortal preceptista Venusino. Por lo visto he conseguido mi objeto, y yo me alegro por el bien de la enseñanza en nuestros centros docentes eclesiásticos, que carecían de una obra de texto de historia filosófica en la cual, como dijo muy bien mi ilustre censor y querido amigo el señor Penitenciario de Gerona, se estudiase y detallase, dentro de los límites que permite un Compendio, el movimiento filosófico moderno. A dar condiciones modernas a mi libro dirigí todos mis afanes, con tanto interés como cariño, pues entiendo que, si es útil y provechoso a nuestros jóvenes conocer a fondo el pensamiento filosófico antiguo, lo es mucho más el ponerles en contacto con la realidad actual y comunicarles ilustración moderna, haciéndoles vivir y respirar la filosofía que forma la atmósfera intelectual del mundo del día, y que, brotando de las poderosas inteligencias de nuestros sabios, va a oxigenar o a envenenar, a llenar de luz y vida de verdad, o a entenebrecer con obscuridades de error el entendimiento de los hombres. Esa filosofía es preciso conocerla muy a fondo, y de ahí la extensión e importancia que se concede en mi Compendio a la filosofía contemporánea, que es error imperdonable y de lamentables consecuencias para la ciencia cristiana cerrar los ojos y empeñarse en combatir a los enemigos científicos de la época actual con cañones mohosos y medioevales, con razones y métodos ridículos de puro viejos y resobados.
Sumamente agradecido a la crítica por el entusiasta recibimiento que se ha dignado dispensar a mi obra, y atendiendo de buen grado algunas prudentes indicaciones, que críticos de varias nacionalidades y de indiscutible autoridad científica han tenido a bien hacerme, les he dado cabida en esta edición, procurando perfeccionar mi Compendio todo lo posible. A eso obedecen las pequeñas modificaciones y adiciones que notarán mis lectores y sobre todo mis compañeros de profesorado. Lo que no admito, porque no es justo, es que se me critique por no dar más amplitud a ciertas teorías filosóficas de algunos pensadores contemporáneos, pues mi libro tiene su finalidad propia, que es ser obra de texto y no una obra de consulta y de información completa y abundante, Como decía ya en mi primera edición, quien aspire o necesite hacer un estudio más serio o minucioso de esta rama tan amena e instructiva de las ciencias filosóficas, acuda a las obras clásicas de los grandes maestros y en ellas podrá saciar sus anhelos de una mayor y más copiosa erudición, que aquí sólo se le puede y se le debe ofrecer como en germen y capullo. Mi libro es un Compendio destinado a enseñar, en resumen y por modo completo, pero compendioso, la marcha y evolución del pensamiento filosófico a través de los siglos, y no se le ha de exigir más de lo que quiere ser. Sus condiciones, además de la integridad substancial y del orden metódico en la exposición y encadenamiento de las doctrinas que han ido apareciendo, han de ser la claridad y concisión, sobre todo al exponer las grandiosas concepciones racionales, verdaderas o erróneas, del pensar de los sabios eminentes que han formado escuela y han brillado con luz propia a su paso por los cielos de la ciencia. Lo muy dificultoso que se hace el lograr reunir todas esas cualidades en un compendio de historia de rama del saber tan vasta, abstracta y profunda como es la filosofía, lo sabrán apreciar los doctos que se dedican a la enseñanza, y por experiencia propia lo sabe muy bien quien, confiando en Dios y guiado por nobilísimo anhelo, se ha atrevido a pretenderlo, y en eso sólo consistirá el mérito especial de mi obra, si, como dicen, y yo me alegro de que así sea, no he andado del todo desacertado al escribirla. Si no otra cosa, habré conseguido que nuestros jóvenes estudien la Historia de la Filosofía en un autor español y que piensa y siente en español; que ya es hora de que nos vayamos emancipando de esa tutela científica extranjera tan vilipendiosa, que deforma nuestro carácter y que, con mengua de nuestra dignidad, nos hace vivir espiritualmente como forasteros en nuestra propia casa.
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