Filosofía en español 
Filosofía en español

Emeterio Valverde Téllez (1864-1948) · Crítica filosófica o Estudio bibliográfico y crítico de las obras de Filosofía escritas, traducidas o publicadas en México desde el siglo XVI hasta nuestros días (1904)


Capítulo XXII

El Lic. D. Zacarías Oñate

I
El escritor

MEJOR que nadie, el Lic. D. Félix Villalobos, vecino de Apaseo en 1884, hubiera podido tejer una completa biografía y formar exacto juicio crítico de Oñate, pues contaba con todos lo datos necesarios; limitóse, empero, a dar sucinta noticia de la vida y escritos de este Señor; de ahí hemos extractado los rasgos siguientes:

Nació el Lic. D. Zacarías Oñate en la ciudad de Querétaro, a 4 de Noviembre del año 1823; estudió latinidad bajo la dirección del Padre D. Luis Zelaá: en 1837 ingresó al colegio de San Javier a cursar Filosofía, hasta 1839. Al año siguiente emprendió los estudios de Derecho y, en 1845, al presentar el examen profesional, vínole a las mientes el excéntrico pensamiento de no responder a ninguna pregunta de los sinodales, con intención de salir reprobado; y estos tuvieron a su vez ¡la no menor extravagancia, de aprobarlo! Se le sujetó, sin embargo, a un segundo examen, que se efectuó a conciencia de uno y otros.

Poco después de tan extraño suceso, empezó a padecer ataques catalépticos que le duraron toda la vida, y, por fin, le precipitaron al sepulcro. [400]

Desde niño, según asegura su biógrafo, fue irresistiblemente aficionado a la Filosofía, entregándose a prolijas meditaciones, siendo sus autores predilectos Desttut de Tracy y Condillac. Sin abandonar su amada Filosofía, se dedicó también al periodismo durante los años de 1849 a 1857, y hasta solía pulsar el plectro de oro de las musas.

Sirvió Oñate entre 1861 y 1863 algunos puestos públicos de importancia en el Estado que le vio nacer; fue maestro de varias asignaturas en el Colegio Civil de Querétaro desde 1867 hasta 1876. Falleció en 2 de Mayo de 1877.

Su entusiasta biógrafo y admirador el Lic. D. Félix Villalobos le llama «el primer filósofo mexicano», lo cual ni como hipérbole pasa; porque estuvo muy lejos el Sr. Oñate de rayar a esa altura.

Daremos ya una ligera idea de sus obras.

II
Los escritos

Poseemos un volumen cuya portada dice: Obras filosóficas del Lic. Zacarías Oñate, | publicadas por el Lic. Félix Villalobos, antiguo Profesor de Filosofía. | Guanajuato, | Imprenta del Estado, a cargo de Justo Palencia. | 2ª de Alonso, letra J. | 1884.

Comprende dicho libro: 1º. un Prólogo del editor, en que este se declara con fruición amigo y discípulo de Oñate, y se presenta como asiduo cultivador de la Filosofía, ciencia que por mucho tiempo había enseñado.

2º. Noticia sobre la vida y escritos del Autor. De tal noticia nos hemos aprovechado para escribir el párrafo I.

3º. Mi Obra sobre Nociología, Soliciología, Deología y Legislogía. | Apuntamientos Nociológicos. Sufrió esta obra algunas vicisitudes: oigamos al Lic. Villalobos; [401] «trabajaba con mucha lentitud por la convicción de que no llegaría a imprimirse, acaso habría quedado en las primeras páginas, si el Sr. General José Mª. Arteaga, su amigo íntimo, no le hubiera comprometido a continuarla y concluirla, ofreciéndole que de sus fondos particulares se haría la impresión. Desgraciadamente la muerte de este patriota vino a suspender los trabajos que ya tocaban a su término, y a desalentar a Oñate a tal grado, que no volvió a tocar su obra sino para quemarla meses después, convencido de que no llegaría a imprimirse, y de que, aún cuando llegara a serlo, el tiempo que le quedaba de vida, dado el estado de su salud, era tan corto que no podría defenderse de los cargos injustos que por sus opiniones, le harían los fanáticos políticos, religiosos y científicos.»{257} En tal virtud, se dieron a luz meros fragmentos, que por casualidad se salvaron de la hoguera.

Un criterio rectísimo, unido a un talento investigador, es casi el todo para el hombre de ciencia, y principalmente para el filósofo; a nuestro humilde modo de ver, lo primero faltó al Sr. Oñate, y por eso le vemos en cada capítulo tejer una especie de laberinto de ideas, y amalgamar cosas incompatibles, como el catolicismo con el liberalismo y otros errores. Sus obras, su misma Carta Fundamental, empiezan todas en el Nombre de Dios, asegura ser católico por educación y por convicción, y es, sin embargo, liberal extravagante, como se ve en su proyecto de «Constitución Filosófico-política», en que asienta opiniones que pugnan con el catolicismo.

Como todos los que se dedican a esta clase de estudios, hace gala de proceder, guiado por su propio criterio, en absoluto individual e independiente.

Al ocuparse en demostrar la existencia de Dios; no es de extrañar le salga al encuentro la famosa distinción escolástica de la demostración a priori y a posteriori; pero [402] expresa con risible desenfado, que él poco entiende de jergas escolásticas.{258} Confesión de parte, relevo de prueba: por lo demás es claro que el autor veía la paja en el ojo ajeno y no la viga del propio. Ni en los peores tiempos de su decadencia llegó la Escolástica a producir algo semejante a la intrincada jerga de los términos analítico-simplificadores que pululan en las obras de Oñate. Véase, por ejemplo, la pág. 34 y siguientes donde se hallarán muchas expresiones de esta clase: Noción propio-personal-substancial-singular-positivo-objetivo-físico-idéntico-vario-aspectivo-simultáneo-incompleto-interna,{259} o bien: Noción propio-personal-substancial-singular-causal-positivo-imaginativo-físico-vari-sensorio-idéntico-vario-aspectivo-simultáneo-incompleto-pretérito-extraña:{260} muy propias seguramente para perder el juicio, o para contraer ataques catalépticos y morirse más pronto que el Sr. Oñate.

Ya lo hemos dicho y repetido, no ha sido nuestro animo señalar todos y cada uno de los errores que se contienen en las obras filosóficas mexicanas, menos aún hemos pretendido refutarlos todos uno por uno; porque eso tras de ser interminable sería inútil: basta que nos coloquemos en un punto de vista evidentemente definido, y marcar desde allí las tendencias particulares de cada autor dentro de su respectiva escuela, el mérito que, a nuestro juicio, le corresponda y los errores más capitales en que incurra. Para nosotros, digámoslo otra vez, el punto de vista es la Filosofía cristiana, o sea, la que en sus disquisiciones todas procede en perfecta consonancia con la fe católica. Prosigamos.

4º. Al fin de esta parte de la obra, en la pág. 126, van insertos algunos capítulos sueltos y fragmentos, todos bajo el rubro de: Para la existencia de Dios. Seguir al escritor y [403] querer entender cada uno de sus raciocinios sería exponerse a perder el seso, como sucediera al pobre Don Quijote por pasarse las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio, desentrañando el recóndito sentido de aquellos requiebros: la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Sin duda hubiera empezado más presto su gloriosa carrera, sus inmortales hazañas el famoso caballero andante, si sólo una noche hubiera pasado meditando en: el Yo sabido por sí constantemente como el uno mismo personal es el permanente-uni-estatismo-propi-personal-instructivo, y la vida naciológica es el variable-pluristatismo-objetivo-externo-instructivo en el permanente-uniestatismo-propi-personal-instructivo.{261} En verdad que el mismo Sutil Escoto tendría que sudar para entenderlo, si resucitara para solo ello. Nosotros desde luego nos declaramos vencidos, renunciamos a la tarea, y desistimos de conocer más a fondo al «primer filósofo mexicano.»

5º. Nociones de Nociología. Aquí discurre el Sr. Oñate sobre las facultades psíquicas y sus respectivos actos.

6º. Apuntes filosóficos: donde a vuelta de muchos pensamientos enigmáticos y de no pocos erróneos, alternan algunos, bellos y profundos, escritos en castellano y en sentido común. Ejemplo de los primeros:

«Yo–Yo.
«Yo–yo–yo. (Semejanza con la Trinidad infinita).
«Yo–yo–yo–es Yo para sí.
«Yo para sí–El Yo es el Yo.
«Ser el Yo el Yo, es estar el Yo en el Yo o en sí.
«Estar el Yo en sí, es existir el Yo para sí,
&c., &c.

Lo suficiente para dudar de si el Yo del Sr. Oñate cuando eso escribía estaba en Sí, si era su Yo o si era para Sí.{262} [404]

Ejemplos de los últimos: «Las más de nuestras virtudes no consisten sino en los obstáculos materiales que se nos presentan, y en nuestros intereses las más veces sórdidos.

«La clase de pensamientos dominantes en el estado de vigilia y la de ensueños en el de somnolencia, son la piedra de toque de nuestro verdadero mérito moral.

«Lo que nos parece noble amor de la verdad y la ciencia, no es de ordinario sino la continua y rastrera propensión a ser nuestros propios ídolos.{263}

«El cuerpo está en el alma, no el alma en el cuerpo.{264}

«Las minorías son oprimidas; pero también son compuestas de criminales que lo merecen, y, además, a su vez y modo, también son opresoras.

«Para un hombre ya muy espiritualizado, la sociedad (el mundo) es una posada detestable, una carga insufrible, que sólo tolera alentado por la esperanza de que alguna vez no estará en ella.»{265}

7º. Proyecto de Constitución Filosófico-Política, presentado por la respectiva comisión redactora a la Convención Constituyente del Estado libre de Querétaro.

Una parte de este opúsculo se imprimió en Querétaro, otra en Morelia por los años 1862 y 63.

Entre los que han delirado para formar pueblos utópicos y metafísicos, puede Oñate ocupar un puesto distinguido; al disparate no pequeño de querer forjar una Constitución a priori, añádese lo extravagante y la total carencia de buen sentido práctico.

Eso sí, propugnó con energía en vehementes discursos la necesidad de que la Constitución tuviese por base la idea fundamental de Dios: ya que forzosamente se implantaba la libertad y tolerancia de cultos, pretendió al menos unir a los [405] mexicanos todos en una religión filosófica, ideó una especie de teocracia natural; quiso, en suma, que la Constitución fuese teísta; pero algunos menguados y ridículos ateos de aquella época calamitosa, creyeron que aún eso ¡era mucha religión!

8º. Fundamentos de los derechos naturales, con algunas aplicaciones a la Constitución Mexicana de 1824. Este folleto se publicó primero en El Federalista. – Querétaro, 1853.

9º. Un bosquejo sobre educación secundaria. Vio la luz en El Tribuno del Pueblo. – Querétaro, 1850.

10. Instrucción Pública. – Plan de Estudios. Lo que de este opúsculo se refiere a la Filosofía merece ser transcrito; porque, al paso que es un trozo de crítica, expresa en concreto algunas opiniones del Sr. Oñate: «Cuenta ya, dice, con cerca de un siglo la existencia de la nueva filosofía alemana, y el Kantismo y el Hegelianismo ni se mencionan en México: la sabia Alemania, perdone nuestro inaudito atrevimiento, pero deseamos que jamás se verifique la importación a nuestro país de sus sistemas vaporosos, fundados todos, según lo que de ellos conocemos, en la intolerable vejestoria de las ideas innatas. El eclectismo francés, nuevo también, ha tenido sus miras políticas: pretende conservar las ideas monárquicas, y esto es ya una buena recomendación para detestarlo; pero aún prescindiendo de ello, lo que es peor y hace de él un nauseabundo revoltillo, es que al tomar sus doctrinas en todas las escuelas, su elección ha sido, según parece, tan acertada, como la que ha hecho de las ideas innatas. Conocemos las principales teorías eclécticas, y nuestros votos son porque nunca en México se vean en boga las obras de Víctor Cousin y sus secuaces; sin embargo, tienen ya algunos partidarios, y el Obispo D. Clemente Munguía parece que se inclina a fundar una escuela ecléctica, pretensión que demasiado se echa de ver en su Jurisprudencia Universal y en su Gramática General, escrito a que muy bien [406] puede llamarse plagio miserable, profanación atrevida de las insignes obras del sabio Condillac. La fuerza de la justicia ha arrancado al Sr. Munguía la confesión de que, este autor es el metafísico más juicioso que darse pueda, por cuanto a que es el filósofo que más fiel y constantemente ha seguido en sus investigaciones la luz de la experiencia; y sin embargo, con un candor inexplicable y como si la verdad y la razón no fueran unas mismas en todas partes; poco después ha dicho en su misma Gramática General, que el Condillaccismo no es propio para nuestros alumnos: ¿y por qué? – Las razones ni se dieron ni se han dado, y a fe que ni se darán. Se quiere que Morelia sea la cuna de la filosofía ecléctica en México... ¿Por ventura, conociéndose la importancia y el carácter de los morelianos, el objeto será que insensiblemente se falseen?... Todo esto podrá muy bien ser una solemne temeridad nuestra: en tal caso nuestra ignorancia reclama la benignidad y disimulo de los hombres sabios y prudentes, o a lo menos su desprecio.

«Parece que en el presente artículo, un espíritu innoble tal vez nos ha desviado del principal asunto de nuestras reflexiones: protestamos solemnemente que no. Vemos que las obras que se han escrito para los alumnos del colegio de S. Nicolás, comienzan a invadir las cátedras cercanas a Morelia, y nosotros, sinceramente deseamos que la invasión no llegue hasta los colegios de Querétaro, ya que aquí hoy por desgracia, siguiendo por necesidad el ejemplo de esas cátedras invadidas, se ha adoptado, según sabemos, o se trata de adoptar el Bouvier; en lo que ciertamente no se avanza, aunque esto no quiere decir que inculpamos a las personas ilustradas que han intervenido en la reforma; pues bien sabemos que los hombres pocas o ningunas veces son dueños de las circunstancias. Volvamos pues al asunto.

«El fin de la Lógica es, dar al entendimiento la norma de conducta en la investigación y exposición de la verdad: [407] luego es preciso que el alumno se instruya bien sobre el origen y gradación de las facultades del alma, sobre el origen y gradación de las ideas que son su objeto, y en fin sobre los medios que sirven y son indispensables para el ejercicio de esas facultades y progreso de esas ideas. Lo primero y lo segundo constituyen lo que propia, aunque estrictamente se llama Ideología, y lo segundo no es más que la Gramática General: ambas cosas forman la verdadera Lógica, y esta es la que nosotros querríamos para nuestro colegio, en vez de esa dialéctica ergotista e insustancial que siempre se ha enseñado con el mal nombre de Lógica, y de la que no recogen los jóvenes más frutos que ignorancia y pedantismo.

«Adquiridas mediante los estudios que acabamos de indicar las teorías acerca del análisis y las lenguas, que son los medios de practicarlo y de pensar; los alumnos auxiliados por el maestro, deben ejercitarse constantemente analizando algunos discursos escritos, subiendo al origen de algunas ideas, o partiendo de algunas verdades conocidas hacia las que no lo sean o sean menos. Un estudio de Lógica por este estilo, necesario es que produzca buenos pensadores que más tarde serán capaces de inventar en las ciencias y perfeccionarlas, si por la naturaleza están dotados de ingenio, o de poseer a lo menos una excelente crítica, si tan sólo ha concedídoles el talento.»{266}

Así prosigue discurriendo y lanzando sus flechas contra la psicología, ontología y teodicea escolásticas, a las que estigmatiza con el despectivo mote de ergotistas; al propio tiempo que encumbra y ensalza a su Condillac y a Desttut de Tracy. Condenar de una plumada la Filosofía genuinamente Escolástica, arguye imperdonable ligereza de juicio.

No alcanzamos a comprender, además, por qué no pudiera admitirse un sistema ecléctico verdaderamente racional: sin perjuicio del propio sistema, ese superior discernimiento [408] es digno de un filósofo, y sirve para distinguirle del infinito número de los necios. El Ángel de las Escuelas y aun el mismo Descartes, si no dijo un disparate en la exposición de su duda metódica, van por ese camino.

Diga lo que quiera Oñate, jamás podrá empañarse el mérito de la noble idea que presidió a la obra Del Pensamiento y su Enunciación: original o plagiada, ensáyase en ella felizmente el llamamiento de varias ciencias filosóficas a la unidad de sus principios.

11º. Escribió también el Lic. Oñate una muchedumbre de artículos de periódico, poesías, discursos y «tres cartas muy notables sobre el Espiritismo, que por su carácter confidencial no se han publicado.»{267}

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{257} Prólogo de las «Obras Filosóficas»... pág. VIII.

{258} «Obras filosóficas»..., pág. 12.

{259} Ibidem, pág. 66.

{260} Ibidem, pág. 79.

{261} «Obras Filosóficas»..., pág. 137.

{262} Ibidem, pág. 246.

{263} «Obras Filosóficas»..., pág. 249.

{264} Ibidem, pág. 259.

{265} Ibidem, pág. 260.

{266} Obras Filosóficas..., págs. 527 y siguientes.

{267} Obras Filosóficas..., pág. X.