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  El Basilisco (Oviedo), nº 21, 1996, páginas 41-42
  Actas de las II Jornadas de Hispanismo Filosófico (1995)

Ricardo Macías Picavea
y el problema del regeneracionismo español


Fernando Hermida de Blas
Madrid
 

Es un hecho reconocido, aunque tal vez no lo suficiente, la importancia que tiene el movimiento regeneracionista dentro del pensamiento español. Por ello mismo, resulta sorprendente que desde los últimos estudios acerca de la figura y la obra de Joaquín Costa no se haya avanzado demasiado en la correcta comprensión de los literatos vinculados a esta corriente intelectual. Semejante carencia de una investigación de base ha sido originada, aparte de por las dificultades que siguen existiendo en el Estado español para acceder a las fuentes primarias de los autores, por motivos ajenos al ámbito más estricto de la historiografía: tales motivos han sido, primordialmente, de carácter mental, ideológico y filosófico. A su vez, la falta de un fundamento sólido en los análisis realizados sobre estos escritores ha propiciado, bien de forma inconsciente, bien con plena consciencia, el sostenimiento de una serie de mitos o leyendas acerca del regeneracionismo; mitos y leyendas que hacen referencia a los ámbitos político, social, histórico o filosófico: los regeneracionistas son prefascistas, el regeneracionismo ha nacido al hilo del Desastre del 98, los regeneracionistas son krausistas, el regeneracionismo es un movimiento eminentemente político, existe una identidad entre regeneracionismo y costismo, los regeneracionistas son pesimistas, etcétera.

El caso de Ricardo Macías Picavea, quien es tenido junto con Costa por el principal representante del regeneracionismo, es uno de los mejores ejemplos de esta manipulación: denostado por comentaristas que no compartían sus presupuestos filosóficos o políticos, o que simplemente querían emplearlo como excusa para entablar una polémica con sus rivales ideológicos; reivindicado por aquéllos que, merced a la tergiversación de su pensamiento, pretendían convertirlo en el sostén intelectual del anterior régimen, o que únicamente deseaban desprestigiarlo a los ojos de los sectores más progresistas. Sin embargo, ninguno de quienes han hablado de Picavea, tanto en tono de elogio como de censura, parece haber llegado a conocerlo verdaderamente, pues no ha podido, o no se ha preocupado de, elaborar una monografía crítica sobre él. Por eso, la necesidad de una investigación seria, rigurosa y objetiva acerca de la biografía y la obra de Macías Picavea es absolutamente imprescindible si se aspira a abordar con exactitud el sentido real de la problemática regeneracionista.

El estudio que hemos realizado ha comenzado, consiguientemente, por la reconstrucción de la biografía personal e intelectual de Picavea, tanto a partir de los datos aportados por terceras personas, cuanto, muy especialmente, de documentos relacionados con este autor del siglo XIX y de sus propios manuscritos. Los seis puntos en los que nos hemos centrado respecto a este asunto han sido:

1) Primero, averiguar la fecha exacta de su nacimiento, sobre la cual existía un misterio no resuelto antes por ningún comentarista.

2) Segundo, dilucidar las incógnitas existentes acerca de los estudios que cursó.

3) Tercero, aclarar cuál fue su participación en los acontecimientos históricos de su tiempo, primordialmente en los que condujeron a la Revolución de Septiembre, y cuál fue la auténtica trascendencia de esa participación.

4) Cuarto, descubrir qué actividad desarrolló desde su posición de profesional de la enseñanza y de la cultura.

5) Quinto, constatar la evolución ideológica sufrida por él, tanto en lo que atañe a su participación institucional en la política de la época, cuanto a su militancia activa en el seno de las posturas más avanzadas del momento.

6) Sexto, ofrecer una cronología lo más completa posible de aquéllos de sus escritos referidos a temas que competen a la historiografía del pensamiento.

Una vez cumplido este primer propósito, el segundo paso era, inevitablemente, proceder a analizar críticamente esos mismos escritos.

Hasta ahora, los autores que se han interesado por la obra de Macías Picavea se han limitado exclusivamente, y casi sin excepción, a tomar en consideración El problema nacional, que es el último libro publicado por Picavea y que constituye una de las obras cumbre del regeneracionismo. Mas, ni el pensamiento de Macías Picavea se agota en las ideas expuestas en El problema nacional, ni esas ideas han sido tratadas con la debida objetividad, ni se ha tenido en cuenta que El problema nacional no era producto de la genialidad o de una súbita inspiración, sino el fruto de toda una vida de meditaciones expresadas en varios libros y en numerosos artículos periodísticos.

En este punto, nuestra labor se ha encaminado a la consecución de dos grandes objetivos:

1) Primero, recuperar y analizar todos aquéllos de sus escritos que habían sido olvidados durante años: principalmente su Tesis doctoral, nunca editada, y sus artículos aparecidos en el periódico La Libertad, de Valladolid, del cual fue socio fundador y director; artículos indispensables para entender no sólo su pensamiento social y político, sino también la transformación que con el paso de los años sufrieron sus presupuestos filosóficos.

2) Segundo, indagar con rigor y seriedad cuál es el significado de las reflexiones contenidas tanto en los libros de texto que publicó para la segunda enseñanza, como en el programa de reforma educativa que elaboró, cuanto en la novela que dedicó al estudio del problema agrario y de la cuestión social en Castilla, o en El problema nacional mismo.

Por otro lado, hemos mostrado en este apartado cómo Picavea evolucionó ideológicamente desde el republicanismo liberal progresista hasta una actitud humanitario-socialista francamente próxima al movimiento obrero; cómo alguno de sus escritos editados más de una década antes de 1898 incluía ya muchos contenidos típicamente regeneracionistas; cómo la influencia krausista que recibió fue mucho menor que la proveniente del positivismo y de la Ilustración del XVIII, y al final se centró en las aportaciones pedagógicas recogidas del institucionismo krausopositivista; cómo su pensamiento, tanto en su parte analítica cuanto en la de los remedios propuestos a los males padecidos por el Estado español, tuvo en cuenta temas que no se limitaban a la esfera política, sino que también hacían referencia a los ámbitos material, geográfico, económico, histórico, social, cultural, religioso, ético, educativo, filosófico, &c.; cómo Macías Picavea fue tan influyente o más que Costa en multitud de aspectos de la vida nacional; cómo, siendo ambos regeneracionistas, existió un distanciamiento entre ellos provocado por diferencias que van más allá de la simple estrategia política práctica, hasta alcanzar el terreno ideológico más profundo; cómo Picavea, conforme profundizaba en su postura regeneracionista, iba rechazando más rotundamente cualquier determinismo, fatalismo o esencialismo a la hora de abordar la cuestión española. Con esto, creemos haber refutado suficientemente esas leyendas que pesaban sobre el regeneracionismo.

El tercer paso de nuestra investigación no podía ser otro que el de recoger y analizar los testimonios más trascendentales que -sobre Macías Picavea- nos han brindado multitud de comentaristas, algunos tan prestigiosos como Marcelino Menéndez Pelayo, Juan de Valera, Rafael Altamira, Emilia Pardo Bazán, Gumersindo de Azcárate, Miquel dels Sants Oliver, Luis Legaz y Lacambra, Pedro Laín Entralgo o Enrique Tierno Galván. Con lo que, indirectamente, hemos acabado presentando una síntesis de la evolución que el pensamiento español ha seguido a lo largo del último siglo a propósito del regeneracionismo, en general, de Ricardo Macías Picavea, en concreto, e incluso de la problemática española en su conjunto.

Una característica común a la mayoría de los críticos que han hablado acerca de Picavea, y que se impone por encima de las discrepancias que pueda haber entre ellos, es la de manejar un concepto bastante ambiguo de regeneracionismo. En efecto, unos reducen exageradamente la lista de autores que, en su opinión, han de ser considerados regeneracionistas, mientras que otros la amplían excesivamente hasta contener a todos aquéllos que simplemente hayan usado en sus escritos los términos «regeneración», «regeneracionismo» y otros relacionados. Nosotros, en cambio, hemos procurado aplicar un criterio más restrictivo que este último a fin de determinar con objetividad quiénes han sido realmente regeneracionistas y quiénes, aunque hayan hablado de «regeneración», no lo han sido; pero ello sin dejar de manifestar que, a nuestro juicio, el regeneracionismo fue un movimiento bastante plural y con tendencias francamente diversas, especialmente en lo que se refiere a la ideología de sus miembros.

La división de esta parte de nuestra Tesis en tres secciones ha respondido a la existente entre las etapas que han ido conformando las sucesivas interpretaciones ofrecidas acerca de Macías Picavea.

1) La primera de ellas, que va de 1896 a 1922, se podría subdividir de acuerdo con dos elementos: filosofía e ideología. Por un lado, en ella destacaron las diatribas contra Picavea efectuadas por quienes, o bien profesaban una ideología más conservadora que la suya, o bien estaban adscritos a una escuela filosófica enfrentada a la línea de pensamiento en la cual se englobaba el regeneracionismo. Por el otro, también hubo en ella un grupo de autores, fundamentalmente progresistas, que trataron de ser objetivamente críticos con los escritos de Macías Picavea y mostrar lo que estimaban acertado o equivocado de su pensamiento.

2) La segunda, de 1943 a 1979, se significó por el paso a un segundo plano de las controversias filosóficas, mientras que lo ideológico llegó a adquirir una primacía absoluta e indiscutida, muy probablemente como resultado del tan traumático proceso histórico seguido por la sociedad y por el Estado españoles. Fue en este período cuando se consolidó la manipulación y la tergiversación de las que fue objeto el pensamiento de Picavea; manipulación y tergiversación que, realizadas por personajes provenientes de orientaciones ideológicas antagónicas, consiguieron sin embargo cumplir un fin común: ocultar profundamente al público el pensamiento picaveano, en concreto, y el pensamiento regeneracionista, en general. Una vez aclarado este punto básico, sería preciso señalar que la limitada variabilidad interna presente en los comentarios de esta fase pasó simplemente:

2.1) Primero, por la escisión que se produjo entre aquellos tradicional-fascistas que pretendieron convertir a Macías Picavea en la base intelectual del franquismo, al tiempo que hacerlo caer en el descrédito ante los sectores ideológicamente más avanzados, y quienes lo denostaron por ser plenamente conscientes de que su pensamiento no se compadecía con los principios, valores e ideales tradicional-fascistas.

2.2) Segundo, por la controversia generada entre aquellos progresistas que, en general desde el exilio, reconocieron el mérito y la vigencia de algunas de las aportaciones de Picavea y los que, principalmente desde el interior del Estado, simplemente lo utilizaron como excusa para entablar una polémica con los tradicional-fascistas, sin preocuparse lo más mínimo por determinar cuál era realmente el sentido del regeneracionismo picaveano.

2.3) Tercero, por el fallido intento de ruptura de esta dinámica manipuladora por parte de ciertos críticos de talante liberal, quienes no fueron capaces de sustraerse totalmente al afán ideologizante de sus coetáneos, sino que, una vez más, acabaron hablando de Macías Picavea meramente como pretexto para defender su propio proyecto político.

3) La tercera, de 1980 a 1994, guardó una menor coherencia interna que las otras dos; porque si por un lado buscó tímidamente recuperar en sus estudios sobre Picavea el rigor y la seriedad de quienes décadas atrás acometieron la tarea de analizar su figura y su obra, por el otro, continuó dependiendo excesivamente de las opiniones subjetivas de los autores de la época anterior, de suposiciones carentes de una debida base sólida, de intuiciones poco fiables y de inferencias decididamente atrevidas. En resumen, en esta tercera etapa, los puntos de vista expresados por los comentaristas dependieron todavía mucho más de factores personales que de factores filosóficos o ideológicos.

En cuarto lugar, hemos procedido a reconstruir sintéticamente el pensamiento de Ricardo Macías Picavea a propósito de los males más importantes que padecía la España de su tiempo: su evolución filosófica, su postura ante la Polémica de la Ciencia Española, ante la europeización y la españolidad, ante la modernización y la tradición, ante el problema político y la cuestión social, ante la confrontación entre el Estado y la sociedad civil, ante el problema de la organización del Estado y ante el problema religioso.

Para terminar, y volviendo al comienzo de esta introducción, la presente Tesis doctoral no tiene exclusivamente el interés de cubrir una considerable laguna de la historiografía sobre el regeneracionismo, sino que también permite reflexionar acerca de unas propuestas de Ricardo Macías Picavea que, si bien en algunos casos han quedado desfasadas y obsoletas o merecen no pocas críticas objetivas, en otros aún poseen una evidente utilidad práctica en un momento en el cual el Estado está viviendo una apresurada, vehemente y conflictiva modernización. El regeneracionismo, y en particular el estudio íntegro de los problemas nacionales por parte de Picavea, se muestra mucho más operativo que otras corrientes intelectuales de la época, más apegadas a planteamientos ontológicos o esencialistas. Así, tal vez sería posible preguntarse si los liberales de principios del siglo XIX fracasaron porque se apoyaron en los franceses, y el nacionalismo del pueblo español no pudo soportar ni a los extranjeros ni a sus amigos, o si la monarquía absoluta supo hacerse más simpática a los ojos de ese pueblo; si los liberales que sobrevivieron a ese período tan conflictivo, se fueron acomodando de facto a la situación, hasta que estuvieron tan integrados en el caciquismo como los propios tradicionalistas; si los krausistas, a pesar de la valentía que manifestaron al enfrentarse al escolasticismo neocatólico, integrista y teocrático, no dejaron de instalarse en un discurso teológico-idealista incapaz de encarar los problemas prácticos de la España de su tiempo; si los miembros de la llamada «generación del 98», no obstante realizar obras de gran belleza estética y artístico-literaria, no parecieron cerrar la puerta a cualquier solución al pensar que las causas de la decadencia nacional se encontraban en fallos del carácter español.

Por fin, Macías Picavea en concreto y los regeneracionistas en general encontraron las causas de esa decadencia en problemas de índole geográfica, económica, política, social, histórica, religiosa, intelectual, educativa, mental, ética..., todos ellos más fácil o difícilmente modificables, e incluso suprimibles; y no en defectos intrínsecos de ese hipotético carácter español, que al ser algo tan oscuro e inasequible habría conducido a un puro y simple fatalismo. Tal es la actitud que inevitablemente adoptaron estos optimistas herederos de la Ilustración del XVIII y del positivismo.

 

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