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  El Basilisco (Oviedo), nº 21, 1996, páginas 34-35
  Actas de las II Jornadas de Hispanismo Filosófico (1995)

Las fuentes del pensamiento
de Miguel Martel


Arcadio García Pérez
Salamanca
 

Introducción

Miguel Martel, nacido en la villa de Madrid en el año 1754, es el prototipo de clérigo ilustrado, liberal y profesor de la Universidad salmantina de los comienzos del siglo XIX. Su nombre va inevitablemente unido al de Muñoz Torrero, Juan Justo García, Toribio Núñez, Ramón de Salas, Meléndez Valdés, y un largo etcétera, cuyas ideas y presencias nutrieron las Cortes de Cádiz y las del Trienio Liberal.

Como clérigo, Martel bebió en las fuentes del cristianismo y la tradición escolástica; como liberal e ilustrado conoce las corrientes del pensamiento moderno y se afana en incorporar a España a la cultura de la Europa de las luces.

Su obra filosófica Elementos de Filosofía Moral se publicó en 182O junto con Prenociones fisiológicas sobre el alma del hombre y la existencia de Dios. En ella se combinan elementos procedentes de dos fuentes principales: la teología y filosofía escolásticas y el sensismo. En cuestiones concretas como la educación, la economía, el derecho de propiedad oprivada, la tolerancia, &c. hay signos suficientes como para vislumbrar que su dependencia está en autores como Helvetius, Locke, A. Smith...

1. Fuente primera: teología y filosofía escolásticas.

1.1. Pensamiento religioso

Su condición de clérigo y su formación dentro de la orden teatina le sitúan en el centro de la más estricta ortodoxia católica. Así lo demuestran sus escritos tanto teológicos como filosóficos. Aquellos tienen su fuente en los textos bíblicos y en la tradición. Sus comentarios se atienen a la más pura doctrina de la Iglesia. Su pensamiento se cimenta en la fe. Pero esta actitud se mantiene incluso en su obra filosófica transgrediendo el ámbito de la razón, la cual queda constantemente tutelada y como al amparo de aquella. Por un lado esgrime argumentos racionales sobre las que considera bases de la moral (inmortalidad del alma y existencia de Dios), pero por otro, reclama las verdades reveladas como absolutamente indispensables.

«Convengamos, pues, -dice en Elementos de Filosofía Moral-que el hombre necesita una regla infalible de conducta; que esta no puede venirle sino de la religión revelada, y que esta es indispensablemente necesaria.»{1}

Si ya en la tradición escolástica se aceptaban unos límites de la razón, más allá de los cuales sólo la fe podía penetrar, el empirismo y sensismo se encargaron de traer aún más acá aquellos. LLega a afirmar:

«Sin la revelación el hombre no hubiera podido conservarse y la especie humana hubiera desaparecido en su cuna.»{2}

Su dependencia del núcleo de creencias cristianas es manifiesta, y su sistema moral queda atrapado por ellas.

1.2. Pensamiento filosófico escolástico.

El texto que regía en la facultad de Artes de la Universidad de Salamanca desde 1788 para las explicaciones de la Filosofía Moral era el de Fundamentos de Filosofía Moral{3} del P. Jacquier. De manera que el Maestro Martel estaba obligado a seguirlo en sus clases. Reconoce en la Introducción a Elementos:

«Los elementos del P. Jacquier que me servían de texto contienen las materias más esenciales a esta signatura...»{4}

Ella es, en consecuencia, la fuente principal de sus Elementos de Filosofía Moral. Si de hecho la escribió fue para evitar los escollos de la mala metodología de Jacquier, que inducía a errores a los alumnos, así como de cierta mezclolanza temática que hacían este texto oscuro y confuso{5}.

Con solo seguir los títulos de los capítulos y epígrafes se puede comprobar que hay entre ambas obras una estructura similar, y una temática común en la mayor parte de ella. También existen profundas coincidencias doctrinales en los temas fundamentales, como Dios es el origen y principio de la moral, la ley natural se funda en la ley eterna, los deberes del hombre expresados en la ley natural abarcan a Dios, a sí mismo y al prójimo,...

Sin embargo, las diferencias son notorias. En la obra de Jacquier todavía se sigue el método escolástico de exposición de tesis, objeciones, respuestas y conclusiones, que lo hacen pesado, lento, aburrido; mientras que el estilo de Martel es ligero, breve,...; en una palabra, respira modernidad. Jacquier acepta la teoría de las ideas innatas, Martel la rechaza. Otra diferencia visible es la existencia de los capítulos II-VII de la primera parte. En ellos se trata de establecer los fundamentos de la moral sobre la naturaleza humana aceptando como principios naturales de la motivación humana el placer y el dolor, las pasiones, deseos y necesidades, y estableciendo la educación como imprescindible ayuda de la razón en el discernimiento de las leyes que han de regir la conducta moral. Estos capítulos no encuentran un correlato en la obra de Jacquier y revelan una fuente bien distinta. Descubrir ésta constituye el objetivo principal de este trabajo.

2. Segunda fuente: la filosofía moderna.

2.1. Testimonios.

2.1.1. Testimonio de los historiadores.

La comprobación de las listas de los libros que por los años 1787-89 llegaron a la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, así como el testimonio de los historiadores que se han referido a su ambiente cultural, induce a concluir que la mayor parte de las obras de autores modernos europeos y en especial los franceses pudieron ser conocidos por los profesores de aquella universidad y en concreto por Martel. Dos simples datos pueden servir para corroborarlo: la existencia en la ciudad de una librería especializada en libros franceses (Librería Alegría y Clemente) y la suscripción a la revista francesa Decada literaria{6} para conocer cuanto de novedoso se publicaba más allá de los Pirineos.

2.1.2. Testimonio del autor en su obra.

En la «Introducción» a Elementos de Filosofía Moral pasa revista a todos los sistemas morales comenzando por el de Pitágoras y terminando en los modernos. De los antiguos y medievales sostiene que todos son falsos y sus conclusiones «contradictorias» y «perniciosas».

De los modernos no tiene mejor opinión. Rechaza a los que fundan la moral en ideas innatas o en un especial sentido moral y a los que, prescindiendo de la inmortalidad del alma y la existencia de Dios, defienden una moral exclusivamente natural. Sin embargo, algunos de los modernos le han proporcionado material de trabajo: «...alguno entre ellos ha sido mi guía y mi maestro en la elección de materiales para la formación de este escrito.»{7}

No hay más referencias, pero de pasada hace un juicio favorable sobre Aristóteles y con calificativos aún más elogiosos sobre Locke y Condillac{8} por el hecho de poner y defender la sensación como fuente del conocimiento.

En la página 31 de la misma obra llama «grandes metafísicos» a los que han destruido los sistemas de las ideas innatas.

Es, por tanto, manifiesto su acuerdo con los principios epistemológicos del empirismo y sensismo.

2.1.3. Elementos de verdadera Lógica de Juan Justo García.

Esta obra se ha revelado como clave para delimitar las fuentes inmediatas y concretas del pensamiento no escolástico de Miguel Martel. El Maestro Juan Justo García escribe Elementos de verdadera lógica en 1821. Aunque publicada un año después de Elementos de Filosofía Moral, este hecho carece de importancia, dada su gran amistad, pues había sido escrita con anterioridad.

La obra es una síntesis de los Elementos de Ideología de Destutt de Tracy. En ella aparecen las tesis del sensismo que Martel adopta y pone en práctica especialmente en las Prenociones fisiológicas sobre el alma del hombre y la existencia de Dios que acompañan a los Elementos de Filosofía Moral. Esta fue también la razón de su existencia. Fueron además las doctrinas epistemológicas y metodológicas las que condicionaron el Plan de estudios de 1807 de la facultad de Filosofía y el que presentó la Universidad en 1813. Con ellos la Metafísica y Lógica tradicionales desaparecen y quedan sustituidas por una gramática y una lógica moderna, al modo como lo pretendieran en sus obras Condillac y Desttut de Tracy.

2.2. Contenidos.

A continuación ofrecemos, a modo de breve muestra, algunos textos, tomados de las Prenociones y de los Elementos, que recogen algunas de las tesis sensistas defendidas por Martel.

2.2.1. Prenociones...

Desde las primeras líneas de este tratado se percibe la influencia sensista, pues con él pretende el autor ahorrar a los cursantes de Artes un año de Metafísica (esta era la razón de la traducción-resumen que J.J. García hizo de la Ideología de Destutt). Esto es ya de por sí significativo, pues expresa la idea que tiene de metafísica. Pero sigue diciendo:

«debiendo enseñarse en la lógica y gramática general, todo lo correspondiente a la generación y análisis de las ideas, y omitirse todas las cuestiones abstractas e inútiles con que se ha embrollado esta parte de la Filosofía.»{9}

En estas líneas se hace una declaración de principios, los cuales ponen de manifiesto las tesis epistemológicas fundamentales del sensismo, así como el método analítico de las ideas según lo entendió Condillac, para el que analizar «consiste en observar el orden sucesivo de las cualidades de un objeto, a fin de darles en el espíritu el orden simultáneo bajo el cual existen». Consecuente con estos principios, Martel inicia las pruebas de la espiritualidad del alma y la existencia de Dios, desde esta actitud analítica.

«Yo procuraré -dice- investigar esta importante verdad por la única senda que puede conducir a ella, el análisis de las ideas.»{10}

Cualquiera que haya hojeado a Condillac puede entender el significado.

2.2.2. Elementos de Filosofía Moral

Esta obra fue redactada con anterioridad a Prenociones, pero ya en ella se detecta la influencia del empirismo y sensismo.

Más arriba se han mencionado varios capítulos cuya dependencia sensista es manifiesta, pues en ellos se revela cómo la sensación es la fuente originaria de todos los fenómenos psíquicos tanto del conocimiento como de la sensibilidad o sentimiento, cómo la naturaleza debe ser guía y maestra en el estudio de la moral, y en fin, cómo el placer y el dolor han de ser tenidos en cuenta como motivadores naturales de la conducta.

En el capítulo IV de la primera parte, dedicado a las pasiones deseos y necesidades, manifiesta expresamente su deseo de seguir los principios de la buena metafísica, que son los que únicamente pueden garantizar el éxito. «Suponemos todos los principios de la buena metafísica, sin los cuales parecerá oscura esta explicación, y será fácil formar falsas ideas sobre esta materia.»{11}

No hay la menor duda de que Martel conoce la distinción de Condillac sobre la metafísica{12}. E igual que hiciera luego en Prenociones rechaza la tradicional, que por ambiciosa había embrollado con cuestiones abstractas e inútiles la filosofía, y adopta los principios de la nueva, que consiste en el análisis del origen de las ideas y sentimientos.

Todo el capítulo guarda una similitud con el modo de proceder y de establecer el origen de las pasiones de la Logique de Condillac. La sensación es el origen de todos los fenómenos psíquicos.

El recurso al estudio de la naturaleza humana como guía del conocimiento de la verdadera moralidad, que impregna todo el tratado se entiende como otro elemento de la influencia sensista. Es la idea que domina toda la Lógica Elemental de Condillac y los Elementos de Ideología de Destutt de Tracy.


{1} M. Martel, Elementos de Filosofía Moral, Imprenta que fue de García, Madrid 1820, cap. XIII, pág. 139.

{2} M. Martel, Op.cit., pág. 104.

{3} Institutiones philosophicae ad studia theologica postissimum accommodatae, Valencia 1782-1794.

{4} M. Martel, Op.cit., pág. XXIV.

{5} Cfr. Ibid., págs. XXIV-XXV.

{6} El nombre completo es el de Decada philosophique, literaire et politique.

{7} M. Martel, Elementos de Filosofía Moral, pág. XVIII.

{8} «Parece increíble que hombres ilustrados, en cuyos escritos se impugnan victoriosamente las cavilaciones de los meros Escolásticos, que debían conocer la fuerza de la antigua proposición sentada en los libros de Aristóteles, nihil est in intellectu, quin prius fuerit in sensu, proposición analizada con la mayor exactitud por el profundo Lock [sic], y después por Condillac, y otros sabios fisiologistas, se obstinasen en mantener un sistema que estribaba sobre palabras sin significación...» (M. Martel, Elementos de Filosofía Moral, pág. XV).

{9} M. Martel, Prenociones fisiológicas sobre el alma del hombre y la existencia de Dios. Para servir de introducción al estudio de la Filosofía moral, Imprenta que fue de García, Madrid 1820, págs. 3-4.

{10} Ibid., pág. 6.

{11} M. Martel, Elementos de Filosofía Moral, pág. 21.

{12} «Es preciso distinguir dos especies de Metafísica. La más ambiciosa, quiere penetrar todos los misterios: la naturaleza, la esencia de los seres, las causas más escondidas: he aquí lo que la lisonjea y promete descubrir; la otra, más moderada, acomoda sus investigaciones a la debilidad del espíritu humano y tan poco cuidadosa de aquello que debe escapársele, como deseosa de lo que puede coger, sabe contenerse en los límites que le son señalados.» E. Condillac, Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos..., Reus, Madrid 1922, págs. 5-6.

 

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