Blas Zambrano 1874-1938 Artículos, relatos y otros escritos

El niño, la escuela y el maestro
La educación moral
La Tierra de Segovia, 19 octubre 1921

 

Tras de las inevitables divisiones, necesarias para estudiar la realidad, debe venir la unificación sintética, como intuición segunda y definitiva. Así, podríamos decir que el análisis es procedimiento de estudio, y la síntesis, modo de comprensión.

La división de la psiquis humana en facultades, funciones, y operaciones es luego completada, borrando lo que tiene de artificioso, con la contemplación del hombre íntegro y el estudio de sus obras en que todo él se expresa, pues no hay obra humana, artística, científica, política o social, en que no se revele su esencia íntegra, siquiera predomine una u otra de las diversas formas de su actividad.

Y del mismo modo, la educación está reclamando una visión de conjunto armónico, de síntesis viva.

¿Qué queda de las divisiones de la educación en física, estética, intelectual y moral?

Aparte de que es el hombre, el hombre total, el sujeto de toda suerte de educación, como el hombre es, ante todo y siempre un ser moral, esto es, un ser social y, superiormente, un ser racional, la preparación de ese ser para el cumplimiento de su destino, es siempre una educación moral... o no es educación.

Si nos pusiéramos de acuerdo acerca del contenido, o de la limitación del contenido de la palabra educación, se ahorrarían muchas cuestiones.

Yo creo impropio, desde luego, designar como educación, ni como parte de educación, como nada de educación, los cuidados higiénicos que no sean enseñanza y habituación consciente higiénica.

Procurar aire puro, alimentos sanos, circulación sanguínea fácil a los educandos, es todo lo interesante, todo lo importante, todo lo indispensable que se quiera; pero no es educación. Educación es la crianza privativa del hombre, la preparación del hombre como ser social y racional.

Adoptando este concepto general de la educación, y teniendo en cuenta que el hombre aislado es una abstracción, un ser irreal, imposible; como la vida social está regulada por la ética, como toda la actividad humana –consciente y voluntaria– cae dentro de la moral; como hasta el cuidado por la propia salud, es un deber, yun deber el cultivo de la inteligencia y la exposición de la verdad, y la tolerancia, y hasta la cortesía y buenos modales son deberes ¿qué hay en la educación que esté fuera de la educación moral?

De otra parte, yendo a la vida interna del hombre, es indudable que todas las llamadas «facultades del alma» y la misma energía física, parecen antecedentes, o elementos auxiliares de la suprema facultad humana: la voluntad. Suprimid la voluntad, y la inteligencia sería un vasto kaleidoscopio, y la razón una fría entelequia de entelequias, y la sensibilidad, un conjunto de dispersas e ineficaces cargas de energía...

¿Y no es la voluntad, la facultad de los fines a la que se dirige, en última instancia, la educación moral?...

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  Edición de José Luis Mora
Badajoz 1998, páginas 214-215