Filosofía en español 
Filosofía en español

Emeterio Valverde Téllez (1864-1948) · Crítica filosófica o Estudio bibliográfico y crítico de las obras de Filosofía escritas, traducidas o publicadas en México desde el siglo XVI hasta nuestros días (1904)


Capítulo XV

«Lecciones elementales de Filosofía»

EL Doctor en Medicina Don José María Híjar y Haro, cursó filosofía en el Seminario Conciliar de Guadalajara bajo el magisterio del Presbítero Don Cristóbal López, después Cura de Arandas:{126} en 1852 dejó las aulas de dicho Seminario, probablemente para consagrarse al estudio de la Medicina: en Octubre de 1868, «fue nombrado para servir la cátedra de Filosofía en el Liceo de varones del Estado.»{127}

Ya en su clase, palpó la necesidad de un compendio de Filosofía, en que se llenasen las deficiencias de textos por otra parte estimables; en que se atendiese a las relaciones entre la fisiología y la psicología; en que, para resolver la cuestión sobre el origen del lenguaje, se tuviese en cuenta la aptitud de la laringe para la formación de la palabra, y en que, principalmente, se reuniesen en un pequeño volumen las ideas más elementales de la Filosofía. Por eso escribió y dio a luz las: Lecciones elementales de Filosofía, | por el ex-catedrático del ramo en el Liceo de varones del Estado de Jalisco. | Guadalajara | Tip. de R. Carrillo, casa del Antiguo Estanco. | 1874.

En el prólogo decía: «Más tarde publicaré estas mismas lecciones en forma de monólogo, como prolegómenos de una [188] obra de más extensión que esta, y que pueda servir para el uso exclusivo de los colegios de enseñanza secundaria.» Ignoramos si ha llegado a cumplirse ese deseo.

El librito en general está bien escrito y puede ser muy útil: es un catecismo de sana Filosofía que supone estudio, meditación y provecho. Encontramos, sin embargo, algunos puntos, a nuestro parecer, vulnerables; quizá dependa más bien del laconismo a que se sujetó el autor; vamos a señalarlos.

1. La definición de Filosofía (pág. 2) es deficiente; porque no comprende la ontología y la cosmología, sin que satisfagan las razones en que se funda la omisión. El objeto formal de la ontología es el ente en general, sus propiedades, divisiones, causalidad y perfecciones,{128} y esto no sólo en «nuestro pensamiento», sino en su valor objetivo u ontológico. Algunas de sus nociones se supondrán, se aplicarán al tratar de Dios y del alma; pero no por eso puede suprimírsela como parte especial de la Filosofía.

Cosmología, es nombre equívoco y tiene diverso sentido formal, ora como parte de la Filosofía, ora como conjunto de varias ciencias inferiores que nos dan a conocer el mundo; Los cuerpos pueden considerarse metafísica y físicamente, dando a esta palabra un sentido lato; lo primero incumbe a la Filosofía, lo segundo no.

2. ¿En qué parte del cuerpo reside el alma humana? No creemos que se ignorará siempre (pág. 7); no, porque el alma por su naturaleza espiritual puede estar toda en todo el cuerpo y toda en cada una de sus partes, aunque manifieste algunas de sus facultades allí donde estén los órganos que la sirven: que así debe ser, se deduce fácilmente; pues cada parte vive la vida vegetativa y sensitiva, que en nosotros no reconocen otro principio que el alma. [189]

3. Al tratar de la sensibilidad interna o facultad sensible del alma, enumera al entendimiento (pág. 15). Quizá nunca, como ahora, haya sido tan necesario establecer la radical distinción entre las facultades superiores e inferiores, intelectuales y sensitivas.

4. «¿Qué es idea? La percepción intelectual de algún objeto» (pág. 18). La idea es propiamente resultado de la percepción, y así será mejor decir con Balmes, que idea es la representación intelectual de un objeto.

5. Idea universal es: «la que nos representa una reunión de objetos» (pág. 19). No, eso se confunde con la idea colectiva. Idea universal es la que expresa una cosa aplicable a muchos del mismo género o de la misma especie.

6. Sobre las ideas innatas dice el Sr. Híjar y Haro: «que hay algunas ideas innatas por su objetividad; pero por su subjetividad ninguna» (pág. 21). No es esta la cuestión; sin que admitamos las ideas innatas. Al ser creado el entendimiento, ¿trae consigo algunas ideas?, de esto se trata. Unos filósofos creen en el innatismo de todas las ideas, suponiendo que vienen como dormidas y que despiertan al presentarse los objetos: otros aseguran que sólo las ideas fundamentales son innatas; otros, en fin, dicen que todas son adquiridas.

7. En la pág. 24 pone como ejemplo de infinito, el firmamento; mas, sabido es que los filósofos demuestran ser metafísicamente imposible el infinito en acto entre las criaturas. Según esto, tampoco puede admitirse que el infinito no presuponga el principio vital, cuando por el contrario es la vida por esencia.

8. En la pág. 27 nos encontramos otra vez con la confusión de las facultades intelectuales y sensitivas, confirmándose la expresada confusión, cuando en la pág. 29 estudia el autor las facultades de los animales.

9. El argumento para probar que el lenguaje es natural al hombre es el siguiente: «Como el canto es natural a los [190] pájaros. Si Dios nos dio un instrumento para hablar, es claro que al emplearlo hacemos uso de él, de una manera tan natural, como de los ojos para ver, de los oídos para oír, &c., &c.» (pág. 35). A poco que la razón se examine, aparecerá sofística; porque cabe una distinción: la palabra como simple sonido es natural al hombre, concedo: como sonido articulado y expresión, a la vez que arbitraria, convencional, del pensamiento, haec est quaestio. El hecho es que Dios enseñó al hombre a hablar; pero si así no hubiera sido, ¿tal hombre hubiera podido inventar el lenguaje? Aquí es donde entran oportunamente los ejemplos de los sordomudos, y de la experiencia hecha por Psamético. Para que las comparaciones que aduce el Autor sean exactas, hay que advertir que no es lo mismo ver, que el arte y ciencia de los colores; no es lo mismo oír, que el arte y ciencia de los sonidos; no es lo mismo emitir voces, que el arte de hablar.

10. Acerca de la verdad, pregunta: «¿De qué naturaleza puede ser el objeto conocido?» y responde: «Material o inmaterial; cuando es material, la verdad se llama real o positiva; cuando el objeto conocido es inmaterial, o sólo existe en nuestro pensamiento, la verdad se llama ideal o en el entendimiento» (pág. 50). Tampoco es exacta la distinción; pues la verdad será real o positiva cuando el objeto, sea material o inmaterial, exista en la realidad de las cosas independientemente del conocimiento: así el conocimiento de Dios es una verdad real, aunque Dios no sea material. La verdad ideal será la que corresponda a una ficción o suposición del entendimiento, como en las distinciones que en la escuela se denominaban rationis ratiocinatae y rationis ratiocinantis.

11. Nos parece poco filosófico llamar a la hipótesis, falsa suposición; porque no siempre resulta falsa.

12. No nos conformamos con la enumeración de los criterios de verdad (pág. 53); porque suprime el criterio de [191] evidencia, sólo porque «no hay evidencia sin verdad» (pág. 83): Añade en cambio la memoria y el sentimiento, que son reducibles a otros criterios.

13. Dice en la pág. 67 que: «el carácter lógico de las proposiciones condicionales consiste en que, afirmado el antecedente, se afirme el consiguiente, y negado el primero, se niegue también el segundo.» En primer lugar, este es el carácter lógico, no de la proposición sino del silogismo condicional. En segundo lugar, no concluiría legítimamente un silogismo condicional en que negada la condición se negase el condicionado. Si concluyese sería per accidens. Las reglas son:

1ª. Afirmada la condición, se sigue que debe afirmarse el condicionado.

2ª. Negada la condición, nada se sigue.

3ª. Afirmado el condicionado, nada se sigue.

4ª. Negado el condicionado, se sigue que debe negarse la condición.

14. Al dar las reglas del silogismo (pág. 69), pone la nota siguiente: «pueden omitirlas los jóvenes que no quieran aprenderlas, por no estar ya en uso.» De buena gana tomaríamos esas palabras por una sátira; pues en serio querrían decir que ya no se raciocina, porque ya no están en uso las eternas leyes del raciocinio.

15. Extrañamos que en la Historia de la Filosofía, ni una sola vez salga el nombre del Angélico Doctor Santo Tomás de Aquino.

Por lo demás, es un manualito muy digno de elogio; da una idea general de la Filosofía, y, lo que es más, una idea sana; porque el autor no se ha dejado llevar de la corriente materialista de nuestros días.

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{126} Los Hijos de Jalisco, por el Dr. D. Agustín Rivera, Guadalajara 1897. (Segunda edición.)

{127} Prologo a las Lecciones elementales de Filosofía.

{128} Palmieri, Urráburu y otros.