φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:8081828384858687888990Imprima esta página

§ 82. Condillac

Si la escuela escocesa representa una reacción parcial contra el sensualismo de Locke en sus relaciones con el escepticismo de Hume, el nombre de Condillac representa, por el contrario, una verdadera evolución y como el complemento del sensualismo del filósofo inglés. Condillac, que nació en Grenoble en el año de 1715, se ordenó de sacerdote, fue abad de Flux, preceptor del duque de Parma, miembro de la Academia, y murió en 1780.

La Filosofía de Condillac se reduce a una teoría ideológico-psicológica esencialmente sensualista, la cual se halla expuesta con prolijidad en su Ensayo sobre el origen de los conocimientos, pero principalmente en su Tratado de las sensaciones, que es su obra capital como filósofo. En la primera obra, Condillac admitía todavía con Locke una facultad de reflexión, además de la sensación; pero en el Tratado de las sensaciones esfuérzase en probar que en el hombre, o, si se quiere, en el alma humana, todo es sensación y nada más que sensación, y quede ésta proceden, no solamente todas las ideas, sino todas las facultades. Así es que reprende [401] a Locke porque suponía en el alma cualidades y fuerzas innatas, sin sospechar que traen su origen de la misma sensación: il n'a pas soupçonné qu'elles pourraient tirer leur origine de la sensation même.

«Si consideramos, escribe el autor del Tratado de las sensaciones, y si consideramos que el recordar, comparar, juzgar, discernir, imaginar, admirarse, tener ideas abstractas, poseer las ideas de número y de extensión, conocer verdades generales y particulares, no son más que maneras diferentes de estar atento: si consideramos que tener pasiones, amar, aborrecer, esperar, temer y querer, no son más que maneras diferentes de desear, y que, en fin, estar atento y desear no son, en su origen, más que sentir, concluiremos de aquí que la sensación envuelve todas las facultades del alma.»

«El yo de cada hombre, añade después, no es más que la colección de las sensaciones que experimenta y de aquellas que la memoria le recuerda; es sencillamente la conciencia de lo que es al presente y de lo que fue antes.»

En armonía con su concepción sensualista, Condillac concede grande importancia a las palabras, considerando los signos que constituyen el lenguaje articulado como generadores de las principales funciones del entendimiento. «Los signos son, escribe, los que engendran reflexión, abstracción, generalización, raciocinio; sin el lenguaje, la inteligencia del hombre no sobrepujaría la de los animales.» De aquí infería Condillac, y otros infirieron y afirmaron después, que la ciencia no es más que una lengua bien hecha.

Para dar a conocer su teoría, Condillac presenta [402] la hipótesis de una estatua que poseyera solamente el sentido del olfato, que es el menos perfecto de todos y el más distante de los conocimientos intelectuales. Y, sin embargo, de esta sensación, relativamente imperfecta y única, nacen por vía de generación o transformación todas nuestras ideas y todas nuestras facultades. Resumiendo su teoría y su pensamiento acerca del origen y constitución de las ideas y facultades en el hombre-estatua, Condillac se expresa en los términos siguientes: «El principio que produce el desarrollo de sus facultades es simple; las sensaciones mismas lo, encierran, porque siendo todas, o agradables, o desagradables, la estatua está interesada en gozar de las unas y eximirse de las otras. Es fácil convencerse que este interés basta para dar lugar a las operaciones del entendimiento y voluntad. El juicio, la reflexión, los deseos, las pasiones, etc., no son más que la sensación misma que se transforma. Por eso nos ha parecido inútil suponer que el alma recibe inmediatamente de la naturaleza las facultades que posee. Ha sido suficiente hacer al hombre sensible al placer y al dolor, para que nazcan en él ideas, deseos, hábitos y talentos de todo género».

En realidad, la teoría de Condillac puede resumirse en las siguientes proposiciones:

a) La sensación es el origen y el principio de todas las ideas y de todas las facultades y funciones del alma.

b) Los móviles únicos de las acciones del alma son el placer y el dolor.

c) El alma carece de actividad intrínseca, personal, y, por consiguiente, de voluntad libre, en el sentido propio de la palabra. [403]

d) La razón humana no es una fuerza o energía nativa, anterior, superior, distinta esencialmente de los sentidos; y, por consiguiente, la superioridad del hombre sobre los animales puede reducirse al uso del lenguaje articulado: L'homme n'est superieur aux animaux que parce qu'il parle.

Aunque todos los principios y la doctrina de Condillac pueden considerarse y son efectivamente premisas lógicas del materialismo, el autor del Tratado de las sensaciones rechaza las conclusiones materialistas, afirmando la espiritualidad y la libertad del alma humana, la existencia de Dios, la creación libre del mundo, la virtud y el deber moral.