φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:6061626364656667686970Imprima esta página

§ 64. Fénelon

Nació Fénelon (Francisco de Salignac de Lamothe) en el castillo de su nombre, en 1651. De carácter dulce y de ingenio profundo y brillante, adquirió pronto gran reputación, y fue nombrado preceptor del duque de Borgoña en 1689. Miembro de la Academia en 1693, fue después consagrado arzobispo de Cambray, diócesis que rigió con gran celo y prudencia hasta su muerte, que tuvo lugar en 1715.

Dejando a un lado sus escritos extraños a la Filosofía y su famosa Explicación de las Máximas de los Santos, ocasión a la vez de grandes sinsabores y de grande gloria para su autor,{1} las obras que contienen el pensamiento filosófico de Fénelon, son la Refutación del sistema del P. Malebranche, el Tratado de [297] la existencia de Dios, y algunas cartas referentes a cuestiones metafísicas y religiosas, entre las cuales hay tres dirigidas al duque de Orleans, en las que habla de la inmortalidad del alma, de la libertad y de la necesidad del culto.

Aunque el pensamiento de Fénelon coincide generalmente con el de Santo Tomás en la mayor parte de las cuestiones filosóficas que ventila en las obras citadas, no representa la idea y la enseñanza de la Filosofía del Doctor Angélico con tanta fidelidad como Bossuet, pudiendo decirse que, así como éste representa la tradición filosófica de Santo Tomás, Fénelon representa la tradición filosófica de San Agustín. Dicho se está con esto que el arzobispo de Cambray tiene tan poco de cartesiano como el obispo de Meaux, confesando ingenuamente que en el caso de seguir en Filosofía la autoridad de algún filósofo, la de Platón y Aristóteles, y, sobre todo, la de San Agustín (je croirais même saint Augustin bien plus que Descartes sur les matières de Philosophie) serían preferidas por él a la de Descartes.

Obsérvanse efectivamente en Fénelon, y principalmente en su Tratado de la existencia de Dios, no pocas ideas, marcadas reminiscencias y hasta algunas palabras que traen a la memoria ciertos pasajes de San Agustín acerca de las ideas divinas o razones eternas de las cosas, acerca de la verdad inconmutable y de la luz eterna en que vemos las cosas.

Nótase en dichos pasajes y en las ideas apuntadas cierto sabor ontologista, y digamos malebranchiano, a pesar de laRefutación del sistema del P. Malebranche, obra en la que Fénelon rechaza las teorías [298] filosóficas del autor de la Investigación de la verdad. Algunas de sus demostraciones metafísicas de la existencia de Dios tienen más de sutiles y oratorias que de científicas y sólidas: una de ellas es la prueba ontológica, cuya legitimidad reconoce y admite, y que es acaso el único punto de alguna importancia en que se aparta explícitamente de Santo Tomás, y en que más se acerca a Descartes.

En resumen: Fénelon representa las tradiciones de la Filosofía cristiana a través y en contra del movimiento cartesiano; pero en Filosofía revela marcada predilección hacia San Agustín, ofrece cierta dirección ontologista, y se distingue por su tendencia a plantear y resolver algunos problemas filosóficos con las fórmulas y lenguaje del obispo de Hipona.

En determinadas cuestiones, y principalmente en las que se rozan directamente con el ontologismo, las ideas y soluciones del arzobispo de Cambray no son del todo extrañas a la influencia de San Anselmo, San Buenaventura y Gerson.

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{1} Fénelon, además de someterse con sinceridad completa y ejemplar humildad a la condenación de su libro, contestó a sus impugnadores con una dulzura que contrastaba con la vehemencia exagerada e injusta de aquéllos, entre los cuales se señaló Bossuet. El celo amargo de éste y de sus colegas contra Fénelon mereció la desaprobación del Papa, el cual les decía con harto fundamento que mientras el autor de las Máximas había pecado por exceso de amor de Dios en cierto sentido, ellos pecaban por defecto de amor del prójimo: Peccavit excessu amoris divini, sed vos peccatis defectu amoris proximi.