φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:4041424344454647484950Imprima esta página

§ 43. Crítica

Se ve por lo dicho, que Hobbes es el hombre de la lógica, de la moral y de la política desde el punto de vista de la doctrina baconiana. El materialismo con su corolario natural el nominalismo en Filosofía y Psicología, el sensualismo utilitario en moral y el despotismo en política, son las ideas y direcciones capitales que sintetizan el pensamiento filosófico del amigo y discípulo de Bacon. En sus numerosas obras, en sus tratados filosóficosDe Homine y De Corpore, y en su tratado político Elementa philosophica de Cive, lo mismo que en su famoso Leviathan sive de materia, forma et potestate civitatis ecclesiasticae et civilis, se encuentran, o explícitamente o en germen, todos los sistemas de Filosofía negativa que han venido [193] sucediéndose en la historia hasta nuestros ateo-positivistas contemporáneos.

Sin embargo, su concepción política es más lógica que la de los modernos partidarios del positivismo materialista; porque, dado el conjunto de sus ideas filosóficas, religiosas y morales; negadas la vida futura y la libertad humana; negadas la justicia absoluta, la existencia de Dios como ser espiritual, providente e infinito, sólo el despotismo y la fuerza son capaces de mantener el orden y conservar la sociedad.

La palabra nominalista de Hobbes veritas non in re sed in verbo consistit, representa en el fondo las declamaciones de los que en nuestros días tanto hablan contra las hipótesis metafísicas, bien así como el bellum omnium contra omnes del filósofo inglés, puede considerarse como la premisa natural que contiene en germen el principio darwinista de la lucha por la existencia.

Hobbes es también uno de los filósofos en que aparece como más clara y evidente la conexión íntima entre el nominalismo y el materialismo. Su psicología, esencialmente materialista, le arrastra a corolarios y conclusiones nominalistas, según las cuales, toda ciencia tiene más de nominal que de real, siendo, además, muy probable que lo que llamamos raciocinio es «una reunión y encadenamiento de palabras». Hasta en su teoría política resalta el nominalismo, puesto que afirma que «la tiranía no es más que un nombre que los descontentos dan a la monarquía». Doctrina es esta muy lógica en boca de quien había enseñado antes que «el soberano no está obligado a nada para con sus súbditos». [194]

Semejante nominalismo es muy natural y lógico en boca de quien define al espíritu diciendo que es «un cuerpo natural dotado de tan grande sutileza, que no obra sobre los sentidos, pero ocupa lugar determinado..., y, por consiguiente, concebir un espíritu es concebir alguna cosa que tiene dimensiones».

Ya queda indicado que Hobbes, sin hacer profesión explícita de ateísmo, niega en realidad la existencia de Dios, toda vez que para el filósofo inglés «substancia sin dimensiones son dos palabras que implican contradicción».

Cierto que en varios lugares de sus obras habla de Dios, de sus atributos y hasta del culto que debe dársele; pero todo ello acompañado y mezclado con tales restricciones e ideas, que se ve claramente que su objeto era, no ya sólo someter al capricho del soberano todo lo referente a religión, sino negar y destruir la idea divina y la idea cristiana sin chocar demasiado de frente con las ideas y sentimientos del pueblo. Así se comprende que, al hablar de la obligación de dar culto a Dios y prestarle obediencia, escribe que esta obligación procede del temor que tenemos a Dios y de nuestra imbecilidad e impotencia enfrente de la Divinidad. Así se comprende también que escriba que hablar de la infinidad de Dios, no es más que confesar francamente que ignoramos si esta cosa es infinita; «y es hablar de Dios con poco respeto, añade,{1} el decir que tenemos idea del mismo en nuestra alma; porque la idea no es más que nuestra concepción, y nosotros no somos capaces de concebir más que cosas finitas». [195] Hobbes merece ser apellidado el moralista y el político de la escuela baconiana, porque, en realidad de verdad, no hizo más que desenvolver y aplicar los gérmenes y tendencias de la Filosofía de Bacon en todos los terrenos, pero de una manera especial y preferente en el de la moral y la política.

——

{1} De Cive, cap. XV.