φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:3031323334353637383940Imprima esta página

§ 36. Francisco Sánchez

El portugués Francisco Sánchez, que nació en Braga hacia mediados del siglo XVI, y que, según parece, hizo sus estudios de medicina en Montpellier, recibiendo allí el grado de doctor en 1573, fue acaso el principal y más genuino representante del escepticismo filosófico de la época. Mientras que en los Ensayos de Montaigne y en la Sabiduría de Charron el pensamiento escéptico se encuentra como diluido y amalgamado con reminiscencias y reservas dogmáticas, en la obra capital de Sánchez, que lleva por título De multum nobili et prima universali Scientia, quod nihil scitur, el escepticismo filosófico se presenta con toda franqueza y claridad.

El filósofo lusitano comienza por hacer la historia de su propio escepticismo, o de su origen y causas. Ni la enseñanza de sus maestros, ni las sentencias o escritos de los antiguos, ni las respuestas de los presentes o contemporáneos le satisfacían (quod tamen mihi satisfaceret, omnino nihil) en manera alguna, ni llenaban sus deseos (nec erat qui desiderium expleret meum) de conocer con certeza la verdad.

Después de esto, a ejemplo de Descartes y antes que Descartes, el filósofo español se concentra en sí mismo, duda de todo como si nada se le hubiera enseñado jamás, y comienza a examinar las cosas [152] directamente y en sí mismas,{1} sin que por este camino le sea dado salir de su incertidumbre, porque «cuanto más pienso, dice, más dudo»; quo magis cogito, magis dubito. La conclusión de semejantes premisas es que el hombre no ignora la verdad, como ignora todas las demás cosas (ut qui eam, ut alia omnia ignorem), sino que debe abandonar toda esperanza de alcanzarla o poseerla, y que debe contentarse con buscarla y discutirla: Nec eam (veritatem) arripere speres unquam, aut sciens tenere: sufficiat tibi, quod et mihi, eandem agitare.

Algunos historiadores han confundido a este representante del escepticismo con su homónimo, apellidado generalmente el Brocense, autor de la Minerva o causas de la lengua latina, y uno de los humanistas más notables de la época.

Tampoco ha faltado quien, sin confundirlos, ha clasificado al último entre los partidarios del escepticismo, clasificación destituida de sólido fundamento, ya porque el Brocense tiene más de humanista que de filósofo, ya porque, a juzgar por su biografía y por sus tratados crítico-filosóficos, sus tendencias eran eclécticas, pero no propiamente escépticas. Quien quiera convencerse de esto, lea su tratado De nonnullis Porphyrii aliorumque in Dialectica erroribus. En esta obra, lo mismo que en su Organum dialecticum, Sánchez procede con independencia en sus opiniones, critica algunas de Aristóteles, cuyo tratado de las Categorías apellida estéril e indigno de su genio (pertenue et [153] infrugiferum est, nec Aristotelis ingenio dignum), y se manifiesta favorable a las soluciones platónicas sobre los universales y sobre las ideas.

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{1} «Ad me proinde memetipsum retuli, omniaque in dubium revocans, ac si a quopiam nihil unquam dictum, res ipsas examinare caepi.»