φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

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§ 20. Capela y Mamerto Claudiano

Marciano Capela (Félix Martianus Capella) fue natural de Madaura en ífrica, y aunque se ignora la época fija de su nacimiento y de su muerte, se cree que floreció en la segunda mitad del siglo V. Escribió el Satyricon, especie de obra enciclopédica, cuyos dos primeros libros, que llevan el título extraño de Himeneo de la Filosofía y de Mercurio, sirven de introducción a los otros siete, en que trata de la gramática, de la dialéctica, de la retórica, de la geometría, de la aritmética, la astronomía y la música, o sea de las siete artes liberales, tan famosas durante la Edad Media bajo los nombres de Trivium y Quatrivium.

Mamerto Claudiano, sacerdote, natural de Viena, en el Delfinado, representa la continuación de la Filosofía de San Agustín, especialmente en su parte psicológica. El semipelagiano Fausto, Obispo de Regio, además de rechazar y combatir la teoría teológica de San Agustín sobre la gracia, enseñaba también que todas las substancias creadas son compuestas de materia y forma, sin exceptuar las almas racionales, y [94] aún los ángeles; que sólo Dios posee la espiritualidad o inmaterialidad perfecta; que todo lo creado, y, por consiguiente, el alma humana, tiene calidad y cantidad.

Para refutar estos errores, escribió Claudiano su obra De Statu Animae, en la cual enseña y demuestra, entre otras cosas,

a) Que la perfección del universo pide que haya en él toda clase de seres, y por consiguiente seres espirituales, además de los materiales; y que aquéllos sin perjuicio de ser finitos, se asemejan y acercan a Dios en cuanto que carecen de extensión.

b) Que el alma humana es substancia y tiene cualidades, pero no tiene dimensiones ni está sujeta a las condiciones del espacio, ni ocupa lugar a la manera de los cuerpos, aunque está sujeta a las condiciones o duración de tiempo, en cuanto a sus actos y movimientos.

c) Que el alma, como substancia espiritual, simple e indivisible, y como forma substancial que anima y vivifica al hombre, está toda en todo el cuerpo y en cada una de sus partes, y que, lejos de estar contenida y circunscrita por el cuerpo, más bien es ella la que contiene al cuerpo, dando unidad, enlace y vida a sus partes.

d) Que el alma percibe los cuerpos por medio de los sentidos, y las cosas inmateriales por sí misma, o sea por medio de una intuición directa o indirecta.

En esta última afirmación y en algunas otras análogas que se encuentran en la citada obra De Statu Animae, se echa de ver que las teorías neoplatónicas no eran desconocidas ni extrañas a Mamerto [95] Claudiano, y que ejercieron alguna influencia sobre su dirección filosófica.