Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
La Filosofía de los pueblos orientales

§ 18

Filosofía de Tchou-hi

Después de la muerte y respectiva apoteosis de Lao-tseu y de Confucio, la Filosofía siguió su dirección, y especialmente la del último, sin producir escuelas ni filósofos que merezcan especial mención. Sólo en el siglo XII de nuestra era, cuando ya habían pasado diez y siete siglos sobre la tumba de Confucio, apareció una nueva escuela, cuyo fundador fue Tcheou-lien-ki o Tcheou-tseu, pero cuyo principal representante es Tchou-hi.

Ya se ha indicado arriba que la Filosofía de Confucio prevaleció sobre la de Lao-tseu. Pero la Filosofía de Confucio, más bien que Filosofía, es un sistema político-moral, es una Filosofía esencialmente incompleta y parcial, porque carece de base metafísica y hasta de base psicológica, al paso que la Filosofía de Lao-tseu es metafísica y casi exclusivamente especulativa. En vista de esto, nada más natural que ponerlas en recíproco contacto y completar la una con la otra. Esta fue la empresa que acometieron los filósofos citados, cuya escuela, por consiguiente, viene a ser una especie de ensayo o sistema ecléctico, que pudiera apellidarse [61] neo-confucianismo, en atención a que la doctrina político-moral de Confucio, universalmente recibida y practicada por la nación, constituye el fondo y como la trama principal de su concepción filosófica.

Las principales modificaciones introducidas por esta escuela en la doctrina de Confucio, combinando con ésta algunos de los elementos metafísicos de Lao-tseu, pueden condensarse y resumirse en los siguientes términos:

a) El Ser supremo, apellidado Taï-ki por los discípulos de Confucio, es el Ser latente e innominado de Lao-tseu, es el gran Todo de este filósofo, cielo y tierra a la vez, espíritu y materia, &c., pues aunque «cada uno de estos seres, dice el fundador del neoconfucianismo, tiene su naturaleza propia e individual, sin embargo, todos los seres del universo reunidos son el Taï-ki».

b) El Tao o Razón suprema de Confucio, es para la nueva escuela el mismo Taï-ki, considerado como substratum y razón eficiente de sus evoluciones y acciones, o sea de los seres de que él proceden por emanación de su propia y única substancia. «Aunque hay dos nombres, dice el representante principal de esta escuela, Tchou-hi, no hay dos substancias originariamente».

El Taï-ki o Substancia absoluta, que, como se ha dicho, posee en sí el Tao o Razón suprema y eficiente, se manifiesta en el espacio y el tiempo bajo las dos formas de ying y yang, o sea como materia y como espíritu. Pero no se crea que la materia y el espíritu tienen aquí el mismo sentido que entre los europeos. Para la Filosofía neoconfuciana, y en general para la Filosofía [62] china, el espíritu es una materia más sutil que la grosera y visible de los cuerpos. Algunas veces se le da el nombre de materia celeste, macho celestial, en contraposición a la hembra terrestre o materia inferior.

d) De la unión y combinación de estos dos modos o formas del ser, el yang y el ying, resultan cinco elementos, que son la madera, la tierra, el metal, el agua y el fuego, los cuales engendran y constituyen todos los demás seres del universo, incluso el hombre con sus facultades físicas, intelectuales y morales. Así es que el amor o benevolencia procede de la madera, la fidelidad procede de la tierra, la justicia del metal, la prudencia se deriva del agua, y la civilización del fuego.

Estos mismos elementos se hallan representados en el cielo por cinco genios (Chan-ti), que dirigen la marcha general de las causas naturales, sin perjuicio de otros espíritus (aeriformes) y genios inferiores, que presiden a los diferentes fenómenos de la naturaleza, como los truenos, la lluvia, los vientos.

e) En el hombre hay tres cosas, a saber: la inteligencia, que es una derivación o manifestación del Tao o Razón suprema, en la cual debe reentrar al separase del cuerpo, aunque el neoconfucianismo no explica sobre este punto; el principio sutil del elemento material o corpóreo, y la parte más grosera de este mismo elemento, o sea del cuerpo humano. Cuando sobreviene la muerte, el principio sutil (höen) vuelve al cielo y se convierte en espíritu (Chin, o espíritu aeriforme, cuerpo sutil); la parte inferior y más grosera del cuerpo, llamada phe, vuelve a la tierra, y se convierte en [63] koueï, o sea genio, el cual es grado de ser inferior al chin, o lo que se llama espíritu, por más que ni uno ni otro son verdaderos espíritus, sino grados y modos de ser más o menos sutiles de la materia.

Como se ve por estas indicaciones, el neoconfucianismo o la Filosofía de Tchou-hi, se reduce a una amalgama informe y hasta contradictoria alguna vez, de la concepción panteísta de Lao-tseu, con las tendencias esceptico-ateas, y con las ideas materialistas de Confucio. Esta Filosofía neoconfucianista de Tchou-hi, es hoy la Filosofía oficial y nacional de la China, y sabidas son las opiniones negativas de los literatos chinos en orden a la existencia de un Dios personal, vivo y providente, lo mismo que en orden a la inmortalidad del alma.

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Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 60-63