Pedro Fedoséyev
La cognición científica hoy, sus características y problemas específicos*
El desarrollo contemporáneo de las líneas fundamentales de investigación en ciencias naturales y sociales constituye la base teorética de la revolución científica y tecnológica y de los cambios sociales que la acompañan. Esta revolución, que ha surgido como uno de los procesos más importantes de la época actual, ofrece a la humanidad oportunidades sin precedentes para el progreso social, pero también ha dado lugar a algunos problemas muy difíciles y de gran alcance. De ahí el creciente interés por los aspectos filosóficos de las ciencias naturales y técnicas.
La interpretación amplia de la estructura de las ciencias modernas, de las formas específicas en que interactúan sus principales tendencias, el análisis de sus leyes generales, de las fuentes, condiciones y perspectivas de su desarrollo, constituyen un problema crucial y polifacético, a cuya solución la filosofía soviética –el materialismo dialéctico e histórico– está contribuyendo directamente. La comprensión minuciosa de estas cuestiones se está convirtiendo hoy en un requisito esencial para el éxito de la propia organización del trabajo científico, para la correcta selección y concentración de fuerzas en los principales sectores de la investigación básica y aplicada. Así, la elaboración de los problemas filosóficos de la ciencia natural contemporánea desde el punto de vista del materialismo dialéctico adquiere también una importancia práctica cada vez mayor.
Como muestra el análisis del estado actual de las ciencias naturales, la tarea principal en este campo es resolver los problemas metodológicos generales de las ciencias naturales sobre la base del desarrollo de la dialéctica materialista como lógica y teoría del conocimiento, en otras palabras, aplicar las ideas marxista-leninistas a la solución de los problemas filosóficos de las ciencias naturales.
Al abordar estas cuestiones, los filósofos soviéticos y los científicos naturales se basan en la idea de la necesidad de una alianza entre los científicos naturales y los filósofos marxistas, propuesea por Lenin en su obra «Sobre el signdficado del materialismo militante». En esta obra, al trazar las líneas básicas del desarrollo de la filosofía marxista y establecer las tareas que deben cumplirse en el proceso de formación de una ideología socialista, Lenin habla de la necesidad de una interpretación filosófica de los últimos logros de la ciencia natural, como condición esencial para la defensa y el desarrollo de la concepción dialéctico-materialista del mundo. Se trata de una tarea tremenda, cuya realización exige el esfuerzo conjunto de los científicos naturales y los filósofos.
« ...debemos comprender que sin una sólida fundamentación filosófica no hay ciencias naturales ni materialismo, que puedan soportar la lucha contra el empuje de las ideas burguesas y el restablecimiento de la concepción burguesa del mundo. Para soportar esta lucha y llevarla hasta el fin con pleno éxito, el naturalista debe ser un materialista moderno, un partidario consciente del materialismo representado por Marx, es decir, debe ser un materialista dialéctico.»1
En el medio siglo que ha transcurrido desde entonces, las formas concretas de esta alianza han cambiado en función del grado de desarrollo de las ciencias naturales y del grado de elaboración de sus problemas filosóficos. Pero el principio de Lenin de la concordia entre los filósofos marxistas y los científicos naturales ha resistido la prueba del tiempo y ha demostrado su viabilidad.
Esto se debe a que el principio de Lenin se deriva lógicamente del enfoque materialista y científico de la naturaleza como objetivo de la investigación filosófica, de la comprensión marxista de la ciencia y su papel social. Desde el principio, la filosofía marxista rompió tajantemente con los preceptos de la filosofía natural, los cuales inevitablemente imponen concepciones a priori a las ciencias naturales y conducen a la sustitución de un enfoque puramente especulativo por el análisis específico de problemas concretos, la sustitución de conexiones imaginarias por las que realmente existen. «El materialismo moderno es esencialmente dialéctico y ya no necesita ninguna filosofía que se sitúe por encima de las demás ciencias»2.
Esta noción del objeto de la filosofía científica y su relación con las ciencias naturales fue desarrollada por Lenin. Demostró que en el contexto del vigoroso avance científico, de la ruptura de viejas nociones, principios y teorías y la aparición de otros esencialmente nuevos, en el contexto de la matematización intensiva de las ciencias naturales, la importancia de la interconexión entre la filosofía y las ciencias naturales, lejos de debilitarse, aumenta enormemente. De su interpretación materialista de la conocida proposición de Hegel sobre la identidad de la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento, Lenin sacó la conclusión de que la interpretación filosófica de los logros de las ciencias naturales, de toda la historia de la cognición humana, la tecnología y la cultura material y espiritual, de todos los procesos de la vida social, es la principal fuente de desarrollo de la dialéctica materialista. La dialéctica, a su vez, al revelar sobre esta base las leyes más generales de la realidad objetiva, arma a las ciencias especializadas con un método filosófico general de cognición y transformación de la realidad.
Lenin demostró que la interacción de la filosofía y las ciencias de la naturaleza es un requisito objetivo para el desarrollo de estos dos campos del conocimiento, que sólo puede satisfacerse plenamente en forma de una alianza entre los filósofos marxistas y los científicos de la naturaleza. El materialismo dialéctico no pretende ser capaz de resolver los problemas específicos estudiados por las ciencias de la naturaleza, pero se desarrolla en estrecho contacto con ellas. La ciencia natural no emprende la investigación filosófica especializada de cuestiones tales como la interrelación entre sujeto y objeto, teoría y práctica, y sin embargo, sin una respuesta teórica basada en principios a tales cuestiones es imposible encontrar el enfoque correcto a cualquier problema metodológico de tal o cual ciencia o teoría, sintetizar los logros de las diversas ciencias y construir una nueva imagen científica del mundo. La esencia de la idea de Lenin es una alianza creativa entre los exponentes del materialismo dialéctico y los científicos naturales para resolver los problemas filosóficos y metodológicos de las ciencias naturales y hacer avanzar así tanto la ciencia como la filosofía.
Todos los logros importantes de los filósofos soviéticos en este campo –la afirmación de la concepción dialéctico-materialista del mundo entre los científicos y tecnólogos, su cooperación creativa y práctica con los filósofos, los éxitos en la generalización de los últimos descubrimientos de las ciencias naturales y el enriquecimiento de la dialéctica materialista sobre esta base– se basan en la realización consecuente de los principios de la alianza entre científicos naturales y filósofos desarrollada por Lenin. Siempre que se violaron estos principios surgieron dificultades que inhibieron el trabajo fructífero tanto de los filósofos como de los científicos naturales. El prestigio de la filosofía marxista-leninista entre los científicos naturales y su colaboración con los filósofos han crecido en el proceso de una dura lucha contra las tendencias filosóficas hostiles, de la superación de dificultades, deficiencias y errores, en el curso de los esfuerzos conjuntos para llegar a una interpretación filosófica de los últimos descubrimientos de la ciencia natural.
Hoy podemos decir con confianza que la alianza que nos legó Lenin funciona bien. Es una de las principales fuentes de desarrollo de la filosofía marxista-leninista y una importante condición del progreso de las ciencias naturales y técnicas.
Como ya hemos señalado, la alianza entre los científicos naturales y los filósofos marxistas ha adoptado diferentes formas en distintas etapas. En la década de 1950, la investigación sobre los aspectos filosóficos de las ciencias naturales se centró principalmente en las teorías científicas conocidas y generalmente reconocidas, en particular la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. También se elaboraron los fundamentos dialéctico-materialistas para la interpretación de otras teorías fundamentales que configuraron la faz de la ciencia en la primera mitad de este siglo, y ciertas categorías de la dialéctica, en particular las de causalidad, necesidad, azar, posibilidad, realidad y ley, se profundizaron y concretaron sobre esta base. También en este periodo se superaron las dificultades que se habían acumulado en los años precedentes y se restableció el entendimiento mutuo entre filósofos y científicos naturales.
Los trabajos realizados en ese periodo permitieron acercarse a una nueva frontera en los años sesenta. Las investigaciones filosóficas en el ámbito de las ciencias naturales se orientaron cada vez más hacia los problemas relacionados con el futuro de las ciencias, con las tendencias científicas que apenas acababan de despuntar, pero que prometían convertirse en esenciales en el futuro.
La atención se centró en los problemas de ramas científicas como la física de las partículas elementales, la astronomía extragaláctica, la biología molecular, la cibernética y la investigación operativa. Se desarrolló ampliamente la investigación de sistemas y estructuras. Se analizaron más profundamente los problemas de la naturaleza activa de la cognición. Se dio una nueva prioridad en los estudios filosóficos a las cuestiones de la unidad material del mundo y la unicidad cualitativa de las esferas individuales de la realidad, a las cuestiones de lo general y lo particular, lo que se debió a la penetración de la biología por la física y la química, la amplia aplicación de la cibernética y la intensificación de la interacción de las ciencias naturales y sociales.
Este nuevo enfoque, con mayor amplitud temática y creciente énfasis en la relevancia de las ciencias, desarrolló y reforzó la alianza entre científicos naturales y filósofos. Se han resuelto problemas metodológicos básicos y han surgido formas de colaboración como la investigación conjunta de filósofos y científicos y la celebración de conferencias y simposios científicos sobre los problemas filosóficos actuales de la ciencia contemporánea.
Como todos los grandes problemas de la ciencia moderna, estas cuestiones filosóficas fundamentales exigen un enfoque integrado. No pueden investigarse sin la colaboración entre las diversas ramas de las ciencias. Cabe mencionar que los científicos naturales soviéticos, como S. I. Vavilov, A. F. Joffe, V A. Fock, M. A. Markov, A. D. Alexandrov, N. N. Semyonov, N. P. Dubinin, V A. Engelgardt, V. A. Ambartsumyan, A. I. Berg, S. L. Sobolev y P. K. Anokhin, han realizado una importante contribución a este trabajo.
El alto nivel científico alcanzado en los estudios de las cuestiones filosóficas de la ciencia natural moderna ha hecho más eficaz la lucha contra la filosofía burguesa, y ha elevado el prestigio de la dialéctica materialista entre los científicos del extranjero. El desarrollo científico mundial indica que la concepción dialéctico-materialista del mundo proporciona la única base fiable para una interpretación filosófica profunda de su vigoroso y rápido progreso.
El rasgo específico de la etapa actual en la elaboración de los problemas filosóficos de la ciencia natural se encuentra en el rol mucho más importante que desempeñan ahora la ciencia y la técnica en la construcción de la base material y técnica del comunismo, en el desarrollo integral de la sociedad socialista. La tarea de combinar orgánicamente los logros de la revolución científica y técnica con las ventajas del sistema socialista, planteada por el XXIV y elaborada en el XXV Congreso del PCUS, induce a una renovada visión de los problemas tradicionales de la filosofía de la ciencia natural y de la técnica, y nos impulsa a destacar aspectos y facetas que antes parecían insignificantes o incluso pasaban desapercibidos. Se ha hecho necesario considerar los problemas de las ciencias naturales y técnicas en estrecha relación con su creciente rol social, y su mayor influencia en el curso del desarrollo de la sociedad.
La necesidad de un enfoque de este tipo viene dictada, principalmente, por la profundización del proceso de convergencia de las ciencias naturales y técnicas y las ciencias sociales. Como predijo Marx, la ciencia se está convirtiendo en una fuerza productiva directa, y la producción, en la aplicación tecnológica de la ciencia. A la luz de este proceso uno se hace particularmente consciente de la bancarrota de aquellas concepciones neopositivistas que yuxtaponen las ciencias sociales y naturales y erigen una barrera infranqueable entre la naturaleza y la vida social.
La etapa actual de la convergencia de las ciencias naturales y sociales exige una mayor elaboración de la teoría y la metodología que permita, por una parte, realizar esta síntesis y comprender su naturaleza esencial y, por otra, proporcionar la clave para la solución de los problemas cualitativamente nuevos y complejos que surgen en la frontera entre las ciencias naturales y sociales. Tal función filosófica y metodológica sólo puede ser desempeñada por la filosofía marxista-leninista, que es una doctrina integrada que se ocupa de las leyes más generales de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. La tarea consiste en profundizar y concretar las proposiciones y categorías marxista-leninistas básicas en su aplicación a las características específicas de este proceso.
La interacción de las ciencias naturales y sociales puede investigarse desde tres ángulos: el ángulo económico o de la producción (estudio de los cambios en la estructura y organización de la producción evocados por los avances científicos y el consiguiente progreso de la tecnología); el ángulo social (investigación de los efectos de la revolución de las ciencias y las fuerzas productivas en las esferas socioeconómica, política, intelectual e ideológica de la vida social); y el ángulo epistemológico (elaboración de los principios y métodos generales de planteamiento de problemas complejos, análisis de los cambios en las técnicas de investigación de las ciencias naturales y sociales que se han producido como resultado de su convergencia).
Por supuesto, no todos los problemas mencionados son competencia de la filosofía de las ciencias naturales. Sin embargo, es indiscutible que la profunda convergencia de las ciencias de la naturaleza y de la sociedad pone de manifiesto la insuficiencia de las líneas de investigación puramente ontológicas, epistemológicas y lógico-metodológicas de los problemas filosóficos de las ciencias naturales. La imagen «tridimensional» que han producido de la cognición científica debe recibir una nueva «cuarta» dimensión, que resuma los procesos y fenómenos más generales generados por la profunda penetración de la ciencia y la tecnología en la vida social. Este tipo de síntesis «cuatridimensional» extremadamente amplia es una condición esencial para el desarrollo ulterior de la concepción dialéctico-materialista del mundo como sistema integral de conocimiento que expresa la unidad material del mundo en toda la diversidad de sus manifestaciones específicas.
Tomemos ahora algunos de los problemas científicos actuales cuya solución pasa por la interacción de las ciencias naturales y sociales.
La sociedad soviética se enfrenta en la actualidad a la importantísima tarea de controlar grandes sistemas en las esferas de la economía nacional, las relaciones políticas y la ciencia. ¿Cuál es el lugar del hombre en el complejísimo sistema «hombre-naturaleza-tecnología»? Esta pregunta reviste una importancia filosófica y metodológica excepcional, y su respuesta científica sólo puede darse sobre la base de la generalización dialéctico-materialista de los últimos avances de las ciencias naturales, técnicas y sociales.
Otro ejemplo. La revolución científica y tecnológica ha ampliado enormemente la capacidad del hombre para influir en su entorno natural. Esta influencia ha adquirido proporciones mundiales. Desgraciadamente, la gente a menudo no comprende del todo los posibles resultados de estas incursiones. Pero es un hecho que ciertos cambios en el entorno natural son irreversibles y pueden empeorar permanentemente las condiciones naturales de vida de las personas. Pero, ¿son inevitables estas consecuencias? Para evaluarlas correctamente, debemos tener en cuenta diversos aspectos de la relación hombre-naturaleza.
Baste decir que, en las condiciones de la revolución científica y tecnológica contemporánea, el hombre ha provocado cambios en su entorno que, en gran medida, tienen un efecto recíproco sobre él. Y este efecto exige una investigación. El hombre se enfrenta a nuevos problemas de adaptación a condiciones cambiantes. Estos problemas son, por supuesto, especialmente urgentes en los países más desarrollados.
Ahora es posible discutir tales problemas no sólo en el plano filosófico general, sino también en términos científicos específicos, porque los datos de la biología, y en particular de la genética, abren nuevas vías para estudiar la interacción de lo social y lo biológico en el proceso del desarrollo humano, del desarrollo del individuo.
En Occidente, los problemas de la Ecología han recibido últimamente un tratamiento sensacionalista. Por supuesto, son urgentes y complejos y exigen una atención seria. El sensacionalismo que los rodea, sin embargo, a menudo está diseñado no tanto para ayudar a resolver los problemas como para oscurecer las contradicciones fundamentales de la sociedad burguesa, para desviar la atención de los problemas sociales.
En la fase actual del desarrollo de las ciencias sociales no puede haber vuelta a ninguna forma de darwinismo social ni a interpretaciones «biológicas» vulgarizadas del hombre. Entre los científicos y filósofos soviéticos es axiomático que el hombre es un ser social, que su desarrollo y comportamiento están condicionados en última instancia por las relaciones sociales. Pero también nos oponemos a las nociones simplistas de que el hombre no es más que un conjunto de factores económicos o sociales. El hombre es un ser social, pero también forma parte de la naturaleza, es un ser biológico. Como decía Engels, tiene existencia corpórea. Y esta interconexión de lo social y lo biológico es un problema muy importante y de gran alcance que exige una investigación científica completa.
En los últimos años se ha agudizado el problema de la llamada explosión de información. Las exigencias del desarrollo científico, las tareas de optimización de la producción y el tratamiento de la información hacen imperativo resolver el problema del valor de la información. ¿Cómo podemos encontrar los criterios adecuados?
Este «problema del siglo» enfrenta a las ciencias en su conjunto y a la filosofía en particular, en la medida en que esta última siempre ha tratado de «comprimir» la información mediante la generalización de conceptos. En este sentido, una tarea muy urgente es el desarrollo profundo de la propia teoría de la dialéctica, porque la presión de los nuevos datos científicos exige el desarrollo del aparato conceptual, incluida la concretización y profundización de las categorías de la dialéctica. La ciencia natural siempre ha sido una fuente importante de tal desarrollo.
La lista de ejemplos podría ampliarse. También hay que mencionar el importante sector que ha surgido en el límite entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, a saber, los problemas epistemológicos y lógico-metodológicos de la investigación sobre sistemas complejos (sistemas de control automatizados; sistemas complejos utilizados en la exploración espacial; aparatos biotécnicos en medicina, etc.). Pero se han citado suficientes ejemplos para ilustrar la especificidad de los problemas planteados por la revolución científica y tecnológica y la confluencia de las ciencias naturales y sociales, y para demostrar su importancia teórica y práctica.
Actualmente se observan dos tendencias en la investigación de los problemas filosóficos planteados por las ciencias naturales. Por un lado, se tiende a elaborar los problemas metodológicos de cada una de las ciencias. Por otra parte, se hace hincapié en la elaboración de la propia teoría de la dialéctica, desarrollando nuevas categorías filosóficas.
Por supuesto, estos dos enfoques no pueden aislarse el uno del otro. Las necesidades de desarrollo tanto de las ciencias naturales como de la dialéctica materialista indican que las ciencias modernas deben interpretarse, ante todo, como una forma de conocimiento y (hasta cierto punto) de transformación de la realidad.
En esencia, esta tarea consiste en moldear la dialéctica materialista en un sistema integrado y armonioso de principios filosóficos y metodológicos, un «órgano», por así decirlo, de la ciencia moderna, y presupone la generalización no sólo de los procesos y fenómenos que ocurren en la ciencia «pura», sino también de los cambios en la naturaleza de las conexiones entre la ciencia y la práctica, y en la propia práctica social bajo la influencia de la ciencia. Hay que tener en cuenta cómo influyen en el pensamiento científico los factores socioeconómicos e ideológicos, la lucha entre los dos sistemas sociales opuestos en la escena mundial. Evidentemente, la solución de esta tarea en su conjunto exige un enfoque complejo, los esfuerzos conjuntos de representantes de todas las ramas de la filosofía marxista.
El análisis filosófico de los rasgos específicos del pensamiento científico ya ha dado resultados concretos, sobre todo en la formulación de los problemas lógicos y metodológicos generales de las ciencias.
La investigación en este campo se centra en problemas como la generalización de los procesos de matematización y formalización de la ciencia; los cambios en la estructura de las teorías científicas (transición a modelos cada vez más abstractos; relaciones cada vez más complejas entre las construcciones teóricas y la experiencia); la penetración de los conceptos y métodos de unas ciencias en otras (de la física en la química, de la física y la química en la biología, etc.). En los últimos años han surgido nuevos métodos de cognición que pueden aplicarse a muchas ciencias (cibernética, semiótica y enfoque sistémico) y que también están siendo objeto de una profunda investigación filosófica.
En el curso de estas investigaciones se ha hecho aún más evidente que los cambios en el aparato cognoscitivo de la ciencia natural sólo pueden interpretarse filosóficamente desde las posiciones de la teoría materialista del reflejo, porque sólo esta teoría permite explicar los procesos de origen y desarrollo, y el contenido específico de los diversos métodos que coexisten y se superponen en la historia, predecir las tendencias en el desarrollo del pensamiento científico. El enriquecimiento y la concretización del principio filosófico del reflejo sobre la base de las investigaciones mencionadas realzan su significación filosófica y lo convierten en un instrumento más eficaz para el análisis de los problemas lógicos y metodológicos de la cognición científica.
Los estudios en este campo siempre señalan destacada relevancia del pensamiento teórico. Indiscutiblemente, el papel de la teoría y, por tanto, del aparato lógico, de los medios semióticos de cognición, ha aumentado enormemente. Pero también se han ampliado considerablemente las posibilidades de observación y ha aumentado el fondo de datos empíricos acumulados. Se está produciendo una especie de competición entre la avalancha de nuevos hechos empíricos y la capacidad del pensamiento teórico para «digerirlos», es decir, para describirlos o incluirlos en tal o cual teoría específica, para explicar o predecir su aparición. En el curso de esta interacción entre teoría y experiencia nacen nuevas ideas, descubrimientos y concepciones, incluidos los que a veces se denominan avances revolucionarios de la ciencia.
El desarrollo de las ciencias naturales y de la filosofía ha demostrado que es imposible explicar toda la riqueza de la relación entre teoría y experiencia y responder a muchas cuestiones importantes planteadas por el progreso de la ciencia (en particular, la cuestión del carácter de las revoluciones científicas) si uno se limita al análisis lógico-formal al considerar estos problemas. Se requiere un enfoque mucho más global que abarque todos los elementos esenciales en la búsqueda del conocimiento por parte del hombre.
Está generalizada la idea de que la crisis del neopositivismo, y el declive de su prestigio a los ojos de los científicos y tecnólogos occidentales, se deben en gran medida a su incapacidad para resolver los problemas mencionados desde sus posiciones elegidas de empirismo y absolutización de los métodos lógico-formales.
La filosofía dialéctico-materialista no niega el papel de los métodos lógico-formales de investigación, los factores sociales y la actividad creativa individual en el proceso de cognición. Pero muestra la importancia de estos factores en relación con lo que constituye la verdadera esencia de la cognición humana: la interacción del sujeto y el objeto en el proceso de la actividad práctica. Esta interacción se interpreta y explica en la filosofía marxista sobre la base del reconocimiento de la materialidad de la naturaleza y la sociedad, la dialéctica de la realidad objetiva y el reflejo de esta última en la conciencia, sobre la base del principio del carácter social de la cognición. Tanto el pensamiento como la actividad práctica del hombre están determinados por las leyes de la realidad objetiva. La actividad subjetiva del hombre no es absoluta y arbitraria; en última instancia, está determinada por la realidad externa, por la dialéctica objetiva.
Es evidente, pues, que la tarea de elaborar la dialéctica materialista sobre la base de las ciencias naturales como teoría de la dialéctica objetiva es de gran relevancia hoy día. Es cierto que la dialéctica materialista desempeña su función filosófica en relación con las ciencias naturales, no directamente, sino como metodología. Sin embargo, también es cierto que es una teoría y un método general de la cognición, en la medida en que opera como ciencia de las leyes y relaciones más generales del mundo externo. Problemas tales como la interacción del sujeto y el objeto, la naturaleza de la realidad, la interconexión de las categorías, no pueden confinarse a la dialéctica de los procesos específicos revelados por la física, la química, la biología y otras ciencias; y, sin embargo, ninguna investigación es posible sin ellas. Por eso, la elaboración de los problemas filosóficos de la ciencia natural fue y sigue siendo la línea de desarrollo más importante de la concepción dialéctico-materialista del mundo. Mencionaremos sólo algunos de los problemas de las principales ramas de las ciencias naturales actuales que requieren un profundo análisis filosófico.
La Física está considerada como la ciencia líder de las ciencias naturales modernas. Debe su papel dominante al hecho de que se ocupa de los elementos primarios y fundamentales y de las propiedades de la materia, y también a que ha alcanzado el más alto grado de organización del conocimiento y, por tanto, refleja de forma más llamativa los rasgos básicos de la ciencia moderna. En consecuencia, el estilo de pensamiento característico de la física ejerce una influencia muy considerable en el estilo del pensamiento científico en general. La cuestión del estatuto de la física, de sus ideas y métodos, interesa a los científicos de muchos campos. El progreso de la química y de todo el complejo de las ciencias biológicas sería impensable al margen del desarrollo de la física. Así pues, nos enfrentamos a la compleja tarea de investigar las interrelaciones y la interdependencia de los distintos niveles de cognición, la forma y la estructura en que se expresa el conocimiento, la naturaleza de la teoría científica, su estructura lógica y las fuentes de su desarrollo.
La influencia de la Física moderna en el desarrollo de todo el complejo de las ciencias de la naturaleza se expresa también directamente en la concepción científica del mundo, como por ejemplo, en la interpretación del «eterno» problema filosófico de la interacción del sujeto y el objeto. La Física moderna ofrece una ilustración especialmente llamativa del carácter activo del conocimiento humano.
La profunda interpretación filosófica de la teoría cuántica exigió un cambio en las nociones tradicionales de causalidad como relación rígida de un solo valor. La síntesis de ideas que hasta entonces parecían incompatibles –la causalidad y la naturaleza básicamente probabilística de las interacciones cuánticas– es un testimonio sorprendente de la incursión de la dialéctica en la física.
Los problemas del atomismo contemporáneo como doctrina relativa a los principios de la organización estructural de la materia revisten una gran importancia filosófica. Los fundamentos físicos de esta doctrina se están ejercitando en el curso del desarrollo de la Física de las partículas elementales. Esta rama de la ciencia se encuentra en el umbral de descubrimientos y conclusiones que pueden tener consecuencias comparables a las de la creación de la Teoría de la relatividad y la Mecánica cuántica. Bajo la influencia de todas estas ramas de la Física se ha producido un profundo replanteamiento de las categorías de estructura, elementalidad, espacio, tiempo, causalidad, etc.
La Astronomía también debe incluirse entre las ciencias que han saltado a la «zona frontal» de la ciencia moderna. Esta ciencia está experimentando un nuevo periodo de revolución, descubriendo no sólo propiedades nuevas y más profundas de objetos conocidos, sino también (y esto es especialmente importante) abarcando regiones del universo antes desconocidas, donde los astrónomos están descubriendo multitud de objetos cualitativamente nuevos con propiedades inusuales. Entre estos objetos se encuentran, por ejemplo, los núcleos galácticos activos, los cuásares y otros objetos cuasiestelares en los que se descargan cantidades fantásticas de energía, los púlsares que han resultado ser estrellas de neutrones, etc.
En los últimos años se han propuesto con mayor frecuencia conceptos basados en ideas fundamentalmente nuevas para explicar las propiedades de tales objetos cósmicos. En otras palabras, nuestra visión del universo está cambiando rápidamente.
La abundancia de nuevo material empírico, y la necesidad de su interpretación teórica, han dado forma a nuevos planteamientos para la solución de algunos de los problemas metodológicos específicos de la Astronomía. Pero su gran avance actual ha llevado a plantear también en su marco una serie de cuestiones filosóficas fundamentales, relativas al método general, la cosmovisión y la teoría del conocimiento. Las distintas corrientes filosóficas se disputan duramente estas cuestiones.
En el transcurso de los últimos 30-35 años, la Astrofísica ha planteado una serie de problemas filosóficos importantes, principalmente metodológicos. Esta ciencia se ha convertido ahora en una ciencia de la evolución, que estudia no sólo la estructura de sus objetos (como en las primeras etapas de su desarrollo), sino también su desarrollo. Los problemas de la investigación científica en Astrofísica, los principios de la construcción y la comprobación empírica de diversas teorías, atraen en la actualidad la atención de muchos astrofísicos, dando lugar a animados debates.
No son menos relevantes los avances de la Biología, que también atraviesa un periodo de cambios extremadamente intensos y profundos. Desempeña un papel cada vez más importante en la vida de la sociedad. No sería exagerado afirmar que la Biología ha entrado en un periodo de desarrollo revolucionario y que la humanidad está en vísperas de la «era biológica». La justificación de tales apreciaciones es que la biología se está convirtiendo en una ciencia exacta y sus últimos logros tienen un efecto directo en la vida social. Esto se manifiesta tanto en la aplicación más amplia de la biología en la industria, como también en las nuevas perspectivas que ha revelado para la prolongación de la vida activa del hombre, el aprovechamiento de todo el planeta para las necesidades del hombre y la adaptación medioambiental en condiciones de exploración espacial. Todo esto aumenta la importancia de los problemas filosóficos relacionados con la Biología y su significado en la formación de los fundamentos científicos naturales de la concepción marxista del mundo.
Sin pretender hacer un análisis exhaustivo, señalaremos algunos de los problemas más importantes. En primer lugar están los estudios filosóficos que abordan los problemas cruciales de las ciencias de la vida orgánica, su funcionamiento y desarrollo, y los problemas de la relación todo-parte.
En el transcurso de los últimos veinte años se han realizado sorprendentes descubrimientos que han centrado la atención de las ciencias biológicas gracias a la aplicación de las ideas de la Física, la Química y la Cibernética en el campo de la biología molecular. Lo fecundo de este enfoque está fuera de toda duda. Pero los propios biólogos consideran cada vez más necesario complementarlo con el enfoque opuesto, «sistemático» (o «integrador»). Este último se basa en el principio de estudiar los objetos altamente organizados no simplemente como «Todos», sino en la unidad contradictoria de su integralidad y su no integralidad.
El desarrollo vigoroso de la Biología moderna ha hecho necesario formular en términos concretos, e iluminar desde las posiciones de la teoría y el método materialistas-dialécticos, nuevos enfoques y principios que ayuden más eficazmente a unir y desarrollar estas tendencias básicas en la investigación biológica actual.
En la línea que separa los estudios cibernéticos y filosóficos se plantea un amplio círculo de problemas. El asunto principal es la interpretación filosófica de los nuevos principios y conceptos introducidos en la ciencia por la cibernética, en particular los conceptos de «información» y «control». Su utilización ha dado un nuevo impulso al desarrollo ulterior de la teoría marxista-leninista del reflejo, en la dirección de un análisis más profundo del problema del Ideal, del estudio de la génesis y del mecanismo del reflejo activo, de la investigación de la esencia del salto cualitativo en la actividad creadora del hombre, y en la actividad de los sistemas sociales; y del estudio de los mecanismos de reflejo tanto del futuro como del presente.
Por último, un campo de investigación tan complejo como la búsqueda de civilizaciones extraterrestres y la posibilidad de establecer contacto con ellas plantea agudos problemas filosóficos y sociales. Problemas que hasta hace poco parecían pertenecer al ámbito de la fantasía suscitan ahora un interés cada vez más serio3.
Hemos esbozado sólo algunas de las direcciones más importantes tomadas en la generalización filosófica de los recientes descubrimientos de la ciencia natural, cuyo objetivo no es simplemente interpretarlos desde el punto de vista del materialismo dialéctico, sino contribuir a la comprensión filosófica de la ciencia moderna. La tarea principal en el campo del materialismo dialéctico, y que se plantea de forma acuciante por el desarrollo de la ciencia y la práctica social, es elaborar la teoría de la dialéctica materialista como un sistema integral y global de leyes y categorías. Lenin señaló en su momento la necesidad de una obra fundamental que resumiera el desarrollo de todo el pensamiento filosófico, la historia de la dialéctica y generalizara los logros de la ciencia natural, la tecnología, las ciencias sociales y el desarrollo social. El hecho de que esta tarea se esté convirtiendo ahora en una posibilidad práctica, que las condiciones para su realización hayan sido preparadas por todo el curso del desarrollo de la filosofía dialéctico-materialista en la URSS, ofrece una vivaz prueba de la fecundidad de la idea leninista de una alianza entre la Filosofía y las ciencias naturales.
Algunos filósofos extranjeros se oponen a cualquier alianza de este tipo y niegan la necesidad de elaborar los problemas de la dialéctica objetiva, la dialéctica del mundo material. Un argumento bastante reciente en apoyo de este punto de vista es que la aplicación de las leyes de la dialéctica a la naturaleza o su deducción de la naturaleza conduciría a una restauración de la antigua relación entre la filosofía y las ciencias, la antigua noción de la filosofía como ciencia de las ciencias. L. Colletti, por ejemplo, declara que la interpretación de las leyes de la dialéctica como leyes universales implica un renacimiento del idealismo hegeliano4. Sin embargo, es bien sabido que ésta no era la base del idealismo de Hegel. Lo que hace de Hegel un idealista es que declara que los procesos que ocurren en la realidad, incluida la naturaleza, son el automovimiento de la Idea Absoluta, de las categorías lógicas. Elaborando críticamente el legado de Hegel, los fundadores de la filosofía del materialismo dialéctico mostraron que la dialéctica de las categorías refleja la dialéctica de la realidad externa, incluida la dialéctica de la propia naturaleza. No asumir esto siempre ha debilitado y socavado el papel de la filosofía en la prescripción de métodos y la reconstrucción de una imagen general del mundo, y la ha privado del estímulo para su desarrollo que proporcionan las ciencias de la naturaleza. No fue casualidad que Lenin subrayara en sus Cuadernos filosóficos: «La continuación de la obra de Hegel y Marx debe consistir en la elaboración dialéctica de la historia del pensamiento humano, de la ciencia y de la técnica»5. Los éxitos logrados por los filósofos y científicos soviéticos en este campo demuestran lo fértil que es para la propia filosofía marxista y para el progreso de las ciencias naturales.
Uno no puede evitar darse cuenta de que un número cada vez mayor de científicos naturales de Occidente están comprendiendo este hecho. Aprecian no sólo la lógica de investigar los problemas filosóficos de las ciencias naturales y la importancia de su elaboración para el desarrollo del conocimiento científico en su conjunto, sino también la fecundidad del planteamiento de estos problemas desde las posiciones del materialismo dialéctico. El carácter dialéctico de la panorámica que conciben los científicos cuando tratan de elaborar una visión más o menos integral del mundo sobre la base de los últimos descubrimientos de la ciencia, les conduce a la conclusión de que la metodología general de ésta debe ser una filosofía que parta conscientemente del principio del desarrollo universal y lo interprete científicamente. Tal filosofía la encuentran en el marxismo.
Esto no quiere decir, por supuesto, que el neopositivismo y el neotomismo –las dos principales tendencias idealistas que pretenden ser la filosofía de la ciencia en la actualidad– hayan perdido su influencia sobre los científicos del mundo occidental. Tampoco se han superado las actitudes escépticas que algunos de ellos adoptan hacia la filosofía en su conjunto, ni las dudas sobre la necesidad y la finalidad de los contactos entre científicos y filósofos.
Tampoco hay que perder de vista las dificultades y complicaciones, el carácter contradictorio de este movimiento hacia el materialismo dialéctico en el contexto de una ideología burguesa dominante que le es hostil desde sus fundamentos. En su mayor parte se produce de forma inconsciente, lentamente, y en algunos casos se frena pronto porque el científico no puede superar la carga de prejuicios e ideas preconcebidas con respecto al marxismo, o debido al clima ideológico y político desfavorable. No obstante, este viraje va en aumento. Expresa la irresistible corriente principal del proceso histórico que está llevando a la humanidad desde el capitalismo hacia el socialismo y el comunismo.
A principios de este siglo, resumiendo los cambios revolucionarios en la Física, Lenin señaló que esta ciencia se estaba orientando hacia el materialismo dialéctico, que se estaba moviendo «no en línea recta, sino en zigzags, sin saber adonde va, sino por impulso natural»6. Desde entonces, la ciencia natural en su conjunto ha hecho enormes progresos, pero la contradicción entre las premisas científicas objetivas y naturales para un giro en la dirección del materialismo dialéctico y la apreciación de la necesidad de tal giro sigue existiendo. Esta contradicción se expresa en el materialismo espontáneo de los científicos naturales. Recordemos que Lenin lo consideraba como uno de los pasos posibles hacia el materialismo dialéctico, y subrayaba la necesidad de una alianza con sus representantes en la lucha «contra las vacilaciones filosóficas en boga, predominantes en la llamada “sociedad instruida”, hacia el idealismo y el escepticismo»7.
El materialismo científico natural, al igual que en la época en que Lenin escribió estas palabras, sigue siendo desde el punto de vista filosófico una tendencia abigarrada, en modo alguno exenta de errores idealistas y de ideas mecanicistas y metafísicas. Pero desde entonces ha experimentado algunos cambios decisivos. El materialismo científico natural contemporáneo tiende a ser más consciente de la objetividad del mundo externo y de la objetividad del contenido del conocimiento científico. Pero ha heredado la estrechez fundamental del «viejo» materialismo: el miedo a las grandes generalizaciones teóricas, la infravaloración o la negación directa de la dialéctica objetiva. Esto debilita considerablemente las posiciones del materialismo científico y natural en la lucha contra las concepciones idealistas y obstaculiza a sus partidarios en su avance hacia el materialismo dialéctico.
La vida ofrece constantemente nuevas pruebas de la certeza de que la única filosofía que proporciona la respuesta correcta a las cuestiones básicas planteadas por el desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el conocimiento es la filosofía marxista-leninista. Subrayando la cualidad dinámica de la concepción dialéctico-materialista del mundo, Engels escribió: «Con cada descubrimiento que hace época, incluso en la esfera de la ciencia natural tiene que cambiar su forma, y después de que la historia también fuera sometida al tratamiento materialista, se ha abierto también aquí una nueva vía de desarrollo»8. La manera de cumplir esta tarea en el contexto de los cambios revolucionarios que se están produciendo en la ciencia natural fue señalada por Lenin, que dio sólidos argumentos a favor de una alianza entre los científicos naturales y los filósofos.
{*} Traducción directa del ruso al inglés por Robert Daglish. Traducción del inglés por Iván Álvarez Díaz.
{1} V I. Lenin, Collected Works, Vol. 33, p. 233. [«El significado del materialismo militante», en Obras Completas, t. 45, Progreso, 1987, pp. 30-31.]
{2} Frederick Engels, Anti-Dühring, Moscú, 1975, pp. 33-34.
{3} Véase Communication with Extraterrestrial Intelligence (CETI), ed. C. Sagan, the MIT Press, Massachusetts, 1973.
{4} L. Colletti, Il Marxismo e Hegel, Bari, 1969.
{5} V. I. Lenin, Collected Works, Vol. 38, pp. 146-47. [«Los cuadernos filosóficos», en Obras Completas, t. 29, Progreso, 1987, p. 128.]
{6} V. I. Lenin, Collected Works, Vol. 14, p. 313. [«Materialismo y empiriocriticismo», en Obras Completas, t. 18, Progreso, 1987, p. 347.]
{7} Ibid., Vol. 33, p. 232. [«El significado del materialismo militante», en Obras Completas, t. 45, Progreso, 1987, p. 30.]
{8} Karl Marx y Frederick Engels, Selected Works, en tres volúmenes, Vol. 3, Moscú, 1973, p. 349. [«Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana», en Obras Escogidas, Progreso, 1973, p. 368.]