Epistolario
Carta de Rufino Blanco Fombona a Miguel de Unamuno
París 1 de marzo 1904
Sr. D. Miguel de UnamunoRector de la Universidad
Salamanca
Muy distinguido amigo:
Sorpresa muy agradable me ha producido su carta. No lo creía a U. muerto, porque los periódicos hablan a menudo de U., tanto en España como en América; pero sí lo creía más lejos de mí de lo que va de Salamanca a París. No creo haber sido yo, como U. insinúa, el que se ha separado de U. De todas maneras celebro que vuelva U. a mi amistad. De donde no se ha ido U. ni de donde nadie puede echado es de mi estima y de mi simpatía. La carta que U. puso en manos de su recomendado la recibí muy tarde, meses, años quizás (por lo menos un año) después de escrita. Su recomendado no me encontró en Amsterdam porque yo andaba corriendo el mundo; dejó la carta, y la carta se extravió, entre papeles. Cuando la encontré quise escribirle, pero U. sabe que los hombres lo mismo que las mujeres, -como el personaje de aquel delicioso poema del delicioso Campoamor- tenemos escritas con el pensamiento muchas cartas que nunca enviamos. Y lo peor es, como yo creo, que las más íntimas expansiones y los más sinceros sentimientos van en esas cartas no enviadas. Ultimamente, en el nº de febrero de Nuestro Tiempo, leí su artículo a propósito de Nozadela, artículo que es, de cuanto se ha escrito en España sobre ese cura fatal y ese asunto banal (trivial creo que se dice en genuino español) lo que más médula tiene. Allí no hay literatura ni relampaguea efectista; pero hay, entre otras, una idea, una por lo menos, que debería hacer pensar a todos los pensadores de todos los continentes. Me refiero, como U. habrá sospechado, a su proposición de considerar como extranjeros en todas partes a los súbditos del Papa, a los curas católicos. Su idea, que es admirable sobre todo porque U. sin pedantismo le da su fórmula definitiva en cuatro palabras, no ha tenido eco en España. La indiferencia que reina allí por las ideas es una cosa desesperante, y debe provenir del poco amor que se tiene -no hablo de casos que confirmarían la regla por el estudio y el trabajo mental. Desde que yo veo, por ejemplo, que Fray Candil es tomado en cuenta, como crítico, se me caen las alas del corazón. Yo he sido también víctima de ese indiferentismo de por allá. Yo he consagrado mucho de mi entusiasmo y de mi juventud a luchar por ideas que debían de tener eco simpático y acogida en España, como por ejemplo, la fundación del pan-hispanismo, como preparación del pan-latinismo. Mis ideas que han sido comentadas -y desaprobadas, por supuesto- en Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos, no han encontrado en España sino el silencio más glacial. Creo ser más conocido en cualquiera de las capitales de Europa que en Madrid. Esto me duele decirlo, pero es verdad.
No se extrañe de saberme en París. Paso aquí todos los inviernos, desde que vivo en Europa. Este invierno, sin embargo, pensé ir a pasarlo en Madrid o en el sur de España; solo que la publicación de mis Cuentos me lo impidió. Espero, no obstante, una oportunidad antes del verano para ir.
Vea como le he escrito largo, y con el corazón en la mano. Esto le enseñará a conocer más el hombre de verdad y de sinceridad que es su amigo.
R. Blanco-Fombona
32 Rue du Mont Thabor. Pero mi dirección permanente es el Consulado de Venezuela en Amsterdam.
[Tomada de Marcos Falcón Briceño,Cartas de Blanco-Fombona a Unamuno, Ed. Arte, Caracas 1968]