Proclama de Guillermo Parker Carrol
Oviedo, 30 de noviembre de 1808
Asturianos: Un Oficial Inglés tiene el honor de hablaros. Lleno de ardor, que inspira el grito de la libertad, abandonó su patria, voló a la vuestra; y tuvo la satisfacción de mezclarse con vosotros en la desgraciada lid infortunadamente sostenida en los términos de Vizcaya.
Allí ví asombrado, cuánto puede el Soldado Español, el veterano, el que acaba de tomar las armas. Allí os he visto. ¡Oh Asturianos, los bien queridos y predilectos de la Gran Bretaña! Allí os he visto desplegar todas las sublimes prendas del guerrero. Un incomparable sufrimiento en medio de la desnudez, del hambre y de las fatigas de la campaña. Siempre dóciles, siempre observadores religiosos de las órdenes de vuestros Jefes, y constantes en pelear y volver a pelear. ¡Ah! Si no fueran las desgracias que han sobrevenido, yo hubiera tenido la gloria de entrar con vosotros en Francia! Pero entraremos, sí Asturianos, entraremos: Yo vengo entusiasmado a pelear en medio de vosotros, y a las órdenes de vuestro General. Habéis perdido dos leones generosos, dos Jefes los más valientes y los más amados. Mas donde hay patriotismo y valor no faltan Generales. El Señor Ballesteros, un Aragonés, un hijo de Zaragoza, un hijo adoptivo de vuestro Principado, observa prudentemente los movimientos del enemigo, y cinco mil hombres están prontos, bajo sus órdenes, a rechazarlos.
Asturianos; os lo confesaré; el enemigo es sagaz y orgulloso; debemos prevenirnos contra sus asechanzas. El terror, la consternación y el desorden es lo que pretende ansiosamente introducir entre estas ilustres montañas, monumento glorioso de la Religión y denuedo de vuestros abuelos. Diez siglos ha que el Santuario y los restos preciosos de los Mártires, de las Vírgenes, de los Apóstoles, y aún de Jesu-Cristo, reposan tranquilos y venerados en medio de vuestros hogares. El Sarraceno los respetó; por do quiera que sus huestes arrolladoras llevaron el vencimiento. Ningún pueblo conquistador fue tan impío, como el pueblo o los ejércitos esclavos que obedecen al Córcego pérfido.
Asturianos: vuestra Capital será defendida si fuese atacada. Los pueblos de la Provincia y todos sus soldados, saldrán al encuentro del enemigo, y la hoz y la guadaña y otros terribles instrumentos en las manos del religioso labrador, destrozarán los vanos esfuerzos y tentativas de vuestros astutos, más que valientes enemigos. Apenas vean vuestro arrojo, serán desconcertados todos sus planes. Asturias quedará vengada, vuestro querido suelo libre y no mancillado de sacrílegas impurezas.
Sacerdotes, Párrocos respetables, salid al frente, si es preciso, de vuestros piadosos feligreses. Animadles, e infundidles aquel justo y religioso furor que inspiran la Religión ultrajada, los sagrados derechos de la libertad atropellados, y vuestro Rey y vuestra Nación escarnecida.
Ilustres Ciudadanos de Oviedo, por mí os habla Zaragoza; estad tranquilos y resueltos a defender vuestros hogares hasta verter la última gota de sangre.
Asturianos todos; un Soldado Inglés, amante de vuestra libertad y de vuestro honor, tiene la gloria de hablaros. Bajo las órdenes de vuestro General y reunido con vuestros oficiales y soldados, peleará como voluntario; se adelantará hasta Colombres; arrojará al enemigo de vuestros confines; y no habrá peligro que no arrostre por salvar vuestra Patria, la que en breves días será capaz de mantenerse por sí sola contra los ataques que le pueda dirigir el poder del pérfido Napoleón. Oviedo 30 de Noviembre de 1808.
Guillermo Parker Carrol.
Teniente Coronel.