El mono azul
Pocas horas después del alzamiento del 18 de julio de 1936, la Alianza de Intelectuales Españoles para la Defensa de la Cultura manifiesta su adhesión al gobierno del Frente Popular:
«Entusiasta adhesión de la Alianza de Intelectuales Españoles. La Alianza de Intelectuales Españoles para la defensa de la cultura manifiesta públicamente su entusiasta adhesión al Gobierno del Frente Popular, que, defendiendo victoriosamente a España contra el fascismo, defiende la libertad y el prestigio de la inteligencia y la cultura españolas. –Por el Comité nacional, Ricardo Baeza, Wenceslao Roces, Carlos Montilla, Rafael Alberti, Miguel Pérez Ferrero, Arturo Serrano Plaja, Gustavo Durán y José Bergamín.» (Heraldo de Madrid, lunes 20 julio 1936, pág. 7.)
«La Alianza de Intelectuales se adhiere al Gobierno. Nos comunican que del día 18 al 19, el Gobierno del Frente Popular ha recibido una adhesión concebida en términos parecidos a éstos: La Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura se adhiere con todo entusiasmo al Gobierno del Frente Popular considerando que la lucha victoriosa contra el fascismo, finalidad fundamental de esta Alianza, defiende el prestigio de la inteligencia y de la cultura española. Firman esta adhesión, por el Comité Nacional: Ricardo Baeza, escritor; M. Sánchez Arcas, arquitecto; Carlos Montilla, ingeniero; Gustavo Durán, músico; Wenceslao Roces, catedrático; Arturo Serrano Plaja, escritor; Rafael Alberti, poeta; Eugenio Imaz, escritor; Miguel Pérez Ferrero, periodista; José Bergamín, escritor.» (El Sol, Madrid, domingo 26 de julio de 1936, pág. 3.)
Pocos días después tal Alianza de Intelectuales ha trocado «españoles» por «antifascistas»: la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura (con domicilio en Castellana 18, Madrid) se da a conocer con un «Manifiesto de la Alianza de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultura» (publicado por La Voz, de Madrid, el 30 de julio de 1936, junto con los nombres de 61 primeros firmantes; adviértase que en el título dice escritores y no intelectuales), y en pleno impulso institucional se le asigna el incautado palacio de los marqueses de Heredia Spínola, que se convierte en nueva sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura (calle Marqués del Duero 7, teléfono 52713). Un palacio convertido en sede de la Alianza y también en vivienda, al menos, de Rafael Alberti, obligado por las urgencias a tener que abandonar su azotea alegre y llena de flores para sufrir en ese casón antiguo «de un gusto horrendo: da la impresión de una casa de huéspedes con pretensiones»: «Los proyectos de la Alianza de Intelectuales Antifascistas» (ABC, 18 septiembre).
A finales de agosto ya disponen de una hoja semanal que bautizan El mono azul y firman, como responsables: María Teresa León, José Bergamín, Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Rafael Alberti, Antonio Luna, Arturo Souto y Vicente Salas Viu (El Mono Azul, nº 1, pág. 8). Así se presentan:
«Defensa de la cultura. La Alianza de Intelectuales Antifascistas no es un organismo acabado de nacer al calor de esta espléndida llamarada liberadora que vivimos. Desde antes, desde años atrás, muchos de sus miembros militaban en la Asociación de Escritores Revolucionarios, cuya sede estaba en Moscú. Pasado el tiempo, ante el avance fascista, que representaba la persecución intelectual por los nazis y las diferencias surgidas en el campo de la inteligencia en todos los países, los escritores de las diferentes tendencias del pensamiento se reunieron en París, celebrando un amplio Congreso en julio de 1935. De esta gran asamblea salió la necesidad inmediata, inaplazable, de combatir al fascismo en todas sus formas. Con los hombres más ilustres de todos los países se formó un Comité Internacional, con domicilio en París. Constituyeron este Comité André Gide, Tomás Mann, André Malraux, Romain Rolland, Aldous Huxley, Waldo Frank, &c. La Alianza de Intelectuales Antifascistas se honra con el ofrecimiento magnífico de sus secciones internacionales, que se han reunido para desmentir en sus respectivos países las campañas calumniosas de la Prensa reaccionaria. Milicianos: Lo mejor del pensamiento universal mira vuestro heroísmo. La Alianza de Intelectuales Españoles, no un partido político, sino afiliados y simpatizantes de todos los partidos del Frente Popular, reunidos en un solo fervor, os aseguran que mientras quede en pie un muro y un papel siga en blanco, escribirán, sobre la gran verdad española, la inmensa epopeya de nuestra guerra liberadora, la gloria de ser español, y generosamente colaborarán en este frente antifascista, punto de mira y término de acción de la Alianza de Intelectuales.» (El Mono Azul. Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, nº 1, pág. 1.)
El mono azul de tipógrafo que gustaba vestir, diez años atrás, en su imprenta, el vanguardista Ernesto Giménez Caballero, mientras Rafael Alberti preparaba La Gaceta Literaria con él, proletario mono azul inspirador de la camisa azul mahón, adoptada por Falange Española de las JONS como uniforme en octubre de 1934, era de nuevo resobado por los intelectuales prosoviéticos de la Alianza, con voluntad de acercamiento simbólico a los obreros, transformados en milicianos, que ahora derramaban, en el frente, una sangre que les había de inspirar emocionados versitos, en un reparto que describía así, desde la retaguardia, el intelectual José Bergamín: «El mono azul ante vosotros viene a decir o a cantar vuestra lucha, vuestra guerra, como lo que es, como una victoria. Viene a cantar victoria, aunque esta victoria no llegue todavía a nosotros sin sangre. Pronto la esperamos; precisamente por la sangre; porque esta sangre viva de nuestro pueblo, que manos fratricidas están vertiendo ante nuestros ojos, se está empapando calladamente en vuestros vivos monos azules para traer a nuestros ojos, humedecidos por la pena tanto como por la rabia de la venganza o por la alegría de vencer, el olor, el sabor de la sangre misma que pone en nuestros labios el secreto maravilloso y revelador de la verdad del pueblo que guerrea: la más pura verdad de nuestra España.» («Presencia del mono azul» 1:3)
El mono azul se publicó en Madrid de una manera muy irregular a lo largo de 47 números (aunque parece que el 17 nunca existió), desde agosto de 1936 hasta febrero de 1939, la mayor parte aparecidos en 1936 y 1937, pues en realidad en 1938 sólo fueron dos (el 45 y el 46, mayo y julio) y en 1939 uno (el 47 y último, incorporado al efímero Cuadernos de Madrid). Los 10 primeros números (hasta el 29 de octubre de 1936) cuentan con ocho páginas: luego quedarán reducidos a una sola hoja con dos páginas, e incluso a una sola página, impresa entre las del periódico La Voz (durante 1937).
«'El Mono Azul', en La Voz. Desde hoy todos los jueves publicará La Voz 'El Mono Azul', hoja editada por la Alianza de Intelectuales Antifascistas desde los primeros días de la guerra. No quiere esto decir que 'El Mono Azul', al entrar en la composición de un gran rotativo, pierda su carácter de hoja suelta que tenía en la calle. Viene a La Voz, se une con La Voz en una misma corriente popular que los aproxima. El pueblo de Madrid, los combatientes de nuestras trincheras, encontrarán en La Voz su 'Mono Azul', el mismo de antes, sin perder nada de lo que le era propio, ya que su personalidad se ha de robustecer, más que debilitarse, en la unión en una tarea común con la del popular periódico madrileño. Los intelectuales antifascistas al servicio del pueblo continuarán desde estas páginas su obra en pro de una cultura popular. Nuestra guerra, la que sostenemos contra el fascismo invasor de nuestro suelo, será ensalzada por nuestros poetas y escritores, a quienes un mismo estímulo impulsa que a las bayonetas de nuestros bravos combatientes en la lucha que España ha declarado a muerte a la tiranía fascista.» (El mono azul, nº 18, Madrid, jueves 3 de mayo de 1937, se corresponde con la página 3 de La Voz de ese día.)
Como pudo ya leerse más arriba, en la presentación del número 1 de El mono azul se decía que «los escritores de las diferentes tendencias del pensamiento se reunieron en París» en el Congreso de 1935 en defensa de la cultura. ¿No cabe sospechar que, dieciocho años después, quien redactó lo siguiente, seguramente el antiguo agente de la Komintern Julián Gorkin, entonces ya mercenario de la CIA, tuviese recién leída o grabada con fuego en el cerebro esa fórmula cuando escribió: «El Congreso por la Libertad de la Cultura, constituido en el mes de junio de 1950, reúne a intelectuales, artistas y científicos de todos los países y de las diversas tendencias.» (Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, nº 1, París, marzo-mayo 1953)?
En los años del tardofranquismo el joven editor madrileño Enrique Montero (1953) indujo al librero anticuario y editor alemán Detlev Auvermann a emprender la publicación facsimilar de una meritoria «Biblioteca del 36», de revistas y publicaciones españolas de aquella época. En 1975 apareció la reproducción facsimilar íntegra de El mono azul, realizada a partir del raro ejemplar completo que tenía Camilo José Cela, con una introducción e índice a cargo del hispanista parisino Michel García (1941) y un prologal poemita ad hoc de Rafael Alberti (1902-1999): El Mono Azul. Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura (Biblioteca del 36, Revistas en la Segunda República Española, IX), Verlag Detlev Auvermann KG, Glashütten im Taunus & Kraus Reprint, Nendeln-Liechenstein 1975, 195 páginas.
Mundo Obrero, Órgano del Comité Central del Partido Comunista de España, al glosar la Feria del Libro de Frankfurt de 1976 (16-21 de septiembre) escribe: «…dado que, durante cuarenta años, intentó el régimen fascista español no sólo ahogar la cultura popular sino también relegar al olvido la floración cultural alcanzada por los españoles durante la II República, es digna de todo encomio la labor que está llevando a cabo la editorial germanofederal Auvermann, con su reimpresión de las revistas más preclaras de aquellos inolvidables años 1931-1939: El mono azul, Octubre, Hora de España…» (Mundo Obrero, Madrid, 29 de septiembre de 1976, pág. 18). Poco después se leía en Triunfo de esta reedición: «La reimpresión de esta ejemplar hoja volandera, que ahora nos llega de Alemania, como un amnistiado más, debe ser recibida y celebrada como a un verdadero hijo pródigo cultural, es decir, con todos los honores. Su vitalidad, su actualidad, nos dan prueba, una vez más, del manifiesto empuje cultural de la España republicana. Su recuperación, tan añorada como larga, debe dar los frutos de todo profundo reencuentro: revitalización de nuestro acervo cultural, completarlo y lógicamente proyectarlo.» (José Esteban, «El mono azul», Triunfo, Madrid, 23 de octubre de 1976, nº 717, pág. 49).
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