Filosofía en español 
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El Pensamiento de la Nación

El Pensamiento de la Nación

El presbítero católico español Jaime Balmes Urpía (1810-1848) dirige El Pensamiento de la Nación, periódico religioso, político y literario durante los 148 números que publica (en Madrid, cada semana, desde el miércoles 7 de febrero de 1844, nº 1, hasta el jueves 31 de diciembre de 1846, nº 148), llamado a la Corte por quienes promovían y financiaron inicialmente tal publicación, que entendieron que el ardoroso cura de Vich podía ser el mejor ejecutor de los rancios propósitos que albergaban, el más señalado, al parecer, lograr que la joven Isabel II matrimoniase con el hijo mayor de Carlos María Isidro de Borbón (Carlos V para los carlistas, quien para facilitar la neutralización de la temida deriva liberal del reinado de la hija de su difunto hermano Fernando VII, y lograr en lo posible ir reinstaurando el añorado antiguo régimen, incluso abdicó en su primogénito –18 de mayo de 1845–, Carlos Luis de Borbón y Braganza, Conde de Montemolín, otro frustrado pretendiente al trono de España... salvo para los carlistas, que le tuvieron ¡y tienen! como Carlos VI), por lo que al celebrarse el 10 de octubre de 1846 el matrimonio de Isabel II con otro de sus primos, Francisco de Asís de Borbón... el periódico sólo aguantó un par de meses.

Además, tras el nuevo manifiesto de Montemolín, el 12 de septiembre de 1846 –solo una semana después se aparecía la Virgen en La Salette–, alentando a iniciar por indicación de la Divina Providencia la que se conocería como segunda guerra carlista, las posiciones defendidas se iban trocando en complicidades bien delicadas.

El grupo que promovía instrumento doctrinal tan interesado por el trono, a cuyo servicio se prestó gustoso Jaime Balmes desde el altar, estaba formado por los siguientes individuos: el Duque de Osuna (Pedro de Alcántara Tellez-Girón y Beaufort, XI Duque de Osuna, fallecido el mismo año 1844), el Marqués de Viluma (Manuel de la Pezuela y Cevallos, gobernador de Santander en 1834, embajador de España en Londres, en 1844 efímero ministro de Estado en el gobierno del general Narváez...), el Duque de Veragua (Pedro de Alcántara y Colón de Larreategui; desde 1836 dueño de la Real Vacada, de toros de lidia, junto con el Duque de Osuna, que le vendió su parte en 1849; falleció en 1866), Santiago de Tejada (en 1842 Sanz del Río le consultó sobre su decisión de emprender el estudio de Krause, en enero de 1846 defendió brillantemente al periódico en el juicio por publicar palabras subversivas... ¡en el índice!, desde 1857 hasta su fallecimiento en 1877 fue académico de la RACMYP) y José de Isla Fernández (senador por la provincia de Santander 1837-1838 y vitalicio 1845-1846).

Este protagonismo político de Jaime Balmes, entre casamentero e intelectual orgánico del carlismo, le convirtió en blanco de ataques, rumores e insidias, gracias a las cuales podemos contar con una respuesta tan interesante como su famosa “Vindicación personal” (firmada en Vich el 13 de agosto de 1846).

«Balmes se encontraba en una posición muy favorable para ser el campeón de esta digna cruzada. Era joven y el corazón latía de entusiasmo por su patria; había ejercitado sus grandes dotes de eminente talento y de pensador profundo en las publicaciones que había hecho, y esto le facilitaba conocer donde estaba la acción del mal y que sus juicios fuesen respetados; no tenía compromiso alguno con ningún partido, y esta independencia le daba libertad para decir la verdad toda entera; independencia que estaba realzada por su estado y por sus virtudes, muro inexpugnable contra los halagos de la ambición y el atractivo de los honores.
Un periódico, sin embargo, no tiene necesidad solamente de doctrina, son necesarios fondos para plantearlo; y cuando se pretende con él influir en las masas, su acción no ha de ser pasajera, sino que ha de tener el carácter de estabilidad. Balmes no se encontraba entonces en el caso de disponer del capital bastante crecido que exigía tal empresa; además que el mismo carácter de especulación mercantil podía distraer la atención que convenía se limitara a una sola idea, a la parte política. Pero al instante se ofrecieron a Balmes los fondos necesarios.
Cuando Balmes pensaba en la necesidad de dirigir la opinión de una gran parte del país por un medio más activo y directo que lo hacía en la Sociedad, otros también conocidos ya por haber defendido en el parlamento ideas conformes a las de aquel distinguido escritor, habían concebido la misma idea. El pensamiento de la conveniencia vino a ser simultáneo; Balmes fue desde entonces el campeón de aquellos principios, siendo el indicado para demostrarlos conquistando la opinión pública.
En efecto, personas respetables por muchos títulos, al frente de las que se encontraban el difunto duque de Osuna, el marqués de Viluma, el señor duque de Veraguas, el señor don Santiago de Tejada, el señor don José de Isla Fernández, fueron los auxiliares decididos de aquella grande y fecunda idea, pues entendían del mismo modo que Balmes todas las cuestiones políticas y sociales. Uno y otros se encontraron, uno y otros se entendieron y se trató de la fundación de un periódico. Las condiciones, porque preciso es hacer una ligera indicación sobre esto, fueron como se podían esperar de caballeros que se unían a un hombre grande. No iban a darle lecciones, querían recibirlas; su independencia, pues, en el periódico era ilimitada. Balmes era el director del periódico sin recibir influencias de nadie, porque era la expresión viva y elocuente de los altos fines de la gran reforma moral y política a que se aspiraba, y en favor de la cual se habían decidido otras personas distinguidas por sus calidades, por su riqueza y por su situación elevada.
Así las cosas, Balmes dio nombre a su periódico y escribió el prospecto: escrito notable por sus ideas, por sus juicios, por su forma, por su estilo y que es aún más interesante cuando se lee después de concluido el periódico, por ver que en todo este no hay una palabra que esté en contradicción con aquel.» (Benito García de los Santos, Vida de Balmes, extracto y análisis de sus obras, Imprenta de la Sociedad de Operarios del mismo Arte, Madrid 1848, págs. 29-30.)

Cada año del periódico forma un volumen, de paginación correlativa, ofreciendo el último número de cada año el índice de ese tomo, que ofrece separada y en primer lugar la relación de «Artículos de fondo por D. Jaime Balmes», que ocupan la mayor parte de las páginas del periódico.

En 1844 publica 752 páginas (números 1, miércoles 7 de febrero de 1844, al 47, miércoles 25 de diciembre de 1844). En 1845 publica 848 páginas (números 48, miércoles 1 de enero de 1845, al 100, miércoles 31 de diciembre de 1845). En 1846 publica 824 páginas (números 101, miércoles 7 de enero de 1846, al 148, jueves 31 de diciembre de 1844).

Siempre aparecía los miércoles, excepto los tres últimos números, publicados el domingo 29 de noviembre, el lunes 14 de diciembre y el jueves 31 de diciembre de 1846. En el pie de imprenta de todos los números figura como responsable, hasta el número 11: «Editor responsable: J. G. Ayuso.»; desde el número 12, 24 de abril de 1844: «Editor responsable: D. Juan Gabriel Ayuso.» Hasta el número 11 figura impreso en: «Imprenta del Pensamiento de la Nación.»; desde el número 12: «Imprenta de D. Eusebio Aguado. Calle del Arenal, número 22.»; desde el número 42, 20 noviembre 1844: «Imprenta de D. Eusebio Aguado. Bajada de Santa Cruz.»; desde el número 50, 15 enero 1845: «Madrid: Compuesto en la imprenta de D. Eusebio Aguado e impreso en la máquina de D. José Rebolledo, calle del Fomento, núm. 15.»; desde el número 56, 26 febrero 1845: «Madrid: Compuesto en la imprenta de D. Eusebio Aguado, e impreso en la máquina de D. José Rebolledo y compañia, calle del Fomento, núm. 15.»; desde el número 65, 1 mayo 1845, que modifica también la tipografía de la cabecera: «Madrid: Imprenta de M. Rivadeneyra y compañia, Calle de Jesús del Valle, núm. 6.»; y desde el número 77, 23 julio 1845, que modifica de nuevo la tipografía de la cabecera, y hasta el último publicado: «Madrid: Imprenta de la Sociedad de operarios del mismo arte, calle del Factor, núm. 9.» El formato de este periódico es de 190×260 mm y el texto está compuesto a dos columnas.

Para anunciar su aparición difunden a finales de enero de 1844, como prospecto, una hoja impresa por ambas caras, que ofrece el siguiente texto (respetamos su ortografía)

Prospecto

El Pensamiento de la Nación
Periódico religioso, político y literario,
Bajo la dirección de D. Jaime Balmes.

¿Tiene la nación un pensamiento propio? ¿Será posible formularle como norma de organización social y basa de sólido gobierno? Creemos que sí. Estamos convencidos de que la España abunda de elementos de vida: en su catolicismo, en su monarquía y demás leyes fundamentales están las prendas de su tranquilidad y ventura. La confusión que nos envuelve no es el verdadero caos, es la niebla tendida sobre un hermoso país: disipemos esa niebla, y la embelesante campiña ostentará desde luego su fecundidad y sus galas.

Fijar los principios sobre los cuales debe establecerse en España un gobierno, que ni desprecie lo pasado, ni desatienda lo presente, ni pierda de vista el porvenir; un gobierno que, sin desconocer las necesidades de la época, no se olvide de la rica herencia religiosa, social y política que nos legaron nuestros mayores; un gobierno firme sin obstinación, justiciero sin crueldad, grave y majestuoso sin el irritante desdén del orgullo; un gobierno que sea como la clave de un edificio grandioso, donde encuentren cabida todas las opiniones razonables, respeto todos los derechos, protección todos los intereses legítimos: he aquí el objeto de la presente publicación.

Y cuenta, que al proponernos hermanar la razón y la justicia con la conveniencia pública, están muy lejos de nuestra mente aquellas transacciones vergonzosas, en que hoy se llama bien lo que ayer se apellidára mal; aquellas alianzas ruines e hipócritas, en que se arrumban las convicciones para dejar campo libre a sentimientos bastardos; en que se pretende que la verdad y el error, la virtud y el crimen se den monstruoso abrazo; en que se arroja al suelo la púrpura para alfombrar la mansión del tribuno; en que se prostituye la Religión a la impiedad, con tal que la hija del abismo se digne favorecer con mirada de indulgencia a la hija del cielo.

A los hombres de sanas convicciones se las dejamos enteras, sin exigirles modificación de ninguna clase; antes al contrario les rogamos que las conserven puras, sin mancha, sin aligación que pueda desnaturalizarlas ni ajarlas siquiera: a los que viven en las sombras del error procuraremos traerlos por camino suave a la luz de la verdad.

No conocemos ningun partido exento de faltas, y en cuyo seno no se hayan cometido crímenes: no transigiremos con el error, tratarémos con severidad al crimen, pero nos guardarémos de escesiva dureza con la debilidad y la ignorancia. Lo que pedimos para nosotros, mal pudiéramos negarlo a los demás. No nos lisonjeamos de atraernos numerosos prosélitos, que a tanto no llega nuestra vanidad; mas abrigamos alguna esperanza de oir de boca de nuestros mismos adversarios: «no pensamos como vosotros, pero no podemos negaros rectitud de intención, convicciones sinceras y profundas, espresión leal y decorosa.»

Este periódico sale todos los miércoles, empezando el primer miércoles de febrero: cada número constará de 16 páginas iguales a las del prospecto, con hermosa cubierta. La suscrición es a 6 reales al mes en Madrid, y 7 en las provincias, franco de porte.

Puntos de suscrición.

ALCOY, Marti y Roig.
ALICANTE, Carratalá.
ALGECIRAS, Cintilló.
ALMERIA, Santamaría.
AVILA, R. Martín Lázaro.
ASTORGA, Iglesias.
BARCELONA, Tauló.
BARBASTRO, Lafita.
BADAJOZ, Viuda Carrillo y S.
BURGOS, Arnaiz.
CADIZ, Hortal y Compañí.
CERVERA, Gasset.
CORUÑA, Pérez.
FIGUERAS, Matas: Miégeville.
GERONA, Figaró.
GRANADA, Sanz.
GIBRALTAR, Hepper.
HABANA, Graupera H.
LERIDA, V. Corominas.
MANRESA, Roca.
MATARÓ, Abadal.
MADRID, Rodríguez.
MALAGA, Martínez de Aguilar.
OLOT, Doutrem.
PALMA, Umbert: García.
PALENCIA, Pastor.
PUERTO DE SANTA MARIA, Valderrama.
REUS, Viuda Angelón.
SANTANDER, Riesgo.
SANTIAGO, Rey Romero.
SEVILLA, Borbolla, Linares y Comp.
SANTA CRUZ DE TENERIFE, Guimerá.
TARRAGONA, Puigrubí.
TOLEDO, Soria.
TORTOSA, Miró.
VALENCIA, López y Compañía: Navarro.
VICH, Valls.
VALLADOLID, Rodríguez.
ZARAGOZA, Peyro: Yagüe.

En el estrangero.

MONTEVIDEO, J. Hernández. – NUEVA-YORK, R. del Noticioso de Ambos Mundos. – ROMA, Pietro Merle, via del Corso, n.° 348. – PARIS, R. de l'Univers, rue du Vieux Colombier, nº 29. –LONDRES, R. del True-Tablet, nº 6, Catherine-Street, Strand.

También se puede hacer la suscrición en cualquier estafeta o administracion de Correos, por medio de una libranza a favor de la administración del periódico, calle del Arenal, nº 22, cuarto principal, abonando el descuento del giro, y remitiendo la libranza en carta franqueada.

MADRID: Imprenta y fundición de Aguado.

En la página 801 del tomo tercero (correspondiente al número 148, jueves 31 de diciembre de 1846) puede leerse la terminante nota con la que se anuncia su cierre, sin explicación alguna, salvo instrucciones para devolver sus dineros a los suscriptores:

«Advertencia. Este periódico cesa desde hoy. Los señores cuyas suscripciones no concluyan en fin de diciembre corriente, pueden reintegrarse del valor de los meses que tengan anticipados desde el 1º de enero próximo, en los mismos puntos donde hubieren renovado la suscrición, a cuyo efecto se han dejado en poder de los comisionados de este periódico en las provincias, los fondos suficientes para la devolución de estos anticipos. A los que se hayan suscrito remitiendo libranzas a favor de la administración del periódico, les será devuelto el valor que tuvieren anticipado, por otras a cargo de correos que se les remitirán tan pronto como haya proporción, o en otro caso avisarán el punto donde aquel deba entregarse, haciéndolo a vuelta de correo con carta franca, pues de otro modo no se recibirá, y poniendo el sobre a la administración del Pensamiento de la Nación, calle de Leganitos, núm. 4, cuarto principal. Se advierte también, que habiéndose agotado los ejemplares de los números desde el 1 al 18, y desde el 135 al 146, no se pueden satisfacer los pedidos de los dos últimos meses de octubre y noviembre, ni tampoco formar ninguna colección completa hasta dicho tiempo.»

Algunas menciones sobre El Pensamiento de la Nación

«Efectuado el matrimonio de la Reina, pensó en suspender inmediatamente el periódico, como se verá por las cartas que insertaré más adelante; pero deseaba examinar la cuestión bajo todos los aspectos y el periódico no cesó hasta fin de año. No quería por entonces volver a Madrid; pero se hablaba de levantamiento de los montemolinistas en las montañas de Cataluña y había llegado a su noticia que tenían orden de arrestarle en la ciudadela de Barcelona (había regresado a esta ciudad) tan pronto como se presentase alguna partida. Balmes deseaba vivir en España, y creyéndose más seguro en la corte, me sorprendió con una carta que recibí el día 4 de noviembre del citado año en que me decía: 'Esta carta solo se adelantará veinte y cuatro horas a mi llegada a Madrid. Iré en el correo.'
Los primeros días los pasó en Madrid sin más ocupación que el periódico, cuya suspensión puso alguna vez en duda, pensando en que sería conveniente seguir escribiendo, ya que no sobre política, sobre otros puntos no menos interesantes; y al hacerle quincenal habló conmigo de consagrar la mitad del periódico a la publicación de las obras del conde de Maistre, de quien era partidario entusiasta, para lo cual hicimos algunos trabajos preparatorios. [...]
Llegó el 31 de diciembre de 1846 y cesó el Pensamiento de la Nación. Su conclusión fue tan oportuna como su aparición. Había aparecido en la época en que la prensa liberal se lisonjeaba con el triunfo de sus ideas en la discusión; y en su carrera no encontró polémica digna de él. Rebatía los argumentos de los contrarios y estos callaban: ¡cosa notable! la causa del oscurantismo y enemiga de la ilustración, como decían, tuvo a su cabeza un periódico razonado y brillante, cuyas doctrinas pasaban sin ser combatidas por ningún otro, y le dirigía el hombre que al público se había manifestado profundo y eminente, el que había escrito con general aplauso sobre historia, sobre política, sobre religión y el que había fundado una filosofía española. Su cesación fue oportunísima, las circunstancias eran críticas, la cuestión parecía iba a llevarse a otro terreno, y Balmes se convenció de que en el de la imprenta, según venía a hallarse, no cabía su periódico con la libertad que necesitaba. [...]
El efecto que produjo la terminación del periódico fue grande, todos preguntaban el motivo, y en general, aunque sensible, fue perfectamente acogida, creyendo todos que era un acto de grande moralidad y de singular desprendimiento digno del mayor elogio. Es sabido que este periódico le producía una suma anual muy considerable.
En los tres años que duró, no fue denunciado ningún artículo suyo. Balmes usaba de mucha templanza en las palabras aunque hubiese grande oposición en las ideas, resultando un todo muy fuerte sin que en los detalles se hallase ninguna idea dirigida a subvertir. Guardaba respeto al trono y a las instituciones, y cuando tenía que emitir alguna idea peligrosa, decía: –'Echo tierra a los ojos del fiscal para cegarle.'» (Benito García de los Santos, Vida de Balmes, extracto y análisis de sus obras, Imprenta de la Sociedad de Operarios del mismo Arte, Madrid 1848, págs. 41-42 y 46-47.)

«Llegado a Madrid, lo primero que hizo fue entrevistarse con los amigos que tenían su mismo pensamiento. García de los Santos dice que eran el duque de Osuna, el marqués de Viluma, el duque de Veragua, don Santiago de Tejada y don José de Isla Fernández. La reunión debieron tenerla al día siguiente de su llegada, porque por una conversación del biógrafo mencionado con don Manuel Vicuña sabemos que el día 21 de enero ya estaba todo arreglado. La actividad y la fuerza de aquel hombre debió de espantarlos. Desde el primer momento podemos decir que se hizo suyo el pensamiento de todos sus amigos; nadie se atrevió a hacerle observaciones ni preguntas. El periódico fue hijo únicamente de Balmes.
Además de los tratos con las personas mencionadas, creemos probable que Balmes estuviese también en secreta connivencia con don Pedro de la Hoz. [...]
Un periódico como El Pensamiento en toda otra persona que no fuese Balmes pediría un buen catálogo de colaboradores. Nada de eso encontramos en él, sino aquella soledad magnífica que le da toda la responsabilidad y toda la gloria. Pensó que tendría bastante con un secretario joven, despierto, dócil y de facil pluma para tejer crónicas de hechos religiosos o políticos, y con un administrador honrado y fidelísimo, a quien pudiese confiar la parte material del periódico. Eso es lo que buscó desde el instante en que puso los pies en Madrid, y efectivamente los encontró cual los deseaba en don Benito García de los Santos y don Luis Pérez.» (Ignacio Casanovas S. I., Balmes, su vida, sus obras y su tiempo, Editorial Balmes, Barcelona 1942, tomo II, páginas 211-212 y 215-216.)

«Llegó a Madrid don Jaime Balmes en el mes de enero de 1844. Su proyecto era fundar un periódico político. «La prensa comenzó dando a luz la Biblia y ha descendido hasta el lenguaje de las verduleras», dijo en una ocasión. El título para el periódico no pudo ser más explícito: El Pensamiento de la Nación. Su lema: «no es tolerante quien no tolera la intolerancia».
La empresa editorial estaba constituida por el Duque de Osuna, el Marqués de Viluma, el Duque de Veragua, don Santiago de Tejada y don José de Isla Fernández, pero todos dejaron en manos de Balmes la organización y la dirección del periódico. No sabemos ni sabremos jamás si Jaime Balmes vino a Madrid a entusiasmar a sus amigos y colaboradores, o si fueron estos quienes le llamaron a su lado reconociendo que en España no había mejor periodista ni polemista político que el sacerdote de Vich.
El 7 de febrero de 1844 salió el primer número del periódico. Semanario, con diez y seis páginas en folio. Mil ejemplares al principio; dos mil doscientos cincuenta a partir del primer año. Lectores en todas partes, incluso en el extranjero. Se sabe que uno de los que fuera de España recibían y leían con avidez aquel periódico era S. S. el Papa Pío IX. Sus artículos los escribía siempre Balmes y eran políticos, fundamentalmente políticos, furibundamente políticos. Los artículos políticos más hermosos que se han escrito jamás en España por españoles con visión universal de los problemas de la política.
Se levantaba al amanecer, decía misa después de media hora de meditación, desayunaba, rezaba, leía los diarios y se ponía a trabajar durante tres o cuatro horas. Antes de almorzar daba un paseo, generalmente para hacer una visita, en especial al Marqués de Viluma. A las dos y media almorzaba, rezaba y leía hasta la hora del atardecer. Daba un paseo por el Retiro, la Castellana, Delicias, el Paseo de Ronda o los alrededores de la Plaza de Oriente. Paseos en los que el filósofo exponía a sus amigos sus teorías de historia, política, filosofía, moral y costumbres.
Regresaba a casa y leía los periódicos de la tarde. Corregía pruebas de sus artículos o libros. Recibía visitas, en particular de Vicuña, Tejada, Vidaondo, Cabanillas, Suit, Martínez Lafuente o Moreno. A las diez y media cenaba. A las once y media se retiraba a su dormitorio. Sabemos quienes eran sus amigos en Madrid. El obispo de Coria y futuro arzobispo de Burgos, señor Montero; el señor Codina, luego obispo de Canarias; Alcántara Navarro, el Duque de Frías, don Cebrián Sevillano, que era su confesor, el Padre Pujal, el Padre Carasa, don Pablo Ruiz, don Pedro Lahoz, don Juan Nepomuceno Lobo, don Juan Manuel de Berriozábal, don Juan Ignacio Moreno, el Marqués del Arco, el Duque de Riánsares...» (Domingo Manfredi Cano, Jaime Balmes, Temas españoles, nº 133, Madrid 1954, páginas 20-21.)

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