Filosofía en español 
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Cinema

España necesita material cinematográfico

Justamente ahora, que se plantea con insistencia el problema que origina a nuestros periódicos la escasez de papel, creemos oportuno llamar la atención sobre otro problema similar, que también afecta a la eficacia de la propaganda de guerra: la falta, casi absoluta, de negativo cinematográfico.

En julio había en España un gran “stock” de película negativa. Más cantidad que en fechas anteriores, pues era precisamente entonces cuando se iniciaba la producción cinematográfica en nuestros estudios con destino a la temporada que ahora ha terminado. Pues bien: todo ese material, que en circunstancias normales hubiera sido más que suficiente para cubrir las necesidades de una producción continuada, se ha diluido inútilmente por obra y gracia de incontables incautaciones tan absurdas como inexplicables.

Durante los primeros días de nuestra guerra, casi durante los primeros seis meses, aparecieron unos cuantos realizadores cinematográficos –anónimos hasta entonces–, que se establecían por su cuenta para producir películas sin la garantía de ningún control. Para conseguir sus propósitos, les era suficiente saber firmar unos cuantos vales. El primero, tenía la virtud de proporcionarles una cámara cinematográfica; el segundo, un automóvil, y el último, unos cuantos miles de metros de película negativa. En cuanto contaban con estos tres elementos, marchaban al frente más pacífico a realizar un documental de guerra. E invariablemente, después de comer durante un par de meses a costa del Ejército, regresaban a Madrid o a Barcelona con una gran cantidad de metros rodados, y de los que, a costa de un gran alarde de buena voluntad, sólo podían aprovecharse cuatro imágenes para un noticiario.

Así, sólo así, se ha venido haciendo cine en España durante la guerra. Y así, también, cuando se ha intentado reorganizar esta industria para ponerla al servicio de la causa, se han visto todos sorprendidos con la desagradable noticia de que en España no existía ya material cinematográfico virgen. Todo lo habían ido desperdiciando, poco a poco, cuatro incapaces en cinematografía; pero excesivamente capacitados, por el contrario, en problemas de incautación.

El resumen de todo lo expuesto es que España se encuentra ahora privada de una propaganda de guerra tan eficaz como el cine. Y esto es lo que hay que evitar. Sea como sea, el Gobierno está obligado a importar material cinematográfico, pues prescindir del cine es tan insensato como prescindir de la Prensa. Lo que también está obligado a hacer el Gobierno es que ese material cinematográfico sea puesto únicamente a su propio servicio. De algo nos tienen que servir todos los millones de pesetas que se han tirado en infinidad de películas que no veremos jamás. De experiencia, por ejemplo. G.

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Esclavos de la tierra (Doré). ¡Cuidado con esta película! Aparentemente es un film enaltecedor de las reivindicaciones proletarias; pero en realidad es todo lo contrario.

Búsqueme una novia (Barceló). Bajo este título absurdo y pueril se esconde una buena película. El argumento es superficial y poco lógico; pero todo está resuelto con un gran sentido cinematográfico.