Editoriales
Españoles meritorios
[ Juan Cebrián Cervera ]
Como en distintas ocasiones hemos lamentado la escasa protección que encuentran las instituciones oficiales de enseñanza y de beneficencia en la iniciativa individual, sería injusto que hoy no aprovecháramos la ocasión de hacer el debido elogio de una de las más interesantes excepciones. Nos referimos al ingeniero español D. Juan Cebrián, que desde hace muchos años reside en California y que protege con donaciones constantes varias bibliotecas españolas, y principalmente la de la Escuela de Arquitectura.
En la visita girada por el subsecretario de Instrucción y el director de Bellas Artes a esa Escuela Superior, les interesó singularmente el detalle de esa cooperación continuada y metódica que un español ausente de la patria viene prestando desde hace años a la organización oficial. El señor Cebrián ha enviado a la Escuela Superior de Arquitectura los libros más útiles y más costosos, por valor que excede ya de quinientas mil pesetas.
No solamente el esfuerzo económico, que corresponde a grandes posibilidades –para hablar a la norteamericana–, es decir, a una fortuna sólida y cuantiosa, sino el acierto en la elección del medio eficaz para ser útil su ayuda a las nuevas generaciones de arquitectos, merecen ser registrados y agradecidos con sincera efusión. La construcción española necesita, en efecto, ser guiada y orientada con exacto conocimiento de los trabajos desarrollados fuera de España. Es difícil que ninguna institución con recursos limitados al Presupuesto nacional pueda disponer de los fondos precisos para adquirir un material completo de libros, revistas y cuadernos de estudio. En este caso, la deficiencia –forzosa– se salva gracias a la iniciativa privada. Si el ejemplo del Sr. Cebrián fuera seguido en los distintos ramos de enseñanza por las numerosas personas que dentro y fuera de España han logrado conquistarse, por su trabajo y por su esfuerzo, brillante posición, y cada una, según sus preferencias, ayudara a dotar del material preciso bibliotecas y escuelas, ¿cuál no sería el beneficio logrado para la juventud estudiosa?
No queremos forjamos el cuadro de una nación menesterosa que reclama la limosna de unas pesetas con que completar su vergonzoso presupuesto de cultura. Esta es cuestión aparte, que no debe ir mezclada con el simpático tema que inspira estas líneas. Se trata solamente de elogiar como en justicia merece la discreción y la delicadeza de un buen español. De hacer público el caso para que sea conocido y estimado. Entre los profesores y los alumnos de la Escuela Superior de Arquitectura, y en general entre los arquitectos españoles, la noticia no es nueva; pero no dudamos que a todos ellos les agradará ver trasmitido de una manera pública el testimonio de su gratitud.
La Escuela central de Arquitectura llegará a tener una gran biblioteca. Su profesorado es excelente, y en los últimos años puede decirse que está renovándose el aspecto de las ciudades españolas dentro de su carácter peculiar. ¿No podría también aspirarse a tener una Escuela más amplia, un edificio que correspondiera a su biblioteca y a la gran misión que realiza?
En la Escuela de Arquitectura
El subsecretario de Instrucción pública ha visitado la Escuela de Arquitectura, acompañado del director de Bellas Artes y de varios altos funcionarios del ministerio.
Fue recibido por el director de aquel centro, Sr. López Otero, y varios profesores.
Los visitantes recorrieron todas las clases, en algunas de las cuales se estaba explicando a los alumnos, siendo saludados los profesores y alumnos por el jefe del ministerio.
Fueron mostrados al subsecretario los importantes trabajos efectuados por los alumnos, tanto en pintura como en modelo de proyectos.
Visitó con todo detenimiento el subsecretario la magnífica biblioteca de la Escuela, al parecer la mejor en su género de Europa. Hizo notar el director al subsecretario que ello se debía a los importantes donativos enviados por un opulento español que reside en California, D. Juan Cebrián, el cual ha donado, hasta ahora, a la Escuela más de cien mil duros en valiosos volúmenes. Todos los años el director de la Escuela recibe carta del Sr. Cebrián, en la que le encarece la conveniencia de que le manifieste los libros que faltan en la biblioteca. Cuando recibe la nota envía seguidamente los libros pedidos.
Se trata de un español que siendo joven hizo la carrera militar en la Academia de Ingenieros de Guadalajara. Al recibir el real despacho pidió la licencia absoluta, que le fue concedida, y entonces se trasladó a California.
El director de la Escuela y el subsecretario hablaron de varios asuntos encaminados a la reorganización de los servicios.
Como el Sr. García de Leániz observase que encima precisamente de la biblioteca estaba instalada una cocina perteneciente a uno de los cuartos del personal subalterno, ordenó al director que fuese desalojado aquel funcionario de la citada vivienda.
Aparte de la reorganización de los estudios, plan que es ya conocido por la Escuela de Arquitectura de Barcelona, el director de la Escuela anunció al subsecretario el envío de un plan ampliatorio de la carrera de maestros aparejadores.
Por último, el Sr. López Otero dijo al subsecretario que, además de los créditos invertidos en la reorganización de los servicios, sería necesario disponer de mayores cantidades para el envío de alumnos pensionados al extranjero.