Revista de las Españas
Madrid, junio de 1926
2ª época, número 1
páginas 31-33

La cultura española

Lorenzo Luzuriaga

Oportunidades
para los estudiantes
hispanoamericanos en España

España ha sido hasta ahora, sobre todo, un pueblo de «hazañas», un pueblo de tradición, «la tierra de los antepasados». Pero España es hoy también, y quiere serlo cada día más, un pueblo de «ideas» y del presente o, mejor, del porvenir; un pueblo «futurista». Bien están nuestros museos, nuestros castillos y nuestras viejas ciudades; pero no lo están menos nuestras industrias, nuestras urbes modernas y nuestra ciencia. En este sentido España ha recorrido bastante camino desde la vuelta del siglo hasta ahora. El punto de partida para la literatura es bien conocido: la «generación del 98»; no lo es tanto en cuanto a la educación y a la ciencia. El de la primera coincide con el paso de la enseñanza primaria al Estado y la creación del ministerio de Instrucción pública, en 1901; el de la segunda, con la creación de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, en 1907. No quiere decir esto que antes de esas fechas no hubiera en el pasado siglo ni literatura, ni educación, ni ciencia españolas. Basta recordar a Larra, a Valera, a Galdós; a Giner, Costa, Clarín; a Menéndez Pelayo y Cajal. Sólo se quiere decir que esos años marcan el punto culminante de la crisis española en las diversas manifestaciones de la cultura: la «europeización», como se decía antes; la «nacionalización», como diríamos ahora, de aquélla.

La cultura española, la ciencia española han avanzado en lo que va de siglo más que en las tres últimas centurias. El camino seguido para ello ha sido el de todos los pueblos que han salido de un largo período de letargo o de atomización: Japón o Italia, por ejemplo. Buscar el agua en la fuente, captarla y derivarla hacia nuestras tierras. España ha aprendido y está aprendiendo de los pueblos próceres de Europa y en ciertas manifestaciones de la cultura no ha quedado atrás de algunos de sus maestros. Hoy se sigue importando en España ciencia de Europa; pero también se ha empezado a exportarla; es decir, a producirla aquí. Y en cuanto a otros aspectos de la cultura, ahí están Falla, Zuloaga, Sorolla, Picasso, Unamuno, Baroja, Ortega y Gasset, cada vez más apreciados más allá de los hitos nacionales.

Nuestros estudiantes siguen marchando a estudiar a Europa; pero también han empezado a venir estudiantes extranjeros a España, y no sólo hispanoamericanos que, en realidad, no son extranjeros para nosotros, sino también franceses, norteamericanos, alemanes e ingleses. Pero los que más nos interesan son los estudiantes hermanos de raza. A ellos van dedicadas estas líneas.

¿Qué puede venir a estudiar un alumno hispanoamericano a España? Primero, claro es, lo que la realidad cultural, histórica, ofrece espontáneamente, sin necesidad de maestros ni organismos docentes. En este plano están los Archivos españoles, tan ricos y tan por explorar: Simancas, Histórico Nacional y, sobre todo, el incomparable Archivo de Indias. Asimismo los Museos, los Nacionales del Prado y Moderno, en primer término; pero también muchos locales y provinciales, de máximo interés, como los de Valladolid, Sevilla, Barcelona, Bilbao, Valencia, etcétera. Y como síntesis de todo el pasado artístico de España y, por tanto, de Hispanoamérica, los monumentos, las ciudades y las catedrales de toda la [32] Península, desde Santiago a Tarragona y desde León a Sevilla.

A más de estas manifestaciones espontáneas, directas, de la cultura española, está todo el sector de la cultura organizada, de la cultura con maestro. Aquí hay que distinguir dos partes: una, la estrictamente científica, y otra, la profesional.

Desde el punto de vista científico, la institución de mayor autoridad y eficiencia de España es la Junta para Ampliación de Estudios. De ella dependen los centros de máxima capacidad científica que hay en España. Éstos se refieren al espíritu y a la naturaleza. Al primero responde el Centro de Estudios Históricos, con sus secciones de Filología, Historia, Arte, Derecho, y nombres como los de Menéndez Pidal, Américo Castro, Navarro Tomás, Sánchez Albornoz, Tormo, Gómez Moreno, Clemente de Diego, Canseco, etcétera. A la Naturaleza se consagra el Instituto Nacional de Ciencias, con sus diversas instituciones: Laboratorio de Investigaciones físicas (Cabrera, Moles, Palacios, Del Campo), que en breve se convertirá en un magnífico Instituto de Física y Química, por un donativo de la Fundación Rockefeller; trabajos de ciencias naturales (Bolívar, H. Pacheco, Fernández Navarro, Obermaier, Madrid Moreno, &c.); de investigaciones biológicas (Cajal, Tello, Del Río Hortega, Lafora); de Química (Carracido, Casares, Madinaveitia); de Matemáticas (Plans, Álvarez Ude); de Fisiología (Negrín, Jiménez Asúa, Guerra), &c.

Y, como labor complementaria, la pedagógica de la Residencia de Estudiantes, una de las mejores de Europa; el Instituto Escuela de Segunda enseñanza, verdadera «escuela nueva»; los cursos de español para extranjeros, &c.

En Barcelona, deshecha en gran parte la obra de la antigua Mancomunidad, queda todavía en pie el Instituto de Estudios Catalanes y algunas instituciones sueltas anejas a la Universidad.

En cuanto al estudio profesional, España ofrece sus Universidades y sus Escuelas especiales. De aquéllas existen actualmente once; pero las de Madrid y Barcelona son las que ofrecen mayores oportunidades para el estudiante forastero. La de Madrid es la más completa, y en ella sobresalen las Facultades de Medicina y de Ciencias; en ambas se puede estudiar como en cualquier Universidad europea, aunque la investigación científica se realice fuera de ellas, en los centros antes indicados. En Filosofía y Letras, en Derecho y en Farmacia, las otras tres Facultades que integran la Universidad, la composición del profesorado es más heterogénea: pero, aun así, siempre hay en ellas profesores calificados suficientes para que cada Facultad pueda salvarse. Las Escuelas Superiores especiales son siete; de Ingeniería (Caminos, Minas, Agricultura y Montes), todas en Madrid, mas tres de Industriales: en Madrid, Barcelona y Bilbao; dos de Arquitectura (Madrid y Barcelona); una del Magisterio y varias de Bellas Artes, Veterinaria, Comercio, Militares, Navales, &c.

Tal es, sumariamente expuesto, el panorama de estudios científicos y profesionales que presenta España en su momento actual. Por su parte, el Estado ha tratado de facilitar el acceso a esos estudios para los estudiantes extranjeros, y en especial para los hispanoamericanos, mediante algunas disposiciones que no dejan de tener interés.

En primer lugar conviene saber que todos los estudiantes hispanoamericanos que estén en posesión del título de bachiller, o sea del certificado de reválida de la segunda enseñanza, pueden ingresar sin más en una Universidad española, como los estudiantes del país. En efecto, por un decreto de 20 de septiembre de 1913 está dispuesto que los títulos que en sus respectivos países den aptitud para el ingreso en las distintas Facultades correspondientes a la enseñanza superior serán válidos en España como si se hubiesen expedido en el Reino, siempre que procedan de establecimientos oficiales dependientes del Estado y se haya demostrado la autenticidad del mismo.

Pero no es esto sólo. El Estado ha querido también facilitar el estudio de los hispanoamericanos en España mediante la creación de becas. A este efecto, desde 1921 figura en los Presupuestos de la nación la partida de 100.000 pesetas para dichas becas, la concesión de las cuales está regulada por el decreto de 21 de enero del mismo año, que dispone que esas becas se concederán exclusivamente a los alumnos oficiales que cursen estudios universitarios y superiores. El importe de cada beca asciende a 4.000 pesetas anuales, siendo, pues, veinticinco las que se conceden [33] cada año, a propuesta de los Gobiernos de las Repúblicas hispanoamericanas, en esta proporción: Argentina, 3 becas; Méjico, 3; Colombia, 2; Chile, 2; Perú, 2; Bolivia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, San Salvador, Santo Domingo, Uruguay y Venezuela, una cada una.

Actualmente están provistas veinticuatro de esas becas, y los estudiantes que las disfrutan siguen estas carreras: Bellas Artes, 11; Derecho, 5; Medicina, 4; Ingeniería, 3, y Ciencias, 1. Como se ve, predominan los estudios de carácter estético, a los que, sin duda, son atraídos los estudiantes por la tradición artística española. Pero no son éstos los únicos estudiantes hispanoamericanos que hay en España. Sólo en la Universidad de Madrid había en el curso último doscientos estudiantes de Hispanoamérica, pertenecientes, en su mayor número: a la Argentina (36), Cuba (34), Perú (29), Colombia (21), Méjico (19), &c. De ellos, el mayor número estudiaba Medicina (97), siguiendo después el Derecho (47), las Ciencias (26), la Farmacia (11) y Filosofía y Letras (10).

Se ve, pues, que nuestra Universidad Central empieza a gozar de crédito en las Repúblicas trasatlánticas, como lo demuestra el aumento que se observa cada año en el número de los estudiantes que acuden a ella. Sin desconocer la diferencia que existe aún entre nuestras Universidades y las del resto de Europa, no se puede negar que muchos de los estudiantes hispanoamericanos que van a París o Berlín lo hacen más por snobismo que por razones justificadas.

Finalmente, España procura también dar facilidades para el estudio profesional en nuestro país con los Tratados de reciprocidad de títulos que tiene firmados con algunas Repúblicas hispanoamericanas, como Bolivia, Colombia, Honduras, Nicaragua, Perú, El Salvador y Costa Rica, a los que, sin duda, seguirán pronto otros como Méjico, Argentina, Chile, Cuba, &c. Mediante esos Tratados, los nacionales de los respectivos países que obtengan título o diplomas expedidos por las autoridades nacionales competentes para ejercer profesiones liberales, se tendrán por habilitados para ejercerlos en unos y otros pueblos.

He aquí algunas indicaciones sumarias sobre las posibilidades que existen para los estudios científicos y profesionales, sin contar otras, como las circunstancias geográficas, climatológicas, económicas y lingüísticas, favorables también para esos estudios, y que no detallamos para no hacer más extenso este trabajo. Sirva sólo lo dicho como ejemplo y anuncio, de ulteriores desarrollos.

 

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