Manuel Azcárate
El eurcomunismo: Una realidad, una esperanza
El término eurocomunismo ha quedado acuñado definitivamente en Madrid. Expresa, en mi opinión, algo muy profundo en esta época de la historia: una nueva manera de ser comunista; asumiendo desde luego el pasado de nuestros Partidos, extrayendo de él las lecciones necesarias, pero rechazando la actitud de buscar hacia atrás las metas de nuestra marcha. Nuestro ideal socialista está delante de nosotros. Tenemos que ir hacia él partiendo de las realidades concretas de nuestros países.
El eurocomunismo nace de experiencias diversas que han hecho varios Partidos Comunistas, no sólo en Europa, a partir de las cuales se plantea de forma nueva la relación entre democracia y socialismo, libertad y socialismo. La democracia, la libertad, no son "instrumentos" o “formas"para ir al socialismo. Son partes consustanciales de lo que es el socialismo. Sin libertad, sin democracia, el socialismo no es socialismo; es a lo sumo una etapa inicial, primitiva, de ese proceso hacia un socialismo completo que exige la democracia para ser auténtico.
Por eso, e! planteamiento decisivo del encuentro celebrado en Madrid por Carrillo, Berlinguer y Marchais es que la construcción del socialismo debe hacerse en la libertad y en la democracia.
¿Es posible construir ese socialismo ? ¿No se trata de una utopía?
El socialismo nace de la realidad de las cosas. No existe sólo la contradicción clase obrera-capital, aunque ésta sigue siendo el factor decisivo. El capitalismo en descomposición hace que los más amplios sectores, profesionales e intelectuales, capas medias, se enfrenten objetivamente,en función de sus propios intereses, con el núcleo oligárquico que domina la sociedad. Existe así una base objetiva mucho más extensa para que las decisiones encaminadas a las transformaciones socialistas tengan el apoyo, el consenso, de las grandes mayorías. El contenido mínimo de la revolución socialista se enriquece en nuestra época: el capitalismo es incapaz de dar solución a problemas que adquieren carácter apremiante y que se integran en la marcha hacia una nueva sociedad más libre y más justa. La lucha por la liberación de la mujer, por acabar con la discriminación a que sigue sometida, se ha convertido en una cuestión central en la vida política y social. Lo mismo ocurre con otros fenómenos en el plano de la enseñanza, la ecología, etc.
Socialismo y libertad
Partiendo de este nuevo marco sociológico, político e ideológico, el eurocomunismo traza con bastante claridad cuáles son las condiciones para ir al socialismo por la vía democrática. No voy a repetir aquí el texto de la declaración hecha en Madrid por los camaradas Berlinguer, Marchais y Carrillo, pero sí insistir en que para ello es decisivo el respeto de todas las libertades públicas e individuales, la pluralidad de partidos (incluidos aquellos que tengan concepciones contrarias a! socialismo), el respeto a las decisiones del sufragio universal.
No hay en esta actitud nada que implique "ceder" a presiones de otros, deseo de "poner buena cara". No es cuestión de táctica, sino de principio. El problema consiste en que el socialismo necesita ser plenamente socialismo, triunfar por esas vías del consenso, del sufragio, del apoyo a las grandes mayorías. Así es como podrá ser esa civilización superior capaz de ir reduciendo (y al final superando) en el funcionamiento de la sociedad el papel de las imposiciones, del poder, de la jerarquía; dar un contenido superior a la vida de los hombres.
No se trata de volver a la socialdemocracia, cuyo balance histórico es haber administrado en ciertos períodos el capitalismo, pero jamás, en ningún caso, haber acabado con él. La nuestra es una vía democrática de avance al socialismo, no de conservación del capitalismo. A la vez, está claro que la superación crítica de ese pasado por parte de los partidos socialistas abre hoy la posibilidad concreta de acuerdos en una marcha conjunta de comunistas y socialistas en la construcción de un socialismo democrático. Y asimismo con otras fuerzas, en particular las de inspiración cristiana, entre las cuales crecen las tendencias progresistas.
Otra característica del eurocomunismo como corriente de! marxisrmo contemporáneo, es el rechazo de cualquier centro supranacional que pretendiese intervenir en los asuntos de cualquier partido; de cualquier Estado. Desde hace mucho tiempo, el movimiento comunista ha dejado de ser un movimiento organizado; ningún nexo orgánico liga entre sí a los diversos partidos. Ninguna disciplina les ata. La plena soberanía e independencia de cada partido es completa. Y por lo tanto, las relaciones entre partidos tienen que desarrollarse sobre la base del pleno respeto de la independencia y peculiaridades de cada partido comunista, como de cada movimiento revolucionario. De la libertad de cada uno a escoger una vía propia, diferentes de otras, para avanzar hacia el socialismo y edificar la nueva sociedad. En ese orden, consideramos esencia! el derecho de crítica respecto a cuestiones y acontecimientos que juzguemos negativos de lo que ocurre en países socialistas.
Sería absurdo que todas las corrientes analizasen, criticasen tales o cuales rasgos de las sociedades en las que el capitalismo ha sido destruido, y que los comunistas permaneciésemos silenciosos en esa materia. Hace ya bastante tiempo, que ese derecho de crítica lo venimos ejerciendo. Y cada uno de los tres partidos que ha estado en el encuentro de Madrid, de la forma que cada uno de ellos ha juzgado más oportuna, y en los momentos que ha escogido, han condenado los casos de violación de las libertades y derechos humanos que han tenido lugar en diversos países socialistas de Europa oriental. En realidad, la multiplicación de hechos de ese género no puede dejar de preocupar seriamente. Ello es tanto más grave si recordamos que en este mismo año se va a celebrar el 60 aniversario de la revolución de octubre de 1917. No es posible cerrar los ojos ante la realidad de que el no respeto a las libertades de reunión y expresión, incluso cuando se trate de opiniones no favorables al socialismo, presenta ante el mundo una imagen deformada del socialismo.
Ante la crisis
Europa vive momentos serios. Está sacudida por una crisis gravísima, que no es sólo económica, sino también social, política e ideológica. Sectores cada vez más numerosos de la población, obreros, agricultores, profesionales, capas medias, jóvenes, están condenados a un descenso de sus condiciones de vida, muchas veces a la ruina, al paro. Esta situación angustiosa exige una política nueva que no esté guiada por los intereses rapaces de los monopolios.
Pero ninguna fuerza, por sí sola, puede realizar los cambios que Europa necesita. En este orden, la reunión eurocomunista de Madrid ha tenido básicamente un carácter de apertura al diálogo y al entendimiento con todas las fuerzas sociales y políticas dispuestas a realizar una política de salvación y renovación de la sociedad.
Expresamos nuestra confianza en que el llamamiento que han dirigido desde Madrid los secretarios generales de los Partidos Comunistas de Francia, España e Italia encontrará eco en otros partidos y fuerzas políticas, será un estímulo para progresar en el diálogo a escala europea y de cada país en el entendimiento y la acción común para superar la crisis que hoy afecta a nuestros países, para abrir cauces de avance democrático.
Entre todos los miembros de nuestro Partido, y también entre amplios sectores de trabajadores y demócratas, el encuentro de los camaradas Carrillo, Marchais y Berlinguer ha provocado entusiasmo y esperanza. Hemos recibido con profundo agradecimiento el gesto de solidaridad hacia nosotros que ha representado la presencia en Madrid de los secretarios generales de los partidos comunistas de Italia y Francia. A la vez, la reunión eurocomunista —y no sobra decirlo teniendo en cuenta otros acontecimientos más o menos comparables— se ha caracterizado por un respeto escrupuloso a la independencia española. Nada han dicho nuestros amigos franceses e italianos que pudiese representar la más mínima ingerencia en cuestiones españolas. Ellos saben que las cuestiones españolas las resolvemos nosotros. Los españoles.
Pero el encuentro de Madrid ha servido en cierto modo de revelador de lo que es hoy la realidad europea. De esa realidad somos parte los comunistas. Así es —así debe ser— también la realidad española.