Filosofía en español 
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Manuel Azcárate

Frente a un referéndum sin libertades. ¡Abstención!

En el momento en que escribo estas líneas, todo indica que el proyecto de reforma Suárez ha sido aprobado, con algunos retoques, por las Cortes franquistas. Triste éxito para un proyecto que pretende devolver la democracia a España. El que un organismo tan radicalmente ademocrático o antidemocrático como las cortes franquistas lo hayan aprobado, demuestra quizá la capacidad de presión de que dispone un Gobierno en un régimen caracterizado por la corrupción, pero indica también el cortísimo alcance, por no decir nulo, en el plano democrático de tal proyecto.

Cabe reconocer, no obstante, que el presidente Suárez ha logrado impactar a una parte de la oposición con ilusiones en el sentido de que su proyecto de reforma va a permitir unas elecciones por cuyo carácter pueden incluso convertirse en constituyentes. Nosotros consideramos que esas ilusiones no corresponden a la realidad. Pero tenemos que constatar que en la vida política de la oposición se ha introducido el morbo del "electoralismo", que se multiplican síntomas de desconfianza mutua lo que contribuye, ciertamente, a consolidar la imprescindible coincidencia para lograr de verdad condiciones de democracia. Aún no tenemos las libertades mínimas, más elemen: tales, que permitirían considerar válida una consulta electoral; no es pues la hora de las especulaciones electorales, es la hora de la coincidencia para arrancar las condiciones políticas que permitan unas elecciones auténticas.

El Partido Comunista se pronuncia inequívocamente en favor de la celebración de unas elecciones libres, en condiciones democráticas, de carácter constituyente, que signifiquen de verdad la devolución de la soberanía al pueblo. El Partido Comunista quiere esas elecciones, moviliza sus fuerzas para lograrlo. Y por eso mismo no está dispuesto a desempeñar, de ninguna manera, el papel de cómplice en maniobras que tiendan a falsear las elecciones, a preparar unas elecciones sucias, impuras, falsificadas, cuyo efecto no podría ser otro que el de empujar a las masas populares a buscar otros caminos para su liberación, a la que de ningún modo pueden renunciar.

A pesar de las dificultades indicadas, vivimos momentos en los cuales la oposición, el conjunto de las fuerzas democráticas de nuestro país, puede recobrar la iniciativa y abrir de verdad la vía a una recuperación de la democracia. Estamos ante un referéndum que sin duda va a tener lugar en un plazo de pocas semanas. Creemos que se trata de un hito muy importante en el actual desarrollo político.

En sí, el referéndum es un instrumento de consulta política que se presta a muchas manipulaciones, incluso cuando reinan condiciones de democracia política. En el caso concreto del referéndum que va a ser convocado por el Gobierno Suárez, todo indica que la consulta no va a permitir al pueblo expresar su voluntad. Se va a preguntar a los españoles si aceptan o no la reforma Suárez. Esto es gravísimo, porque limita la opción a dos males: seguir como hasta ahora, o aceptar una reforma a través de la cual se pretende imponer al país una monarquía autoritaria y una constitución otorgada que niega algunos de los principios esenciales de cualquier democracia política. Por lo tanto, el referéndum es en sí injusto. El único referéndum que podría ser aceptable para las fuerzas democráticas, sería uno que preguntase al pueblo si quería o no la convocatoria de unas elecciones a Cortes constituyentes. Tal es la posición definida ya por Coordinación Democrática y las otras instancias unitarias existentes en diversas nacionalidades y regiones.

Una vez dicho lo anterior, queremos seguir esta argumentación dejando de lado el contenido concreto del referéndum, la adecuación o no de la pregunta que formule para un proceso democrático. Concentramos ahora nuestra atención sobre un problema previo, sobre una cuestión inmediata', ¿en qué con diciones va a tener lugar el referéndum? ¿Con libertades políticas o sin libertades políticas? Este es hoy el primer tema que tiene ante sí la política española, sobre el cual el gobierno tiene que responder ante la unánime demanda nacional de restablecimiento de las libertades.

¿Cuál es la situación presente? En la práctica, la casi totalidad de los mítines de todos los partidos políticos están siendo prohibidos. Se prohíben por decenas en todo el país, asambleas, conferencias, reuniones, manifestaciones. Los partidos políticos carecen de las mínimas condiciones para actuar en libertad, para poder dar a conocer a los ciudadanos las soluciones que proponen. La televisión es un monopolio escandaloso en manos del gobierno. Lo mismo ocurre con la radio. Militantes y dirigentes de partidos políticos, cuadros sindicales, son detenidos de la manera más arbitraria en diversos lugares del país. Los partidos carecen de órganos de prensa. El secretario general del Partido Comunista, nuestro camarada Santiago Carrillo, lo mismo que nuestro Presidente, camarada Dolores Ibárruri, no han recibido siquiera el pasaporte para poder volver a España. El secretario general del Partido Socialista Unificado de Cataluña, Gregorio López Raimundo, acaba de ser procesado y se le exige una caución de 200.000 Pts. para ponerle en libertad provisional. Sigue en vigor una parte del decreto ley sbore terrorismo, mediante el cual la detención en los locales de la policía, antes incluso de comparecer ante el juez, es prorrogable en unos plazos completamente contrarios a lo que es norma en los Estados de Derecho. Sigue funcionando el Tribunal de Orden Público, es decir, que no se respeta el principio de unidad de jurisdicciones, y que funciona un órgano judicial dedicado especialmente a las persecuciones contra determinadas concepciones políticas... En una palabra, vivimos en condiciones de falta de libertades políticas.

¿Es imaginable que en estas condiciones pueda tener lugar en nuestro país un referéndum que sea algo parecido a una consulta popular? A todas luces, en las actuales condiciones, la celebración de un referéndum sería un paso atrás, una nueva edición de los plebiscitos falsificados que hemos conocido en el período franquista.

Estamos por lo tanto en vísperas de un momento político de particular gravedad. Por primera vea, el gobierno de la monarquía va a demostrar concretamente qué entiende por soberanía popular, de qué manera va a aplicar la promesa que formuló en su declaración ministerial que iba a devolver la soberanía al pueblo.

La oposición democrática tiene, por eso mismo, una seria responsabilidad histórica. En realidad, y eso es fruto de largos años de sacrificios y luchas, la oposición democrática, y sólo ella, es capaz de datante España, ante Europa, ante el mundo, un aval de democracia a cualquier consulta que tenga lugar en nuestro país. En la resolución aprobada por la permanente de la Plataforma de Organismos Unitarios en Las Palmas, se han especificado de una manera concreta cuales son las condiciones mínimas sin las cuales el referéndum sería una farsa. En una reciente declaración, el Ejecutivo de Coordinación Democrática, ha declarado que, de permanecer la situación presente y no ser restablecidas las libertades previas, la oposición se pronunciará por la abstención en el referéndum.

En nuestra opinión, estos primeros pasos tienen gran importancia pero hace falta, con mucha urgencia, pues el referéndum puede ser convocado para fecha muy próxima, que el conjunto de las fuerzas que quieren la democracia para España, se movilicen y ejerzan una unidad de acción operante: obtener las libertades antes del referéndum.

Y frente a la campaña que el gobierno tiene ya preparada, y que se va a desatar de un momento a otro, para impactar por todos los medios las mentes de los españoles y llevarles al referéndum, la oposición, por todas las formas a su alcance, tiene que desplegar una intensa campaña para explicar al país la necesidad de la abstención ante un referéndum realizado sin las condiciones normales exigibles en cualquier país democrático.

Si algunos partidos de la oposición se limitasen a simples murmullos, en vez de apoyar esta gran campaña nacional para arrancar las libertades y para invitar al pueblo a abstenerse al referéndum ¿con qué autoridad podrían exigir mañana que se estableciese, en la eventualidad de unas elecciones, un sistema de libertades políticas que no hubiesen exigido antes del referéndum?

Hay que mirar las cosas de manera realista; el momento del referéndum está ligado estrechamente al momento ulterior de las elecciones. Si no imponemos al gobierno la concesión de libertades auténticas para la actividad de los partidos políticos sin exclusiones ¿por qué vamos a suponer que esas libertades podrán ser exigidas y arrancadas mañana, en vísperas de unas eventuales elecciones? A un referéndum sucio seguirían unas elecciones sucias.

Pensamos que estas cuestiones desbordan incluso el marco de los partidos políticos. A la vez que nos dirigimos a nuestros camaradas, a todos nuestros amigos, lo hacemos también a todos los españoles de sentimientos democráticos, a cuantos desean la transición en España hacia la democracia sin traumas, en condiciones de orden y normalidad. Todos los sectores de la sociedad están interesados en participar en un poderoso movimiento cívico para exigir libertades antes del referéndum, para llamar a una abstención en un referéndum sin libertades. Que las paredes de España se llenen de letreros llamando a la abstención, exigiendo libertades. Que desde las Universidades a los Colegios Profesionales, organizaciones juveniles, asociaciones de vecinos, centros cultúrale-, despliegue el máximo de iniciativa. Que todos los sectores r!e la sociedad tomen en sus manos esta gran camapaña para exigir las libertades.

Queda muy poco tiempo. Cada día cuenta. Quizá incluso sería más exacto decir que cada hora cuenta. Se trata de avanzar de verdad hacia la democracia.

LIBERTADES ANTES DEL REFERÉNDUM FRENTE A UN REFERÉNDUM SIN LIBERTADES, ¡ABSTENCION!