Filosofía en español 
Filosofía en español


Manuel Azcárate

Política exterior y cambio democrático

El peso de los factores internacionales es cada vez mayor en la vida de cualquier país. Ello es particularmente cierto para España, colocada en una zona crucial de las relaciones mundiales.

Lo grave, lo insostenible del actual momento español es que la pervivencia del régimen franquista priva a nuestro país de su personalidad en el campo de la política exterior: nos convierte en un mero objeto de la política internacional. No tiene ni voz ni voto —en la práctica— en decisiones que nos afectan de un modo vital.

En un periodo caracterizado por una crisis económica gravísima (y que se va a profundizar), cuando una serie de problemas esenciales necesitan ser resueltos, o al menos abordados, en un plano interestatal, esa ausencia de España de la escena europea y mundial deviene algo imposible, a lo que urge poner remedio. Ello es decisivo para España. Pero es también una necesidad para Europa.

Durante algún tiempo ciertos sectores del equipo franquista (y quizá López Rodó logró en esto sembrar más ilusiones que otros) anunciaban que Europa acabaría aceptando a una España fascista, algo «adecentada» con las promesas liberalizantes del continuismo Juancarlista. Hoy tales especulaciones de han desvanecido. Si Pompidou apoyó la candidatura española, la actual política francesa parece haberse alineado con la de los otros miembros del Mercado Común: España sólo podrá integrarse en Europa cuando tenga un sistema democrático. A la vez, la necesidad objetiva de nuevas relaciones con Europa es vez más apremiante. Esta realidad ahonda el abismo entre el régimen y las demandas perentorias que tiene la sociedad española, incluidos sectores capitalistas importantes.

Hace aproximadamente dos años, se produjo un intento de cortocircuitar la oposición del Mercado Común al régimen franquista mediante la que se llamó «apertura al Este» (y en la que López Bravo, con sus viajes y escalas «técnicas», desempeñó el papel principal). De esa maniobra queda hoy bien poca cosa. Y si alguien soñaba aún con «aperturas» de ese género, le habrá despertado el reciente comunicado de nuestro Partido con el P.C.U.S., en el que se dice con toda claridad: «La pervivencia del régimen franquista es un anacronismo que envenena la atmósfera en Europa». Tal toma de posición tiene un peso internacional que a nadie se le puede escapar.

En cuanto al Sáhara, la pretensión franquista de mantener allí una presencia colonial, con fórmulas más o menos hipócritas, sólo puede acarrerar para España consecuencias trágicas. Es evidente, además, que la comunidad internacional no puede tomar en serio una «consulta» en el Sáhara organizada por un régimen fascista que niega a sus propios ciudadanos las libertades más elementales, incluido el derecho de voto.

El franquismo ha provocado ya, por su obcecación colonialista, situaciones violentas con Marruecos, lo que ha ido en detrimento de intereses de sectores de la población española; recordemos el problema de la pesca; ahora, podría llevarnos a nuevos desastres en África.

En cambio, una política democrática, de iniciativa española en pro de una descolonización auténtica y efectiva, nos permitiría resolver de modo favorable una serie de problemas; mejoraría nuestras relaciones con los países del Tercer Mundo y especialmente con Marruecos, Argelia, etc. España podría jugar incluso, por razones geográficas, históricas, un papel propio importante en esta etapa en que crece el peso internacional de África y del mundo árabe.

¡Cuánta demagogia fue derrochada por Franco —en épocas lejanas— sobre la reivindicación de Gibraltar! Hoy, un análisis frío de la realidad histórica permite llegar a la siguiente conclusión: si Gibraltar sigue siendo inglés, es porque el franquismo persiste en Madrid. Solo un régimen tan tremendamente desprestigiado en el mundo como el franquismo podría lograr el «récord» de que persista en tierra española un territorio colonial inglés en 1974, cuando Mozambique (por no hablar de otros países) deja de ser colonial. Esta verdad se ha manifestado incluso en un reciente debate de la ONU, en el que la argumentación inglesa apuntó a la ausencia de libertades en España para negar autoridad a una reclamación presentada por el gobierno franquista. En realidad, cuando España sea democrática, Inglaterra tendrá que revisar su actitud: Gibraltar volverá a ser español.

La pervivencia del franquismo encierra peligros muy serios en la cuestión de las bases militares norteamericanas. Todo indica que, en la actual negociación, el gobierno está dispuesto a aceptar una agravación de la situación presente, en la que dichas bases representan (como se reconoce en medios militares y civiles de opiniones muy diversas) una amenaza gravísima para España.

La pervivencia del franquismo encierra peligros muy serios en la cuestión de las bases militares norteamericanas. Todo indica que, en la actual negociación, el gobierno está dispuesto a aceptar una agravación de la situación presente, en la que dichas bases representan (como se reconoce en medios militares y civiles de opiniones muy diversas) una amenaza gravísima para España.

Mientras el deterioro de la posición franquista se hace más evidente, empieza ya a actuar como un factor de peso en la vida internacional la cercanía del cambio democrático en España. La constitución de la Junta Democrática ha desempeñado en ese orden un papel extraordinario, que aún es difícil medir en toda su amplitud. Ningún acontecimiento en la actividad de la oposición española había causado tal impacto en la prensa internacional, particularmente en Europa occidental, EE.UU. etc. Los periódicos de más influencia, que representan la opinión de círculos burgueses importantes, colocan a la Junta Democrática en el centro de sus análisis de la situación española. En muchos casos (como acaba de hacerlo el semanario de EE.UU. «Newsweek») se destaca el papel de nuestro partido. La personalidad de Santiago Carrillo es resaltada en periódicos, estaciones de Radio, etc. medios que hasta ahora silenciaban nuestra existencia. Todo ello tiene una significación importante de cara al cambio político de España.

Las fuerzas revolucionarias, las amplias masas populares internacionales, consideran como una cuestión vital para la causa de la paz y de la libertad que desaparezca el último Estado fascista en Europa. Al mismo tiempo, en círculos capitalistas muy influyentes predomina la convicción de que el franquismo está acabado. Y la J.D. es considerada ya como el polo en torno al cual se articula la futura España democrática. Un polo con el que hay que contar.