Filosofía en español 
Filosofía en español


Resolución política del VIII Congreso del Partido Comunista de España

1. Solidaridad con Vietnam

Los pueblos de Vietnam, Camboya y Laos son victimas de una brutal escalada agresiva del imperialismo norteamericano. Bajo la dirección de Nixon se está perpetrando un genocidio. Nunca se emplearon tan monstruosos medios de destrucción para intentar doblegar a un pueblo. Pero nunca tampoco apareció con mayor claridad la impotencia del imperialismo frente a un pueblo que, como el vietnamita, es ejemplo de firmeza revolucionaria audacia y heroísmo.

En Vietnam se está decidiendo la suerte de la humanidad. La solidaridad con Vietnam es hoy la piedra de toque del internacionalismo proletario. El VIII Congreso llama a los comunistas, a los trabajadores y demócratas, a la juventud a desplegar la máxima iniciativa. A volcar sus energías para fomentar un poderosos movimiento de solidaridad con el Vietnam en todo el país.

¡Denunciemos los crímenes del imperialismo yanqui, sus ataques a los diques que ponen en peligro la vida de millones de personas! ¡Desenmascaremos las mentiras de su propaganda; exijamos el cese inmediato de los bombardeos y del minado de puertos, del genocidio, la retirada incondicional de tropas estadounidenses y de sus satélites de Vietnam y toda Indochina! Nixon debe renunciar a seguir sosteniendo al títere Thieu y poner fin a toda injerencia en los asuntos internos de Vietnam, Camboya y Laos. Las propuestas del Gobierno de la R.D.V.N. y del G.R.P. de Vietnam del Sur constituyen la única base para resolver el problema del Vietnam.

2. ¡Acabar con la dictadura! ¡Ninguna ilusión en el centrismo!

El VIII Congreso se ha reunido en momentos de intensa crisis político-social. Crece la lucha de masas por las libertades, se amplía el campo de la oposición activa a la dictadura; se quiebra la identificación entre el régimen franquista y una gran parte de las clases dominantes.

El proceso de distanciamiento de la Iglesia prosigue. El grupo ultra que detenta el poder, sintiéndose cada vez más aislado, endurece su política y multiplica las medidas fascistas represivas. Pretende asimismo asegurar la persistencia en el futuro de un franquismo sin Franco. A ello obedece la designación de Carrero Blanco como Jefe de Gobierno a la muerte del «caudillo».

El Partido Comunista considera que la cuestión más urgente, más inmediata, es acabar con ese poder fascista, derribar la dictadura, abrir las puertas de las cárceles a los presos y las de las fronteras a los exiliados políticos, poner fin a la represión, conquistar la voz y el voto para los españoles, dar a cada clase social, a cada partido, la posibilidad de actuar democráticamente. En una palabra, conquistar las libertades políticas.

En este momento, ante el agotamiento de la dictadura y la lucha de las fuerzas democráticas y populares por un cambio democrático, surge el neocentrismo, que es la orientación de la derecha social en busca de un nuevo equilibrio político, da un sucedáneo de sistema representativo coronado por la monarquía Juancarlista, para tratar de asegurar el desarrollo del capitalismo y su predominio social, para poder integrarse en el desarrollo capitalista europeo.

Los comunistas decimos a la clase obrera, a los campesinos trabajadores, a las tuerzas de la cultura, a cuantos aspiran a una transformación democrática: ¡Ninguna ilusión en el «centrismo» y sus promesas! Al mismo tiempo, no perdemos de vistz que el «centrismo» puede contribuir a minar las leyes e instituciones fascistas La oposición debe aprovechar cualquier apertura para extender su acción y avanzar mas rápidamente hacia la democracia; hacer nuevos esfuerzos para atraer a la alternativa democrática a grupos y sectores susceptibles de ser influidos por el centrismo.

La oposición no puede, sin suicidarse políticamente, aceptar la imposición juancarlista. La solución al problema de España no consiste en «desarrollar» las leyes e instituciones fascistas, sino en acabar con ellas mediante una ruptura de signo democrático. Por eso el único compromiso aceptable para la oposición es el que permita establecer un régimen de auténticas libertades políticas.

3. España y el M.C.E.

La integración económica en la Europa occidental se afirma como una realidad iniciada en el marco de la política de guerra fría, como un instrumento imperialista para enfrentarse al sistema socialista y considerar el poder de las oligarquías, ha cristalizado en un área económica capitalista, monopolista, que pugna por aumentar su peso económico para estar en mejores condiciones de intervenir en la lucha por los «mercados». Su creciente poderío acentúa las contradicciones interimperlalistas, particularmente con los Estados Unidos.

Dotada la Comunidad Económica Europea de una tarifa exterior común, reglamentada la producción y los mercados agrarios, con un carácter fuertemente autárquico, proteccionista y discriminatorio contra terceros países, las consecuencias de la integración afectan muy directamente a los países enclavados en la zona geográfica e histórica de su influencia.

El proceso se acelera con la incorporación a la Comunidad de otros países de la antigua Asociación Europea de Librecambio, entre ellos Gran Bretaña, y con la conclusión de un acuerdo de zona de libre comercio con los restantes miembros de dicha Asociación. De esta forma, España es el único país de la Europa capitalista que queda marginado. Las preferencias que la Comunidad otorga a los países del antiguo imperio francés y, a partir de 1973, a los del Commonwealth, agravarán aún más esa marginación.

La responsabilidad de las clases dominantes de nuestro país por la situación en que han colocado a España ante esa realidad es abrumadora. El retraso relativo de España respecto a los países capitalistas europeos, es hoy más acentuado que en los años 20, sobre todo en sectores fundamentales para el progreso.

La década del 60, a pesar del intenso crecimiento económico, por las características que la oligarquía española le ha impreso, no ha permitido acortar estas distancias. El capital extranjero domina hoy sectores enteros de nuestra economía y, en aspectos esenciales como el de la investigación científica, nos coloca en situación prácticamente colonial.

Así, por culpa de la oligarquía, España no podía integrarse ni permanecer al margen de la Comunidad. Y cuando el gobierno concluye un acuerdo comercial preferencial, por su incapacidad para defender los intereses nacionales, por su debilidad y por su ambición de presentarlo como una cobertura política «europeísta», lo hace aceptando tales condiciones que hoy todo el mundo denuncia sus consecuencias. Nuestro Partido se opuso a la integración inmediata, perjudicial para la economía nacional y denunció con fuerza el acuerdo preferencial.

Por otra parte, la incompatibilidad de las estructuras fascistas del régimen con el Tratado de Roma, en la que insisten reiteradamente portavoces de la Comunidad, es otro de los factores que presionan a la burguesía monopolista para buscar nuevas fórmulas. De ahí surge, entre otras razones, el neocentrismo.

El VIII Congreso considera que lo más urgente para dar solución positiva, nacional, a esa situación, es acabar con la dictadura, y establecer un régimen democrático que pueda tratar con autoridad con la C.E.E., haciéndose respetar en nombre de España.

Creadas estas condiciones, establecido, un gobierno que cuente con el apoyo popular, el Partido Comunista se pronunciaría por un acuerdo de asociación con el M.C.E. que permitiera ir progresando en la cooperación coa los países europeos, a medida que las estructuras económicas del nuestro se renueven y alcancen la competitividad necesaria. Un Estado democrático tendría que realizar esta tarea de modernización apoyándose preferentemente en el sector público de la economía.

El M.C.E. no es hoy un problema que pueda dividir a las fuerzas democráticas de nuestro país, que obstaculice la búsqueda de un acuerdo para acabar con la dictadura. El Partido Comunista y las fuerzas de progreso de España, en el caso de un acuerdo de asociación con el M.C.E., unirían sus esfuerzos a los de los partidos comunistas, socialistas y otras fuerzas que se proponen democratizar la Comunidad y transformar la Europa de los monopolios en una Europa socialista, única perspectiva que responde plenamente a la exigencia del crecimiento y la internacionalización de las fuerzas productivas.

La solución al problema de los mercados europeos y de la cooperación económica con Europa occidental, en las mejores condiciones para España. le diversificación de los mercados y la intensificación del condiciones para España, la diversificación no está en manos de la dictadura franquista ni en las del centrismo, sino en la articulación de la alternativa democrática, en el Pacto para la Libertad que propugna el Partido Comunista. Un gobierno democrático, nacional, fuerte, con un amplio respaldo popular es urgentemente necesario para negociar con el M.C.E. hoy y a todo lo largo de cualquier acuerdo de asociación. No hay que olvidar que el M.C.E. es una institución capitalista, con la que tenemos que tratar, pero en la que cada medida a discutir será una verdadera batalla para defender los intereses nacionales.

4. El Pacto para la Libertad

En la larga marcha que viene recorriendo nuestro pueblo hacia la libertad, impulsada por la lucha de la clase obrera y los movimientos populares, se van plasmando las relaciones unitarias entre amplias fuerzas políticas y sociales. La perspectiva de una alternativa democrática está actuando, dinamizando toda la política del país.

El Pacto para la Libertad es un proceso que avanza. La alternativa democrática se está articulando en torno a un programa básico: Gobierno provisional de amplia coalición, amnistía, libertades políticas sin discriminación, elecciones a Cortes Constituyentes que decidirán sobre el régimen político social del Estado español.

Hace falta ganar para esta alternativa a nuevas fuerzas políticas, grupos de intereses económicos, representantes de diversos estamentos, profesionales, hombres de la Iglesia, funcionarios del Estado y miembros de las Fuerzas Armadas. Y partiendo de los resultados logrados, llegar a la concreción del Pacto para la libertad a escala de todo el Estado.

En la descomposición del régimen, en la lucha de masas y en el proceso unitario democrático, destaca como un componente cada vez más activo toda la problemática específica de las nacionalidades y regiones. El Congreso reafirma la posición de los comunistas en favor del derecho a la autodeterminación de los pueblos vasco, catalán, gallego; de una solución federal para el conjunto del Estado español, cuya unidad será tanto más sólida cuanto más se base en el libre consenso. Apoyamos la reivindicación de las fuerzas democráticas catalanas, vascas y gallegas para que, en el período de provisionalidad, rijan los Estatutos de autonomía vigentes o fueron votados en la década del 30 bajo la República.

Al mismo tiempo, defendemos las aspiraciones regionales que habrán de ser tenidas muy en cuenta al estructurar el nuevo Estado español democrático.

5. La revolución política

El VIII Congreso subraya que el paso de la dictadura fascista a la democracia es imposible sin una verdadera revolución política. Esto tenemos que hacérselo comprender a las masas populares y a todos nuestros posibles aliados.

La revolución política que necesita España no tiene por qué ser una guerra civil, ni una Insurrección de tipo clásico. Con una correlación de fuerzas favorable a cambios políticos, aislando a los ultras, esa revolución política requerirla menos violencia de la que habitualmente el régimen utiliza para mantenerse en el poder. La revolución política será un cambio democrático, nacional, en el que deben intervenir el máximo de fuerzas que aspiran a las libertades políticas.

Con esta orientación, los comunistas reiteramos nuestra perspectiva de Huelga General Política y Huelga Nacional —que se entrelazan estrechamente— para acabar con la dictadura. Euskadi en diciembre de 1970, SEAT, la Construcción en Madrid, Ferrol, Vigo, etc., prefiguran ya las características de la Huelga Nacional como una forma moderna del levantamiento popular y nacional. Cada huelga, cada lucha de masas es hoy un paso hacia ella.

6. El ejército

El Ejército cumplirá su papel de servicio a la nación si, en vez de erigirse en guardián del continuismo, comprende que ha llegado el momento de devolver la palabra al país.

El diálogo entre las fuerzas que tratan de lograr un Pacto para la Libertad y el Ejército debe desarrollarse por múltiples vías. Los comunistas estimulamos todas las corrientes que dentro del Ejército se oponen a la utilización del mismo como instrumento de represión contra el pueblo; orientamos nuestra labor de acercamiento al Ejército en este sentido. Prestamos una atención fundamental a los soldados, hijos del pueblo, contra el que, en cualquier caso, deben negarse a disparar.

Solo una sociedad democrática podrá garantizar la existencia de un ejército moderno y profundamente nacional, capaz de cumplir su papel de defensa ante cualquier agresión exterior.

7. Movimientos de masas

Los debates del Congreso han puesto de relieve que las fuerzas determinantes de la crisis de la dictadura son la clase obrera, las masas del campo, los estudiantes, profesionales e intelectuales. Sus luchas transcurren en el marco de una crisis, no sólo política sino social. Estallan nuevos problemas que afectan gravemente a la vida material y cultural de la población, que la impulsan a las más diversas acciones contra el poder de la oligarquía. Para romper el actual equilibrio de fuerzas hace falta dar a los movimientos de masas una amplitud y combatividad más alta, acumular la energía necesaria para imponer la alternativa democrática.

Las Comisiones Obreras, movimiento de todos los trabajadores, en cuyo seno todos deben sentirse interpretados y protagonistas, tienen su pilar más firme en las asambleas. Partiendo de las acciones reivindicativas impulsan la presencia combativa del proletariado en las luchas por la democracia, por los intereses de la clase obrera y su emancipación. Su Influencia y peso son cada vez más decisivos en el conjunto de la vida nacional, afianzando el papel dirigente de la clase obrera, rasgo característico del actual proceso democrático español, garantía del futuro avance al socialismo.

El VIII Congreso saluda entusiasmado a los huelguistas de Vigo y su magnifica huelga pasada.

Para impulsar mucho más la protesta y lucha de las masas campesinas, el Congreso ha subrayado la necesidad de que todo el Partido preste su atención a este frente tan importante, de superar los retrasos en este terreno. Hay que extender con audacia los experiencias de nuevas formas de lucha y organización que surgen en cooperativas, hermandades, comisiones campesinas, etc.

Los últimos decretos gubernamentales son una opresión brutal a la Universidad, que provoca la indignación de profesores, decanos y padres, de todos los que se inquietan por la suerte de la cultura.

La Universidad responde a la guerra que le hace el régimen con las luchas del movimiento estudiantil y la protesta y dimisiones de rectores, decanos y profesores. En la lucha contra los decretos inquisitoriales y la Ley General de Educación, expresión concentrada de la política elitista de la oligarquía, convergen los estudiantes y profesores de universidad, todos los ensoñantes, la ingente masa juvenil de los institutos y de la formación profesional, las familias, la gran mayoría de la población. Apoyándose en lo conseguido hace falta ampliar aún más ese combate.

Los movimientos profesionales intervienen en la lucha reivindícativa y política con acciones que han adquirido en varias ocasiones un alcance nacional.

El Congreso reafirma la concepción de nuestro Partido de la Alianza de las Fuerzas del Trabajo y de la Cultura que va articulándose en la lucha contra la dictadura (en un proceso vivo y concreto, de masas, en torno a objetivos comunes) y que se perfila a la vez como una alianza orientada hacia el logro de una España socialista.

Dentro mismo del aparato del Estado crecen las protestas de los funcionarios, ganando en coherencia y amplitud.

Destacamos la importancia do la lucha de la mujer, que representa la mitad de la población, sometida a una discriminación en la sociedad y en la familia, y cuyos objetivos se plasman en un movimiento democrático cuyos progresos son notables. Los comunistas hemos de dar un viraje profundo en nuestra actitud hacia la cuestión femenina, superando concepciones reaccionarias y adoptando una posición acorde con nuestra teoría marxista y con las realidades de nuestra época.

En las barriadas se materializan las consecuencias desastrosas para la población de un crecimiento monstruoso de las ciudades, sometido a la avidez del beneficio capitalista, a sus robos, que el régimen justifica y ampara. Problemas como la contaminación del aire, la falta de escuelas, de instalaciones sanitarias y deportivas, de medios de transporte, etc., dan lugar a vastos movimientos de vecinos que se organizan en defensa de sus intereses. El Partido debe prestar suma atención a estos problemas.

La presencia de la juventud en el campo democrático y revolucionario se manifiesta en un pujante movimiento audaz y combativo, con formas flexibles y multifacéticas. El Congreso saluda los avances de la Unión de Juventudes Comunistas. Las organizaciones del Partido han de prestarle una ayuda constante, respetando su autonomía. Para impulsar los movimientos de masas, en la actual situación política, destacamos como tareas más importantes:

1. Conseguir que pesen cada vez de manera más decisiva en los acontecimientos y, para ello, extenderlos. Aprender a utilizar las más pequeñas reivindicaciones, a pasar de las pequeñas a las grandes. Aprender a dosificar las formas de acción. Utilizar sin vacilaciones todas las posibilidades legales. Saber ir de menos a más.

2. Desarrollar la coordinación de los diferentes movimientos sin precipitaciones; y dentro y fuera de ello, la unidad y la elaboración de las diferentes tendencias.

3. Aumentar su combatividad, su mordiente, no con «fugas adelante», de tipo seudoizquierdista. sino con una labor política y una práctica que incite a las masas por su propia experiencia a luchar.

4. Saber aprovechar las coyunturas no planificadas, espontáneas, que pueden permitir lanzar fuertes acciones políticas de masas.

5. Popularizar los objetivos del Pacto para la Libertad entre las grandes masas.

8. ¡Contra la represión, por la amnistía!

Se acentúa la crispación represiva del régimen: disparos contra obreros y estudiantes, que han provocado ya muertos y heridos, son cada vez más frecuentes; se suceden las leyes y decretos policíacos, las condenas monstruosas en el TOP y en Consejos do Guerra; se pretende extender la Intervención de la jurisdicción militar en los procesos políticos. La Ley de Orden Público encubre un estado de excepción permanente.

En las cárceles, los presos políticos son victimas de una sistemática persecución que. mediante el aislamiento, las vejaciones, intenta abatirlos.

Pero en el periodo actual la represión no logra ya paralizar la lucha de las masas. Suscita la reacción indignada de amplias capas populares, de sectores de la opinión nacional, resistencias en el propio aparato jurídico del Estado. Numerosos abogados intervienen con dignidad y valor en la oposición a las leyes represivas, en la defensa de sus víctimas.

El Congreso llama a intensificar la lucha contra la represión, a darle un carácter más amplio y ofensivo. Es un frente permanente de primordial importancia.

El Congreso envía su saludo más entrañable a los camaradas encarcelados, a todos los presos políticos. Llama a desplegar una solidaridad más activa con ellos, a denunciar, por todos los medios, en todos los sitios, los atropellos inhumanos de que son víctimas, a dar mayor envergadura y un carácter más incisivo al movimiento en favor de la amnistía.

9. Dar toda su importancia al trabajo en la emigración

El VIII Congreso ha examinado el trabajo realizado por el Partido entre la emigración obrera española en los países capitalistas, saludando los resultados notables obtenidos en el terreno de la solidaridad política y económica con la lucha en el interior de España.

El VIII Congreso considera que el trabajo entre la emigración en Europa —dada la presencia de un millón de trabajadores en dichos países, es decir la quinta parte del número de obreros industriales españoles, y la rotación que ha hecho pasar por la emigración en los últimos diez años a más de dos millones de trabajadores— cobra una importancia muy grande y debe tomar en diversos aspectos contenidos nuevos.

Se trata, en primer lugar, de ampliar la solidaridad y la movilización de las masas da trabajadores emigrados con la lucha del Partido y del pueblo en España. Pero esto no es todo. La emigración es una parte considerable del proletariado español y tiene problemas propios, específicos, frente a la política de explotación y discriminación del capital monopolista europeo, problemas que el Partido debe asumir resueltamente. buscando para abordarlos la colaboración con los Partidos Comunistas hermanos de esos países, los Sindicatos y otras fuerzas progresistas, y los trabajadores emigrados de otros países.

Las organizaciones del Partido Comunista de España en la emigración tienen que imprimir un giro audaz en su trabajo, planteando las reivindicaciones económicas, sociales culturales y políticas; buscando nuevas formas de trabajo de masa, superando ideas estrechas y sectarias. Hoy estas organizaciones agrupan miles de camaradas y consiguen movilizaciones de masas, tan importantes como el mitin de Montreuil y la Jornada del 30 de abril. Paro deben ser capaces de multiplicar sus resultados, reclutando a nuevos millares de trabajadores y ampliando el contacto con las amplías masas emigradas.

Las organizaciones del Partido en la emigración tienen la ocasión de influir en la formación de la conciencia de clase de centenares de miles de compatriotas, en condiciones que pueden considerarse de semilegalidad, a diferencia de la ilegalidad plena existente en el país. Es una oportunidad para un trabajo amplísimo y para dotar a los cuadros del Partido de una experiencia que puede ser útil muy pronto en España misma.

El VIII Congreso saluda a los militantes dispersos en la emigración, en todos los continentes, y su contribución al mantenimiento de la unidad del Partido y de la lucha de éste.

10. Por la unidad anti-imperialista

En la actual etapa de la crisis del imperialismo, la heroica resistencia del pueblo de Vietnam pone de relieve la quiebra del papel de gendarme mundial de los Estados Unidos, revela las contradicciones de la sociedad norteamericana, en cuyo seno ha crecido un poderoso movimiento de lucha contra la guerra de agresión en Indochina.

La política de coexistencia pacífica ha registrado en los últimos tiempos progresos importantes: fracaso de la guerra fría; naufragio de la política de cerco y aislamiento de la R P. China; retroceso del revanchismo en Europa, donde las fronteras resultantes de la II Guerra Mundial han sido confirmadas, creándose las condiciones para el necesario reconocimiento de la R.D. Alemana; acuerdos con el derecho internacional, acuerdos de limitación del armamento estratégico entre la URSS y los EE.UU.

La coexistencia pacífica significa la paz entre los Estados pero no la paz entre las clases antagónicas. Para los pueblos que sufren dictaduras fascistas y reaccionarias, que viven bajo el capitalismo, la necesidad de la lucha liberadora y revolucionaria sigue siendo vital. La coexistencia pacífica no es la congelación del statu quo político-social.

Los pueblos deben denunciar la táctica de Nixon de encubrir con palabras de paz la violación de la coexistencia, la agresión contra el Vietnam.

El VIII Congreso ha reafirmado la política del Partido en el terreno internacional, de solidaridad con todos los países socialistas, que constituyen un valladar frente a la agresividad del imperialismo. Reiteramos nuestra solidaridad con los movimientos de liberación nacional; con las fuerzas revolucionarias y progresistas de los pueblos árabes, con la resistencia palestina; con la fraterna Cuba, con la Unidad Popular de Chile; con la lucha liberadora de los pueblos de Mozambique, Angola y Guinea Bissau; con los patriotas de Irlanda del Norte que luchan contra el brutal imperialismo-inglés.

Denunciamos la política colonialista del franquismo y sus maniobras para prolongar su dominación sobre el mal llamado Sáhara español. El Partido Comunista exige inmediata retirada de las tropas españolas de ese territorio y se pronuncia por la devolución a Marruecos de Ceuta, Melilla. las islas Chafarinas, el Peñón de Vélez de la Gomera y Alhucemas, salvaguardando, mediante acuerdo con Marruecos, los intereses legítimos de los españoles allí residentes.

Denunciamos la responsabilidad del franquismo por la subsistencia del enclave británico de Gibraltar. en una época en la que todo el imperio colonial Inglés se ha desmoronado. Un gobierno democrático español estará en condiciones de lograr la devolución de Gibraltar a España.

Denunciamos la política de entrega de trozos del territorio nacional a los Estados Unidos y exigimos la evacuación de las tropas yanquis y el desmantelamiento de sus bases.

En Europa occidental están madurando condiciones para importantes cambios políticos y avances de fas fuerzas democráticas y socialistas. En Francia, el acuerdo de los Partidos Comunista y Socialista constituye una gran victoria de la clase obrera y abre nuevas perspectivas. Progresa la unidad sindical en Italia y la influencia del Partido Comunista. El creciente movimiento huelguístico en Inglaterra quiebra el tradicional reformismo que impregna al movimiento obrero en ese país.

En estas condiciones, el Congreso subraya la necesidad de la articulación de las relaciones entre los partidos comunistas de Europa Occidental para elaboraciones estratégicas conjuntas, para desarrollar nuevas formas de unidad y acción de la clase obrera frente a las empresas multinacionales, para la defensa de los trabajadores emigrados, para avanzar en la unidad de las izquierdas europeas a fin de oponer a la Europa de los monopolios alternativa de una Europa democrática y socialista.

El Partido Comunista de España ratifica su apoyo a una política de seguridad europea, que significa la liquidación de los bloques militares, la supresión de las bases y de la presencia do tropas extranjeras en países ajenos. Apoyamos la iniciativa do los países socialistas de celebración de una Conferencia Europea de Seguridad y Cooperación. Hace suya la postura mantenida por la delegación española ampliamente representativa, en la Conferencia de la Opinión .Pública (Bruselas) contra la participación de los gobiernos fascistas de España, Grecia y Portugal en la Conferencia de Seguridad.

El Congreso aprueba el restablecimiento de las relaciones de nuestro Partido con el Partido Comunista de China; la labor del Comité Central y del Comité Ejecutivo en el desarrollo de relaciones fraternales con todos los Partidos Comunistas y Obreros. Confirma la posición de los órganos dirigentes del Partido desaprobando la entrada de las tropas de cinco países de Pacto de Varsovia en Checoslovaquia en agosto de 1968, posición cuya justeza se ve corroborada por acontecimientos recientes.

El Congreso ratifica la política del partido en favor de una nueva unidad de los partidos comunistas, unidad en la diversidad, que responde a las actuales condiciones del movimiento comunista, a la necesidad de que cada partido elabore con independencia su propia estrategia, base para que el internacionalismo proletario cobre en los hechos el dinamismo ofensivo que exige la actual etapa de crisis del imperialismo y de nuevas posibilidades del auge revolucionario.

La aspiración más sentida de todos los comunistas, de todos los revolucionarios es la unidad de acción de todas las fuerzas antiimperialistas.

11. La lucha por el socialismo

El VIII Congreso ha reafirmado las elaboraciones del Partido en el último período, al definir la vía española al Socialismo.

E1 Partido-Comunista lucha por la victoria de la Revolución Socialista, por el Comunismo. Todas nuestras luchas de hoy se insertan ya en esta perspectiva que las orienta y estimula. Nos Inspiramos en la concepción marxista-leninista, rechazamos los reformismos que no rebasan el marco capitalista y reafirmamos que la transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista es imposible sin una profunda revolución político-social.

El Partido Comunista considera que en España, para asegurar la democracia socialista, para garantizar la autenticidad del socialismo y el progreso hacia el comunismo, es esencial el respeto a las libertades políticas fundamentales, a la pluralidad de partidos, a la libertad de información y crítica, a la libertad de creación intelectual y artística y la renuncia a imponer toda filosofía oficial.

A la vez que una contribución a la causa de la Revolución mundial, la revolución socialista en nuestro país será la revolución de los obreros y fuerzas progresistas de los pueblos de España y una afirmación de soberanía.

El VIII Congreso llama a los trabajadores manuales e intelectuales, a la juventud, a las mujeres, al pueblo entero a desarrollar su unidad y su lucha para formar una España libre de la dictadura y del fascismo.