Filosofía en español 
Filosofía en español


Hurtado

El P. C. de España en la revolución española
(Discurso del delegado español en el XII Pleno de la I. C.)

CAMARADAS: en los momentos del XI Plenum, el P.C. de E. contaba apenas de 1.200 a 1.400 afiliados. En tales condiciones el P.C. no tenía una ligazón con las grandes masas. En los momentos del XII Plenum, se puede asegurar que nuestro Partido tiene hoy de 15 a 16.000 miembros. En el transcurso de este año y medio el Partido ha dirigido grandes movimientos de masas, llevando a cabo la campaña de Unidad Sindical, que ha abarcado casi a 300.000 obreros y campesinos.

Esto quiere decir que nuestro Partido se va transformando en un verdadero Partido de masas y en un significativo factor político en la lucha de clases que se desarrolla en España.

Cada revolución significa un viraje brusco en la vida de las grandes masas del pueblo. Tal viraje brusco se ha realizado en España; ha tenido lugar el despertar político de millones de proletarios y campesinos; ha empezado un proceso de cambio en las relaciones de fuerza de las clases.

La revolución española de 1931, empieza en el momento de la agudización de las contradicciones entre el sistema capitalista y el país del socialismo.

El año de 1931 es el año de la agudización de la crisis del capitalismo, de la crisis industrial y de la crisis agraria, es el año del aumento de las premisas de la crisis revolucionaria en muchos países y, por otro lado, del desarrollo rápido de la economía socialista en la U.R.S.S. Como dicen las tesis presentadas al Congreso, estamos en vísperas de un nuevo ciclo de guerras y revoluciones. La revolución española es un acontecimiento político extremadamente característico para este período.

La revolución española está íntimamente ligada con la revolución mundial, pues el capitalismo español, como capitalismo imperialista, está ligado con todo el sistema imperialista y comparte su destino. El proletariado español está ligado con el proletariado internacional. De este modo, la revolución española es una parte integral de la revolución proletaria mundial, pero naturalmente, es una parte que tiene sus particularidades propias y su propio carácter de clase.

España es un país económica y políticamente atrasado. La producción agrícola predomina sobre la producción industrial, y en la economía agrícola hasta el último tiempo dominaban todavía los latifundios y otros diferentes restos de explotación feudal de los campesinos. Basta indicar, por ejemplo, que en las tierras catastradas, 7,9 millones de fincas de menos de una hectárea, concentran en su poder 2,9 millones de hectáreas, mientras que 27.000 fincas concentran en su poder (teniendo más de 100 hectáreas cada una), 9,7 millones de hectáreas. Algunos propietarios concentran en sus manos de 5.000 a 25.000 hectáreas, y hay municipios rurales que casi totalmente pertenecen a [99] uno o dos grandes señores. En la región de Galicia se ha conservado el sistema feudal de «foros», o sea los pagos señoriales de los campesinos a los señores. En Cataluña se ha conservado la dependencia del campesino en forma de «rabassa morta», donde el campesino tiene que entregar al señor la mitad y aun más de su cosecha.

Al lado de este problema agrario existe el problema nacional y colonial. Sin hablar de Marruecos y otras colonias de España, se puede indicar que en la península, más del 30% de la población pertenece a las nacionalidades oprimidas, como los catalanes, gallegos y vascos.

La monarquía española, que se ha conservado hasta el año 1931, apoyaba y defendía todo lo opresor, todo lo atrasado en la vida del país, es decir, que era una monarquía semiabsolutista o semifeudal, que ya se aliaba con la burguesía, o ya la admitía parcialmente en el poder; pero siempre conservando la preponderancia de los latifundistas, de la aristocracia, de los militares y del alto clero, de la iglesia, que ocupaba, sobre todo, una situación privilegiada.

De esta manera se pone de manifiesto el rasgo fundamental de la revolución española, la no terminación de la revolución democrático-burguesa, sobre todo de la revolución agraria. Esto significa que en España, en 1931, estaba en sazón la revolución democrático-burguesa, eminentemente agraria. Pero es absolutamente claro que esta revolución se desarrollaba en tales condiciones nacionales e internacionales, que definían el papel preponderante del proletariado en esta revolución, que tenía que llevarla a cabo, no sólo contra los latifundistas, sino también contra la burguesía contrarrevolucionaria, es decir, que la revolución democrático-burguesa tenía que ser realizada bajo la hegemonía del proletariado, con la perspectiva de su transformación rápida en revolución socialista.

Vino el 14 de abril, que trajo la caída de la monarquía y la instauración de una República burguesa, en cuyo gobierno, los puestos de Presidente y ministro de Gobernación, pertenecían a dos viejos monárquicos: Alcalá Zamora y Miguel Maura, los cuales, de completo acuerdo con el resto del Gobierno, incluso los socialistas, se plantearon como tarea principal la salvación del aparato del Estado y de la base social de la monarquía y la salvación de los latifundistas en general.

La burguesía ha creado una leyenda alrededor del 14 de abril, intentando presentarlo como un idilio de armonía de clases y de un cambio de régimen sin efusión de sangre y sin luchas, con un completo acuerdo de todos.

El Partido y los hechos desenmascaran esta leyenda burguesa. La caída de la monarquía del 14 de abril fue preparada por el empuje revolucionario de los obreros, de los campesinos y de una capa de la pequeña burguesía de la ciudad.

El rey se vio obligado a abandonar el país para evitar males mayores. Bajo la presión de las masas, las clases dominantes realizaron una maniobra para aplazar la revolución. El bloque latifundista burguésmonárquico se transformó en bloque burgués-latifundista republicano. El sentido y fin de esta maniobra consistía en engañar a las masas revolucionarias con el nombre de la República, con ilusiones democráticas, con promesas demagógicas, y evitar de este modo el desenlace de la revolución.

Pero la realidad ha demostrado muy pronto toda la justeza de la teoría marxista-leninista de la lucha de clases. La revolución empezó y no termino con el 14 de abril. El Gobierno republicano ha demostrado su carácter contrarrevolucionario desde sus primeros días. El mismo 14 y 15 de abril ametralló en Sevilla y otros lugares a obreros revolucionarios.

El Gobierno se opuso directamente al desarrollo de la revolución agraria, [100] a la liberación nacional, a la disolución de las órdenes religiosas, a la destrucción del aparato del Estado monárquico, a la disolución de la guardia civil, &c., &c. Las masas revolucionarias por su parte, a pesar de sus ilusiones democráticas, han demostrado un deseo sincero e insistente de luchar por la realización de las tareas fundamentales de la revolución.

Los acontecimientos del 10 de mayo de 1931, quemas de conventos, etcétera, son un momento político importantísimo, son un momento de viraje que ha demostrado la imposibilidad de evitar la revolución, que era el fin principal de la maniobra del 14 de abril. En Madrid los monárquicos provocaron a la clase obrera, atreviéndose a salir a la calle con su bandera y sus consignas. Siendo la reacción de la masa obrera rápida y unánime, la manifestación fue rápidamente disuelta y el empuje revolucionario fue desarrollándose, los obreros asaltaron la casa del periódico «ABC», periódico monárquico-clerical, pasando a quemar el convento de los odiados jesuitas y demás instituciones religiosas. Este hecho acontecido en Madrid tuvo un gran reflejo en todas las provincias de España; los conventos e iglesias ardieron en todas partes. De hecho este movimiento era, no sólo dirigido contra la iglesia, el monárquico y viejo régimen, en general, sino también contra la República burguesa, contra Alcalá Zamora, que se puso a la defensa de la iglesia y dirigió contra las masas revolucionarias las fuerzas del ejército y la policía.

Otro momento político importantísimo de desencadenamiento de la revolución, es la «semana sangrienta» de julio de 1931 en Sevilla; aquel movimiento surgió sobre la base de los conflictos económicos. El Gobierno, defendiendo la propiedad capitalista, se puso en contra de la ola de huelgas económicas que empezó a desarrollarse; la policía disparaba contra cualquier intento de manifestación o agrupación de obreros. El asesinato de un obrero, muy conocido entre las masas, produjo una gran indignación; y en estas condiciones nuestro Partido tomó la iniciativa, guiando el frente único de todos los obreros y declaró una huelga general de 48 horas que fue realizada de forma absoluta. Las autoridades aumentaron la represión, a la cual los obreros contestaron con una resistencia armada, surgiendo de este modo una serie de luchas armadas que duraron una semana, del 20 al 25 de julio. Para sofocar este movimiento el Gobierno movilizó grandes fuerzas de aviación, y la artillería, destruyendo a cañonazos la casa donde se reunían los comunistas.

El reflejo de los acontecimientos de Sevilla fue enorme en todo el país, la simpatía de los obreros era claramente para sus compañeros de clase y la posición contrarrevolucionaria del Gobierno ayudó a muchos millares de obreros a libertarse de sus ilusiones democráticas. Después de los acontecimientos de Sevilla se puede afirmar en cierto modo que España entró en plena lucha revolucionaria. La ola de huelgas económicas y políticas se desarrolló con una fuerza hasta entonces no conocida. La huelga general de septiembre en Barcelona marchó a la par con los acontecimientos de Sevilla. Al mismo tiempo se desarrolló el movimiento revolucionario en el campo; se produjeron huelgas de obreros agrícolas; se realizaron asaltos a las tierras de los latifundistas, efectuándose el reparto de las cosechas, máquinas, &c.

Se manifiesta también el movimiento nacional sobre todo en Cataluña. Se elaboran proyectos de estatutos regionales y se desarrolla el movimiento en favor de ellos.

La crisis económica a la par que la política contrarrevolucionaria del Gobierno, intensifican el movimiento revolucionario. El balance pasivo del comercio exterior, en los 11 meses del año 1931, era 204.890.000. El curso de la peseta bajó de 9 pesetas, valor del dólar, hasta 13. Bajó considerablemente, sobre todo, la producción de la industria pesada. Millares de obreros eran [101] despedidos de las empresas de Vizcaya, como altos hornos Walco & Wilcox. La cantidad de parados al fin del año 1931 alcanza la cifra de un millón, sin incluir a los ocupados parcialmente y a la desocupación encubierta en el campo.

En enero y febrero del año 1932 el movimiento revolucionario se eleva a un grado superior y mayor que anteriormente. En la aldea de Castilblanco, los campesinos, indignados por la represión, matan a 4 guardias civiles; 5 días después en Arnedo los guardias civiles disparan sobre una manifestación pacífica matando a 10 manifestantes e hiriendo a muchos, entre los que se encontraban mujeres y niños. La indignación por el crimen cometido en Arnedo era unánime en todo el país. El Partido desarrolló una fuerte campaña contra la guardia civil y el gobierno, declarando una huelga general de protesta para los días 25 y 26 de enero. En ésta atmósfera política tan densa el día 19 de enero empieza la huelga en la cuenca minera del Llobregat, huelga que se transforma rápidamente en una insurrección. Los obreros de Manresa, Fígols y otros pueblos ocuparon los ayuntamientos y desarmaron la guardia civil, declarándose en abierta rebeldía. El Gobierno se hallaba muy alarmado y concentró grandes fuerzas del ejército que cercaron el radio sublevado, obligando a los obreros a rendirse. El 23 de enero se declara la huelga general en Barcelona, el 25 empieza la huelga general proclamada en todo el país, llevada a cabo con gran éxito sobre todo en Sevilla y otras ciudades del Sur de España. La cantidad de huelguistas en este mes de enero alcanzo la cifra de un millón. El Gobierno desencadenó una fuerte represión. Se aplicó rigurosamente la ley de «Defensa de la República», adoptada en el mes de octubre y que permite a las autoridades gubernativas hacer lo que quieren. La prensa del Partido fue suprimida, los sindicatos revolucionarios clausurados, los obreros son deportados en masa a África, pero el movimiento no decae pese a todas éstas medidas. El movimiento de febrero, en protesta contra todas estas deportaciones, tiene un alcance aún mayor que en la huelga de enero; la cantidad de huelguistas, en éste, asciende a un millón 300 mil. Y si el Gobierno, al fin y al cabo, ha logrado sofocar este movimiento, el empuje revolucionario en su totalidad no ha terminado. Las huelgas de Toledo, Galicia, Antequera, los días 1 y 29 de mayo, la insurrección campesina de Villa de don Fadrique, las luchas de los obreros contra el golpe de Estado de Sanjurjo nos marcan las etapas de su empuje revolucionario continuado.

El resultado indudable del desarrollo de la revolución obtenido hasta la fecha, es la extrema agudización de las contradicciones de clase, es el debilitamiento considerable de las ilusiones democráticas, el desengaño de las masas de la república burguesa; para ellas se hace cada vez más claro el carácter contrarrevolucionario del gobierno. El Partido Comunista toma y plantea como punto principal de su propaganda y agitación el desenmascaramiento del gobierno de Azaña-Caballero. El Partido combate cualquier matiz de concesión a éste gobierno, cualquier intento de estimarlo como gobierno revolucionario o semirrevolucionario, pequeñoburgués e kerenkista; oponiendo a estas estimaciones oportunistas su estimación clara, que caracteriza al gobierno como contrarrevolucionario burgués latifundista.

El rasgo característico de la dictadura contrarrevolucionaria burguesa-latifundista que reina en España es que ella intenta ocultar su carácter contrarrevolucionario adaptando una máscara democrática. Continuando la maniobra empezada el 14 de abril, es decir, el intento de paralizar la revolución con gestos demagógicos, el gobierno altera su política de represiones brutales y de terror con la política de reformas pseudodemocráticas, que tienen por objeto fomentar las ilusiones republicanas que ya empiezan a desvanecerse. En estos momentos, en el parlamento está a punto de aprobarse la reforma [102] agraria y el Estatuto de Cataluña; lo que está ligado con los dos problemas más agudos de la revolución española; la cuestión agraria y la cuestión nacional. Ni que decir tiene que las reformas adoptadas no resuelven estos problemas en un sentido favorable para las masas oprimidas. La reforma agraria promete realizar dentro de algunos años una colonización para algunos millares de familias campesinas. La promesa, bastante vaga, que deja sin contestar la cuestión de cómo podrán realizar esta colonización los campesinos pobres privados de los capitales necesarios, demuestra su carácter contrarrevolucionario, sobre todo por el hecho de dejar en realidad intactos los grandes latifundios y los derechos feudales. De tal modo el fin de la reforma es defender la propiedad de los latifundistas, intentando calmar al campesinado rebelde con promesas falsas. Lo mismo ocurre con el Estatuto de Cataluña. La autonomía que este estatuto concede a Cataluña es una autonomía nominal, ficticia. Todo el poder real queda en las manos de Madrid y la redención nacional continúa planteándose como problema agudísimo de la revolución. Otras regiones no tienen siquiera una autonomía nominal. Ni que decir tiene que Marruecos y otras colonias continúan en el mismo estado de esclavitud que antes. Lo mismo ocurre también con todas las medidas adoptadas por el Gobierno en todas las actividades de la vida política, Iglesia, aparato del Estado, Ejército, legislación social, &c., &c. Se publican leyes que no satisfacen las demandas de las masas revolucionarias y conceden algo, muy poco (sólo para maniobrar mejor), para evitar la explosión de la revolución.

Para la situación actual de España, es característico también otro momento: que las «reformas» del Gobierno, que no satisfacen a las masas revolucionarias por su carácter moderado no satisfacen tampoco a una parte considerable de las clases dominantes.

La burguesía que ha pasado al lado de la República el 14 de abril, queriendo con esta maniobra detener el curso de la revolución, viendo ahora el fracaso de sus deseos, viendo el desarrollo rápido del empuje revolucionario de las masas, se asusta cada vez más de los gestos demagógicos de su gobierno y evoluciona a la derecha con la esperanza de utilizar el desengaño de las masas en la República burguesa para volver a una dictadura abierta e incluso a una dictadura monárquica. Después de la maniobra burguesa de izquierda se manifiesta en los momentos actuales una maniobra burguesa de derecha. La forma contrarrevolucionaria encarnada en el gobierno Azaña-Caballero no satisface completamente a toda la burguesía. Esta teme el fracaso de esta arma y por eso crea otros destacamentos y reservas de la contrarrevolución. En octubre de 1931 abandonaron el Gobierno Alcalá Zamora y Maura, descontentos por la necesidad de adoptar bajo la presión de las masas algunas medidas contra los privilegios de la iglesia. En diciembre de 1931 abandonó el Gobierno Lerroux; el jefe del mayor partido burgués, el partido radical, descontento del papel preponderante de los socialfascistas en el gobierno, de los intentos de legislación social. Maniobrando prudentemente Lerroux empezó a desarrollar una campaña contra el Gobierno, exigiendo sobre todo la salida de los socialfascistas de él, porque, ante todo la burguesía quiere conservar a los socialfascistas como su reserva fuera del gobierno para que estos no se desacrediten demasiado. Al mismo tiempo se han animado diferentes grupos monárquico-clericales y fascistas.

El reciente golpe de Sanjurjo el 10 de agosto último es una de las manifestaciones más importantes de la tendencia burguesa a la agudización extrema de la contrarrevolución. Hay algo sintomático en el hecho de que este Sanjurjo, el antiguo jefe de la guardia civil monárquica, haya entregado el 14 de abril su espada al gobierno republicano y ahora la retire. El movimiento de Sanjurjo tiene sus particularidades propias. Su base fundamental la constituyen [103] los elementos monárquicos y clericales, en primer término militares, que demuestran una impaciencia contrarrevolucionaria por sus propios intereses de grupos, por la pérdida de su situación particularmente privilegiada dentro de las clases dominantes.

Pero este movimiento de Sanjurjo constituye al mismo tiempo una parte del movimiento más amplio y más general de la burguesía y de los latifundistas españoles hacia la acentuación de la contrarrevolución. La ligazón política entre Sanjurjo y Lerroux es evidente. Lerroux mismo ha reconocido que Sanjurjo le propuso entrar en su gobierno. Claro está que si Lerroux se negó a aceptar esta proposición, no fue por falta de simpatía, sino por falta de seguridad en el triunfo del movimiento. De esta manera se ven los lazos estrechos que los iniciadores de un movimiento eminentemente monárquico con los republicanos de derecha, es decir, que se desenmascara más y más cuál es el republicanismo burgués. Y la importancia de ese desenmascaramiento es todavía mayor si tomamos en cuenta que con este frente Lerroux-Sanjurjo está ligado en fin de cuentas el propio gobierno Azaña-Caballero. Este gobierno dejó intacta la base económica, política y militar de la restauración de la monarquía, y de la dictadura abiertamente contrarrevolucionaria, en general. Con su benevolencia hacia los elementos reaccionarios y la represión contra los elementos revolucionarios, el gobierno Azaña-Caballero se ha mostrado como un cómplice y ayudante de la intentona de Sanjurjo. Y si Sanjurjo no triunfó, si huyó cobardemente de Sevilla, el mérito pertenece en primer término a los obreros revolucionarios de Sevilla, que declararon la huelga general y se lanzaron a la calle.

El fracaso del golpe de Estado de Sanjurjo tiene una importancia enorme, porque revela dos hechos fundamentales: 1) La acentuación de la contrarrevolución burguesa latifundista. La fuerza principal de esta contrarrevolución es el gobierno Azaña-Caballero. Pero a parte de él y a su lado se organizan otras fuerzas de la contrarrevolución menos inclinadas a los gestos demagógicos, más importantes, más impacientes en lo que se refiere a la represión brutal del movimiento revolucionario. Esto significa que el proletariado tiene que estar preparado para combatir la contrarrevolución burguesa latifundista en todas sus formas, empleando todas las armas de lucha. 2) El ambiente revolucionario de las masas obreras y campesinas es tan grande, es tan unánime, que se puede dominar sólo por medio de engaños. Donde un enemigo de clase pone su cara al descubierto o bien utiliza un disfraz muy visible (como ha hecho Sanjurjo en Sevilla) allí recibe un golpe terrible.

Los últimos acontecimientos demuestran que la energía revolucionaria del proletariado español está alerta y que nos encontramos en vísperas de nuevos combates de clases de mayor envergadura y agudeza que hasta ahora.

EL EMPUJE REVOLUCIONARIO DE LAS MASAS

Desde la celebración del XI Plenum las luchas obreras en España se han caracterizado, entre otras características esenciales, por el desarrollo de un heroísmo formidable, puesto a prueba en cada combate, participando de dicho heroísmo los campesinos trabajadores también. Las condiciones de vida de los obreros por la enorme crisis económica que se agudizó en el país, que tuvo como consecuencia la derrocación de la monarquía borbónica y la implantación de la República del 14 de abril, hizo que las masas entraran en lucha y que pronto, en un plano nacional, tuvieran lugar combates de masas de verdadera envergadura. Si comprobamos que en un principio la proclamación de la República logró frenar algo el desarrollo de las luchas a causa de la existencia [104] de bastantes ilusiones democráticas entre los obreros y campesinos trabajadores, no podemos olvidar que este respiro fue muy corto, porque nuevamente se reproducen las luchas con toda su intensidad en la ciudad y en el campo, y una ola general de movimientos obreros invade a España. No así con la misma intensidad en el campo, porque los trabajadores campesinos, profundamente ilusionados, esperan de las Constituyentes el tan prometido reparto de la tierra. Aun sin tener cifras exactas podemos señalar como el movimiento huelguístico era intensísimo cuando en Sevilla, en junio de 1931, había 37,55% de obreros en lucha (las premisas de la jornada formidable de julio), en Barcelona se lanzan a la lucha los obreros metalúrgicos en número de 38.000; en Córdoba, cerca de 5.000; en Málaga, hubo una huelga general en la que participaron más de 30.000; en Asturias, los mineros van a la lucha en número de 8.500; en Zaragoza, también los obreros metalúrgicos van a la huelga en número de 4.000, y otras muchas en el campo, especialmente por la solución del paro. Caso de Ecija, &c., y ya no hay región, capital o población alguna de España donde las masas obreras y campesinas no se encuentren en lucha constantemente para conseguir mejores condiciones de vida y contra el empleo de medidas terroristas por el gobierno contra la clase obrera y los campesinos.

Con la huelga de Sevilla en julio, se inicia en toda España una serie de huelgas generales formidables, en Málaga, Córdoba, Granada, Zaragoza, Barcelona, Cádiz, Valencia, &c., acompañadas de constantes luchas por reivindicaciones inmediatas y diarias. Esta característica es la respuesta más contundente que puede esgrimirse contra la posición de los oportunistas sobre su afirmación de que en períodos de crisis no puede haber huelgas.

España entera es un hervidero de luchas y aunque carecemos de estadísticas necesarias para mejor demostración de ésta caracterización, tomando argumentos escogidos de la prensa burguesa, podemos señalar haberse desarrollado más de 3.543 huelgas, entresacando de ellas 30, que han sido generales, de carácter político, llegando a la lucha armada y a la insurrección con la toma del poder en algunas localidades, aunque por corto tiempo. Podemos señalar que solamente en la provincia de Sevilla, desde el mes de septiembre de 1931 hasta junio de 1932 se han desarrollado más de 1.700 huelgas casi todas con éxito para los obreros de la ciudad y del campo.

La mayoría de las huelgas son marcadamente ofensivas, desarrolladas por las masas, ya que la burguesía y el gobierno aun utilizan procedimientos terroristas para combatir las huelgas y movimientos de masas, y no se encuentra con una base que le permita hacer frente a la ofensiva de las mismas con posibilidades de triunfar. Y esto hace que desde abril hasta octubre, el proletariado se mantenga en toda España a la ofensiva, y es en esta época cuando el gobierno se apunta los primeros éxitos contra las masas, a partir de la huelga general de Barcelona, por la traición descarada de los jefes anarcoreformistas que le permite iniciar el tanteo de su ofensiva con la promulgación de la ley de «Defensa de la República» y la ley de «seguros de maternidad» del ministro socialista Caballero, por el que se impone a las obreras el pago de una parte del seguro deduciéndolo de su salario.

En Sevilla también se inicia por el Gobierno la ofensiva contra los sindicatos rojos, empezando por el del transporte, al que le intentan arrebatar las principales conquistas que tiene.

Esta ofensiva del gobierno en Sevilla, se lleva en alianza con los grandes navieros, algunos de ellos magnates de la banca española, pero no puede tener efecto porque el empujé vigoroso del valiente proletariado revolucionario de Sevilla dirigido por nuestro Partido hace retroceder la ofensiva gubernamental burguesa y por lo tanto Sevilla mantiene en lo alto la ofensiva de los obreros [105] que continúan su ruta con el movimiento de los panaderos, que constituyen uno de los triunfos más formidables para el Partido, ya que su organización logró romper la coalición de fuerzas que había contra este movimiento, que se sabía estaba organizado y dirigido por nuestro Partido. Pero por una parte, si Sevilla mantiene su carácter ofensivo en las luchas de los obreros, tenemos que señalar también cómo el gobierno logró quebrantar la lucha de los parados con la disolución del sindicato que había constituido. Este error de organización hizo que los obreros parados tomaran como forma de organización la del sindicato y que dejaran de ir a los Comités cuando éstos se constituyeron después de la clausura. Es decir se creó entre los parados toda una mentalidad legalista, consecuencia del sindicato y con ello surgió una paralización considerable en su aspecto combativo por la conquista de sus diarias reivindicaciones. Esto determinó que el Ayuntamiento se aprovechara de esta situación para cerrar la bolsa de trabajo en la que diariamente ocupaba 550 obreros. Ahora el movimiento de parados, no solamente se deja abandonado en Sevilla, y a merced de la ofensiva del gobierno, sino que también este case se repite en Málaga, Bilbao, San Sebastián, Zaragoza, &c., donde no solamente se cometen errores en el sentido de organización, sino, que como lo ocurrido en Bilbao, se llegó a plantear por nuestro Partido que los parados rechazaran los bonos de comida, por no estar ésta en buenas condiciones, en lugar de plantear la lucha porque fuera mejorada en calidad y en cantidad. En este aspecto de la lucha nuestro Partido no ha realizado una política de organización acertada, si bien últimamente, en algunos lugares ya se inició el llevar a efecto la realización del viraje para la constitución de los Comités de Parados. Con nuestros errores se contribuyó a que la política desastrosa de los socialfascistas y anarcosindicalistas surtiera efecto entre los parados, ayudando con ello a la burguesía.

Muchas de las huelgas de carácter económico desarrolladas en nuestro país han pasado a un plano superior de lucha, se han convertido en huelgas políticas. Se puede observar cómo de una lucha parcial se pasa inmediatamente a una lucha de carácter general. Tenemos un ejemplo en la huelga de los obreros panaderos de Sevilla en cuyo curso a las reivindicaciones económicas se le fueron agregadas reivindicaciones de carácter político.

Esta huelga se inició por la petición de aumento de salarios y mejoras en las condiciones de trabajo, y fue dirigida por el Partido. Los patronos se negaron rotundamente a dar aumento alguno y a hacer concesiones de ninguna especie. Organizaron el suministro a las tahonas por medio de soldados del cuerpo de Intendencia, y, ayudados por los familiares de los patronos pretendieron hacer que los obreros después de muchos días de huelga se rindieran. Los obreros desde el primer día, con sus piquetes de huelga formados, se lanzaron a impedir a todo trance que por las calles de la capital se repartiera pan, llegando a la lucha para arrebatárselo a los repartidores de los patronos, que así contribuían directamente a perjudicar los intereses de los huelguistas. El gobernador no solamente se conformó con ayudar a los patronos movilizando soldados de intendencia, sino que también puso al servicio de cada repartidor de los patronos una pareja de la guardia civil, para impedir que los huelguistas asaltaran los carros. Esta actitud descarada del gobierno hace que los obreros en la lucha no sólo plantearan la lucha contra los patronos, por sus reivindicaciones, sino que inmediatamente plantearan en un mitin que celebraron el pedir la destitución del gobernador, la libertad de los obreros que habían sido detenidos por asaltos a las tahonas y contra la minoría socialista del Ayuntamiento que proporcionaba a los patronos obreros traídos de otras localidades distantes de Sevilla. Después de 19 días de huelga, los obreros consiguieron un triunfo formidable, alcanzando mejores condiciones de [106] trabajo y un aumento de un 19% sobre los salarios en general, desde los aprendices hasta los maestros y consiguiendo que todos los presos fuesen puestos en libertad y haciendo retroceder al gobernador y a la minoría socialista del Ayuntamiento que pretendían dar la batalla al movimiento por encontrarse éste dirigido por el Partido Comunista.

En el campo, la lucha adquiere grandes proporciones y desde octubre hasta febrero se desarrollan grandes luchas en todos los campos de Andalucía y Castilla principalmente, porque los obreros no se avienen a transigir con los salarios de hambre que siempre han venido percibiendo. En la recolección de las aceitunas, una de las cosechas principales de la agricultura del país, los obreros plantean percibir alza de salarios y no conformarse con las bases, que los socialistas, de acuerdo con los terratenientes en los jurados mixtos agrícolas, tratan de imponerles. Con esto se llevan grandes luchas en Ecija, Osuna, Antequera, Aguilar de la Frontera, Morón de la Frontera, en la provincia de Toledo, &c. Los obreros no solamente llevaron la lucha en el terreno del alza de salarios, sino que incluso en algunas partes (Villafranca de Córdoba, Espejo, Villanueva de Córdoba) los que quedaban sin trabajo, formaban grupos y marchaban al campo a trabajar presentándose por la noche a cobrar. En otras ocasiones se llevaban parte de las cosechas a sus lugares. Durante los meses de marzo y abril, los obreros agrícolas han asaltado cotos de caza y ganado para comer (caso de Úbeda, Castilblanco, de los Arroyos, etcétera), y últimamente se han desarrollado grandes luchas en todas las zonas de importancia de la agricultura. En la provincia de Sevilla, aunque nuestro Partido, retrasado por los efectos de la formidable represión que sobre él había descargado el gobierno, no pudo organizar la lucha de los obreros, y a pesar de estar el campo completamente tomado por las fuerzas represivas del gobierno (guardia civil, asalto, &c.), los obreros han estado en lucha contra las bases que les pretendieron imponer durante 15 días en los pueblos de Carmona, Dos Hermanas, Brenes, Villa Manrique, Morón de la Frontera, Cazalla, Lora del Río, el Coronil, Constantina, &c., habiéndose movilizado más de 25.000 obreros y habiendo logrado nuestro Partido triunfar solamente en los dos lugares donde logró apoderarse de la dirección del movimiento (Santiponce y Gelves). En Córdoba, donde fueron a la huelga unos 6.000 que fueron traicionados por los dirigentes anarcosindicalistas, sin que el Partido, que tiene bajo su influencia la parte del proletariado agrícola que más combatividad ha demostrado en todas las luchas que se han desarrollado en la provincia, no hiciera nada por recoger a los obreros que se encontraban en lucha, abandonados por los anarcosindicalistas. En la provincia de Cádiz también se desarrolló una lucha en la que intervinieron más de 22.000 obreros, que se lanzaron a ella por encima de todas las trabas que los jefes anarcosindicalistas les ponían y, no obstante haberse llevado 8 días en huelga, nuestro Partido hizo por aproximarse a los huelguistas, pero no logró ligarse a ellos y éstos volvieron al trabajo con las bases que impuso la comisión nombrada por el gobierno.

También en Toledo hubo una huelga general donde solamente nuestro Partido conquistó mejores bases que las presentadas por la comisión del gobierno en Villa de don Fadrique, en Villa de Almoradiel y Villacañas, ya que el ministro de Agricultura, el radical socialista Domingo, logro intervenir en la huelga acompañado de los socialistas y hacer que los obreros volvieran al trabajo con las bases que habían elaborado en el Gobierno Civil de Toledo.

Pero nuestro Partido ha hecho algo en lo que se refiere a su dirección de las luchas de los obreros agrícolas, si realmente ha estado ligado a los obreros del campo. Podemos decir que es en cambio casi nulo el trabajo realizado entre los campesinos trabajadores. Esta fuerza revolucionaria actualmente se encuentra en gran parte dirigida por elementos reaccionarios (Galicia), [107] o elementos liberales pequeñoburgueses (Cataluña y Córdoba), en otras partes completamente abandonados (Extremadura).

Aunque, ya en este aspecto, se tiende a mejorar con la realización de un trabajo sistemático, nuestro Partido no ha hecho nada «acerca de ellos ni por dirigir sus luchas». En Cataluña, en la comarca del Panadés, se lanzaron a la lucha, por encima de todas las amenazas de la guardia civil y los de asalto, y lograron paralizar todo el comercio de la comarca, negándose a satisfacer las exigencias de los terratenientes y forzando al gobierno a tener que adoptar resoluciones sobre su situación para impedir que la lucha se extendiera. En Badajoz son los terratenientes quienes, apoyados por la guardia civil, van por las tierras amenazando a los campesinos a que paguen las rentas desde los años de la monarquía borbónica. Los campesinos de la provincia de Badajoz también se niegan a pagar la renta, llegando incluso a desoír todas las resoluciones de los jefes socialistas. Indudablemente que los campesinos trabajadores tienen aún esperanzas en la Reforma agraria y esperan que de esta salga la solución a sus problemas; esta esperanza es innegable que subsiste, porque nuestro Partido ha hecho poco trabajo para hacer comprender a los campesinos el significado de la lucha del Decreto Ley y organizarlos contra los terratenientes. Es por lo que todavía los campesinos no se han lanzado abiertamente a la lucha contra los terratenientes y los impuestos del gobierno.

Existen organizaciones de campesinos bastante importantes en Galicia, Vasconia, Cataluña y Andalucía. En Galicia existe la Federación Católica Agraria, con 50.000 afiliados. También existe la Unión de Solidaridad que agrupa a 3.000; la otra organización de campesinos que existe, y en la cual nuestro Partido conquista posiciones, es la Unión Campesina, que agrupa a 15.000 afiliados. También en Cataluña existen diversas organizaciones para la compra de instrumentos agrícolas, abonos, &c., que tiene 5.422 afiliados; una caja de Socorros Mutuos que tiene 3.500. Existiendo también pequeñas organizaciones en muchas poblaciones y que alcanzan el número de 400. En Córdoba existe también una organización de campesinos que agrupa en su seno a más de 22.000 trabajadores campesinos, y que está dirigida por los jefes radicales del partido de Lerroux. También en Vasconia existen organizaciones de campesinos que se encuentran dirigidas por elementos reaccionarios.

En las luchas del campo, también los campesinos han cumplido un papel revolucionario porque han luchado al lado de los obreros agrícolas, como lo demuestran los casos de Villanueva de Córdoba, Antequera y Villa de don Fadrique. Los campesinos han luchado incluso con las armas en todos estos sitios al lado de los obreros agrícolas y contra la guardia civil, demostrando con ello sus ansias de lucha, frente a la situación irritante de miseria en que se encuentran.

Actualmente los campesinos se encuentran abocados a grandes luchas, especialmente en Extremadura y Cataluña. Nuestro Partido se ha trazado una serie de medidas con el fin de evitar que nuevamente se produzcan luchas al margen de su dirección. Esperamos que nuestro Partido, en las luchas que han de surgir en el campo, sepa conquistarse la confianza de los campesinos trabajadores y haga ver a éstos que únicamente guiados por el Partido Comunista lograrán librarse de todas las cargas y miserias que les hace la vida insoportable. Al mismo tiempo, nuestro Partido impulsará con estas acciones la revolución agraria hacia sus finales consecuencias. [108]

EL PAPEL DE LOS AGENTES DE LA BURGUESÍA EN LAS LUCHAS DE LA CLASE OBRERA

Es natural que después de esta revista de grandes luchas económicas y políticas, transformadas muchas de ellas en luchas armadas, os preguntéis: ¿por qué un derroche tal de energía revolucionaría no ha dado por resultado la toma del poder? Esto se explica porque la burguesía española, como la de todos los países, cuenta en las filas de la clase obrera con poderosos auxiliares que de distintas formas hacen su política contrarrevolucionaria y sirven perfectamente a sus fines.

Comenzaré por señalar algunas de ellas, destacando en primer lugar a los socialfascistas. El partido socialista tiene en el Parlamento 112 diputados, y 3 de sus exponentes más autorizados están en el gobierno Azaña y constituyen el nervio dirigente. Desde el gobierno y desde el Parlamento son los campeones decididos de la contrarrevolución.

La participación de los socialfascistas en el campo de las actividades contrarrevolucionarias ocupa un primer plano que es necesario explicar.

Los socialistas, los jefes de la U.G.T. han preparado y han hecho votar la ley fascista de «Defensa de la República», destinada exclusivamente a destruir las organizaciones revolucionarias. En virtud de esta ley, y con el asentimiento unánime de la fracción socialista en el Parlamento, han sido deportados a las regiones del desierto africano cientos de obreros revolucionarios anarquistas y comunistas. La política represiva del gobierno contra las organizaciones revolucionarias es dirigida especialmente desde el ministerio del Trabajo, representado por el socialfascista Largo Caballero, Secretario General de la U.G.T. Son ellos los más fieles mantenedores del aparato represivo de la monarquía. Pero aun han hecho más: no sólo ha sido reforzada la guardia civil con modernos medios técnicos de represión, sino que han armado un nuevo cuerpo llamado «guardias de asalto», dedicado exclusivamente a ahogar en sangre las huelgas y manifestaciones obreras. Estos últimos días el número de guardias ha sido aumentado de 2.500 a 24.000. Pero los socialfascistas en el poder no sólo trabajan en el campo de represión sangrienta, sino que conjugan esta política con la política de las leyes sociales. Y así vemos como los viejos comités paritarios de la dictadura Primo-Anido creados con la colaboración de los socialfascistas, renacen con los nombres de jurados mixtos con el fin exclusivamente de combatir las huelgas y el movimiento revolucionario, tratando de esta forma de imponer los métodos fascistas de colaboración de clases.

Ha sido dictada una ley que impone a la organización obrera la obligación de aceptar los arbitrajes de los jurados mixtos siendo disuelta y puesta fuera de la ley en caso contrario. Asimismo, como corolario de esta ley, crean el cuerpo especial de los delegados del Trabajó con atribuciones omnímodas para imponer los fallos de las leyes sociales y dirigir la represión contra las organizaciones revolucionarias. Con el proyecto de «reforma agraria», los socialistas niegan a los campesinos la tierra que se les prometió el 14 de abril. Para imponer esta medida los jefes socialfascistas recurren a toda clase de represiones gubernamentales, al igual que los países de la dictadura fascista Italia y Polonia. A medida que la U.G.T. y el partido socialista se desenmascaran ante las masas, como organizaciones con ideología contrarrevolucionaria nace en el seno de estas mismas un ala «izquierda» que políticamente puede ser caracterizada como una división de trabajo. Así, vemos cómo a la huelga de obreros agrícolas de Badajoz, que significó un momento de la revolución agraria y el distanciamiento de las masas del partido socialista y de la U.G.T., mientras el gobierno con su participación de 3 ministros socialistas y 112 diputados [109] de su fracción en el Parlamento manda a la guardia civil para ahogar en sangre la huelga, dos diputados socialistas: Margarita Nelken y Muiño, realizan en esta provincia una campaña demagógica «izquierdista», llegando ante la presión de las masas a declarar la huelga general, para mejor traicionar el movimiento.

La U.G.T., prolongación del partido socialista, es asimismo un instrumento precioso en manos de estos señores para romper las huelgas. Los jefes socialistas quieren convertir a toda costa la U.G.T. en una organización que sirva a estos fines. El ministro del Trabajo y la Casa del Pueblo de Madrid son los centros de contratación y organización de los pistoleros y rompehuelgas, que en Vizcaya, Asturias, Cataluña, &c., han reforzado la policía y la guardia civil en la lucha contra los obreros huelguistas. Son también los dirigentes del partido socialista y de la U.G.T. los que llevan a efecto la clausura de los sindicatos revolucionarios; son los que después de aprobar e inspirar las deportaciones de los obreros anarquistas y comunistas, han facilitado por medio de sus sindicatos amarillos en Barcelona, una tripulación especial para conducir en el «Buenos Aires» a las costas africanas, a los obreros que habían participado en enero en el movimiento del Llobregat. Además, vemos como los dirigentes del sindicato ferroviario, en íntima colaboración con el ministro socialista Prieto, con su campaña demagógica, han entregado a los obreros atados de pies y manos a las grandes empresas ferroviarias.

El papel principal de la U.G.T., dirigida por los socialfascistas en España y que representa la Internacional de Ámsterdam, consiste en la participación activa en la ofensiva contra el nivel de vida de los trabajadores, y constituye uno de los principales obstáculos para la victoria de la revolución.

Pero no son solamente los socialfascistas los que en el campo obrero representan los intereses de la burguesía. Es preciso destacar también con toda su enorme importancia a los anarcosindicalistas.

Los jefes anarcosindicalistas que con ayuda del dictador Berenguer lograron apoderarse de la dirección de la C.N.T., han hecho fracasar todas las luchas heroicas de esta central sindical, destruyendo toda su potencia. Peiró, Pestaña y los llamados treintistas que dirigen, en colaboración con los anarquistas la F.A.I. y la C.N.T., han practicado a pesar de su sedicente «apoliticismo» la política más asquerosa de colaboración con la burguesía, han pactado con Sánchez Guerra, con Lerroux y con los politicastros de la «Esquerra».

El aparato de la C.N.T. en Cataluña ha sido puesto a disposición de Maciá y compañía, y otros representantes de la burguesía catalana. Todas las huelgas del proletariado revolucionario de la C.N.T. han sido traicionadas y entregadas por los líderes, tanto de la F.A.I. como del grupo de «los treinta», unas veces por el sabotaje directo, y otras entablando conversaciones con los agentes del gobierno a pesar de su «acción directa», como lo muestran los casos de la Telefónica, Mineros de Asturias, Metalúrgicos de Barcelona, y las huelgas generales de Zaragoza y Barcelona, huelgas generales de enero y febrero. Otras veces han ahogado las huelgas con su táctica sectaria y lucha fratricida, llegando hasta el esquirolaje cuando los obreros en huelga han escapado de su control y dirección, como lo demuestra el intento de boycot a los obreros revolucionarios del puerto de Sevilla; azucareros de la Rinconada, huelga general de mayo en Sevilla, lucha contra el frente único ferroviario, lucha organizada a tiros en el puerto de Barcelona, culminando estos hechos en la traición a sus propios compañeros anarquistas, víctimas de la represión de la insurrección del Llobregat, condenando públicamente este movimiento y negándose a declarar la huelga general en Barcelona cuando con insistencia lo pedían las masas. Para demostrar su traición y completa incapacidad para dirigir el movimiento revolucionario de las masas es conveniente [110] decir algunas palabras sobre la huelga de teléfonos que marca el proceso de descomposición de la C.N.T. y el movimiento del Llobregat, que agudizó más este proceso.

La huelga de Teléfonos, que fue un poderoso movimiento de masas, fue traicionada desde el primer momento por los líderes de la C.N.T., negándose a declarar la huelga en la fecha que estaba fijada por los obreros, para no impedir la marcha de las elecciones al Parlamento de la contrarrevolución; después la táctica sectaria de lucha de no preocuparse por abarcar a los obreros pertenecientes a la U.G.T. y los inorganizados en un frente único de lucha, dividiendo al proletariado y facilitando el triunfo de los intereses del gobierno y de la compañía. Después, cuando a pesar de estas traiciones los huelguistas sostenían una heroica lucha contra las fuerzas represivas que el gobierno movilizó al servicio de la compañía, se desentendieron completamente de la huelga, negándose a darle un carácter más amplio de lucha para su triunfo, y cuando nuevamente se hicieron cargo del movimiento fue para entregarlo al gobierno, culminando en este acto su traición a los obreros telefónicos.

De otro lado tenemos el movimiento de Fígols, movimiento que surge sin ninguna preparación especial, pero que es un poderoso movimiento de masas que adquiere carácter de insurrección y que sirvió al ser canalizado y dirigido por los anarquistas para demostrar ante las masas obreras y campesinas la completa incapacidad de éstos para dirigir el movimiento revolucionario de masas hacia la conquista del poder y su consolidación. Hay una consecuencia lógica que sacar de las enseñanzas de este movimiento. Los anarquistas de la F.A.I. no son una fuerza revolucionaria opuesta a los reformistas. Cuando los obreros del Llobregat pedían el auxilio de las masas obreras en Barcelona, para que éstas declararan la huelga general y ampliaran de esta forma el frente de lucha, y cuando las masas la declararon, ya el movimiento del Llobregat estaba vencido, traicionado por los dirigentes de la F.A.I. y el grupo de los «treinta», y no tenía eficacia la moción de las masas de Barcelona.

Los anarquistas de la F.A.I. y los anarcosindicalistas representan en la C.N.T. dos partes del mismo cuerpo. Mientras unos se manifiestan continuadores declarados de la socialdemocracia, los otros, los de la F.A.I., en íntima ligazón con los anteriores, encubren con su aventurerismo y sus frases de «izquierda» su contenido ideológico pseudorevolucionario. Para demostrar nuestra afirmación vamos a mencionar un hecho que caracteriza cómo los anarquistas entienden la lucha de clases y cómo orientan a la clase obrera para la lucha contra la burguesía.

Con el título de «Para que aprenda la burguesía», publica Solidaridad Obrera un suelto, comunicando, cómo durante la ausencia del patrono de una fábrica, los obreros de la misma «han sabido regentar ésta, demostrando su más completa competencia». Solamente con esta declaración por parte de los dirigentes anarcorreformistas nos bastaría para demostrar la colaboración asquerosa que llevan a cabo con la burguesía y las maniobras que desde hace mucho tiempo realizan con los intereses de los obreros.

Pero veamos más adelante.

En la carta que el patrón envía a su regreso a la fabrica se dice lo siguiente:

Barcelona, 7-6-32.

«Durante las dos semanas de actuación del Comité Directivo Obrero, ha sabido éste estar a la altura de las circunstancias, y es para mí muy grato reconocer lo acertado de su gestión, así como testimonio a todos los operarios mi satisfacción por la forma en que han sabido todos ellos cumplir con su deber. Es de desear y ello sería una gran satisfacción para [111] mí (y espero que para vosotros también), que esta mutua armonía perdure muchos años.»

¡Que diga un burgués esto, que le ha sido muy grato reconocer lo acertado de la gestión de los obreros, no nos debe extrañar, pero lo que sí tenemos que resaltar, es que, si le es grato al burgués, es debido precisamente, a la sumisión que existe por parte de los dirigentes anarcorreformistas a esa burguesía, en contra de los obreros y sus reivindicaciones!

Y para colmo de su traición termina el «articulito» con el siguiente párrafo, que nos da idea de todo su reformismo:

«No hacemos comentarios. Solamente publicamos las anteriores líneas para satisfacción de los operarios de la casa Smith y para enseñanza de burgueses tacaños y desconfiados.»

Si estas palabras las hubieran pronunciado Azaña o Largo Caballero, no tendría nada de extraño, pero que se manifiesten en un órgano oficial de elementos que se dicen (pero que en la práctica, la clase obrera va comprendiendo que es mentira), «dirigentes y defensores» de los trabajadores, nos da la prueba más categórica y contundente, de como estos «jefes» y su anarquismo, son directa e indirectamente los colaboradores más firmes de la burguesía; y de como hay que orientar a la clase obrera para triunfar de su enemigo, el capitalismo. Y además, que demuestran bien a las claras cómo ellos, combatiendo al Partido Comunista y a la dictadura del proletariado, están con los partidos burgueses y por la dictadura de la burguesía.

No es necesario dedicar mucho tiempo en lo que se refiere al odio que sienten los anarquistas hacia el país de la dictadura del proletariado. Sólo mencionáremos de ligero, que los anarquistas españoles como los de todo el mundo, son los paladines más ardientes de las campañas que hace la burguesía contra la Unión Soviética.

Esta política traidora de los «jefes» faístas y reformistas de la C.N.T. ha encontrado su expresión más elocuente en la retirada de las masas de los sindicatos de la C.N.T. Esta que a poco de venir la República llegó a tener cerca de un millón de afiliados, hoy cuenta con menos de 500.000 en toda España, o sea en un año escaso sus fuerzas han disminuido en más del 50 por 100.

Quiero señalar a otros agentes de la burguesía dentro del campo obrero.

Uno de éstos es la «Alianza de Izquierda Republicana», con el nombre de P.R.R.S.R. (Partido Republicano Radical Socialista Revolucionario) y conocido por el grupo de Balbontín-Franco, &c. Este grupo surgió después del 14 de abril de 1931 de las filas de la burguesía contrarrevolucionaria, y como uno de los destacamentos de vanguardia.

Este grupo no tiene un programa concreto, se apoya en una descarada demagogia, al grito de «revolución popular», siendo toda su política de acercamiento y conexión con los anarcosindicalistas y con las masas de la C.N.T. en general.

Esto le ha dado una gran influencia entre las masas «apolíticas» y varios triunfos electorales, con la ayuda de los jefes anarcoreformistas. Para su campaña toman varios puntos de nuestro programa (reparto de tierras, expropiación de los bienes de la iglesia, &c., &c.), pero al mismo tiempo para mejor atraerse a las masas de la C.N.T. el «líder» del grupo Balbontín, dijo en Sevilla: [112]

«Nosotros somos comunistas, pero no aceptamos, como los comunistas oficiales, la dictadura del proletariado, porque sabemos que esta dictadura irá sólo y exclusivamente contra las masas libertarias de la C.N.T.»

Con este lenguaje este grupo, representa una de las fuerzas más peligrosas para nuestro movimiento revolucionario.

Otro grupo que no juega un rol menos importante en el conjunto de estos agentes de la burguesía es el grupo Maurin, el cual lucha contra la Internacional Comunista e interviene activamente contra el movimiento revolucionario en favor de la burguesía.

No menos importante es el grupo trotskista capitaneado por Nin, el cual desarrolla una labor de descrédito de la Internacional Comunista y de la Unión Soviética, y, apoyándose en sus teorías pseudorrevolucionarias, presta un apoyo consciente a la contrarrevolución.

LAS ACTIVIDADES DEL PARTIDO

Ante una situación como la que se ha señalado, las tareas que se presentan frente a nuestros Partidos son de una responsabilidad enorme, fundamentalmente, la lucha contra estos agentes de la burguesía dentro del campo de la revolución, que desvía el desarrollo de ésta y dificultan la realización por parte del Partido de su misión como organizador y director de la revolución en curso.

No obstante, aquí hemos de reconocer que el Partido no ha sabido mantenerse a la altura de las exigencias que la revolución nos plantea constantemente; que nuestro Partido no ha sido capaz de cumplir sistemáticamente sus tareas fundamentales.

Dos aspectos principales reflejan la debilidad de nuestro Partido: 1.º Este persistía y persiste en su vieja concepción de considerarse como un Partido de propagandistas y agitadores, que emprendió determinadas campañas pero que no puede cristalizarse en una organización que le sirva de base para un ulterior desarrollo de las luchas; 2.º Como consecuencia de esta concepción el Partido no sabía desarrollar suficientemente una amplia iniciativa y participación en las luchas parciales de diferentes índoles, económicas, políticas, etcétera, y no supo transformar estas luchas parciales concretas, en luchas generales de mayor envergadura.

Uno de los problemas que tenemos planteados hoy internacionalmente es la realización del frente único en la base. En todos los documentos de nuestro Partido y de nuestro IV Congreso se ha planteado y convenido en la necesidad imperiosa de llegar a su realización. Pero en la interpretación de esta consigna se han manifestado concepciones completamente falsas. La primera, el Partido no obstante todas sus declaraciones ha subestimado este problema. De otra parte la consigna de frente único fue interpretada por una gran parte del Partido de una manera sentimental; se planteaba este problema de la unidad por la unidad, sin comprender que la unidad sólo se podía hacer en las luchas y que la tarea está en la conquista de las masas de la influencia de los jefes socialfascistas y anarcoreformistas. Otra de las corrientes también manifestadas era la interpretación formal del frente único, que consistía en crearlo de una manera mecánica sin dotarlo de un contenido de lucha.

Otra de las faltas de nuestro trabajo radica en la incomprensión de la importancia de las organizaciones de masas. Nuestro Partido no ha demostrado la suficiente actividad e iniciativa para aprovechar todas las coyunturas [113] favorables y crear organizaciones de masa. (Sindicatos, comités de parados, comités de fábrica, soviets, &c.)

Si se tiene en cuenta la importancia de los comités de fábrica en España donde éstos juegan un papel eminentemente político, pues son órganos revolucionarios que conquistan en la lucha el derecho a la existencia, se comprenderá que el primer gran error en este aspecto se cometió al no lanzar esta consigna hasta varios meses después de comenzada la revolución. El Partido ha logrado crear algunos comités de fábrica, pero éstos se han desarrollado sin ninguna vida propia, todo por falta de insistencia y continuidad en el trabajo del Partido. La organización de éste en Madrid no hizo todo lo preciso para darle vida y sostén a los comités de fábrica de la «Comercial de Hierro», y aprovechar su experiencia para crear otros. Pero un caso más típico lo encontramos en Sevilla, donde, en abril, se convoca a una reunión de comités de fábrica, nombrándose un Consejo Central, el cual, comenzó sus funciones decretando la suspensión de pagos de alquileres a los obreros parados y otro rebajando los alquileres a los demás obreros, ese acontecimiento no fue aprovechado por el Partido para realizar una campaña Pro Comités de fábrica, sino que aun se le ha dejado languidecer rodeado de tal silencio que ha impedido toda difusión del ejemplo y de la significación de este avance revolucionario de los obreros de Sevilla.

El sostén del movimiento que significa la constitución del Consejo de Comités de fábrica, amplia organización de masas, fácil de ser transformada en un órgano ejecutivo de poder de los obreros y campesinos, no supo aprovecharse en los días 11 y 12 de agosto, cuando los trabajadores luchaban en las calles contra la reacción y vencían a Sanjurjo, y cuando durante unas horas estaba Sevilla a merced de los obreros.

El Partido ha perdido el momento de constitución de los Soviets, particularmente en Sevilla, donde ya por tercera vez el Partido ha sido el dueño de la ciudad y no ha sabido organizar los Soviets. Estos hechos responden a una incomprensión general existente en el Partido de los momentos en que los soviets pueden y deben ser creados. El curso de la revolución nos ha ofrecido sobradas ocasiones para organizar con éxito los soviets y el Partido ha permanecido pasivo. Aquí podemos citar algunas fechas en las cuales, por el carácter y envergadura de las luchas, esto ha sido posible: el 14 de abril, 18 de mayo, 24 y 25 de junio, en Sevilla; 19 de enero en Bilbao y finalmente 10 y 11 de agosto en Sevilla.

Ahora voy a pasar aunque sea muy brevemente a la organización interna de nuestro Partido.

A pesar de los grandes progresos realizados por nuestro Partido en este aspecto, aun hoy no podemos presentar un balance muy satisfactorio, no obstante la lucha llevada bajo las indicaciones contenidas en la Carta de la Internacional Comunista para desterrar todo resto de sectarismo y oportunismo existente en nuestro Partido; aun no hemos podido formar los cuadros medios y de base completamente aptos para cumplir las tareas de organización propias de un partido bolchevique y para convertirlo en un verdadero partido organizador.

Las relaciones interiores de nuestro Partido, a pesar de los esfuerzos realizados por nuestro Congreso Nacional, son todavía muy anormales. No existe una verdadera ligazón entre la dirección y la base. Los informes de organización y actividad política son todavía muy deficientes. Los Comités Regionales informan raramente al Comité Central e incluso nuestro Bureau Político no mantiene una relación normal con la I.C. Las células en la mayoría de los casos no tienen vida política, ejecutan mecánicamente las instrucciones del centro, que no siempre llegan a tiempo. Las células que trabajan lo hacen de [114] un modo desigual como lo demuestran los siguientes hechos: En Villarrubia (Córdoba), existe una célula en la fábrica metalúrgica «Terra». Esta célula cuenta con 12 afiliados de 250 obreros que integran la fábrica. Esta célula se reúne muy anormalmente. Tiene constituido un Comité de fábrica al cual pertenece un miembro de esta célula y están adheridos al Sindicato Metalúrgico de Córdoba, autónomo, bastante influenciado por nuestro Partido. A estos compañeros les fue pedida su solidaridad por parte de los obreros de otra fábrica de Sevilla de la misma compañía que se encontraba en huelga y se negaron a prestársela. Esta célula se desarrolla muy deficientemente y demuestra que sólo es una célula de fábrica por el sitio que está constituida, pero no por el trabajo que realiza. Contrasta con ésta la actividad de una célula de Sevilla de la misma empresa (la que pidió solidaridad) que cuenta con 75 miembros en un total de 400 obreros.

Merced al trabajo de esta célula se constituyó el Comité de fábrica y organizaron la huelga para impedir el despido de 14 montadores. Una vez en huelga reclamaron la admisión de 70 despedidos anteriormente y a los 18 días de lucha lograron el reingreso de los 14 montadores más 49 de los 70 anteriormente despedidos y a los 21 restantes el pago de tres semanas de salario.

Ejemplo característico del mal trabajo en los órganos dirigentes del Partido es el siguiente: un camarada responsable de la organización de Madrid convoca a una reunión a todos los secretarios de célula y les dice: el Comité Ejecutivo quiere saber qué es lo que vosotros pensáis sobre la consigna de frente único. Uno de los reunidos contesta diciendo: «Que estamos completamente identificados y de acuerdo con esta consigna y que lo que deseamos son instrucciones concretas de cómo proceder para realizar esa tarea». Entonces el camarada responsable contestó diciendo que aquello no estaba en el orden del día y que por medio de una circular a su debido tiempo se les daría las indicaciones necesarias.

He aquí un caso típico de la interpretación burocrática de las instrucciones de los órganos directores.

Pero a pesar de todos esos errores y deficiencias el Partido ha logrado éxitos y tiene ejemplos de un buen trabajo realizado.

El Partido crece y refuerza su organización numéricamente, afianza su alianza con las masas, eleva su actividad política, destaca nuevos cuadros jóvenes de revolucionarios audaces, y, en general, en el Partido, la actividad política de masas ha comenzado ya. Marcha hacia su transformación en un verdadero Partido de masas. El Partido, que a principio de 1931 contaba con 1.200 miembros y estaba compuesto de grupos dispersos débilmente ligados con las masas, ha aumentado sus efectivos en proporciones bastante serias. En la actualidad el número de afiliados excede de 16.000. Millares de obreros llaman a las puertas de la organización del Partido. El Partido existe ya en todos los lugares de España como lo ha demostrado ya nuestro IV Congreso; ha crecido su influencia en Andalucía, en primer término en Sevilla, y se ha dilatado enormemente en Galicia, Aragón, Asturias, Vizcaya y otras regiones y provincias. Las Juventudes Comunistas también se han desarrollado enormemente. En abril de 1931 contaba 400 miembros, en la actualidad tiene más de 10.000.

La actividad política del Partido se ha acrecentado también considerablemente. Los combates de julio de 1931 en Sevilla, librados bajo su inmediata dirección, son los exponentes del comienzo de un viraje en toda su actividad. En toda una serie de huelgas y manifestaciones, en diversas provincias, el Partido Comunista ha participado activamente como destacamento de vanguardia y de dirección. La huelga del 25 y 26 de enero de 1932 organizada [115] directamente por el Partido, aunque puso de manifiesto muchas debilidades, fue, sin embargo, un paso enorme en la actividad de éste y una prueba indiscutible de su influjo creciente en la escala nacional. La huelga y manifestaciones de estos días dieron a conocer al Partido en todo el país.

El movimiento del 1.º de mayo de este año y el del 12 de junio, Jornada Internacional contra la Guerra, dirigida también por el Partido Comunista, muestran que la influencia del Partido crece invariablemente.

Nuestro trabajo en el campo comienza a darnos positivos resultados; una serie de Sindicatos agrícolas adheridos a la U.G.T. defienden abiertamente la plataforma de nuestro Partido; igualmente la C.N.T. Considerables capas de obreros comienzan, no sólo a escuchar al Partido, sino a acercarse francamente a él.

Pero donde con más relieve se evidenció la enorme influencia del Partido entre las grandes masas obreras, fue en la campaña pro Mundo Obrero, donde en cuatro días, a la llamada de auxilio del Partido, porque el periódico iba a dejar de salir si en este término no se recaudaban 14.000 pesetas, las masas respondieron elevando estas cifras hasta cerca de 20.000. Otro éxito es la campaña pro «Unidad Sindical», en torno a la cual se agruparon 329 sindicatos representando 267.000 trabajadores. Igualmente merece destacarse la movilización de masas realizada por nuestro Partido en torno a nuestro IV Congreso, por el que desfilaron más de 20.000 obreros.

Camaradas: Vamos a terminar manifestando que nuestro Partido siente verdadero deseo de autocrítica y está deseoso de escuchar la crítica y los consejos del Plenum, para que con la experiencia de todo el proletariado internacional podamos corregir rápidamente nuestros errores.

El empuje del proletariado español continua. El golpe dado a Sanjurjo es una prueba de ello. La crisis se agudiza cada día. Las contradicciones de clase se agudizan. La contrarrevolución encarnada en Azaña y Largo Caballero se desenmascara más y más ante las masas, no sólo por su política interna, sino también por su política exterior (la alianza con el imperialismo francés, sus manifestaciones públicas de preparar al Ejército español para una guerra interimperialista y de agresión contra la U.R.S.S., &c.).

El Partido Comunista de España consciente de la responsabilidad histórica que pesa sobre él, lucha con todas sus fuerzas por el derrumbamiento del poder burgués y por la instauración en España del poder de los Soviets.

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«El leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general y de la dictadura del proletariado en particular.» STALIN.