Filosofía en español 
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Historia

Los restos de Don Hernando vuelven al nicho donde los colocó Alamán… se explorará el subsuelo del Hospital para buscar los objetos del Conquistador

por Miguel Castro Ruíz

Aquéllos que, con el fin de asistir a la reinhumación de los restos de Hernán Cortés se presentaron el pasado miércoles 9 de julio en las Oficinas del Patronato del Hospital de la Limpia Concepción y Jesús Nazareno, pudieron ver sobre una mesita con ruedas la pequeña caja en que habían sido encontrados y en la que serían vueltos al reposo. La urna estaba ya debidamente cerrada y cubierta con el mismo paño de terciopelo negro con que fue encontrada y que, teniendo la misma forma se compone de 5 piezas cosidas entre sí. Una orla de galón de oro de 2 centímetros de ancho adorna los bordes y a cada lado se encuentra, hecha del mismo galón, una cruz cuyos brazos miden de un extremo a otro 12 centímetros y medio. El interior del paño está forrado con tela negra.

El Notario Público, licenciado Manuel Andrade, con fecha 7 de junio, dio fe de que dentro de aquella urna habían sido depositados los restos, así como diversos documentos, y levantó el acta 30.679 en el volumen 299 página 48 de su protocolo.

En tal acta se hace constar que a las nueve de la mañana del citado día, estando presentes el Doctor Benjamín Trillo, Patrono y Director del Hospital de Jesús y el señor Alberto María Carreño, se levantó la “cubierta de la urna de cristal en donde, según acta de treinta de marzo próximo pasado, el señor Carreño previamente había acomodado todos y cada uno de los restos de Hernán Cortés, y aparecieron los huesos largos y los pequeños envueltos en una sábana de lino con encajes blancos, y bordadas en negro las iniciales H. C.; y el cráneo en un pañuelo de la misma tela, con iguales encajes e iniciales”.

Restos y documentos

Hernán Cortés
Los restos de Don Hernando en su reinhumación …eran los mismos que D. Lucas Alamán enterró…

El acta continúa relatando cómo se acomodó entre los huesos largos una caja de plomo debidamente cerrada con soldadura, que mide 2.5 por 18.8 por 25.5 cms. con los siguientes documentos:

“1. Copia del acta número 30.040 levantada por el suscrito Notario Lic. Manuel Andrade, la noche del 25 de noviembre de 1946 al abrirse las urnas de plomo y de madera que contenían la de cristal con los restos de Hernán Cortés y el documento que los identifica”.

“2. Carta del Doctor Benjamín Trillo, Patrono del Hospital de Jesús y designado depositario de los restos, invitado en 28 del mismo noviembre al Director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Arquitecto Ignacio Marquina, para que envíe al Hospital de Jesús un antropólogo que haga el estudio antropométrico de los huesos, y para que asista al acto en que serán extraídos de la urna de cristal”.

“3. Copia al carbón del acuerdo del Presidente de la República, señor General Manuel Ávila Camacho, a los Secretarios de Educación Pública y Hacienda y Crédito Público, señores Jaime Torres Bodet y Eduardo Suárez respectivamente, para que el Instituto Nacional de Antropología e Historia se encargue de la custodia de los restos y demás objetos descubiertos, y de hacer los estudios necesarios para la identificación de dichos restos; los cuales deberán conservarse en el lugar donde fueron encontrados, en el templo de la Purísima Concepción y Jesús Nazareno, anexo al Hospital de los mismos nombres, que declarado anteriormente monumento nacional, en adelante se considerará como monumento histórico. Firmada la copia por el Presidente y ambos Secretarios, se agrega una copia simple escrita en máquina para su mejor lectura”.

“4. Acta levantada la noche del 28 de noviembre de 1946 en que se menciona la extracción de los restos de Hernán Cortés, y del documento que plenamente los identifica, suscrito por el Doctor Félix Osores, Provisor y Vicario General del Arzobispado de México; por el Canónigo de la Catedral de México, Doctor Matías Monteagudo; por el Doctor Basilio Arrillaga, Diputado al Congreso Federal; por el Bachiller Francisco Zenizo, capellán del templo y del Hospital de la Limpia Concepción y Jesús Nazareno; y por el Bachiller Nicolás Pardinas, Notario Mayor, en 6 de diciembre de 1836”.

Cuatro urnas

Los demás documentos colocados dentro de la caja metálica fueron:

* Copia del inventario de los objetos encontrados con los restos;

* Dictamen afirmativo de la comisión que estudió la autenticidad de los restos y copia del mismo en tinta china;

* Copia del acta levantada cuando fueron repuestos los restos dentro de la urna de cristal, firmada por el Doctor Manuel Castro y el señor Refugio J. Guzmán, en representación del Dr. Trillo, y por el señor Alberto María Carreño;

* Una colección de 52 fotografías de los restos, de su identificación y de una copia de la información testimonial levantada por don Lucas Alamán en 1836, que, por estar confiada al honor de la Embajada de España en México, ahora se encuentra en poder del pseudogobierno refugiado quien la prestó.

“Inmediatamente después” –dice el acta– “se volvieron a prender los lienzos, cubriendo por completo los huesos; se ataron los listones de terciopelo negro; se colocó la cubierta de cristal, y mediante cuatro pequeñas tuercas, se atornilló a la tabla sobre la cual descansan los restos, y que es la misma en que se pusieron en 1836 como lo es el cojín de terciopelo negro y aplicaciones de galón y borlas en que reposa el cráneo”.

La urna de cristal fue colocada dentro de la de plomo, que fue soldada. Ambas urnas se colocaron dentro de la de madera que fue cerrada con una nueva llave que quedó en poder del Dr. Trillo, en su calidad de Patrono del Hospital.

Las tres urnas fueron introducidas en la exterior de plomo que también fue soldada y en seguida cubierta con el lienzo de terciopelo negro a que hemos aludido.

Los restos así pasaron a la custodia del Dr. Trillo nuevamente y en las Oficinas del Patronato permanecieron hasta el 9 de julio, fecha de la reinhumación.

La intromisión del contraste

Este día se encontraban reunidos para presenciar la ceremonia, el Lic. Manuel Gual Vidal, Secretario de Educación Pública; el Dr. Benjamín Trillo, Director del Hospital; el Arq. Ignacio Marquina, Director del Instituto Nacional de Antropología e Historia; el Sr. Jorge Enciso, subdirector del mismo; el Dr. Rubín de la Borbolla, Director del Museo Nacional de Antropología; el Dr. Silvio Zavala, Director del Museo Nacional de Historia; el Prof. Rafael García Granados, de la Sociedad de Estudios Cortesianos; D. Alberto María Carreño, D. Manuel Toussaint, D. Federico Gómez de Orozco, D. Salvador Toscano, D. José Bravo Ugarte y otros varios historiadores e intelectuales mexicanos, así como representantes de la prensa.

También se hallaba, sin que nadie supiera a título de qué, el “general” José Miaja, aquel “defensor” de Madrid. Claro que este personaje tuvo como única misión dedicarse a “robar cámara”, en cuanta ocasión se percataba de que algún fotógrafo se preparaba a imprimir una placa, y la de cuidar celosamente su sombrero. Por ello, cuando hubo de acercarse –¿por qué?– a ayudar a la conducción de los restos, le faltaron manos.

Los mismos que se enterraron

Hernán Cortés
La comitiva llevando la urna al Hospital …”todos los huesos se manifiestan de buen aspecto”…

A las 11:20 hs., el Secretario de Educación declaró que, en cumplimiento del acuerdo presidencial, se iba a proceder a la reinhumación de los restos de Hernán Cortés.

El Sr. Alberto María Carreño dijo que la comisión dictaminadora le había hecho honor de pedirle diera lectura a la resolución de la misma; pero que, debido a su gran extensión, sólo sería leída la parte resolutiva.

Así escuchamos cómo “en vista de las pruebas documentales, antropológicas y técnicas, los miembros de esta Comisión estimaron que los presentes restos son los mismos que se enterraron en 1836 en el Templo de Jesús Nazareno anexo al Hospital de Jesús. Y que en cuanto a las pruebas anteriores a esta época, las cuales permitieron atribuir a Hernán Cortés los restos que se enterraron en dicho Templo, ha de tenerse en cuenta que los documentos figuraron publicados en las Disertaciones de don Lucas Alamán, en la edición de 1942 en el tomo II, páginas 312 a 373 corroborando la misma atribución el documento conservado en la Embajada de España y el que se halló con los restos. Por lo expuesto, la Comisión declara que los restos sometidos a su examen son los mismos que en 1836 se enterraron en el Templo de Jesús Nazareno anexo al Hospital de Jesús, habiéndose atribuido entonces a Hernán Cortes, con base en documentos y tradición”.

De la anterior resolución se desprenden las recomendaciones que la Comisión hizo al Instituto Nacional de Antropología e Historia, algunas de las cuales ya habían sido aceptadas y cumplidas. Como el proceder a la consolidación de los restos “de acuerdo con los procedimientos técnicos del caso, y que después se hagan las mediciones”, y el restaurar “tanto las cubiertas de plomo como la caja de madera y urna de vidrio, reponiendo las partes destruidas, y colocando en su sitio, después de repararlo, el paño de terciopelo que cubría el conjunto”.

Para cumplir con el punto tercero de las recomendaciones, se verificaba la ceremonia a que asistíamos; ya que en él se asienta que “los restos se depositen en el mismo nicho donde fueron encontrados, reparando las partes destruidas y poniendo la misma loza que ocultaba la urna; y que en el exterior se coloque una inscripción que diga únicamente “Hernán Cortés”. También recomendaba la Comisión:

* “Que se publiquen los documentos y fotografías relacionados con la investigación. Que “al hacer reentierro de los restos, se añada una copia del documento que se encontró en el tubo de hoja de lata la noche del 28 de noviembre de 1946 conservando aparte dicho documento original para su exhibición al público, por su valor histórico; y que se incluya en el reentierro copia de la documentación que ahora se ha formado con motivo del hallazgo”.

* “Que se protocolice ante notario el documento que da cuenta de los trabajos de esta Comisión, con sus anexos”.

* “Que el rico pañuelo que envolvía el cráneo, así como la sábana en que se hallaban los demás restos, en virtud de que su estado no permite volver a utilizarlos y que son piezas dignas de consideración, pasen a formar parte de las colecciones del Museo Nacional de Historia, a fin de que se exhiban de la manera más adecuada”.

Y, en el punto séptimo, una de las más importantes resoluciones, porque implica futuras actividades que son de gran interés para la opinión pública: “que el Instituto haga la exploración del subsuelo de la Iglesia del Hospital de Jesús, a fin de localizar los objetos a que se refiere el documento conservado en la Embajada de España”.

De buena estatura y cuerpo

Hernán Cortés
El profesor Carreño lee el dictamen sobre los restos …”y tenía el pecho alto y la espalda de buena manera”…

Las mediciones a que en uno de los puntos resolutivos se alude, eran de importancia para poder hacer la comparación de los restos mortales encontrados, con los que pueden imaginarse a través de las descripciones que del Conquistador se conservan, y para establecer si eran los mismos que D. Lucas Alamán enterró hace más de un siglo.

La Comisión comparó sus resultados en primer lugar con la descripción que Bernal Díaz del Castillo hace de Hernán Cortés en su Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España:

“Fue” –dice el conquistador cronista– “de buena estatura y cuerpo, y bien proporcionado y membrudo… y si tuviera el rostro más largo, mejor le pareciera… y tenía el pecho alto y la espalda de buena manen y era algo estevado, y las piernas y muslos bien sentados”.

Vieron en seguida que los restos hallados coincidían con la descripción que Alamán hace de los que enterró, en sus Disertaciones: “Dichos huesos se reducen a unas canillas, costillas y otros varios que aunque rotos están bien duros; la calavera es chica, achatada y larga, pero todos los huesos se manifiestan de buen aspecto y olor.”

La última comparación fue la hecha teniendo a la vista el documento mismo de 1836: “La cabeza se encontró rajada longitudinalmente por efecto de la desecación después de tanto tiempo de estar en un paraje húmedo”. “La forma del cráneo es prolongada de la frente a la parte posterior, más angosta por aquélla que por ésta y aplanada por arriba, con los huesos de las sienes y mejillas muy prominentes. La cabeza proporcionalmente chica con respecto a los huesos del resto del cuerpo, los cuales manifiestan ser los de un hombre bien formado y muy fuerte. Dichos huesos por el efecto del tiempo y humedad en que han estado son de muy poco peso, y muchos de ellos están muy deteriorados hacia sus extremos y partes delgadas”.

Respecto a la rotura del cráneo que en este documento se hace notar, la Comisión encontró que: “El cráneo está rato y separado en una porción que comprende el molar izquierdo, la porción orbitaria del frontal, la mitad del parietal izquierdo y del occipital y la porción izquierda de la base del cráneo comprendiendo el cóndilo occipital”.

El dictamen está firmado por los Sres. Prof. Jorge Enciso, Dr. Benjamín Trillo, Dr. Silvio Zavala, Lic. Bernardo Iturriaga, Dr. Daniel F. Rubín de la Borbolla, Prof. Rafael García Granados, Prof. Alberto María Carreño y Dr. José Torres Torija.

Hernán Cortés

Hernán Cortés
La conducción de la urna al nicho …en el muro del lado del Evangelio, a 2.50 del suelo…

Terminada la lectura de la parte resolutiva del dictamen se procedió a la del acta notarial a que nos hemos referido al principio de esta nota. Se tomaron en seguida los nombres de los historiadores y periodistas presentes para que figurasen en el acta que el mismo notario iba a levantar haciendo constar los hechos que se verificaban, e inmediatamente después se condujeron los restos del Conquistador al nicho en que descansan.

Los miembros de la Comisión, y los Srs. Toussaint y Romero de Terreros, fueron los encargadas de empujar la mesita de instrumental en que se encontraba la urna, primero por los corredores del Hospital, y después, saliendo de éste, por el “pasaje” que se encuentra en el moderno edificio anexo a la institución. Así salió la comitiva a la pequeña plazoleta que se encuentra en la esquina de las calles de 20 de Noviembre y República del Salvador, para entrar en el Templo de Jesús Nazareno.

Destrucción y polvo, es lo que ahí puede encontrarse. Hacia el coro la obra de decoración iniciada por Clemente Orozco, inconclusa por falta de recursos. En el crucero del Evangelio, el sepulcro de D. Lucas Alamán y tanto en éste como en el de la Epístola, los de miembros de su familia y de algunos otros personajes pretéritos.

En el muro del lado del Evangelio, a 2.50 ms. del suelo, se veía abierto el nicho que esperaba los restos del Conquistador, retirados de aquel mismo sitio más de 7 meses antes.

Por un improvisado tablado se hizo llegar hasta él la urna, depositándola a las 11.50 hs. y, 18 minutos más tarde, era colocada la loza sepulcral. En seguida se fijó la placa que indicará el sitio en que descansan los restos del conquistador de México.

En la placa descrita en el número 299 de LA NACION, se destaca, como en un intento de descripción del hombre, su escudo, en la parte superior derecha, el águila alemana, que alude a Carlos V, monarca a quien sirvió Cortés; en la superior izquierda, tres coronas que simbolizan los reinos de Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba; en la inferior derecha, un león, símbolo del esfuerzo del Conquistador, en la inferior izquierda, la Ciudad de México de la que él puso los cimientos. Eh el escusón se encuentran las armas antiguas de la familia de Cortés, que son las de los Rodríguez de las Varillas y, rodeando todo el escudo una cadena, con las cabezas de los caciques sojuzgados.

Pero falta el símbolo principal, el que aludiera a ese dato que en México todavía muchos se empeñan en desconocer: el de haber realizado la unión de los dos elementos raciales, de los cuales habría de nacer México.