Se ha hecho público que dentro de unos días llegará a Gijón el exrector de la Universidad y exministro de Instrucción Pública de Méjico, don José Vasconcelos. También se anuncia que el Ateneo de Gijón ha hecho gestiones para que el egregio maestro honre su tribuna, a lo que ha accedido, debiendo anunciarse en breve el día de la conferencia.
El señor Vasconcelos es una de las más altas personalidades intelectuales de América. La nueva Universidad Nacional de México, troquel de las nuevas generaciones mexicanas, es obra suya. La revolución triunfante llevó al señor Vasconcelos al Ministerio de Instrucción Pública desde donde realizó una labor honda y fecunda, cubriendo de escuelas la nación, que es como moldear un nuevo pueblo en el crisol de la cultura y de las inquietudes del espíritu. Para que los lectores se den una idea de la significación espiritual de este insigne educador, mentor de pueblos, reproducimos el hermoso y viril saludo siguiente que ha dirigido a los estudiantes españoles:
«Me complazco en enviar un saludo a los estudiantes españoles, por conducto de El Estudiante. No represento a nadie, no soy más que una voz en el continente; pero una voz libre y un carácter que ha sufrido para mantener esa independencia de expresión; esa absoluta independencia que es indispensable para pensar y esa relativa independencia que tenemos que conquistarnos dentro de la perversa sociedad contemporánea, con el fin de poder realizar, siquiera sea en parte, la vieja y castiza sentencia que manda igualar con la vida el pensamiento; o más bien dicho, hacer de la vida una sierva del pensamiento más alto.
Jóvenes españoles, sois europeos y está bien que viváis con Europa, pero recordad, recordadlo a menudo, que esa misma sangre que en vosotros hierve es la sangre que, renovada en la América, se enciende en el afán de un mundo espiritual nuevo, una organización social que por su generosidad y su infinitud corresponda a los territorios inmensos que descubrieron y civilizaron antepasados que nos son comunes. Recordad que esos mismos antepasados sellaron la alianza definitiva de las razas aborígenes con la cultura hispánica y que es vuestro deber contribuir al desarrollo indefinido de esa cultura. Sois europeos, pero además y principalmente, por ser españoles, sois también iberoamericanos.
El ímpetu del espíritu español no puede conformarse con el límite. Ya que todas las tierras están descubiertas, será menester que ensayemos ahora descubrimientos en las zonas inexhaustas del espíritu, en las etapas ilimitadas del progreso social.
Sacudid el peso de la tradición que gravita sobre España desde hace dos, desde hace tres siglos, desde el nefasto Felipe II, más aún desde el extranjero Carlos IV, hasta los días amargos del presente.
La América española no guarda rencor al pueblo español, porque junto con nosotros ha sufrido, porque nuestras penas y nuestros yerros han sido comunes. Haced vosotros, los jóvenes de hoy, que también sea común el esfuerzo ardiente de la libertad y el amor al progreso.
Seguir mirando al pasado, seguir tolerando el pasado, equivale a un suicidio. Ya es bastante con el mal que nos han hecho. Ya es tiempo de que la juventud pida cuentas al pasado y se imponga al presente. Recordad que fue de aquí mismo, de España, de donde surgió la figura heroica y vidente de Francisco Javier Mina, que no pudiendo imponer la libertad en España fue a luchar por ella a la Nueva España, con el objeto de imponerla en seguida en todo el continente ibérico y en la misma España. Para Mina, el continente y la Península no eran dos patrias, extrañas una a la otra, sino la misma región necesitada de libertad y de justicia. Y Mina, que aquí fue declarado traidor, es allá entre nosotros Padre y Héroe, base de nuestra nacionalidad y guía de nuestro futuro. Los tiranos fraccionan la patria y la limitan al territorio a donde alcanza su dominación. Los hombres libres la ensanchan hasta donde alcanza la libertad.
Se acerca el día en que la patria del espíritu ha de prevalecer sobre la patria de los reyes y la patria de los políticos. No es posible organizar la hermandad sobre cimientos de crimen. Para ser dignos unos de otros, es menester que tanto aquí como allá triunfe la justicia plena. Para esto es indispensable que el mañana no sea como el hoy. Un mundo nuevo es lo que tiene que salir de vuestros espíritus si queréis ser dignos de los capitanes que conquistaron y de los misioneros que civilizaron aquella Nueva España que se prolonga desde el Bravo hasta el Magallanes.
La cruzada de ahora es ideal, pero también exige virtud y también exige heroísmo. No seáis medidos como no lo fueron vuestros padres. La conquista de toda grandeza reclama la exageración en el esfuerzo. No hay opresión allí donde el pueblo no tolera la opresión. No gobiernan los imbéciles allí donde los aptos levantan el puño para imponer el derecho.
Yo no podría deciros que en la América nuestra se han logrado conquistas definitivas, pero sí puedo afirmaros que allí se ha luchado y se sigue luchando por la justicia. En esa cruzada fecunda hace falta vuestro concurso. Cada vez que las libertades se ahogan en una región, la libertad peligra en el mundo. Cada acto de tiranía es un bofetón dado en el rostro de cada uno de los hombres. Estudiantes de España: La América de vuestra sangre está atenta, os acompaña en vuestro color y en vuestra esperanza y confía en vosotros. No entonará el canto de triunfo mientras vosotros no hayáis triunfado.
La raza entera se halla en peligro y el enemigo está en nosotros. No merece dominio mundano el pueblo que no impone valores morales. Ya casi no es hora de hablar, pero los ojos sí deben tenerse muy abiertos a la hora de la acción. Y los ojos se hicieron para mirar hacia adelante.
Nos daremos un abrazo el día de la libertad. El día en que los brazos que estrechan sean brazos que libertaron.