La Hora, semanario de los estudiantes españoles
Madrid, 5 de noviembre de 1948
II época, número 1
página 8

Economía

Un problema realmente grave que se presenta en aquellos, como España, que tienen muy pocos recursos nacionales de todo orden sin utilizar (trabajo, tierra y capitales) o que, por lo menos, se encuentran incapacitados para aumentarlos a corto plazo, es el de los gastos de lujo.

Dado que la producción es fija a consecuencia de esa limitación de factores, y que, por lo tanto, el consumo de lujo no puede tener sobre la economía de la nación el efecto favorable de, a través de un aumento en la demanda, poner en marcha una economía con paro en alguno de sus aspectos, los gastos de lujo harán que las industrias concedan prioridad a fabricación de objetos de esta clase, con detrimento del suministro de bienes y servicios para las clases más necesitadas. Por otro lado, si el País tiene una productividad baja –como por desgracia ocurre en el nuestro–, el consumo ha de reducirse todo lo posible para que aumenten las posibilidades de capitalización y así garantizar nuestro progreso y la continuidad de la patria en nuestros hijos; en reducción del consumo ha de verificarse, pues de justicia que así, no en las clases más humildes, sino en las clases ricas, a través de una adecuada política monetaria y fiscal, restringiendo naturalmente los gastos de lujo.

Por tanto, vemos que el lujo tiene que ser atacado, tanto en los países con limitación de producción como en los que tienen una productividad general baja; pero este ataque puede fracasar si una política monetaria equivocada a otra causa cualquiera produce una inflación, que automáticamente origina a su vez un desplazamiento de la distribución de rentas a favor de las clases pudientes productoras y disminución de las que reciben los obreros y empleados, a pesar de todos los aumentos que logren en los salarios y también debido a ellos. Este aumento en las clases más ricas causa un paralelo incremento en los gastos de lujo y un subsiguiente empeoramiento de la situación económica.

En los países en que los objetos de lujo son de procedencia exterior –como ocurre en España–, estos inconvenientes podrían obviarse con una política aduanera adecuada sobre los objetos de lujo de procedencia exterior; pero a la larga, el problema se mantendría, pues probablemente las rentas que se destinasen la adquisición de estos objetos en el extranjero, se dirigirán hacia la compra de otras similares en el interior, con lo que el problema de la descapitalización y bajo nivel de vida de la mayoría de la población se mantendría invariable.

Por tanto, una política económica consciente habrá de combatir el lujo, llevando de lema la frase de un famoso economista inglés: «¡Es una afrenta ser rico!», para tener de consecuencia «¡Es una afrenta ser pobre!»

En esta nueva etapa de La Hora, su sección de Economía tendrá ciertas características originales. Aspira en primer lugar a desterrar el tópico económico, tan perjudicial como el de otra índole cualquiera, cuyo reinado principal se encuentra en los periódicos y semanarios, por lo que sus artículos y comentarios, dentro de la máxima llaneza, procurarán poseer una base científica sólida.

En segundo lugar, a orientar a los estudiosos y aficionados de la Economía hacia las fuentes auténticas de esta difícil ciencia.

Para cumplir todo ello procurará la más completa conexión con la Facultad de Ciencias Económicas, único centro universitario donde es posible encontrar cuadros interesantes de especialistas.

Deseamos la polémica científica y seria. Toda crítica fundada a cualquiera de los trabajos que aquí parezcan, será bien recibida.

Juan Velarde


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